Nicolás Suescún

Los Cuadernos de N

En esta página pueden encontarse algunos de los aforismos que conforman el libro, repartidos por capítulos:

I - II - III - IV - V
VI - VII - VIII - IX - X
XI - XII - XIII - XIV - XV
XVI - XVII - XVIII - XIX - XX
XXI - XXII


I

N escribe a menudo notas de suicidio como ésta: "Vivir en un lugar que ningún ser humano haya pisado."



II

N escribe una fábula: "El hombre y el río del tiempo". Una vez un hombre se sentó en la ribera de un río a esperar que se secara. El río no se secó, pero el hombre no murió de sed.

Moraleja: Los modernos no podemos hacer fábulas a la antigua.


III

N sale de su casa con intenciones de suicidarse. Llega al río, pasa el puente abstraído, mira hacia atrás y se devuelve. Se detiene en la mitad del puente. El río está seco, como si se hubiera desviado aguas arriba. Pasa un hombre. N le pregunta:

"Qué se hizo el río?"-"Está ahí, bajo el puente", responde el hombre. "Pero dónde está el agua?". "Quién dijo que aquí los ríos tienen agua?".


IV

Las sábanas:
banderas de paz
en la tregua
del patio.

***

La libertad como categoría estética.


V

Una oración de N: "Nadie me ve. Nadie me oye. Nadie me toca. Yo no soy. No estoy aquí. Ya no existo. Nunca nací."


VI

Cuando pensaba en sus primeros años, sabía que no había cambiado. N siempre había estado al margen. Había tenido el punto de vista del extraño, del invitado por accidente, del colado en la fiesta.


VII

El Amargo le dijo a su sombra: "Desde hoy no volveré a jugar contigo". La sombra le respondió: "Te equivocas, como siempre". Pero él no oyó nada, no creía que la sombra hablara.

***

En el estruendo
la paz interior,
círculos perfectos
en los charcos.

***

No hay mayor placer que estar con uno mismo, ni mayor tormento.


VIII

La solución que usted necesita. Todos se la ofrecían y le cobraban por ella. Pero N sabía que la solución estaba dentro de sí mismo, que no la encontraría nunca, y que nadie podría ayudarlo.


IX

La línea favorita de N es el zig-zag.


X

Explogans de N. Convierta sus sueños en millones. El que nace y renace se deshace. La unión hace la rosca. Mejor matar que curar, más barato. Cultiva los vicios y llegarás al cielo.


XI

Demasiada imaginación, demasiados ensueños: ¡muerte mía que me abrazas, millón de horas vacías! Vivir para vivir es deprimente, vivir para soñar, peor.


XII

Cuando N toca fondo, sobrenada.
Cuando se interna en la espesura del bosque, no encuentra un claro, pero sale a la luz.
Cuando apaga la luz, se ilumina.
Cuando dice estupideces, piensa genialidades. Cuando dice genialidades resultan ser estupideces.
Cuando trata de comunicarse, se la olvida hablar.
Cuando no tiene nada qué decir, sin embargo, encuentra otra manera de expresar que no tiene nada qué decir. Es su último recurso.


XIII

Quiere morirse. Quiere vivir. N no sabe lo que quiere. Sólo quiere librarse de la vida que le tocó. Se ahoga. No puede respirar. Su sangre suena como un río profundo, como el mar que no cesa. Y tiene miedo. Se puede ahogar.


XIV

Desear el futuro de joven, añorar el pasado de viejo. Es la venganza del tiempo, complacido en el engaño del que vivimos esclavos, consumidos por los años, abuelos, padres e hijos, sirvientes del padre Tiempo, que a sí mismo se devora.


XV

Un problema de N era que todo era un problema. Pero los resolvía, a su modo. No se ahogaba en un vaso de agua. Nadaba hasta el borde del vaso, y saltaba: un clavado perfecto. La caída, sin embargo, era excesiva. Parecía no terminar nunca.


XVI

Para pasar sus eternas horas de soledad había inventado un juego. Jugaba a las escondidas consigo mismo. Se ocultaba detrás del sofá (cuando lo tuvo), en el closet, debajo de la cama... y esperaba. Entonces su otro yo lo encontraba, siempre lo encontraba. Nunca podía ganarle. Pero lo divertido era esconderse, y vivir horas de suspenso.


XVII

El joven tenía idiomas, presencia, y un aura de aristócrata. Estaba hecho. ¿Dónde había oído eso? ¿Lo habían dicho de él? ¿De él, que no terminaba de hacerse, o que más bien se deshacía? Lo agotaba la diaria metamorfosis. Tenía el alma cada vez más arrugada, y el metabolismo amalgamado. Era un ángel que nunca tuvo alas. Oía músicas esotéricas. Decía que la oscuridad dominaba la tierra y que al planeta le esperaban tiempos difíciles. En realida buscaba lo real en lo irreal. Quería dejar un surco en las aguas, ser como una de esas dunas del desierto que siempre está ahí, bajo el viento y las tormentas, inconmovibles.


XVIII

Lo más prudente era responder con preguntas. N trataba de hacer el mayor número. Era cosa de nunca acabar. Preguntas van, preguntas vienen.


XIX

Yo vengo de no sé dónde

y voy hacia el mismo sitio

aunque no sepa si el camino

va para allá o se aleja.


XX

Silencio. Pero nunca un silencio real. Siempre el inestable, el sorprendente corazón de la gran ciudad. Sus calles recorridas por vehículos endemoniados, sus casas enchidas por los deseos descabellados de los soñadores que medio la habitan.


XXI

Aquí reina la noche entre mí mismo, y el ayer cae, la noche cae, todo cae irremisiblemente, las piedras y los relojes, los hombres y sus sillas, y los ángeles.


XXII

Cómo se podría definir a ese ser alienado, al margen, el eterno "outsider", el que está afuera, el que no comparte, pero desea más que todo darlo todo, la vida, su propia continuación, para hacer que el mundo sea mejor. Aunque nadie lo sepa, aunque sea una perogrullada.


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