Plataforma Argentina contra la impunidad, Barcelona (ed.),Simposio contra la impunidad y en defensa de los derechos humanos, Barcelona, 1998, Icaria, 304.
El volumen recoge 34 ponencias que se presentaron en el evento celebrado del 24 al 26 de octubre de 1997 en 5 sesiones contemplando análisis histórico, razones del genocidio y la impunidad, la extraterritorialidad jurisdiccional para juzgar delitos de lesa humanidad, análisis de los hechos denunciados en el marco del derecho internacional y actividad que desarrollan los movimientos sociales en contra de la impunidad y en defensa de los derechos humanos. Contiene también las conclusiones del Simposio, una Declaración de Barcelona y 5 anexos.
Ante la imposibilidad material de reseñar todas las aportaciones ni siquiera en forma telegráfica me limito a la del periodista Horacio Verbitsky que osa decir lo que, prudentemente, calla tanto pontífice de la Historia Sagrada. Violencia y menosprecio por la vida caracterizaron guerras civiles y los dos genocidios del 19, "superiores en crueldad a la propia conquista española". Luego "creció un retoño de la misma cepa del nacional:catolicismo que padeció España". Pormenoriza la alianza de la burguesía y la iglesia, ante el temor al obrerismo radical, ésta bendijo los abusos represivos y proporcionó el argumento ideológico. El contubernio ya no cesaría en un crescendo endiablado, obligatoriedad de la enseñanza religiosa en todas las escuelas decretada por el golpe de 1943, descarada militancia de los obispos organizando el de 1955, justificación de la tortura ante el cuartelazo de 1976 por el presidente del Episcopado que también era vicario castrense, el Nuncio Apostólico bendiciendo las tropas que perpetraron las primeras atrocidades de la llamada guerra sucia.
Luego Verbitsky reseña la complicidad con milicos, consumada con desfachatez, de políticos de toda calaña, incluidos los comunistas, de sindicalistas y empresarios. Estos provocaron, como en Chile, paros y suministraron técnicos para asesorar a los guerreros, no sólo a nivel económico, también delataron los activistas proletarios que convenía neutralizar. Ello degeneró en la estructuración de una nueva sociedad, mal llamada neoliberal - las diferencias con la liberal son de mero detalle -, que tras anular el trabado rechazo de clases populares que se habían dotado de eficientes mecanismos de defensa, implantaron el nuevo orden, cada vez más injusto, alienado y ecocida, que ha supuesto descabellado endeudamiento externo, peculado perverso contratando obras públicas, subsidiando o privatizando y otro sistema impositivo que, cómo no, supondría una fabulosa transferencia de riqueza; para todo lo cual había sido ineludible implantar la paz de los cementerios que facilitó la operación quirúrgica que trajo una nueva Argentina con poder y recursos concentrados en pocas empresas, descenso salarial o paro.
No debe sorprender que los estratos económicos que medraron durante la dictadura consiguieran, a precio de remate, las empresas de un Estado en quiebra que ellos habían inducido y que sigan controlando el poder efectivo de lo que ellos siguen llamando la Nación.
Miquel Izard
Acosta, Vladimir, El continente prodigioso. Mitos e imaginario medieval en la Conquista americana, Caracas, 21998, UCV, Ediciones de la Biblioteca, 549.
El maestro Acosta, dando un giro absoluto a sus temas de interés, ya hace años nos está legando los resultados de sus arduas pesquisas, ahorrándonos un trabajo considerable. Si en 1992 publicó la primera edición de este libro, años después nos brindó Viajeros y maravillas, Animales e imaginario y en el 96 el completo y tan útil La humanidad prodigiosa. El imaginario antropológico medieval, editado, como los anteriores, por la UCV y éste conjuntamente con Monte Avila.
El continente indaga y estructura, a partir de las raíces clásicas, cristianas y medievales, el complejo y tan variado imaginario de los conquistadores, sin olvidar en ningún momento el trascendental rol que jugaron misioneros, sacerdotes y, por supuesto, una iglesia que devino con los bien llamados Reyes Católicos, una de las más integristas del pasado de la humanidad, constituido, aquel imaginario, por ensueños, fantasías, leyendas, mitos y tradiciones y que, tras la agresión y la colonización, se amplió con elementos aportados por tantas y tan sofisticadas culturas aborígenes y, luego, africanas. El autor muestra
que mezclar lo de allá con lo de acá sirvió al criollaje para proyectar un patriotismo indiano que, como mínimo, equiparaba al Nuevo Mundo con el Viejo.
Acosta reseña la recreación en Indias de viejos mitos como los del paraíso, la creación o el diluvio, los gigantes, la fuente de la vida o las amazonas, todos ellos en un curioso sincretismo siempre desde la perspectiva bíblica. Pero a medida que un mejor conocimiento de la realidad americana exigió interpretarla se crearon ficciones sobre el poblamiento o una primigenia cristianización de los nativos.
De forma magistral el autor pormenoriza cómo la transición a la llamada modernidad, menos súbita de lo que dice la Historia Sagrada, forma parte de un proceso preñado de elementos de la etapa anterior, en lo geográfico o lo científico, en fábulas y quimeras, narrando gestas y usos. Sin olvidarse de analizar la carga racista y eurocéntrica de las descripciones de los recién llegados ante un mundo sorprendente que fueron incapaces de captar y comprender, por la larga tradición que arrastraban, desde hacía siglos, de invasión, exterminio, esclavización y saqueo de los sometidos, en la misma Europa o en sus confines.
Resumiendo, la obra analiza el bagaje geográfico y etnológico de los agresores; los mitos iniciales sobre el paraíso y el buen salvaje que duraron sólo durante el primer encuentro para dar paso bien pronto a la codicia y, por consiguiente, a la violencia, empezando el ciclo del Dorado. Adentrándose en tierras que resultaron inesperado continente los occidentales engendraron mitos geográficos, descripción de seres fabulosos, genesíacos, para explicar el poblamiento americano y su hipotética temprana evangelización. Obligada obra de consulta que facilitará entender fantasías, mapas y crónicas.
Miquel Izard
Baudot, Georges (coord.), Poder y desviaciones: Génesis de una sociedad mestiza en Mesoamérica, siglos XVI-XVII, México, 1998, Siglo XXI, 169.
Las 4 secciones del libro, de Charlotte Arnauld, Michel Bertrand, Frédérique Langue y el coordinador, proporcionan distintos enfoques sobre un concreto tema, la ubicación de las élites nativas y blancas en la estructura colonial, dentro del ámbito elaborado tras el trauma de la conquista, para lo que necesitaron valerse de todo tipo de estrategias y prácticas; no debe olvidarse que los agresores abusaron recurriendo a la inquisición para acusar a los conquistados de caer en la hechicería.
Los dos últimos capítulos analizan las estrategias familiares ante las tensiones generadas en el interior de la aristocracia por la lógica administrativa de la Corona.
Las 4 aportaciones abordan la complejidad del "estado español", criatura no monolítica, formada por un sinfín de cambiantes elementos que suponían nuevas estrategias para adaptarse a las mutaciones. Los autores parten de una certeza, la armonía jamás reinó entre los entes distintos del estado, por lo que analizan tensiones y desviaciones. Ello les permite replantearse los conceptos de resistencia e identidad, que se han utilizado para captar la sociedad colonial y, por encima de todo, las tensiones que desembocaron en la independencia.
Los exámenes se centran en lo que los autores llaman élites, la familia y el linaje, estrategias matrimoniales, alianzas, compadrazgo y elección de fieles, hasta conformar muy complejas redes. Con otras palabras, parentesco, solidaridad de clan y clientelismo, evidencian estrategias que más que buscar luz en el pasado procuraron insertarse en el nuevo orden forjado por los invasores; porfían, el par resistencia -identidad muestra cómo más que bregar por preservar la tradición, se esforzaron por reconciliar viejos conceptos políticos con la conquista de nuevos espacios de poder que rápidamente captaron e identificaron. También se analizan las numerosas desviaciones, del nepotismo a la corrupción, ante las rígidas normativas coloniales, así como las claves de las tácticas elitescas, agilidad, eficacia y voluntarismo.
Otras aportaciones notables son pormenorizar tanto equívoco que se dio entre la metrópoli y las colonias y el pésimo funcionamiento del pacto colonial, implicando recurrir a variantes heterodoxas que al final devinieron la norma. O el rol de la burocracia peninsular que, cruzado el charco, solía negligir el encargo recibido para integrarse con rapidez en redes nativas cuyos intereses defendían tras los matrimonios de sus hijas.
Dado el segmento de la sociedad colonial escogido por los autores el análisis se proyecta en el ámbito urbano, si bien también tratan el fenómeno del mestizaje, en esencia cultural, desviación y exclusión.
Miquel Izard
Bendini, Mónica y Nélida Bonaccorsi (com.), Con las puras manos. Mujer y trabajo en regiones frutícolas de exportación, Buenos Aires, 1998, La Colmena, 122.
El trabajo, armado por el Grupo de Estudios Sociales Agrarios del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad del Comahue, analiza la problemática femenina laborando en actividades agroindustriales de Argentina, Valle del Río Negro, cosecha de pera y manzana, Brasil, valle de San Francisco, vendimia y Chile, Comunas de Santa María y Sagrada Familia, trabajo frutícola; observación llevada a cabo cuando se dejan sentir las consecuencias de la globalización y la reestructuración productiva.
Los 6 capítulos se interesan por las características socio-demográficas, vínculos entre ambito público y privado, representaciones sociales, identidades y participación sindical, formas de contribución y retribución, todo ello desde una perspectiva de género. Por supuesto se tienen en cuenta las diferencias y variantes regionales.
Algunos de los aspectos considerados son la adopción de nuevas tecnologías y de formas distintas de organización, tanto en momentos de crisis, como en los de expansión o reconversión, así como los ritmos en los cambios hacia la masculinización o femenización de las tareas.
Las autoras, todas mujeres, utilizan cualquier técnica o fuente posible para alcanzar el resultado deseado, en especial entrevistas o historias de vida. Alguna de las autoras enfatiza una obviedad, que a pesar de ello debe ser recordada sin cesar pues lo olvidan con mucha frecuencia los varones y el sistema, la mujer trabajadora debe además ocuparse de las duras y jamás remuneradas tareas domésticas. Así como, ocurre en otros oficios manuales, la habilidad imprescindible les llena, quizás, de prestigio y, sin duda, de orgullo.
No es fácil en un corto espacio sintetizar 6 contribuciones tan ricas y densas. Destacaría el posible embaucamiento que jugando con reales o imaginadas ventajas de las mujeres para esta pesada y monótona tarea, puede disminuir o asegurar la tarea femenina en el sector a la vez que se resignifica su rol dentro y fuera de la unidad doméstica, no debemos relegar la cantidad de artimañas de que se vale el sistema para lograr su único afán, incrementar beneficios.
La aportación de Bonaccorsi y Glenda Miralles evidenciando cómo se integraban la perspectiva de género y clase social comprueban las estrategias peculiares empleadas por las mujeres distintas a las de los varones, en parte debido a que el cambio tecnológico pauperiza a aquéllas y deben, en demasiados casos, buscar un segundo ingreso.
El trabajo de Ximena Valdés sobre Chile analiza las consecuencias de la modernización enumerando los cambios en relaciones de género a nivel de prácticas y representaciones sociales; en concreto patrones de autoridad en la esfera privada, las tareas domésticas o la participación social, los ámbitos extradomésticos y la sexualidad.
Miquel Izard
Garcés, Carlos Alberto, Brujas y adivinos en Tucumán (siglos XVII y XVIII), San Salvador, 1997, Universidad Nacional de Jujuy, 179.
El profesor Garcés, del grupo de investigadores que laboran en el campo de la historia social del crimen, reconstruye y recrea en esta entrega siete procesos judiciales imaginarios, instrumentos del papel disciplinador de la sociedad dominante, que padecieron mujeres de Tucumán acusadas de hechiceras, algunas de las cuales llegaron a ser condenadas a muerte.
El trabajo evidencia el antagonismo entre gente de color, nativos o africanos, encomendados o siervos, dominados, engañados, explotados y marginados, provistos de una cultura en la que sanadoras o adivinos desempeñaban un papel destacado y valioso, jugando un notable rol en la interpretación de los fenómenos de orden mágico o sobrenatural, y, en el lado contrario, los notables europeos, dominantes, encomenderos, funcionarios o curas con visión, política y religiosa, del mismo asunto, tachándolo de brujería y pacto con el diablo y dándole a la estratagema un cariz disciplinario.
El autor compara el caso tucumano, de caza de brujas, con los de Europa donde la cúspide del atropello fue anterior y Nueva Inglaterra, aquí los pleitos duraron mucho menos tiempo, y contempla aquél como resultado del compromiso castellano entre Iglesia y Corona (yo diría, personalmente, que eran dos caras del mismo rostro), el control y la represión, que aprovechaba la peculiaridad cultural de los oprimidos, calificada de forma arbitraria de herejía, usándola los patrones para consolidar su dominio y su poder en momentos de alta tensión, que se correspondieron quizás con un aumento del rechazo a la colonización una vez superado el trauma provocado por las canalladas de la vesania de los conquistadores.
La mayoría de las acusadas eran sirvientes domésticas maduras, imputadas de posesión o de haber elaborado hechizos y encantos para perjudicar a personas concretas. Por añadidura el ensayo también demuestra, por si hacía alguna falta, que el sistema legal castellano era arbitrario, cruel, la mayoría de las confesiones se arrancaron recurriendo a la tortura, y que bien poco tenía que ver con la justicia, así se aceptó la venganza privada contra alguna de las acusadas o se valió también de magia y ensalmos para que los presuntos afectados denunciasen a supuestas culpables. Y, a su vez, verifica cómo el sistema occidental impuesto por Castilla en las Indias no sólo establecía los comportamientos que habían decidido eran los correctos, además, propasándose, aprovechando la situación de privilegio que habían conquistado con las armas, se autoproclamaron dueños y señores de vidas y haciendas de los demás miembros de la sociedad colonial.
Mary Gibson, en el prefacio, enfatiza otra aportación de Garcés, el rol del género en los procesos, todas las acusadas eran mujeres que la oligarquía convirtió en chivos expiatorios para interpretar y expiar sus propias incertidumbres y las utilizó así mismo para custodiar y controlar los hábitos sexuales de los oprimidos
Miquel Izard
Heredia, Edmundo A. Los vencidos. Un estudio sobre los realistas en la guerra de independencia hispanoamericana, Córdoba, 1977, Universidad Nacional de Córdoba, 211.
El sujeto del ensayo lo precisa el subtítulo, que no el título.
Mas de la mitad de los capítulos se dedican a este grupo, de los dos que se enfrentaron en las guerras civiles del primer tercio del siglo 19, menta éxodos, lo que Heredia llama martirio de los que quedaron, fidelismo, decepción y conciliación. Evidencia que el proceder de la Metrópoli fue desafortunado, incompetente y torpe, complicando una situación que ya era esperpéntica desde hacía mucho tiempo. Al abarcar todas las Indias es, por supuesto, poco concreto, pero el autor trata una temática que, como él mismo enfatiza en la introducción no motivó a los estudiosos.
Pero, osaría afirmar que este trabajo adolece de un reprochable defecto de léxico, reprochable pues pienso que es tarea precisa de los investigadores decir las cosas por su nombre. Primero el título, admite de entrada que no todos los vencidos fueron encarcelados o emigraron y muchos se integraron en la vida republicana. Finaliza capítulo sobre "Indios, negros y castas", gente "desposeída y oprimida", cuyas razones no motivaron ni a patriotas ni a realistas, opinando "continuaron siendo los vencidos de siempre". Con frecuencia a sus tesis, alguna muy osada, les preceden adjetivos como posible o probable. Equipara más de una vez realistas con españoles, imposible de toda evidencia pues no había bastantes peninsulares en Indias para enfrentar al otro bando. Porfía en llamar revolucionarios a los secesionistas, libertaria a la guerra o revolución al intento que protagonizaron, cuando es palmario y el autor lo admite más de una vez, que su propuesta sólo implicaba un cambio a nivel de la organización política y las propuestas más reformadoras en lo social salieron de las Cortes de Cádiz. Y es más sorprendente pues lo reconoce él mismo: tras repetir "guerra revolucionaria", afirma, "Está claro que las revoluciones de emancipación no fueron hechas para la liberación de los indios y negros, aunque en el programa de sus autores figurasen tales propósitos y en su momento se adoptasen disposiciones legales en su beneficio". Sólo reprimieron los realistas y en Venezuela "no escatimaron escarmientos teñidos con el baño de la sangre". Sataniza a las mayorías, indiana o hispana, dice de ésta "no pudo vislumbrar siquiera [...] los declamados beneficios que los nuevos principios de igualdad prometían", notorio yerro de quienes son incapaces de captar el cariz del rechazo al liberalismo; alude a atrocidades, estragos y muertes de antiguos esclavos de Haití contra los blancos, olvidando la dantesca violencia perpetrada por éstos y ve la revuelta de aquéllos como un mal ejemplo. Igual ocurre con Venezuela, sólo cita excesos de africanos o califica de "bárbaros" y "bastante salvajes" a los llaneros, a quienes acusa de cambiar de bando. O son "correrías" los movimientos de los ejércitos indios en Nueva España. Por añadidura hay algunos errores, Carabobo no está en Colombia.
Miquel Izard
Lewis, Norman, Misioneros. Dios contra los indios, Barcelona, 1998, Herder, 245.
Tanto la Historia Sagrada, interpretación prodigiosa del pasado que menta reyes íntegros, conquistadores humanitarios y sacerdotes ejemplares, como la Leyenda apologética y legitimadora de la agresión a América, en su variantes hispánicas, relacionan misioneros sublimes y virtuosos, afanándose sólo por convertir y salvar a los paganos.
Lo que contrasta con el trabajo de Lewis, ensayista y novelista inglés que, primero, recuerda el rol coercitivo encargado a los frailes, uno de los principales rostros de la represión cultural, en Guatemala o Brasil, Bolivia o Paraguay, durante la colonia, llegando al asesinato, de chamanes en primer lugar por el papel que tenían como conservadores de la sabiduría tribal, con la excusa de combatir la herejía o, ahora, con la de civilizar. Luego reseña pavorosas masacres actuales, a partir de los años cincuenta, en dichos países las más de las veces, como en el período colonial, perpetradas por quienes tienen encomendada, de forma oficial, la protección de los nativos. Y el capítulo finaliza con frase lapidaria: "Había misioneros cerca cuando estas cosas ocurrían" (110).
También señala que éstos colaboraron en capturar mano de obra servil o con gobiernos dictatoriales, así en la Guatemala del siniestro Castillo Armas, no lo olvidemos el engendro al que Washington recurrió para liquidar la experiencia centrista de Jacobo Arbenz.
Quizás la aportación más novedosa, por delatar hechos ocultados, es pormenorizar tareas desempeñadas por algún grupo concreto, así Menonitas del Chaco, pero en especial Nuevas Tribus, también actuaron allí en connivencia con Stroessner desde 1942 y se han extendido por el resto de América Latina, Africa, India, Lejano Oriente, Filipinas, Tailandia o Nueva Guinea. O el Instituto Lingüístico de Verano (fascina al inefable Vargas Llosa) que en Bolivia y al servicio de la CIA lleva a cabo espionaje logístico y estratégico, en territorios vedados incluso a altos funcionarios del gobierno local. Con los más sofisticados medios de prospección y la ayuda de geólogos e ingenieros ubican yacimientos minerales vitales para el capitalismo. Así mismo manipulan la Biblia, para cooperar en la consolidación del sistema, o ayudan a exterminar aborígenes.
Es de agradecer que los nuevos misioneros se manifiesten con total transparencia, uno de ellos soltó, "Algunos indios están todavía en las selvas designadas para los blancos. Representan una molestia peligrosa, y tendrán que marcharse. Nuestro deber es ayudarles a hacerlo" (117).
Más traumáticos, si cabe, son testimonios sobre prostitución de nativas, incluso niñas, para colaborar a anular su resistencia cultural, retribuir servicios prestados o por motivos económicos.
Miquel Izard
Múgica, Francisco J., Estos mis apuntes. Prólogo, edición y notas Anna Ribera Carbó, México, 1997, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 195.
F.J. Múgica (1884-1954) fue figura relevante en la revolución mexicana y, en especial, durante el septenio de Cárdenas, participando en la nacionalización petrolera. Como tantos personajes públicos se sintió tentado a dejar notas, diarios o reflexiones pues, más o menos conscientemente, imaginó que podrían ser utilizados más tarde por los historiadores. Algunos de sus escritos son concisos y simples, otros tienen un cariz más literario, pero su utilidad es por encima de todo testimonial y pueden servir para ayudar a reconstruir esta época tan turbulenta como confusa.
Empezó como periodista en su tierra natal, Michoacán, hacia 1906 y bien pronto se dejó arrastrar por la vorágine revolucionaria, en la que desde un principio se alineó con la fracción radical, así discutiendo la cuestión agraria, su óptica chocó con la moderada de Alvaro Obregón, lo que le supuso pasar a la clandestinidad.
Al contrario fue estrecho colaborador de Cárdenas, ocupando un par de secretarías, en un proyecto para encarar las consecuencias de la crisis económica y promover el bienestar moral y material de la gente. Al aproximarse el final del período de Cárdenas, éste vislumbró a F. J. Múgica como su sucesor más competente y conveniente, pero sólo le apoyaban los miembros más radicales del partido, alguna organización femenina y el Frente Nacional de Intelectuales de Izquierda, pero se oponían el grueso del Partido de la Revolución Mexicana, sindicatos, empresarios, terratenientes e industriales.
Como en el resto del orbe la situación estaba muy poralizada y no querían continuar la vía adoptada por Cárdenas una derecha movilizada y combativa y un partido que ya apuntaba lo que más adelante sería bien patente, era la correa de transmisión de favores, corruptelas, vicios y prebendas y nada quería saber del político honesto, íntegro y combativo que, por encima de todo, estaba obsesionado por el bien de la mayoría y por el progreso nacional.
Ante la dicotomía tan marcada y el notorio ascenso de la derecha en todo el mundo Cárdenas no quiso arriesgarse a otro enfrentamiento en un país que había estado en guerra, más o menos declarada, desde 1910, pero en realidad desde 1810, y quizás pensó que era más sensato dejar los cambios para mejor ocasión y consolidar lo alcanzado. Con toda seguridad el caso del fascismo aplastando a la república española, a la que Cárdenas tanto había ayudado de forma desinteresada (fue el único gobierno que lo hizo por pura convicción y filantropía) inclinó la balanza y se decidió por Avila Camacho como sucesor.
La opción significaba el ostracismo para Múgica que, curiosamente, ya no escribió más notas o, en todo caso, no se han conservado.
Miquel Izard
Quesada Monge, Rodrigo, Globalización y deshumanización. Dos caras del capitalismo avanzado, Heredia, 1998, Euna, 215.
El historiador Quesada, profesor en la Universidad Nacional de Costa Rica, competente en el imperialismo, en especial en el siglo 19 y en América Central, pormenoriza en este libro, que él mismo califica de polémico y cuestionador, pero sencillo y sin mayores pretensiones teóricas o metodológicas, la enmarañada vinculación entre economía y cultura. Es un trabajo militante y comprometido - me malicio que todos lo son, pero demasiados se autoproclaman objetivos y asépticos y no lo son en absoluto - y homenaje al Che y a la vigencia, según el autor, de su proyecto vital, político, moral y onírico.
El trabajo versa sobre la globalización, el peldaño superior del imperialismo, un proceso sociohistórico que perjudica, por encima de todo, a países empobrecidos y/o explotados, y sobre su diagnóstico desde una óptica moral, de agradecer ante tanto colega banal. Critica la insensibilización de tanta gente, abocada al embrutecedor consumismo, y privada de la utopía e incluso de la posibilidad de seguir soñando con una sociedad mejor, la estandarización de muchos aspectos materiales y emocionales de la civilización, incluidos ética, estética o relaciones afectivas. Enfatiza Quesada, el control de la vida privada y el ahogar quimeras sería el mayor triunfo de los ideólogos del sistema.
A nivel europeo, el autor señala cómo la desmoralización que afectó a la antigua Europa socialista arrinconó la posibilidad de seguir viendo el socialismo como alternativa, en el preciso momento, ya lo había presentido Ernesto Guevara, en que podría ser una salida para una humanidad que está en el callejón y sin futuro. Y ve, a nivel planetario, cómo la guerra fría atañe a los países del tercer mundo cuando el norte ha incrementado su capacidad de corrupción, chantaje, manipulación y soborno, afectando independencia, autodeterminación o derecho a la vida de los habitantes de aquéllos.
A nivel latinoamericano detalla cómo la globalización pretende, a través de lo que Quesada califica de genocidio, modificar sus políticas culturales, dado el arraigo de viejos hábitos y costumbres que vienen, en buena parte, de las comunidades nativas o de aportes de inmigrantes más o menos forzados, africanos, europeos o asiáticos y expulsados de sus tierras en parte porque se negaban a abandonar sus viejas culturas antagónicas de la capitalista
Miquel Izard
Quintero Rivera, Angel G. (edit), Vírgenes, Magos y Escapularios. Imaginería, etnicidad y religiosidad popular en Puerto Rico, San Juan, 1998, CIS, Universidad de Puerto Rico, CIA, Universidad del Sagrado Corazón y Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, 213.
A Quintero Rivera le debemos notable cantidad de innovaciones que están replanteando nuestra visión sobre el pasado caribeño. Fue el primero en etectar que toda la isla de Puerto Rico devino durante el período colonial una cimarronera donde se guarecieron gentes de todas las etnias, incluidos muchos europeos rechazando la violencia que se implantaba en el Viejo Continente, canallada en la que Castilla, cómo no, fue pionera.
Esta pesquisa le llevó a interesarse por la música popular como fuente para rastrear este ámbito ninguneado que nos han escamoteado y la melodía le ha dirigido a otro espacio de lo popular, el religioso. Y el azar ha querido que el libro me llegara, con notable retraso, cuando pude gustar del extraordinario film, El extranjero loco, de Tony Glatif ambientado en el folklor de los gitanos de Rumanía, lleno de analogías con el andaluz y, por tanto, con el caribeño. Pero Quintero ha ido más allá al proponer que su texto fuese comentado por especialistas cuyas aportaciones matizan y esclarecen una cuestión tan evidente como mal estudiada. Obra aún enriquecida por otras dos colaboraciones puntuales de expertos en la religión y la antropología. Y es que el autor desea, por encima de todo, provocar el debate. Por si faltara algo, hay magníficas fotografías de, entre otros, Delano y Méndez Caratini.
Quintero analiza, en tarea exuberante, la compleja interrelación entre distintas formas de religiosidad, encuentros sociales que solían acaecer en torno a celebraciones religiosas, presencia del sincretismo religioso-cultural-étnico en la danza, cuestiona algunas peculiaridades de la isla, conmemoraciones del ciclo navideño girando alrededor de la epifanía o primacía de la virgen negra de Montserrat; a otro nivel, uso del diminutivo como variante de la resistencia, el prófugo como héroe popular. Torres Vidal echa de menos la definición de lo que es el eje de la obra, la religiosidad popular y Díaz Quiñones la de lo sagrado, éste, además, propone utilizar otras pistas, así las décimas, en relación con los santos en el contexto campesino. Demanda, la primera, religiosidad popular, resuelta a plenitud por el soberbio suelto de Jorge Duany que la trata en profundidad, diría que fue uno de las caras de la resistencia frente a una cultura represora que usaba el catolicismo como eje de la coerción
Pero el ensayo, tan lleno de información, pistas y sugerencias, no se puede sintetizar en tan breve espacio y bastará citar el parecer de Torres, "el contenido y la forma armonizan tan candenciosamente que la forma se convierte en la metáfora del contenido. Por un lado no cabe duda de que el texto es un ejercicio académico, formal, documentado, pero por otro lado es también un buen ejemplo del ensayo informal, personal, rico en recursos de estilo que lo acerca sandungueramente al ensayo literario" (105).
Miquel Izard
Valenzuela Márquez, Jaime, Bandidaje rural en Chile central. Curicó, 1850-1900, [Santiago], 1991, [Biblioteca Nacional], 159.
El autor del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, de la entidad editora, dirigido por Sergio Villalobos, consagrado académico, particulariza en este análisis - valiéndose de nuevas técnicas creadas recientemente por las historiografías británica y francesa - abigeo o asaltos, dentro de la criminalidad rural.
La nueva interpretación del pasado social se interesa por gentes y grupos antes ninguneados aprovechando aportes de otras disciplinas, de la antropología a la sociología, de la economía a la demografía, sin olvidar la psicología. La cuestión debería inscribirse en problemática más amplia, la de la convulsión social generada por la implantación del capitalismo liberal, el rechazo popular a la agresión y la determinación de neutralizarlo por parte de los intelectuales orgánicos del sistema, ni que sea tachando a los refractarios de cuatreros, facinerosos, vagos, vagabundos u otras lindezas por el estilo.
Valenzuela observa el bandidaje como una de las respuestas de excluidos e ilegalizados y es la primera monografía temática si bien ya se aproximaron a la cuestión historiadores consagrados, de Góngora a Pinto, de Carmagnani a Mellafe, así como folkloristas o estudiosos de la tradición oral popular. Su aportación por razones archivísticas se limita al departamento de Curicó; tras examinar a fondo la agricultura del Chile central se plantea el origen social y espacial de los bandidos y los factores socioeconómicos que trajeron la desesperada respuesta. Otro apartado trata del origen, formación, estructura, funcionamiento y refugios de los forajidos. Mientras el último trata del destino de los bienes sustraídos.
Lástima que trabajo en lo académico impecable, con un abrumador aparato crítico, quizás desmesurado, no se cuestione la veracidad de las fuentes. Insisto, en un momento de gran conflictividad social era de maliciar que los explotadores y contestados no sólo reprimieran a los contestatarios, podían además intentar satanizarlos en un desesperado intento de justificar las puniciones y desprestigiarlos ante el resto de la comunidad. Trabajos como éste podrían cotejarse al perpetrado por historiadores que han aceptado sin cuestionarla la información policial de tantos dictadores, Pinochet o Francisco Franco por citar sólo dos.
Miquel Izard