Contradanza de pie y de barro
Teme que el barro crezca en un momento,
teme que crezca y suba y cubra y tierna,
tierna y celosamente
tu tobillo de junco, mi tormento,
teme que inunde el nardo de tu pierna
y crezca más y ascienda hasta tu frente.
Miguel Hernández
I El barro tiene un nombre
plural, desconocido
donde agitan sus costas
mares incontinentes
ola del barro alza
su sábana de espumas
sobre su propio cuerpo.
¿Cuál palabra designa
tanta viscosidad
primigenia blandura?
El barro tiene un nombre
singular conocido
se aloja en recovecos
donde la luz ausente
adultera las sombras.
Imprime con su sangre
mancha devoradora
territorios discretos.
Insiste, abre, aturde
silenciosa carrera
al centro de su agua
donde late la vida.
La tierra regocija
ha creado una especie
de su propia materia:
limo, cieno y arcilla
barro, lodo, extremeño
recorren superficies
soledades postreras.
Barro célibe austero
del tremedal nocturno
disputas los ardores
y todo lo que tocas
como otro tú se vuelve
cada cosa a tu lado
se transforma y se escurre
entonces tú la lames
con la lengua de lodo
y se abisma y se inunda
y pronto se diluye.
El barro es una forma
del agua y de la tierra
la larga exhalación
que suaviza sin cuerpo
lo que toca y arrastra.
El barro es otro nombre
del soplo elemental:
Es un giro que abisma
raíces desprendidas.
Es la ola suspensa
en lo alto del agua.
Es el silbido adusto
que anuncia la caída.
Es la cadencia el vértigo
que sucede a la calma.
Barro será el instante
barro serán sus ramas
barro será su cuerpo
barro será el reposo
barro será en el viento
barro será su cama
barro que aliente soplos
barro que estrelle mantas
barro que inunde el polvo
barro que suba y baje
barro que desconcierte
barro que sople arañas
barro que se lamente
barro que hiende el aire
barro continuo sufre
barro suaviza escama.
Súbito barro toca
barro de cierta lumbre
barro de intensa savia
barro sin tregua asombra
barro zumba fracasa
barro sumerge lucha
barro oculta estremece
barro insiste derrama.
El barro torbellino
el huracán la tromba
el aquilón el norte
el siroco que abrasa
el ciclón en el puerto
el humilde levante.
El barro es otro viento
más audaz y más pleno.
El barro es el que toca
el barro, el intocado
él sí abraza, sí teje
sí interrumpe sus labios
se acerca, se detiene
impulsa su cintura
transpira sujetando
se va, se aleja, vuelve
pero nada lo toca.
El barro donde el pie
son las primeras lluvias
en las flores del fango
la corriente se estanca
por la curva del agua
se ha levantado un rayo
entre voces de hoguera
y un clamor infinito
se hace música y canta.
II Hasta que nazca un pie
por sí mismo en el légamo
dispensando su orilla
de temblor y de miedo.
Hasta que nazca el pie
que estreche su cintura
contra la piel del agua
estancada en los dedos.
Hasta que el pie lo encienda
con fuegos palpitantes
y esa guerra, ese abrazo
los una confundidos
y no sepan ya quién
es el uno y el otro.
Nacerá de la tierra
un monumento vacuo
para llenar de huesos
>el hueco que lo habita.
Nacerá de la danza
y del canto viviente
un instrumento atroz
que profane el espacio.
Nacerá y será oscuro
en su noche genética
pero su piel, su mármol
torneará lo que pisa.
Nacerá esto es cierto
confundido en su sombra.
Ha nacido el más blanco
blancor de todo negro.
Ha nacido del fuego
tremedal de su corva.
Ha nacido en su paso
pronto será carrera.
Ha nacido ponzoña
su veneno esqueleto.
Ha nacido del yeso
con hueso de cemento.
Ha nacido profundo
morirá en superficie.
Ha nacido y ya busca
adentrarse en la tierra.
Ni la desierta planta
ni el hueso sostenido
ni la piel deshojada
ni el músculo tirante
ni la mística uña
ni el talón sobresalto
ni la pieza falange
ni el plástico cartílago
ni el tobillo discreto
ni la vena y la sangre
ni el dedo que redime
ni el empeine calcáneo
ni el arco cuneiforme
violenta sacudida
imprime huella marca
resolviendo su paso.
El pie, es maquinaria
estructura disuelta
en el cartón del yeso;
cortado perfilado
sujeto por los clavos
ardientes del deseo.
El alto pie se incendia
es fuego es movimiento
es un sol de la tierra
que ilumina raíces.
El alto pie sujeta
su paso trepidante
es el vano esqueleto
de estructura amurada.
El alto pie es la flor
la ventura, la fuente
la muralla contrita
hecha de carne y huesos.
El alto pie es el tigre
en la noche cerrada.
Es la flauta continua
creciendo en su sonido.
El alto pie es la sombra
del naranjo y la lima.
El alto pie es guitarra
en el viento de plumas
la danza de guerreros
el olvido y la nada.
El dedo flete anuncia
su incorrupto convite.
Hipogrifo bufón
sin médula gorjea
que en horma filigrana
va ficticia montura.
La uña se revienta
perfilando su curva
no hay dedo que detenga
la huella de su paso
va la uña sin cuerpo
hasta tocar el aire
de lo que no se sabe.
El tobillo bandera
ondeando al paso fresco.
El arco con su sábana
que cubre la espesura.
La explosiva erupción
de la uña y su sombra.
El talón descendente
que precisa falange.
El rápido contorno
del empeine enmarcado.
El licor que rezuma
la caricia del hueso
interrumpe el efluvio
de la sangre caliente
no piel y no tobillo
sólo líquido espeso
subiendo por la corva
hasta llegar sin aire
al recinto del sueño.
La planta se resuelve
erigida en su cuita
sin mancha, sin estigma
pero al final fatiga
la bulla que sorprende
el zumo y el extracto
el jugo que adultera
su juncal y su corva.
El pie, es maquinaria
negros clavos activan
sus perfiles falanges
el pie, es maquinaria
negros clavos activan
sus cartílagos huesos
el pie, es maquinaria
negros clavos activan
sus goznes uñas dedos
el pie, es maquinaria
negros clavos activan
sus tobillos talones
el pie, es maquinaria
negros clavos activan
hormas empeines vellos
el pie, es maquinaria
negros clavos activan.
III Quiebra la luna el agua
de los charcos benéficos
su imagen adultera
las sombras escogidas
en el rigor del temple.
No hay reflejo ni brillo
en su presencia vacua
la distancia la hiere
con cuchillos sin mella.
Sólo el pie sobresale
con su vientre de fuego
y toma entre sus dedos
la luz intermitente.
La tragedia marcaba
los largos continentes
fue la mirada, el pie
abarcándolo todo:
húmedos cementerios
brújulas desbocadas
donde el norte crecía.
La pisada absoluta
intentaba sumirse
en la fiesta del barro,
desnuda se anidó
en los profundos huecos
vegetales y el moho.
Fue la uña cortante
afilando la roca
mientras ojos rasgaban
orillas del camino.
Hay un sonido fuerte
resintiendo el oído
rezumará en el gusto
todo sabor por nuevo.
Más alto asciende el aire
para extremar olores
mientras ojos revistan
prefijan y sostienen
y las manos azules
acarician ajenas
la eternidad del polvo.
La pisada absoluta
interrumpe su marcha
se pierde en el abismo
de su juncal postrero
se estanca en la corteza
de su piel arenada
sube escama sujeta
dragones verdes gárgolas
y todo es ascención
en el túmulo quieto.
Florecen en la piel
las rosas tremedales
del fuego más propicio
se ensanchan en sus cuernos
de luna obligatoria
y no ceden el nácar
del íntimo refugio
pero de un modo saben
el color que se abisma.
Más alto sube el aire
con su paso estruendoso
y el pie lo cubre todo
con su manto de hielo.
Las hierbas del camino
se reúnen y esperan
el paso que atropella
el martillo de huesos
los clavos sigilosos
penetrando los tallos
devorando sin tregua
el monte de la espuma.
Las hierbas del camino
tiemblan pero su miedo
es gozo, es caricia
es sacrificio pleno.
Ejércitos de pies
lo van tocando todo
acarician cortezas
pulen pieles arrancan
las costras de las cosas
y escarban con las uñas
el centro de los cuerpos.
Esos pies, esas garras
arañan con gran ímpetu
la corteza del barro
pero el barro no cede
a la caricia invicta
su lengua ni su brazo.
Sin estigma desciende
la curva de sus huesos
hasta el pozo del agua.
La estructura resbala
en su cuenco desnudo.
Más allá entre las sombras
va creciendo el espanto
se detiene en sus bordes
se adultera se abisma
y descubre a su paso
otro dolor más hondo.
Fue el alto pie en su danza
quien levantó primero
el acento en el aire
después ojos y manos
labraron laberintos
donde acechaba el miedo;
hasta el barro cedía
su cuerpo pegajoso
a la caricia aleve,
los dedos apresando
la tiniebla maleable
hollada la espesura
el último destello
de la tarde en el barro.
Un estruendo de espaldas
agita los confines
de la sombra en el llano.
Ejércitos de pies
se adentran en lo oscuro
pisoteando arrancando
los últimos vestigios
del paisaje nocturno.
El talón sobrevuela
venero superficie
raíz de tierra y agua
principio, humus, éter.
El talón ya no muerde
se unta, se restriega
con alígero ardor.
Avanza, retrocede
sube, baja, se inclina
corre, salta, suspende
el alto vuelo largo
sumerge, lucha, bravo
y en el lodo se pierde.
El talón va dragando
el fondo de la tierra
expectación mortuoria
ingle, pecho desierto.
Se atraen, se repelen
son dos, son uno mismo
en la danza secreta
sin sandalias, ni frenos.
En el principio el pie
también fue hecho de barro
y al barro vuelve augusto
a gozar su espesura
arcilla, cieno, lodo
huesos, uñas, falanges
se confunde la alquimia
con iguales materias.
Suben las claras gotas
salpicando de espasmos
las claras gotas álgidas
cosquillas y pudores
irrumpen con su lengua
lamiendo, succionando
persiguiendo tobillos.
Delicioso tobillo
se sacude, se encrespa
en la ola del fango
y desciende impoluto
a la raíz del agua
pero en su viaje lento
se acaricia por planta
talón, uñas y dedos
en mitad de la charca.
Pulpas y nervaduras
sortean por la carne
el líquido bermejo
hasta las córneas uñas
sin coágulos, sin islas
pacen las cabras venas.
Sí, la costra bermeja.
Sí, laguna de hielos.
Sí, campos devastados.
Sí fin y sí principio.
Sí, es el pie, sí, cierto.
¡Qué deleitosa fiesta!
¡Qué prodigio estruendoso!
Los dedos sumergidos
en la sangre del barro
mientras uñas cortezas
humedecen el polvo
y el talón mariposa
sobrevuela su espanto.
¡Qué deleitosa fiesta!
¡Qué prodigio, qué estruendo!
Es la danza chasqueante
rozando la textura
de los pies sudorosos.
Celebración del pie
liturgia de sus gestos
apenas viaje, centro
humores estridentes.
El pie de la blancura
inundando en el cieno
absorbe por las venas
azuladas la noche
del tremedal y crece
hasta ser monumento.
IV Ya los dedos se hinchan
lacerada la piel
pero el dolor no crece
se abisma contra el hueso
una fuente que escalda
derritiendo la sangre.
Hay otra piel adentro
consumida en sí misma
otra piel con su carne
sus huesos sus cabellos
abriéndose entre venas
caminos, superficies.
El instante en la llaga
ulceración ampolla.
El alto dedo grita
explosiones de azufre.
El fósforo se enciende
pero el pie se agiganta.
Pulsación contenida.
El barro es una hoguera
de escrupuloso fuego.
Rayo chispa centella
crepitación que aturde.
El fuego se ilumina
apresado en su llama
pero el barro es espíritu
sin orillas corpóreo.
Lacera sin tocarte
sin tocarte sujeta
te arrastra sin cadenas
te aminora, te enciende
escalda, abrasa, lumbre
arde, crema, incinera
y el talón asombrado
se duele y ya no piensa.
Dolor, dolor, dolor
fuego interno lo habita.
En la vena raíz
sube un fuego que duele
se retuerce en espasmo
se estira en ardimiento
ya vuelve se aminora.
¿Es su dolor su sangre?
Todo dolor que crece
desde el roce, deleita
si rasga el ardimiento
si ulcera la caricia
si revienta el espasmo
si carcome la dicha
el sufrimiento es fuego
que se apaga en la carne.
Le ha desgarrado amor
su junco adormecido
el alma de sus dedos
afligida se duele.
Le ha desgarrado amor
sus orillas de espuma
la mancha de su ola
se evapora y se seca.
Sangre del barro el pie
sobresalta y retorna
este pie venturoso
larga huella o ponzoña
húmedo hueco fuego
brusco brazo que asombra
tierno barro batalla
blanco pie se deshoja.
El amor es la fuga
de los cuerpos ardientes
se abren roces se extreman
caricias desbocadas
se penetran se aíslan
descienden en lo oscuro
hasta que tocan fondo
y ya todo florece
tiene nombre y sentido
y los cuerpos de nuevo
se alinean y se enfrentan
y otro vigor asalta
cavidades y huecos
estrellándose hincando
los dedos sin reserva.
El amor es la fuga
el bosque escrupuloso
de la sangre y el miedo.
El tobillo precisa
su paso en la angostura
es salto apresurado
es violenta carrera
al centro de sí mismo.
El amor es la fuga
impreciso retrato
de un instante encantado.
Delineando su marca
el pliegue resbaloso
de la planta se aloja
en el lecho del barro.
Negro barro que apresa
se enciende con la chispa
y nada lo detiene.
el vacuo jugo espeso
lubrica el mecanismo
de la fiesta y el goce.
Se mezclaron los líquidos
de los vasos solemnes
la mezcla la dispuso
el ardor del verano
esqueleto que extiende
sus dagas derroteras
para ulcerar la cáscara
sin dejar superficie.
La boca del suspiro
el vaho en el espejo
la expiración sin alma
la exhalación rotunda
el soplo de la vida
la palabra y el grito.
Nueve lluvias extreman
charcos escandalosos.
La rabia se contiene
en el filo acerado
la navaja del agua
inunda los vestigios
de la huella y su paso.
Blancas espumas suben
en los ojos del agua
el barro intermitente
se detiene en su orilla
el ardor del verano
va edificando ausencias
donde espigaba el pie.
Sin fronteras alumbra
el fósforo candente
es el abrazo chispa
frotamiento caricia.
El barro de las horas
edifica su manto
pero su palma áspera
va puliendo contornos.
Ese barro, aquel pie
se ayuntan sin temores.
V Hay un viento que sopla
humores florecidos
atmósfera del miedo
temblor donde estremecen
nervaduras del agua.
Hay un soplo en el viento
donde residen frutos
maduros de inocencia.
Hay un viento que sopla
entre los dedos vivo
una hoguera compacta
con estruendo de rayo.
Hay un soplo y un viento
que llama al barro, ola
se sumerge y asciende
hasta besar su borde.
Hay un soplo y un viento
desprendidos del aire
buscando entre las cosas
sus verdaderos nombres.
El barro es una cosa
un objeto del mundo
vana materia, flujo
que no siente ni piensa.
El barro es elemento
sustancia sin esencia
sólo una mezcla adúltera
de la tierra y el agua.
El pie no tiene un nombre
es órgano activado
sin voluntad ni cuerpo.
El pie es lo que sostiene
un edificio vasto
de incontables texturas.
El pie es sólo parte
partícula del polvo
sin valor aparente.
No el pie vertiginoso
no el barro trepidante
no la uña postrera
no el charco agostadero
no la piel imprecisa
no la mancha ondulante
no el paso que detiene
no la arcilla que forma
no la veloz carrera
no la alta inundación
no los músculos tensos
no la lluvia ascendente
no la huella indeleble
no la mística fosa
no el roce de los huesos
no el chasquido estruendoso
no el calambre rasgado
no la zanja trinchera
no el dedo de cabellos
no el hoyo cementerio
La memoria matriz
Abono aletargado
Agitación que esplende
Sujeción que trastoca
no misterio no muerte
no dolor no deseo
no pregunta respuesta
Nada definitivo
El barro limo busca
Su hijo, irrevocable.
Hijo del limo busca
un hueco donde alzarse
donde extender su escama
de vientre adormecido.
Hijo del limo sube
hasta alcanzar la orilla
del silencio infecundo.
Hijo del limo viaja
en el rigor del polvo
y vuelve y su regreso
es punto de partida.
No avanzar, no quedarse
confundirse con él
ser agua y lodo y rosa
inmóvil en el salto.
Celebración y gozo
rito, expiación, liturgia
fuego propiciatorio.
Aquí el barro, aquí el pie.
Desposados y eternos.
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Página al aire desde el 7 de febrero de 2007.