por Cristina Gerascoff
La clonación de la oveja Dolly, divulgada en febrero
del '97, luego de
6 meses de su nacimiento, se ha convertido en uno de
los acontecimientos
científicos más importantes de los últimos
tiempos. Este trabajo fué
realizado por un grupo de investigadores escoseses en
el Instituto
Roslin de Edimburgo. La importancia radica en que es
la primera
clonación de un mamífero a partir de una
célula adulta. Junto al
nacimiento de Dolly, se alientan expectativas científicas
acerca de la
posible clonación humana, lo que genera un debate
en torno a la
clonación. Gran parte de la comunidad científica
defiende sus avances,
por encima de las críticas sociales, éticas
y culturales, de parte de
amplios sectores de la opinión pública.
¿Quién controla la tecnología?
En este momento se plantea la definición del ámbito
más adecuado para
dicho debate. Por parte de los científicos y las
organizaciones
involucradas en el tema, se considera inapropiada la
intervención de
sectores sociales que escapen al ámbito académico.
Según los anteriores
la discusión debe quedar en manos de personas
que dominen los aspectos
científicos, filosóficos y legales, a los
que se les reconoce como
expertos. Según el académico Cedar I. García
Ríos (periódico Claridad,
23 de enero '98) el resto de la sociedad queda excluída
de dicha
discusión por ignorantes, o por pertenecer a ideologías
o religiones que
parten de premisas falsas.
La ciencia pretende monopolizar la discusión ya
que supuestamente es
reconocida como una disciplina objetiva libre de valores
y goza de
racionalidad y esceptisismo. Espera del público
fe ciega en su
sabiduría e intencionalidades. Al resto de los
actores sociales no les
queda más que confiar que la decisión de
clonar plantas, animales, y
humanos se tomará en base al bien público.
Sin embargo, Carmelo Ruíz en su artículo
En torno a la clonación y la
ingeniería genética, (periódico
Claridad, 15 de enero '98,también en
http://www.oocities.org/CapitolHill/2845/index.html)
dice que "se
vende la ingeniería genética como la panacea
actual, pero que la
historia reciente está llena de brillantes inventos
que han resultado
nefastos" y continúa citando varios ejemplos:
el DDT, la energía nuclear
y los clorofluorocarbonos entre otros.
Además de los ejemplos mencionados, las expectativas
y propuestas de
algunas personalidades científicas, nos alertan
frente a la falta de
garantías en el uso de la biotecnología.
Por ej. el científico Richard
Seed (Chicago) declara su deseo de ser el primero en
producir un ser
humano por clonación, Piensa aprovecharse del
vacío legal que hay en
Estados Unidos y en caso de que no pueda desarrollar
sus proyectos en
su país, está dispuesto a trasladarse a
otro (El País,8 de enero'98). La
producción de descendencia por clonación
crearía seres genéticamente
predeterminados, con lo que se facilita una preselección
genética, y así
la posible mejora de la especie. ¿Cuáles
serían los criterios para
establecer las características de una especie
"mejorada"?
La manipulación genética se realiza en animales
y en la agricultura
para obtener individuos con características de
mayor productividad y
rentabilidad. Estos conceptos son apropiados a una visión
de mercado,
reduccionista y corto placista. El desconocimiento del
manejo que han
hecho comunidades milenarias para preservar la biodiversidad
y los
ecosistemas para las futuras generaciones pone en cuestión
la diversidad
de conocimientos adquiridos a lo largo de la historia,
sustituyéndolos
por una visión reduccionista de la realidad.
¿Cuánto dura la verdad científica?
Hay que recordar que las verdades científicas no
son absolutas. A once
meses de la divulgación de la clonación
de Dolly, una investigación
realizada por los científicos Norton Zinder y
Vittorio Sgaramella, de
EEUU e Italia, cuestiona que Dolly sea efectivamente
un clon y que haya
sido obtenida a partir de una célula adulta. ¿Cuánto
dura la verdad
científica, y por qué debemos creer en
ella a ciegas? ¿Cuáles son los
intereses que mueven una investigación, cuáles
los que mueven confirmar
su veracidad?
Estos adelantos científico están basados
en experimentos que requieren
financiadores poderosos, para los que debe ser rentable
la inversión.
La clonación de Dolly, fue financiada por una
compañia farmacéutica que
obtiene un medicamento a partir de la leche de oveja.
Es así como entran
en escena las corporaciones transnacionales y los gobiernos
de los
países industrializados, presidiendo la élite
que decide los caminos de
la ciencia.
Redefinir los caminos
La sociedad toda, sin exclusión, debe exigir información
fidedigna de
cuáles son las investigaciones que se realizan
con el patrimonio
genético que nos es común. Se deben conocer
las consecuencias inmediatas
y mediatas para las distintas sociedades , culturas y
ecosistemas.
Desde allí se puede abrir el debate acerca de
las prioridades para un
desarrollo que incluya la diversidad de comunidades que
garanticen la
verdadera riqueza de la humanidad.
La clonación es un tema que atañe a todos,
y sería una equivocación
confiar en una decisión tomada en un marco de
poder económico,
intelectual, o político. Reestablecer prioridades
sociales es un
proceso que involucra y afecta a todas las personas sin
excepción
cultural, religiosa, étnica ni económica.
Las decisiones en torno a la
clonación no escapan a dicho proceso. Es intolerable
la pretensión de
algunos sectores científicos de eregirse en los
nuevos depositarios de
una verdad única, absoluta e incuestionable.
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