Mi Pollera
No me pidas
ni sedas ni gasas
para ornar esta noche
mi talle...
Martes de Carnaval...
¿Qué panameña
reemplaza su pollera
por un traje?


¡
Mi pollera!
Tú sabes,
yo la hice
con delgados holanes
donde el encaje
a punto de mundillo
una abuela
tejió con manos hábiles,
y luego a los arrullos
de la tarde,
con la aguja enhebrada
en tonos suaves,
marcamos
en la blusa y en la enagua
las hojas y la flor
de los trigales.

Tú no sabes
la gracia que ella pone
cuando ciñe mi talle,
ni el rubor que se siente en las espaldas
al roce del encaje
que recogen
los hilos de la lana
en bombas circulares.

Ni has visto mis zapatos:
estuchitos de raso
que cobijan
mis pies chicos y ágiles
cual los de las mujeres tropicales...

Mi cabeza es la noche:
en ella cual estrellas,
titilan
los tembleques luminosos
desde el negro azabache de mis trenzas
que sujetan
dobladas en la nuca
las doradas peinetas.

Y frente a las orejas
como dos rosas blancas
se asoman las "mosquetas"
que engalanan la cara
mientras al cuello pende
el rosario de perlas
o el collar
de escuditos coronados
de épocas añejas...
cuando el oro
corría como fuente
por las colonias
plenas de leyendas...

Deja que me atavíe
con mi pollera
y que vaya a cantarte una tonada
allá en la rueda
donde se oye "pujar"
los tamboritos
y la caja parlera
que recuerda
en su rítmico sonido
los cholos asoleados de mi tierra,
y mientras palmotean
y corean mi canto las morenas,
yo saldré
con el mozo más fornido
al centro de la rueda
a bailar
la tonada más pequeña
y al ritmo de los arires nacionales
de la tierruca istmeña,
mientras hacen mis pies
mil filigranas
al son de sus cadencias,
se abrirá cual dos alas
mi pollera
que desquita con garbo
la lluvia de sombreros y monedas.

No me pidas
que cambie mi vestuario
por gasas ni por sedas.
Ninguna panameña
cambiaría
por nada su pollera.


María Isabel Illueca.

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