El proceso de globalización de la economía de mercado,
precipitado por
la disolución del bloque soviético, ha sido exhaustivamente
discutido
desde un sinnúmero de perspectivas, progresistas al igual
que
reaccionarias. Ecologistas, sindicalistas, activistas de derechos
humanos, empresarios, académicos y muchísimos otros
sectores se han
manifestado a respecto. Sin embargo, las voces feministas han sido
casi
completamente excluídas del debate.
Esto es lamentable, ya que varias organizaciones internacionales
de
mujeres progresistas, como Women's Environment and Development
Organization, Women Working Worldwide y Women in Development Europe
han
realizado un sobresaliente trabajo de activismo e investigación
en torno
a la globalización desde la perspectiva de las relaciones
de género.
¿Y qué tiene que ver la globalización con las
reivindicaciones de la
mujer trabajadora? ¿Acaso ésta no afecta por igual
al hombre y la mujer?
En un informe titulado World Trade is a Women's Issue, el grupo
Women
Working Worldwide afirma categóricamente que la economía
globalizada
tiene unos impactos muy específicos sobre la mujer.
Dicho informe, presentado en la primera conferencia ministerial de
la
Organización Mundial de Comercio, celebrada en Singapur en
diciembre de
1996, señala que la globalización presenta retos particulares
a la mujer
trabajadora por las siguientes razones:
1- Mucho del trabajo que hacen las mujeres no es compensado ni
reconocido. Las mujeres mayormente hacen trabajo doméstico
no
remunerado, como lo es el criar niños. La sociedad no ve
este tipo de
labor como una contribución a la economía, sino que
es visto como la
'responsabilidad natural de la mujer'. Cuando las mujeres obtienen
empleo remunerado se espera que ellas continúen haciendo
su trabajo
doméstico.
2- La mayor parte del poco dinero que hacen las mujeres no proviene
de
empleo formal. El trabajo remunerado que hacen las mujeres es mayormente
fuera de la economía formal. Esto significa hacer pequeñas
cantidades de
dinero en trabajos casuales y/o temporeros. Este tipo de trabajo
raras
veces es protegido por leyes laborales y es generalmente ignorado
por
las uniones.
La alta participación de la mujer en la economía informal
se debe a que
la mayoría de los empleos de economía formal no están
disponibles a
ellas. Esta exclusión se debe a tradiciones patriarcales
y a falta de
acceso a educación y adiestramiento. Además, los horarios
de empleo
formal a menudo confligen con las obligaciones domésticas
que la
sociedad espera que atiendan.
3- Las mujeres están concentradas mayormente en sectores industriales
particulares. En el trabajo remunerado en las economías formal
e
informal hay una clara división de género. Los hombres
toman trabajos
con maquinaria y tecnología, mientras que a las mujeres por
lo general
se les asignan trabajos en la industria de servicios (como limpieza
y
cocina) y confección de vestidos.
4- El trabajo remunerado de la mujer es visto como de menos valor
que el
del hombre. Las mujeres tienen menos seguridad en el empleo y menos
oportunidades de aumentos y promociones. Las plazas de alto rango
en las
empresas son usualmente ocupadas por hombres, aún en las
que emplean
mayormente a mujeres.
El debate sobre los efectos de la globalización se ha dado
mayormente en
gobiernos nacionales, sindicatos y federaciones internacionales
de
sindicatos, instituciones internacionales como el Banco Mundial,
la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización
Mundial
de Comercio, agencias de ayuda humanitaria y organizaciones no
gubernamentales (ONGs). Las mujeres tienen una representación
mínima en
todos estos foros, con la excepción de algunas ONGs.
Como consecuencia, entre sectores progresistas a veces hasta se
desconoce la existencia de una perspectiva feminista en estos asuntos.
Pero tal perspectiva es de gran importancia, ya que son mujeres
y niñas
las que producen la gran mayoría de los artículos
de consumo, como
vestidos, zapatos y juguetes, que son comerciados internacionalmente.
En vista de esta situación, es dudoso que cláusulas
de protección social
incorporadas a la economía global beneficien al hombre y
la mujer por
igual.
La OIT no tiene un buen récord en la defensa de la mujer trabajadora.
Esto no es de sorprender, ya que en las conferencias de dicha
institución las mujeres como promedio constituyen un catorce
porciento
de l@s participantes. De los 79 altos funcionarios de la OIT, sólo
nueve
son mujeres.
Con respecto a la Confederación Internacional de Organizaciones
Sindicales Libres, su burocracia masiva no puede representar
adecuadamente a los trabajadores de base, en particular las mujeres.
En el informe World Trade is a Women's Issue se plantean algunas
estrategias para aumentar la participación femenina en los
foros
internacionales, como el intercambio de información entre
organizaciones, investigación, cabildeo y otras propuestas.
En conclusión, "Las mujeres trabajadoras necesitan acceso
a más
información acerca de cómo los acuerdos de comercio
internacionales
afectan sus condiciones de trabajo. Las redes de organizaciones
de
mujeres pueden ser usadas para promover la discusión y desarrollar
una
perspectiva de género en el debate sobre derechos laborales.
Será
entonces posible formular estrategias para influenciar las estructuras
de poder y así lograr cambios positivos".
Para más información:
Women's Environment and Development Organization (WEDO):
http://www.wedo.org/
Women in Development Europe:
http://www.eurosur.org/wide/portesp.htm
Women Working Worldwide:
http://www.poptel.org.uk/women-ww/
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La Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora
La Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora
fue fundada en el
Día Internacional de la Mujer en 1983 con el compromiso de
aportar al
desarrollo y fortalecimiento del movimiento feminista a través
del
activismo social y político.
Algo que ha distinguido a esta notable organización es su
dedicación a
abrir espacios para la mujer, no sólo en las estructuras
económicas y
políticas imperantes sino también dentro del ámbito
progresista. En sus
quince años, la OPMT ha sido consecuente en sus gestiones
en los
sindicatos y otras organizaciones para que se viabilice la participación
real de las mujeres no sólo en la acción sino también
en la toma de
decisiones. Siempre ha llamado a revisar actitudes y prácticas
que
marginan a las mujeres trabajadoras de los escenarios de lucha en
los
cuales su presencia y militancia son esenciales.
Su trabajo multifacético ha incluído la lucha contra
la violencia
doméstica y el apoyo a la Ley 54, la defensa de los derechos
reproductivos, investigación y activismo en torno a la salud
ocupacional, señalar los estereotipos sexistas en los medios
de
comunicación, acudir a la legislatura para cabildear en favor
o en
contra de proyectos que impacten a los derechos de las mujeres,
y la
publicación de su boletín Mujeres en Marcha. Además
de todo esto hace
falta mencionar su campaña por la excarcelación de
l@s pres@s polític@s
y su participación consecuente en las luchas contra el militarismo
y el
colonialismo.
Es de los esfuerzos y dedicación de estas mujeres progresistas
que
surgen la Coordinadora de Paz para la Mujer y el Grupo Pro Derechos
Reproductivos.
La OPMT se ha desenvuelto también a nivel internacional como
integrante
activo de la Federación Internacional Democrática
de Mujeres. A través
de los años ha desarrollado lazos de solidaridad con organizaciones
de
mujeres en Cuba, Nicaragua, El Salvador, Haití y la República
Dominicana.
Esther Vicente resume la labor de la OPMT con estas palabras: "Sí,
las
feministas somos subversivas. Y tenemos derecho a serlo. Es más,
tenemos
la obligación de serlo. Nuestra práctica política
cotidiana tiene que
serlo para lograr la equidad para las mujeres, para lograr el
reconocimiento de nuestras capacidades, libertades, poderes, diferencias
y diversidades, sin que ello implique inequidades y subordinación."
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