Naturalmente, debemos preguntarnos por qué Santiago decidió duplicar estas prohibiciones. Santiago mismo proveyó la respuesta:
- (Hechos 15:21) "Porque desde tiempos antiguos Moisés ha tenido en ciudad tras ciudad quienes lo prediquen, porque es leído en voz alta en las sinagogas todos los sábados."
Aquí está la razón. Usted recordará que las regulaciones en Levíticos diecisiete y dieciocho también aplicaban a los residentes forasteros que vivían entre ellos. Por ello, Santiago le estaba pidiendo a los cristianos gentiles que observaran las mismas normas que ellos, como si fueran residentes forasteros que estuvieran viviendo en el antiguo Israel. No se requería que esos residentes forasteros se circuncidaran, pero sí tenían que abstenerse de ciertas prácticas.
Si los cristianos gentiles observaron esos aspectos de la Ley, entonces incluso los cristianos judíos con las conciencias más sensibles serían capaces de seguir adorando junto con ellos, preservando así la unidad de las congregaciones.
Esta es la interpretación con la que la mayoría de los comentaristas bíblicos están de acuerdo, y, de hecho, es la interpretación que ofreció el hermano Russell en las páginas de The Watchtower cuando explicaba la importancia de los comentarios de Santiago y el decreto apostólico en el capítulo quince de Hechos:
- "La respuesta ignoró cada característica de la ley, excepto cuatro puntos; y los primeros tres fueron mencionados sin lugar a dudas como una base para mantener el compañerismo entre aquellos que habían sido judíos y aquellos que habían sido gentiles, a saber, (1) abstenerse de carnes que habían sido ofrecidas en sacrificios a ídolos; (2) abstenerse de carne animal que no había muerto según las normas de los judíos; (3) abstenerse de comer sangre. Sería prácticamente imposible para aquellos quienes habían sido criados como judíos el ignorar esos tres puntos, y si los gentiles conversos no los observaban, se formaría una barrera constante entre su trato social... Las cosas aquí recomendadas fueron necesarias para preservar el compañerismo del "cuerpo" compuesto por judíos y gentiles de diferente educación y sentimientos... Una idea similar está presente con la prohibición del uso de la sangre. Para los judíos estaba prohibido el dar cualquier uso a la sangre, y bajo el Pacto de la Ley la sangre fue hecha un símbolo de la vida: el compartirla podría acarrear responsabilidades por la vida tomada... Esas prohibiciones nunca tuvieron que aplicarse a los gentiles, debido a que ellos nunca estuvieron bajo el Pacto de la Ley; pero las ideas de los judíos en esta materia estaban tan arraigadas en ellos que fue necesario que los gentiles la observaran también, para así preservar la paz entre ambos grupos." The Watchtower 05/15/1897 (Reprints p. 2158)
Hablando ahora con claridad, el Decreto Apostólico encontrado en el capítulo quince de Hechos no fue hecho con la intención de ser un conjunto de leyes universales que todos los cristianos debían seguir. Fue simplemente una fuerte recomendación hecha para preservar la unidad entre los hermanos.
Cuando se amonestó a los cristianos gentiles para que se "abstuvieran de sangre", ellos pudieron entender que esto significaba que ellos no debían comer sangre, como si esto fuera algo detestable para los judíos, y esto podría resultar en tensión y disputas entre la congregación.
El utilizar el capítulo quince de Hechos para impartir ideas que realmente no aparecen allí, y utilizarlo como base para crear una prohibición de uso de la sangre en cualquier situación está mal. El hacer demuestra ignorancia en la situación histórica, así como en el contexto de los comentarios mismos.
Adicionalmente, es digno notar que la palabra griega utilizada por Santiago y los apóstoles (apekhomai), traducida como "abstener", básicamente significa "alejarse de" o "mantenerse lejos de". La Sociedad ha entendido que esta palabra tiene un sentido absoluto y abrazador. Esto puede verse en ejemplos como los siguientes:
- "abstenerse de sangre significa no introducirla en su cuerpo de ninguna manera." (Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, p. 216).
El punto es que la palabra "apekhomai" puede tener un sentido limitado o restrictivo. Note como el apóstol Pedro utiliza esta misma palabra griega:
- (1 Pedro 2:11) "Amados, los exhorto como a forasteros y residentes temporales a que sigan absteniéndose de deseos carnales, los cuales son los mismísimos que se hayan ocupados en un conflicto en contra del alma."
¿Está Pedro diciendo aquí que deberíamos abstenernos completamente, hablando en términos absolutos? Si así fuera, eso significaría que tendríamos que dejar de comer, beber, dormir, y así sucesivamente. Todos esos son deseos de la carne. Claramente, la palabra no está siendo utilizada en tal sentido. Llegamos a un entendimiento correcto de la misma examinando el contexto en el cual la palabra es utilizada.
Pablo mismo hace uso de la misma palabra griega en su carta a Timoteo:
- (1 Timoteo 4:3): "que prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que participen de ellos con acción de gracias los que tienen fe y conocen la verdad con exactitud."
¿Acaso Pablo pensó que algunos cristianos profesos llegarían a prohibir el consumo de todo alimento? No. Sólo algunos alimentos, probablemente aquellos prohibidos bajo la Ley Mosaica.
Así, la palabra griega para "abstener" no tiene necesariamente un uso absoluto. Si así fuera, no podríamos hacer algo tan simple como un examen de sangre o incluso someternos a cirugía, debido a que esto resultaría en la presencia y el derramamiento de sangre.
¿Acaso el contexto de los comentarios de Santiago indican que él utilizó esta palabra griega en un sentido absoluto y abrazador?
Como ya hemos visto, el uso de la sangre no fue ni siquiera la principal razón por la cual el cuerpo gobernante decidió reunirse. El problema fue la circuncisión, así como diversas preguntas relacionadas con la observancia de la Ley. El propósito del mismo fue muy probablemente el mantener relaciones pacíficas entre los cristianos judíos y sus compañeros gentiles. Esto fue, y continuó siendo, un tema candente. Note lo que Santiago comentó diez años después al apóstol Pablo:
- (Hechos 21:20-22) "Después de oír esto, ellos empezaron a glorificar a Dios, y le dijeron: `Contemplas, hermano, cuántos millares de creyentes hay entre los judíos; y todos son celosos por la ley; 21 pero ellos han oído que se rumorea acerca de ti que has estado enseñando a todos los judíos entre las naciones una apostasía contra Moisés, diciéndoles que ni circuncides a sus hijos ni andes en las costumbres solemnes. 22 Entonces, ¿qué ha de hacerse acerca de ello? En todo caso van a oír que has llegado.".
De todo esto podemos concluir que el mandato sobre la sangre nunca tuvo la intención de ser una condenación total contra el uso de sangre. El contexto no lo indica o siquiera lo insinúa. De haber sido el caso, Santiago hubiera seleccionado otra expresión griega más acorde. El reconocido comentarista bíblico F.F. Bruce dijo:
- "Aunque el griego del Nuevo Testamento es rico en verbos de autoridad e imperativos, es digno de notar, como F.J.A. Hort apuntó, que ninguno de ellos se utiliza aquí." Comentario en el Libro de Los Hechos, 1962, p. 315.
El contexto del decreto apostólico hace absolutamente claro que los gentiles cristianos tenían que abstenerse de comer sangre. No se puede implicar otra cosa.
En resumen, hemos visto evidencias convincentes de que Hechos 15:28, 29 no es un mandato universal, sino más bien una fuerte recomendación hecha a los gentiles cristianos en un esfuerzo por mantener relaciones pacíficas con sus hermanos judíos.
El apóstol Pablo confirma esto en 1 Corintios capítulo ocho, donde él muestra que no hay nada malo con comer cosas sacrificadas a ídolos siempre y cuando no haga tropezar a otros creyentes. Esto lógicamente aplicaría también al uso de la sangre. (Note que esto no puede extenderse al tema de la fornicación, pues repetidas condenas en contra de actos sexuales degradantes aparecen a través de todas las Escrituras Griegas).
Así, podemos concluir esta discusión escritural de la sangre. Quedan unos cuantos pasajes bíblicos que deberíamos considerar, pues pueden tener algún efecto en todo este asunto.
El primero de ellos está en el evangelio de Marcos:
- (Marcos 7:15, 18, 19, 21) "Nada hay que entre en el hombre de fuera de él que pueda contaminarlo; mas las cosas que provienen del hombre son las cosas que contaminan al hombre. 18 De modo que les dijo: `¿Están ustedes también faltos de percepción como ellos? ¿No se dan cuenta de que nada que de fuera entra en el hombre puede contaminarlo, 19 puesto que no entra en su corazón, sino en sus intestinos, y sale a la cloaca?'. Así declaró limpios todos los alimentos. 21 porque de dentro del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales..."
Aquí Jesús aparentemente está advirtiendo en contra de las leyes dietéticas. Es una advertencia que nosotros haríamos bien en considerar. Pero, ¿es razonable concluir que Jesús incluyó la sangre como una de las cosas que un hombre no puede profanar?
Considere como Jesucristo maneja esta otra situación cuando una mujer desesperada violó una de las leyes mosaicas relacionadas con la sangre:
- (Marcos 5:25-34) "Ahora bien, había una mujer que padecía flujo de sangre desde doce años atrás, 26 y muchos médicos le habían hecho pasar muchas penas, y ella había gastado todos sus recursos y aquello no la había hecho ningún provecho, sino que, al contrario, ella había empeorado. 27 Cuando ella oyó las cosas acerca de Jesús, vino por detrás, entre la muchedumbre, y le tocó la prenda de vestir exterior; 28 porque decía: `Si toco nada más que sus prendas de vestir exteriores, quedaré sana'. 29 E inmediatamente se secó la fuente de su sangre, y sintió en su cuerpo que había sido sanada de la penosa enfermedad. 30 Inmediatamente, también, Jesús reconoció en sí mismo que de él había salido poder, y, volviéndose en la muchedumbre, se puso a decir: `¿Quién tocó mis prendas de vestir exteriores?' 31 Mas sus discípulos empezaron a decirle: `Ves la muchedumbre que te aprieta, y ¿dices tú: "¿Quién me tocó?" '. 32 Sin embargo, él miraba alrededor para ver a la mujer que le había hecho esto. 33 Pero la mujer, atemorizada y temblando, sabiendo lo que le había pasado, vino y cayó delante de él y le dijo toda la verdad. 34 Él le dijo: `Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz, y queda sana de tu penosa enfermedad.' "
Si usted considera lo que la ley Mosaica tenía que decir acerca del pecado que esta mujer había cometido apareciendo en público y tocando a Jesús, usted observará que el castigo era prácticamente idéntico al que se aplicaba a los que comían un animal cuya carne no había sido debidamente desangrada y aún contenía sangre. (Compare con Lev. 15:25-30; 17:15, 16; 1 Sam 14:34, 35).
La forma en la que Jesús manejó la situación indica que él reconoció el carácter ritual de estas leyes, y que él apreciaba que las personas, como esta mujer, pudieran tener en ocasiones necesidades que justifiquen la violación de estos rituales legales.
¿Acaso condenó Jesús a esta mujer por romper la ley sobre la sangre? ¿Acaso él insistió en que ella debía cumplir por sobre todo con los mandatos de la Ley? Él simplemente dijo: `Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz, y queda sana de tu penosa enfermedad.' Este breve incidente en la vida de Jesús nos enseña mucho en verdad.
Los siguientes pasajes también alimentan algunas ideas. Note como Jesús hace uso de la sangre en el siguiente pasaje:
- (Juan 6:52-56) "Por eso, los judíos se pusieron a contender unos con otros, y decían: `¿Cómo puede este hombre darnos su carne a comer?'. 53 Entonces Jesús les dijo: `Muy verdaderamente les digo: a menos que coman la carne del Hijo del hombre y beban su sangre, no tienen vida en ustedes. 54 El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día; 55 porque mi carne es verdadero alimento, y mi sangre verdadera bebida. 56 El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre permanece en unión conmigo, y yo en unión con él.' "
(Mateo 26:27, 28) "También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: `Beban de ella, todos ustedes; 28 porque esto significa mi "sangre del pacto", que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados.' " (Nota: en griego, dice literalmente "esta es mi sangre".)
Mientras vamos leyendo estos pasajes, podemos notar con facilidad el frecuente uso de parábolas de Jesús y su habilidad para sobresaltar a sus oyentes diciéndoles lo que ellos menos esperan. Los ejemplos anteriores seguramente probarán esto.
¿Por qué utilizaría Jesucristo esas ilustraciones cuando él sabía de las prohibiciones en contra de tomar sangre? ¿Será posible que él estaba tratando de enseñarle a sus discípulos algo sobre la sangre? Ellos ya estaban bien familiarizados con el uso de la sangre en el templo como parte de los diversos sacrificios que en él se efectuaban. Ellos comprendieron que ello tenía un valor expiatorio de pecados, y ellos sabían que les estaba prohibido tomarla deliberadamente.
¿Qué mensaje encontramos aquí sobre el uso de la sangre? Al menos, parecía que Jesús estaba preparando a sus seguidores judíos para el tiempo cuando la sangre haya completado su papel único en el arreglo de Dios para el perdón de pecados. Adicionalmente, Jesús pudo estar ayudándolos a pensar acerca de la sangre, no como una sustancia corrupta y repulsiva, sino como un maravilloso fluido dador de vida. Puede que haya algo más en esos pasajes. Si podemos empezar a pensar en cuanto a tomar la sangre de Jesucristo, algo indudablemente simbólico, seguramente podemos pensar tanto en dar nuestra sangre de otros, así como recibirlas, cuando dicha sangre es necesaria para la vida. Muchos de nosotros nunca tendremos la oportunidad de dar nuestra vida en el nombre de nuestro hermano o hermana. Pero nuestra sangre, que es un símbolo de vida, puede de hecho salvar las vidas de otros.
El siguiente pasaje nos ayuda a poner nuestras prioridades en orden:
- (Mateo 12:9-12) "Después de partir de aquel lugar, entró en la sinagoga de ellos; 10 y, ¡mire!, ¡un hombre con la mano seca! De modo que le preguntaron: `¿Es lícito curar en día de sábado?', para conseguir algo de qué acusarlo. 11 Él les dijo: `¿Quién será el hombre de ustedes que tenga una sola oveja y, si ésta hubiera de caer en un hoyo en sábado, no habría de echarle una mano y sacarla? 12 Todo considerando, ¡de cuanto más valor es un hombre que una oveja! De modo que es lícito hacer lo excelente en sábado".
Sí, el rescatar una oveja de un hoyo en sábado es algo amoroso y misericordioso. Adicionalmente, Jesús realizó varios trabajos milagrosos en sábado, aunque el trabajar en sábado podía ser castigado para el culpable con la pena de muerte. Y de hecho, las escrituras registran esta pena en contra de un violador del sábado (véase Éxodo 35:2 y Números 15:32-36. Note que no hay pasajes en la Biblia que registren a alguien siendo ejecutado por usar sangre). No se podía hacer ningún trabajo en sábado, excepto ciertos casos excepcionales. Aquí vemos evidencias claras de que Jesucristo apreciaba que el amor triunfara sobre la ley.
En resumen, podemos decir que no existieron objeciones bíblicas válidas en contra del uso moderno dado a la sangre por la Medicina. Si alguien prefiere no utilizarla por razones de conciencia, deberemos respetar sus deseos, y hacer todo lo que podamos para evitar hacerle tropezar.
- (1 Corintios 8:9) "Pero sigan vigilando que esta autoridad suya no llegue a ser de algún modo tropiezo para los que son débiles."
Claramente, la Biblia tiene sorprendentemente poco que decir sobre el uso de la sangre en la medicina moderna. Si, después de revisar cuidadosamente este material, alguien se siente impulsado a rechazar cualquier uso de la sangre, esa seguramente sería su decisión personal, y todos debemos respetarla, aunque podría pensarse que dicha posición mostraría falta de respeto por la vida y por el Creador.
En el análisis final, cada uno de nosotros debe entregar cuentas, y tomar responsabilidad por las decisiones que haya hecho. El forzar a los demás en materias tan delicadas como esta, como ha hecho la Sociedad, no es bíblico, es totalmente inapropiado y podría resultar en culpa por derramamiento de sangre.