De "Guerra de independencia" a "La dictadura de Porfirio
Díaz"
Guerra de Independencia
El 16 de septiembre de 1810 Miguel Hidalgo y Costilla, un cura del
pueblo de Dolores, en el actual estado de Guanajuato, alzó la bandera
de la rebelión demandando el fin del mal gobierno, pero sin desconocer
el poder del rey español Fernando VII. A pesar de que inicialmente
tuvo éxito, la rebelión de Hidalgo no sobrevivió mucho
tiempo. El cura fue capturado por las fuerzas reales y ejecutado en Chihuahua
en 1811. El liderazgo del movimiento pasó a otro sacerdote, José
María Morelos y Pavón, quien, en 1814, proclamó a
México como república independiente de España y abolió
la esclavitud. Un año más tarde Morelos y su ejército
fueron derrotados por las fuerzas reales bajo el mando de Agustín
de Iturbide, un general criollo. La revolución continúo bajo
el liderazgo de Vicente Guerrero, quien encabezaba un ejército comparativamente
pequeño.
La revolución española de 1820 afectó a la rebelión
de México. Las tendencias políticas liberales en España
consternaron a los líderes conservadores mexicanos, quienes comenzaron
intrigas con el fin de separar el virreinato de España. Por cuenta
propia Iturbide se reunió con Guerrero en 1821 y firmaron un acuerdo
por el cual unieron sus fuerzas para llevar a término la independencia.
Su plan, conocido como Plan de Iguala, estableció posteriormente
tres garantías mutuas: México sería un país
independiente, gobernado por un monarca europeo; la religión católica
sería la oficial; y los españoles y criollos tendrían
los mismos derechos y privilegios. El virrey no tomó ninguna medida
en contra de Iturbide y fue obligado a renunciar por parte de la fracción
que se oponía a la independencia. El último virrey de la
Nueva España fue Juan O'Donojú quien, a su llegada a México
en julio de 1821, aceptó el Tratado de Córdoba, reconociendo
la independencia de México.
Imperio y república
Continuó un periodo turbulento. En 1822 Iturbide fue proclamado
emperador con el nombre de Agustín I. Diez meses más tarde
fue depuesto por una rebelión dirigida por Antonio López
de Santa Anna, su anterior colaborador. Se proclamó la República
y Guadalupe Victoria se convirtió en el primer presidente. México,
sin embargo, no estaba preparado para la repentina democracia. Comenzó
un conflicto entre los centralistas -un grupo conservador formado por líderes
religiosos, ricos terratenientes, criollos y oficiales del ejército
decididos a mantener una forma de gobierno altamente centralizada- y los
federalistas -una fracción liberal y anticlerical que apoyaba el
establecimiento de estados soberanos unidos en una federación y
el apoyo social a los indígenas y otros grupos oprimidos. Guerrero,
un líder liberal, llegó a ser presidente en 1829, pero fue
asesinado en 1831 por fuerzas dirigidas por el líder político
y militar Anastasio Bustamante. Una rebelión siguió a otra
hasta 1833, cuando Santa Anna, un centralista que era muy popular dentro
del ejército, fue elegido presidente. Un poco después de
su llegada al poder, su política involucró a la nueva república
en una guerra.
Guerra con Estados Unidos
Los habitantes de Texas, entonces bajo la ley mexicana, no estaban
conformes con el decreto gubernamental (1829) que abolía la esclavitud,
y el plan de Santa Anna para centralizar el gobierno incrementó
su resentimiento. Texas se rebeló en 1836 y declaró su independencia
después de que Santa Anna fuera derrotado de manera decisiva por
el líder texano Samuel Houston el 21 de abril de 1836 en San Jacinto.
Como resultado de la fricción entre ciudadanos estadounidenses y
mexicanos, de la disputa sobre el límite occidental de Texas, y
de la intención de los primeros de apoderarse de California, Estados
Unidos declaró la guerra a México el 12 de mayo de 1846 (véase
Guerra Mexicano-estadounidense). Las tropas norteamericanas ocuparon el
norte de México y, en 1847, la ciudad de México. El 2 de
febrero de 1848, bajo los términos del tratado de Guadalupe Hidalgo,
el río Bravo o Grande del Norte se fijó como límite
de Texas. Estados Unidos se apoderó además del territorio
que actualmente forman los estados de Arizona, California, Colorado, Nuevo
México, Nevada, Utah y parte de Wyoming. Unos años después,
el Tratado de la Mesilla de 1853 definió el límite de Nuevo
México y añadió una franja más de territorio
(lo que en la actualidad es el sur de Arizona y una parte del suroeste
de Nuevo México) a Estados Unidos.
Después de la guerra México se enfrentó a un fuerte
problema de reconstrucción. Las finanzas estaban devastadas y el
prestigio del gobierno, ya débil, había disminuido considerablemente.
Santa Anna, obligado a renunciar después de la guerra, regresó
del exilio en 1853 y, con el apoyo de los centralistas, se autoproclamó
dictador. A principios de 1854 comenzó una rebelión liberal
y después de más de un año de intensa lucha, Santa
Anna huyó de México. La revolución fue el primer acontecimiento
de una larga y feroz lucha entre las clases poderosas que tradicionalmente
habían dominado México y los demócratas liberales
que demandaban tener voz en el gobierno.
Juárez y Maximiliano I
El gran líder que surgió entre los liberales fue un indígena,
Benito Juárez, que llegó a ser famoso por su integridad y
firme lealtad a la democracia. Durante los siguientes 25 años Juárez
fue la figura central de los políticos mexicanos. Una forma federal
de gobierno, la libertad de expresión y otras libertades civiles
tomaron cuerpo en la Constitución de 1857. Los grupos conservadores
se opusieron encarnizadamente a la nueva Constitución. Estos últimos
estaban apoyados por España, y en 1858 la guerra de Reforma o guerra
de los Tres Años, entre grupos conservadores y liberales, devastó
a México. El gobierno de Juárez estaba apoyado por Estados
Unidos y, en 1860, los ejércitos juaristas habían triunfado
definitivamente. Entre tanto, como presidente provisional entre 1858 y
1861, Juárez había emitido las Leyes de Reforma que decretaban
la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la ley del matrimonio
civil, la separación de la Iglesia del Estado, la ley del registro
civil, la secularización de los cementerios y los hospitales y la
libertad de cultos. Elegido presidente en 1861, Juárez comenzó
a poner orden. Una de sus primeras acciones fue la suspensión del
pago de intereses a la deuda extranjera adquirida por los gobiernos precedentes.
Molestos con su decreto, Francia, Gran Bretaña y España decidieron
intervenir conjuntamente para la protección de sus inversiones en
México. El primero en actuar fue Napoleón III de Francia.
Una expedición conjunta ocupó Veracruz en 1861, pero cuando
las ambiciones colonizadoras de Napoleón se hicieron evidentes,
los británicos y españoles se retiraron en 1862. Durante
un año las tropas francesas libraron su camino a través de
México y finalmente entraron en la capital en junio de 1863. Juárez
y su gabinete huyeron, y un gobierno conservador provisional proclamó
el Imperio mexicano y ofreció la corona, a instancias de Napoleón,
a Maximiliano I, archiduque de Austria.
De 1864 a 1867 Maximiliano I y su esposa Carlota gobernaron el Imperio,
pero en 1865, bajo presión de Estados Unidos, que seguía
reconociendo a Juárez, Francia retiró sus tropas. Las fuerzas
de Juárez recobraron el país después de que los franceses
se retiraran en 1867, y las tropas republicanas, bajo el mando del general
Porfirio Díaz, ocuparon la ciudad de México. Maximiliano
I, sitiado en Querétaro, fue obligado a rendirse y, después
de un consejo de guerra, fue fusilado.
Nuevamente Juárez intentó restablecer el orden, pero
se encontró con rebeliones. En 1871, después de una dudosa
elección, el Congreso declaró presidente a Juárez.
Díaz, uno de los candidatos que había sido derrotado, encabezó
una insurrección sin ningún éxito. Juárez murió
en 1872 y fue sucedido por Sebastián Lerdo de Tejada, presidente
de la Suprema Corte. En 1876, cuando Lerdo de Tejada vislumbraba la reelección,
Díaz encabezaba otra rebelión. En esta ocasión tuvo
éxito y en 1877 se convirtió en presidente.
La dictadura de Porfirio Díaz
Excepto en el periodo de 1880 a 1884, cuando nominalmente el poder
estaba en manos de uno de sus colaboradores, Díaz gobernó
México como un autócrata hasta 1911. Bajo su dictadura se
dieron importantes avances en el desarrollo económico y comercial:
nuevas plantas industriales, extensión de las vías de ferrocarril,
obras públicas, mejoramiento de puertos y construcción de
edificios públicos. Muchas de las nuevas empresas fueron financiadas
y manejadas por extranjeros ya que otorgó concesiones al capital
francés, estadounidense e inglés que llegó a acaparar
casi la totalidad de la minería, el petróleo y los ferrocarriles,
entre otros, sin permitir que los trabajadores mexicanos ocuparan puestos
de responsabilidad. Esto contribuyó al descontento de las clases
desfavorecidas que, ahogadas en deudas, soportaban malos tratos, despidos
injustificados, largas jornadas de trabajo y explotación. Además,
Porfirio Díaz favoreció a los ricos terratenientes de los
grandes estados, incrementando sus propiedades por medio de la asignación
de terrenos comunales que pertenecían a los indígenas. Éstos
quedaron en precarias condiciones, trabajando como peones en los latifundios.
El dictador desatendió la educación popular y favoreció
a la Iglesia, prestando poca atención a la política de secularización
de 1859. El descontento y el espíritu de rebelión se incrementaban
a través de todo el país con brotes que fueron reprimidos
con violencia, como los de los indígenas yaquis y mayos que fueron
despojados de sus tierras y las huelgas en 1906 y 1907 de los obreros de
Río Blanco y Cananea.
En 1908, enterado de ese descontento, Díaz anunció que
recibiría con gusto un candidato opositor para las elecciones de
1910, a fin de demostrar su respeto por la democracia. El candidato propuesto
por el grupo liberal fue Francisco I. Madero. La influencia de Madero creció
y, a pesar de que estuvo un tiempo encarcelado, el dirigente liberal se
volvía cada vez más activo. Después de que Díaz
fuera reelegido en 1910, Madero fue reconocido como el líder de
la revolución popular. Díaz fue obligado a renunciar en 1911
e inmediatamente después abandonó México para siempre.
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