Comenzó sus primeros atisbos en la historia de los municipios de Puerto Rico hacia el año 1773, en que se convirtió en ayuda de parroquia, con el nombre de "Vega". Se dice que la Sucesión Negrón donó en 1776 alrededor de 12 cuerdas de terreno para ubicar el poblado, allanando así el camino de las controversias que siempre conllevan estos acontecimientos.
Para esa época, había, a la sazón, unos 219 vecinos en la aldea y unas 1,011 personas que residían en haciendas particulares por ese territorio.
No fue, sin embargo hasta 1794 en que el pueblo de "Vega" se convirtió en parroquia, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario
Hoy, en las verdes vegas que cientos de miles de años atrás fueron lugar de esparcimiento de los rios Indio y Cibuco, en sus ocasionales desbordadas, yergue Vega Baja sus calles en un dinámico crecimiento urbano.
Una descripción detallada y evocadora de VegaBaja y sus contornos, así como de su economía, costumbres, etc.,la encontramos en el libro Cartas Puertorriqueñas(1967) del poeta y critico español Carlos Peñaranda, publicadas originalmente en serie en el periódico publicista, "EL Agente", entre 1878 y 1880. Nos dice el citado escritor: "En los tres días de mi permanencia en San Vicente recorrí a caballo alguna extensión de aquellos millares de cuerdas;observe el esmero con que se realiza el cultivo, destruyendo los insectos que atacaban la caña, dejando el retoño de está despues de cortada para obtener una segunda cosecha; aprecie la importancia y buen cuido del numeroso ganado;medité ante los despojos de las antiguas haciendas, absorbidas por la actual;ante los destruidos pisos que tantos bailes, que tantos festejos presenciaron en otros tiempos, y ante las olvidadas piezas de sus oxidadas máquinas; contemplé la inmóvil prensa hidráulica y el agua profunda y bulliciosa que un día movió sus pesadas ruedas en el sitio hoy de tantos adelantos; y por último, hice una excursión al inmediato y pintoresco pueblo de Vega Baja, paseando sus rectas y bonitas calles, visitando su hermoso templo, cuyo altar mayor fue costeado por el señor Igaravídez y su señora, y en el que llamó mi atención un precioso templete de marmol, de estilo jónico, hábilmente labrado."
Tal vez algunos de los sobrevivientes de las familias más antiguas en el pueblo recordarán con alguna nostalgia cómo éste ha ido creciendo, transformandose, perdieendo aqui y allá algo de su forma antigua o ganando en modernidad por algunos contornos. Nuevos y modernos edificios, carreteras, escuelas, fábricas, elegantes urbanizaciones,proyectos futuristas...
Vega Baja se proyecta con firmeza hacia el futuro, situandose en un lugar de avanzada entre el conjunto de los pueblos puertorriqueños.
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