LA DEMOCRACIA EN LA CONSTITUCIÓN DEL PROLETARIADO EN CLASE 

Joaquín Miras Albarrán

...la constitución del proletariado en clase...la conquista de la democracia.

Las clases sociales para Marx son entidades históricas que deben ser construidas. Trataremos de resumir las ideas de Marx sobre el papel de la democracia en la constitución del proletariado como clase. También trataremos de establecer que el comunismo no es un principio alternativo a la democracia, sino la forma plena o radical de la misma. Esto implica resumir las ideas de Marx sobre democracia, proletariado y comunismo.

 

A. LA DEMOCRACIA

Marx fue desde su juventud un demócrata, y consecuentemente un político antiliberal. Los principios de la democracia y el liberalismo, desde su aparición en la Revolución Francesa -el período Jacobino y el Consulado, respectivamente-, fueron antagónicos. En Europa, tan sólo en Francia, durante los años 40, un reducido número de liberales, nucleados en torno a Lamartine y al periódico Le National había comenzado a proponer la fusión de ambos principios. Durante este período, democracia era la denominación de movimientos de masas constituidos por clases subalternas, así como su finalidad política -con la excepción problemática de la Suiza del Sonderbund-.

Según Marx, el liberalismo se diferenciaba de la democracia no sólo por la restricción del sufragio -sufragio censitario-. También se diferenciaba por organizar la actividad de la sociedad civil de forma particularista mediante la propiedad privada, entregándola a los intereses privados, y por separar la actividad política de la sociedad civil, mediante la organización del "Estado Político", formado por burocracias políticas profesionalizadas.

La propiedad privada, en la sociedad civil, y el Estado político como ámbito e instrumento de la práctica política son las dos grandes enajenaciones de la soberanía o capacidad de autodeterminación real del Pueblo.

Marx desarrolla exhaustivamente estas ideas en el manuscrito de Kreuznach. Allí Marx reconoce que su crítica de la concepción estatista de la política es deudora de autores "franceses modernos"; es decir, de la tradición sostenida por intelectuales revolucionarios que preservan las ideas de la Revolución Francesa -y de la izquierda de la Ilustración- y que, desde 1830, empujan la naciente consciencia política del movimiento obrero francés organizado en torno a las agremiaciones de los "hombres de oficio".

Marx sabe que el "Estado político" moderno, surge con el Directorio napoleónico, el cual continúa y enriquece la tradición burocrática del Estado feudal absolutista. Y que es la contrapartida funcional a la regimentación de la sociedad civil bajo el principio de la propiedad privada. El "Estado Político", que aparenta ser la fuerza dominante de la sociedad, no es sino una consecuencia de la sociedad burguesa, sólidamente unificada, mediante el mercado. Por ello el "Estado Político debe desaparecer en la verdadera democracia".

Pero Marx no rechaza la actividad política. Por el contrario, Marx se define partidario de un democratismo político que tiene como fin imponer el poder del "demos" sobre la totalidad de los ámbitos de la actividad social que organizan la comunidad -"Estado" a secas, en aquel escrito-.

La alternativa que se concluye de los escritos de Marx es el autogobierno directo de todos los individuos asociados sobre su propia actividad colectiva; en primer lugar, sobre la producción, y también sobre las demás actividades socialmente organizadas de la sociedad civil, incluido el poder municipal. Esta alternativa política se completa con el desarrollo de la Centralidad Legislativa, característica propia de la República Una e Indivisible, mediante la creación de una Convención de representantes delegados, mandatados y revocables en cualquier momento, que ejercen la función de instancia de mediación para la adopción de decisiones políticas comunes entre las diversas comunidades políticas de base que se organizan dentro de la república.

Marx rechaza explícitamente la unión entre el principio del Estado burocrático y la democracia, que proponen los liberales demócratas, pues la democracia queda limitada en este caso al ejercicio del sufragio universal y a la elección entre programas políticos que deciden tan sólo sobre la actividad política del Estado burocrático. El rechazo de una alternativa tal, donde la "república es allí tan solo un régimen", se expresa con una contundencia que tiene la virtud de la claridad: Marx compara y asimila los Estados Unidos de América, que es el único estado donde se produce esta situación en los años cuarenta, con uno de los estados que más odia y desprecia: Prusia.

En escritos posteriores -antes, incluso, de su partida hacia París, p. e.: La cuestión Judía- volverá sobre estas ideas y rechazará con mucho énfasis que el Estado político pueda ser el medio o instrumento que permita a los revolucionarios transformar la sociedad civil y liquidar la propiedad privada. Esta posibilidad, que Marx y Engels creen, erróneamente, que se había producido durante el período jacobino de la Revolución Francesa es tratada con desprecio y temor. Marx la denomina "revolución permanente" y considera que conduce directamente a la catástrofe y a la reimplantación de la propiedad privada y de la burguesía, tras haberse mantenido provisionalmente en el poder, tan sólo mediante el terror. En realidad, y sin saberlo -pasarán muchos decenios antes que consigan salir de su error sobre el Jacobinismo- Marx y Engels se inscriben dentro de la tradición de la democracia jacobina.

En resumen, antes de su llegada a París, el demócrata Marx considera el Estado burocrático un instrumento político del liberalismo, opuesto al poder popular e incapaz de ser el medio que extienda la democracia a la totalidad del la formación social o comunidad. Aunque aparentemente, es el medio que crea la ciudadanía y posibilita la actividad política de todos los ciudadanos en pie de igualdad, en realidad, limita la posibilidad de apropiación consciente por parte del ser humano de su propia genericidad social mediante la acción política y la pone en manos de profesionales, y posibilita que la actividad de la sociedad civil se constituya como un poder ajeno a la voluntad de los individuos que la producen.

Comprende, además, que una política democrática alternativa a este estado de cosas, capaz de abolir a la vez la ordenación de la sociedad civil mediante la propiedad privada y la competencia, y la limitación de la política impuesta por el Estado burocrático, ejercida por especialistas ha de surgir del propio seno de la sociedad civil, como consecuencia de su propia dinámica de contradicciones y conflictos. Pero Marx ignora cuál puede ser el agente que constituya esa posibilidad. Antes de su viaje a París, Marx se encuentra en un callejón sin salida.

 

B. EL PROLETARIADO.

"Proletariado" es un término que procede de la Revolución Francesa, y que podemos encontrar en los escritos de Robespierre (p. e. "Discurso en defensa del plan de educación nacional de Michel Lepeletier", de 13 de julio de 1793) para definir a la mayoría de la sociedad que se opone a la "nueva aristocracia del dinero". Es el verdadero Pueblo, o demos, expropiado a traición y mediante la violencia de medios de vida y poder político por los comerciantes y propietarios.

"Proletariado" es el término que la clase obrera francesa organizada utilizaba para autodenominarse a sí misma a y a los demás grupos sociales subalternos explotados, en vísperas de la revolución de 1848, lo que revela las continuidades políticas entre la democracia de la Revolución francesa y la democracia articulada como proyecto alternativo por los obreros: la misma democracia jacobina.

Marx encuentra en París un movimiento democrático cuyo núcleo es la clase obrera organizada, nacido en la sociedad civil como consecuencia de la propia lucha de clases, que enarbola la democracia como principio organizativo alternativo al capitalismo, y en el que en consecuencia, se debaten diferentes proyectos para democratizar la sociedad civil, incluida la propia organización del trabajo o economía.

La alternativa democrática a la sociedad y al estado burocrático es el propio movimiento político democrático de la "democ. soc.", que pugna por extenderse a lo largo de todo el país y por constituirse en poder real en la sociedad frente a la burguesía y el "Estado político" o burocrático. Su proyecto político democrático consiste en la asociación directa de los productores-ciudadanos libres, en sus centros de trabajo, en sus asociaciones culturales y cooperativas, en las municipalidades que siempre fueron un enemigo del poder de los aparatos de estado. Por ello, este movimiento que trata de vertebrarse a sí mismo como alternativa directa de civilización frente a la burguesía, concibe la consecución del "sufragio universal" como la etapa final en la que se alcanza "la abolición del Estado y la sociedad burguesa", con frases de Marx.

Marx se incorpora entusiasmado a este movimiento. Su trabajo intelectual, desde entonces, es consecuencia de la observación participante del movimiento, ya que comparte los principios y la autocomprensión del propio movimiento. Realiza nuevos estudios y traduce todos sus conocimientos previos al lenguaje y principios políticos de los obreros, con el fin de ayudar a su desarrollo como agente capaz de organizar a la mayoría de la sociedad.

El tema de estudio primordial de Marx y su nuevo amigo y colaborador, Engels, es la lucha de clases, pues comprenden que a partir de ella ha surgido el movimiento democrático nucleado por la clase obrera. Marx y Engels analizan que las clases sociales son un fenómeno histórico moderno, y que la primera clase social constituida fue la burguesía. El resumen de las conclusiones a las que llegan mediante su método histórico genético es el siguiente.

Las clases surgen cuando determinados grupos de individuos que contraen con el poder social dominante el mismo tipo de relaciones sociales subordinadas, se comienzan a asociar, a consecuencia de la experiencia de fracaso en la lucha individual. Primero se organizan localmente; progresivamente, la organización se extiende por toda la comunidad política en la que se encuentran, como resultado de la propia experiencia exitosa que obtienen de su actividad organizada. Esto genera nueva fuerza y nuevas capacidades y facultades en las individualidades que se organizan. De esta lucha de clases va surgiendo la propia clase, es decir, la organización de individuos que se autodefinen conscientemente como "clase"; que han construido su identidad social, a partir de su propia experiencia, también construida. Pero esta identidad no es una mera elaboración simbólica o lingüística -"ideológica"-: remite a las nuevas capacidades y facultades individuales, a las nuevas actividades práxicas generadas por el nuevo tejido organizativo, todas ellas substantivas, a la nueva cultura material y al poder real ejercido sobre la materialidad de la sociedad, que surgen de la organización en este proceso. El ser social -plástico- determina la consciencia social.

Cuando las masas organizadas llegan a desarrollar un poder sobre la actividad práctica material que les permite experimentar la posibilidad de sustituir el orden existente, pasan a autocomprenderse a sí mismas como clase, y a partir de esa experiencia se liberan del proyecto social hegemonizado por los grupos sociales políticamente dominantes. La conciencia plena se alcanza y se expresa en la elaboración de una alternativa concreta de sociedad: en una propuesta política, que abarca a la inmensa mayoría de la sociedad y propone una alternativa de civilización.

Sólo tras este proceso concreto de luchas, y de desarrollo concomitante de organización, de capacidades humanas, de alianzas y de proyecto político alternativo para todos los ámbitos de la sociedad, en el que se expresa la propia consciencia plena de ser una clase, Marx y Engels conciben que la clase ha logrado constituirse como tal.

Sin embargo, las condiciones concretas de la burguesía, su propio orden productivo, basado en el dominio privado de los medios de producción y en la competencia entre capitalistas, empuja a los individuos de esta clase a concentrarse en la gestión particular de sus negocios. En consecuencia es una necesidad inherente a su modo de producción la constitución de un poder político como ámbito separado frente a la producción, que garantice el funcionamiento y gestión de los asuntos generales de la sociedad, de los que depende la posibilidad de reproducción de la misma, pero que los capitalistas, concentrados en la gestión de sus negocios particulares, no pueden gestionar directamente. Este poder político separado de la sociedad civil, es confiado a profesionales especialistas.

Cuando la burguesía alcanza la plena autoconsciencia, que se concreta en su propio proyecto político, éste posee como pieza fundamental la instauración del poder político en una forma doblemente especial, como Estado político separado de los asuntos privados de la sociedad civil. El Estado Liberal moderno es el orden político inherente a las necesidades de la burguesía.

El proletariado posee otras características, según perciben Marx y Engels, además de la especial de no poder liberarse sin liberar a los demás grupos de la sociedad. La historia de la constitución del proletariado en clase, estudiada por los dos clásicos, parte también de las luchas inmediatas en la sociedad civil, en el ámbito de la producción, en contra de la explotación y por la mejora del salario y las condiciones de vida; estas luchas conducen a que los explotados comiencen su actividad organizadora, reactivando y reelaborando o creando prácticas organizativas y saberes culturales.

Según los clásicos, los obreros manuales experiencian directamente que la actividad productiva está socialmente organizada y planificada de forma estricta en el ámbito de cada unidad productiva -"socialidad del trabajo dentro de la enajenación"-, hasta extremos antes insospechables, por una clase social, la burguesía, cuyos individuos tienen "la ganancia como su fin". Pero esta actividad social está sometida al poder despótico de un sólo individuo, el capitalista.

Las relaciones capitalistas de producción organizan socialmente de forma inmediata las capacidades productivas de los obreros, desarrollan y multiplican su productividad, lo que se convierte en un poder contra ellos mismos, mediante el que se los somete. Los obreros se ven obligados a competir permanentemente entre sí, y durante las crisis de sobreproducción que esta fuerza productiva provoca quedan en paro y caen en la miseria, etc. El pensamiento cotidiano percibe que el capitalismo no permite "entre hombre y hombre, ningún otro vínculo que el interés desnudo, que el insensible "pago al contado"".

Los obreros experiencian la comunitariedad inmediata de la actividad productiva; experimentan también la imposibilidad de enfrentarse individualmente a los capitalistas, y que cualquier tipo de resistencia sólo puede partir de la organización colectiva de los trabajadores, entablada de mutuo acuerdo. Frente a la socialidad despóticamente organizada sólo cabe la socialidad democráticamente organizada.

Con la organización democrática estable para luchar por sus condiciones sociales de vida y por mejorar su existencia los obreros descubren el placer por la propia organización, por la discusión y la reflexión en común sobre los problemas colectivos. Los éxitos en la lucha les inducen a desarollar nuevas actividades y nueva organización; esto implica el desarrollo concomitante de nuevas capacidades y facultades individuales, y se abre un proceso de "dialéctica positiva". La organización se convierte en una necesidad por sí misma: la democracia se convierte en una característica inherente y necesaria de las organizaciones obreras y del comportamiento