EL DILEMA DE LA EDUCACION

por Rodolfo J. Naveiro.

El progreso de la civilización en el siglo pasado se ha atribuido - correctamente -al incremento de la escolarización. Sin embargo, en este siglo, se cuestiona el papel que debe asignarse a la escuela. En opinión del autor, esta paradoja de debe al hecho de haber atribuido a un único motivo el mencionado progreso, y a la creencia de que lo que resulta bien una vez, sigue siendo bueno para siempre. El artículo propone rever el planteo del problema y busca soluciones acordes con la situación actual de un mundo que no es el de 1800.  

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En todo el mundo - países desarrollados y de los otros - se gastan toneladas de tinta en lamentar el grave estado de la educación, sea por sus contenidos, por las actitudes y comportamientos que propicia, en los resultados prácticos como preparación para el trabajo, en el acceso a ella, y todas las demás temas imaginables e inimaginables.

Oímos así culpar o disculpar a la escuela del analfabetismo funcional, de la falta de creatividad, de la delincuencia juvenil, de excluir a ciertos grupos sociales, de gastar demasiado, de pagar mal, de cobrar mucho...

En cambio, hace un siglo o uno y medio, alrededor de 1850, parecía que la solución de todos los problemas: hambre, miseria, desocupación, delincuencia, pasaba por la escolarización.

Siguiendo esta idea se procedió a escolarizar masivamente (o al menos lo más posible) con resultados sorprendentes y acordes con las expectativas, al menos hasta comienzos de este siglo.

Entre 1850 y 1930, pese a guerras, revoluciones ya cataclismos sociales, la humanidad mejoró notablemente en lo referente a los problemas mencionados.

En vista de ello, miles de personas bien intencionadas se dijeron: si un poco de educación ha podido conseguir tanto, prosigamos en este camino, ampliémoslo, generalicémoslo.

Era cierto que con muy poco; apenas la educación general a nivel primario, desde los seis o siete hasta los doce años; se había logrado mucho. Es cierto también que esta educación era tremendamente exigente: mi abuela, que sólo había cursado hasta el 6o. grado sabía, por ejemplo, calcular raíces cúbicas - cosa que yo no sé ni necesité saber pese a ser ingeniero - y pese a los buenos propósitos estaba limitada en buena medida a la población urbana que podía prescindir del trabajo de los menores de edad.

Pero es bien cierto que, así como los fracasos enseñan mucho, es muy difícil aprender algo del éxito.

La educación era buena para generar un mínimo de población educada que impulsaba la marcha de todo el resto. Pero además de la escuela, favoreció esto la predisposición de los educandos: las limitaciones en el acceso a la educación seleccionaron naturalmente a aquellos que reunían por otras razones algunas o varias de las siguientes cualidades:

 

Estas causas posiblemente fueran más o menos significativas que la escolarización para el resultado obtenido, lo cierto es que su sinergia con ésta fue formidable, y el mundo cambió para bien en forma desconocida antes.

Pero al extender y ampliar la educación, los resultados empezaron a fallar: en países muy adelantados, como en Alemania, las escuelas se transformaron en centros de adoctrinamiento (Hitler Jugend, por ejemplo) en los Estados Unidos en centro de tensiones sociales, poco a poco los docentes empezaron a quejarse de su postergación, los padres de malos resultados, los alumnos a rechazar la escuela.

¿Qué había sucedido? Mi opinión es que, al generalizar la educación se forzó a participar a alumnos que no reunían ninguna de las cualidades personales enunciadas arriba, no provenían de hogares instruidos, ni eran superdotados en el área elegida, ni tenían una voluntad enorme de progreso, ni amor al conocimiento por sí mismo, ni imposibilidad de desarrollarse de otra manera, por citar solo algunas cosas.

Algo parecido ocurrió con los docentes; por necesitarse muchos más comenzaron a engrosar sus filas con quienes no tenían suficiente vocación, o capacidad, o preparación... y todo el proceso se fue desvirtuando.

Todo el mundo pretendió alcanzar con la educación los fabulosos resultados conseguidos por una minoría en el sigo anterior. Y eso sencillamente no es posible.

Para comprender el absurdo que esto significa basta una comparación. Si en vista de las vidas de que gozan los jugadores de fútbol, o los artistas de cine, o los cantantes de moda, se pretendiera hacer obligatoria y general la practica profesional del fútbol, la actuación o el canto, multiplicando las escuelas de futbolistas, actores, cantores... ¿hubiéramos conseguido la felicidad general o sólo una horrible proliferación de "pataduras" en el fútbol, pésimos actores y cantantes desafinados?

"Quod natura non dat, Salmantica non prestat". Nadie pretende ignorar esto en los casos citados arriba ¿por qué entonces no reconocemos que también es cierto que se necesita algo más que educación para ser un buen maestro, médico, abogado, ingeniero, gobernante? - y que pretender lo contrario solo consigue frustraciones para el individuo involucrado y para la sociedad.

Sin caer en la humorada de Oscar Wilde: "nada que merezca saberse puede ser enseñado" es bien cierto que así como es ridículo que yo, que siempre fui pésimo en educación física, pretendiera a los 65 años que alguna institución educativa me capacitara para formar parte del seleccionado nacional de fútbol en el próximo campeonato mundial, también es irracional creer que una educación primaria y secundaria puede habilitar a quien no tiene ni capacidad de inteligencia abstracta para las matemáticas, ni el gusto por esta rama del saber, ni la predisposición natural a desarmar aparatos para ver cómo funcionan, ni la imposibilidad de ganarse la vida como modelo publicitario, para seguir estudios de ingeniería y culminarlos con éxito.

Precisamente es en la Universidad donde comienzan a notarse las falacias del sistema, porque allí cesa - por ahora- la farsa de la universalidad y obligatoriedad del estudio..

Precisamente por esto es peligrosa la tendencia al ingreso irrestricto, que por ahora sólo consigue postergar el momento en que se evidencie lo de Salamanca, ¿pero qué puede suceder si la presión del preconcepto sobre la panacea educativa fuerza a postular que todo el mundo tiene derecho a conseguir un título universitario? Y esto puede suceder si no se corta a tiempo, y tal vez antes de la Universidad, este mito. Y ya se oyen muchas voces que claman por el supuesto derecho de todo el mundo a tener un título universitario.

Y como salta a la vista que un gran porcentaje de los que entran a las universidades no pueden superar las pruebas que se exigen para graduarse, se apela a buscar la solución por la metodología de enseñanza, por el voluntarismo "querer es poder", y se atiborra a los educadores de psicología, sociología y metodología de la enseñanza, al punto tal que no les queda tiempo para adquirir los conocimientos que deben transmitir.

A medida que pasa el tiempo esto provoca un descenso del nivel cultural de los alumnos, profesores, profesionales y de la sociedad en general. La generalización de la enseñanza ha llevado a lo contrario de lo pretendido.

Creo que debe reformarse totalmente la enseñanza, siguiendo las líneas generales que van a continuación:

 

1) Preescolar

El preescolar es un mal necesario por las condiciones socioeconómicas que impiden la educación en el hogar, en lo posible, a medida que el tiempo de ocio se incremente, por la necesaria e inevitable reforma del medio laboral a que nos lleva la superpoblación y la automatización deberá eliminarse.

Mientras subsista hay que separarlo completamente de la escuela; no puede estar ni siquiera en el mismo edificio, ni mucho menos regido por las mismas personas. El preescolar es un lugar de juego, y debe diferenciarse claramente, traumáticamente, del lugar de estudio. Su finalización debe ser como un segundo parto: el abandono del sitio seguro y protegido y el comienzo de la verdadera vida.

2) Escuela elemental

Después debe seguir una escuela elemental al estilo decimonónico: centrada en la creación de valores como el trabajo, el conocimiento, la verdad. En lo técnico: excelencia en lectura y escritura, que puede conseguirse perfectamente antes de los 10 ú 11 años, aritmética completa (tal vez hasta con las raíces cúbicas de mi abuela), historia y geografía centradas en lo conceptual, (sin adoctrinamiento aunque sea difícil), física y química y biología también, sin olvidar los idiomas extranjeros (al menos uno) El incremento del conocimiento desde 1850 hace que tal vez no entre esto dentro del intervalo clásico de los 6 a los 12 años de edad, podría llevárselo de los 5 a los 14.

Y acá finaliza la educación general y obligatoria. El que no desee o no pueda seguir adelante tiene con esto suficiente para seguir cursos de aprendizaje técnico para trabajar: muchas de las hoy llamadas "carreras cortas" pueden iniciarse sin más que esta base - que sería de todos modos infinitamente superior al actual secundario.

3) Bachillerato:

Después viene un bachillerato (prefiero no llamarlo secundario, bachiller era el primer nivel de la Universidad y convendría que este nivel estuviera supervisado por alguna de ellas) también separado completamente de la escuela elemental, precedido por un examen de admisión que mida el aprovechamiento de la enseñanza recibida y tests de aptitud para el pensamiento abstracto y actitudes positivas hacia el esfuerzo.

Este es el ciclo crucial en la formación de la persona. Deben estudiarse todas las ramas del conocimiento, las humanidades y las ciencias, al nivel, por ejemplo del bachillerato francés del pasado, donde los alumnos del bachillerato en filosofía debían estudiar cálculo diferencial e integral y trigonometría esférica.. Este bachillerato es el que crea personas capaces de escribir, como en una novela que lamento no poder citar de memoria, pero es de un autor francés, que a un cierto personaje le hacía mucha gracia ver a un círculo con su tangente, porque creen que forman un ángulo y no es así. o como Borges que es capaz de citar el teorema de Fermat en un cuento. También crea científicos con sentido social como los esposos Curie y con capacidad de apreciar el arte y la cultura general.

Al finalizar este ciclo, que debe durar unos 6 años, (es decir hasta los 20 de edad) habría un examen general de habilitación para conseguir el título de que certifica sólo la habilidad para seguir estudiando.

 

4) Enseñanza superior:

Después vienen las escuelas superiores y las universidades. Creo correcto separar la formación de las llamadas profesiones liberales (medicina, abogacía, ingeniería) de las que forman científicos, investigadores y pensadores (filosofía, física, biología).

Los mejores ingenieros de Francia no salen de una Universidad sino de la École Politechnique, que es un instituto militar, en USA el MIT se llama "Massachusetts Institute of Technology" y no "University".

Esto es de forma, pero puede ayudar a desterrar la idea de las "mamás" y de los "nenes de mamá" de que la "facu" es el camino para acceder a los honores, la gloria y la fortuna. Para formar parte de la "juventud triunfadora" además de peinarse con Glostora es preferible dedicarse directamente a los negocios, los deportes-espectáculo o la televisión. La gente cuyo objetivo es éste, molesta en las instituciones superiores, y debe persuadírsela para su bien y el de los demás de que se dediquen directamente a lo que les gusta, sin despilfarrar recursos de la sociedad.

Si la Universidad hiciera una campaña para desterrar este mito, veríamos acabarse sus problemas de congestión y los de frustración de sus alumnos, durante y después de la carrera.

Para comezar a despejar el panorama se impone, mejor que un examen de ingreso a la Universidad, un examen da salida del bachillerato, similar al existente en Francia, Alemania, Italia o España, porque no sólo impide frustrar la vida del candidato con estudios que nunca van a dar fruto, sino también valoriza el título de bachiller en sí mismo.

Estamos en el año 2000, no en 1850 cuando la Argentina era un país nuevo y despoblado y, por suerte ganó Sarmiento su célebre polémica con Alberdi en favor de la instrucción general, y no del "honesto aldeano", ni en 1920 cuando se impuso - también por suerte - el acceso libre (aunque arancelado, hasta 1949) a la Universidad, cuando una mayoría de hijos de inmigrantes recientes pugnaba por abrirse paso entre una minoría heredera de la primera ola educativa. Hoy tenemos un país más populoso que muchos europeos, en relación no a su superficie sino a sus posibilidades económicas, y debemos reconstruir una elite intelectual diezmada por 50 años de Ministerio de Educación. Épocas diferentes implican circunstancias y exigen decisiones diferentes. 

Rodolfo J. Naveiro
rnaveiro@usa.net

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