LATINAJOS
El latín yiene dos verbos impersonales cuyo significado es digno de comentarse, que son "licet" y "decet". El primero denota que algo es acorde con la ley, en castellano se ha perdido el verbo pero perdura al adjetivo que de él deriva: lícito.
El segundo indica que algo es congruente con la buena conducta; el correspondiente adjetivo castellano es "decente".
El derecho y la legislación se ocupan de calificar las conductas solamente de acuerdo a la pregunta "licet?" una conducta es punible solo si no se conforma con la ley y su condena está limitada solo a aquello expresamente prohibido por una ley determinada; esta es una precaución para limitar las condenas a los casos de culpa manifiesta. En este contexto se maneja todo el sistema judicial.
Pero la extensión de este criterio a la calificación de los actos de los gobernantes lleva a pasar por alto actos y conductas que, si bien son lícitos están reñidos con la decencia (licet sed dedecet) y este es la raíz del problema actual de la Argentina, regida mayoritariamente por abogados con escasa formación fuera de su ámbito específico, para quienes es confusa o inexistente la diferencia entre "licet" y "decet".
Esta confusión fomenta conductas que sin estar expresamante prohibidas en ninguna ley son totalmente contrarias a la decencia y perjudiciales para el bien común. Ante la existencia de un hecho de esta naturaleza y su denuncia por la opinión pública, los políticos se limitan a replicar "denúncielo a la justicia" en la seguridad de que ésta nada podrá hacer ante lo que no es delito, por censurable y nocivo que sea.
La cosa empeora con el auge de teorías que niegan la existencia de normas naturales y limitan las leyes a textos que solo deben cumplir con requisitos formales (aprobación de acuerdo con los procedimientos que regulan otras leyes anteriores) para ser válidos.
Esto lleva a abusos tales como modificar leyes de acuredo a las necesidades del gobierno y transformar hechos ilícitos en lícitos y veceversa al solo capricho de los cuerpos legislativos.
El pueblo está convencido de que gran parte de los gobernantes tienen conductas que no aprobarían en un vecino. Por eso algunas revoluciones y muchos cambios de gobierno intentaron sancionar a los gobernantes depuestos con procedimientos judiciales, comisiones investigadoras y organismos similares, todas ellas integradas por personas formadas en el principio de la licitud pero sin vocación para desprenderse de sus deformaciones profesionales y juzgar según la decencia.
Los constituyentes de 1853, entre los que se contaban buenps abogados pero también personas con otra formación (eclesiásticos, militares etc) creo que pensaron en esto cuando ordenaron "reformar la actual legislación en todos sus ramos afin de adaptarla a la presente constituciön" y ciuandfo propugnaron la iomplantación del juicio por jurados legos en lugar del juez letrado.
Los legos no juzgan conforme a la ley, que ignoran (por definición de lego) sino de acuerdo a su conciencia, sus convicciones y su sentido de la equidad, no se opreguntan licet? sino decet?
De esta manera es posible clasificar los actos de acuerdo no solo a su licitud sino a la decencia, dando lugar no a dos sino a cuatro tipos:
1) Licet et decet: Actos no solo conformes a la ley sino que no repugnan a los hombres de bien (concepto no definible en términos legales precisamante porque no corresponde al ámbito del derecho)
2) Licet sed dedecet: Actos conformes a la ley pero que repugnan a la conciencia y ruborizan al las personas normales, como muchas acciones de los gobiernos de los últimos dos decenios: jueces que se proclaman a sí mismos y a susu bienes como sagrados, promesas electorales que no se cumplen, contratos engañosos aunque formalmente perfectos, actividades financieras contrarias al bien común, usura...)
3) Non licet nec decet: Actos contrarios a alguna ley y también a la recta conciencia, como el asesinato, el robo, etc.
4) Lon licet sed decet: Aunque parezca que no, hay actos prohibidos por las leyes pero que no repugnan a la conciencia. Para no cometer uno de ellos citaré solo algunos; uno literario: los robos de Robin Hood y otros históricos: las ejecuciones de la Revolución Francesa, contrarias a la ley pero necesarias para la salvación del pueblo (salus populi suprema lex esto) o el perdón de NSJC a la mujer adúltera que resulta de su oposición a la letra de la ley en defensa de una justicia superior.o las guerras de la independencia de los pueblos o la desobediencia civil del Mahatma Ghandi.
Muchos de los argentinos insistimos en ser niños buenos e hipócritas, que solo recurren a actos lícitso (sean decentes o no) sin arriesgarse a pasar al estado adulto de pueblos capaces de llegar a la ilicitud para no perder la decencia.
Rodolfo J. Naveiro
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