Socialismo o barbarie (mayo '96)
 
La crisis del capitalismo se ha profundizado durante los '90. Esta crisis no es cíclica ni temporal, como se demuestra en el ejemplo de Europa y EE.UU. El índice de desempleo de la OCDE es ahora el triple que hace diez años. Desde el fin del auge de la posguerra, en la mitad de los años '70, el crecimiento de la economía mundial se ha ralentizado y las tasas de inversión han caído. En muchos países ha tenido lugar una destrucción enorme de las fuerzas productivas, con millones de personas enfrentándose al desempleo. De 1980 a 1993 las 500 mayores corporaciones industriales norteamericanas recortaron sus plantillas en 4,7 millones de trabajadores, lo que equivale a un cuarto de su fuerza de trabajo. Despedir obreros y hacer que el resto trabaje más duro por menos sueldo es la respuesta de la patronal a la crisis. Desde 1973 los sueldos netos por hora de los obreros en EEUU han caído entre un 20-27 %.  

Pobreza  

Más de un tercio de la fuerza de trabajo total en el mundo -820 millones de personas- está o bien sin trabajo o con empleos precarios. Según la ONU, la pobreza creció en "proporciones casi inimaginables" en 1995. Un quinto de la población del mundo, 1.100 millones personas, están viviendo en la pobreza más absoluta. 12,2 millones de niños menores de cinco años mueren cada año, en muchos casos por falta de un tratamiento médico que no costaría más de 25 pesetas por cabeza.  

Esto pasa en nuestra época, cuando el nivel de tecnología, ciencia y producción son más altos que nunca y hay bastantes recursos en el mundo para garantizar una vida digna a cada ser humano. No existe falta de recursos o riqueza; lo que falta es una planificación racional y democrática de esos recursos, para administrarlos en base a las necesidades de la mayoría y no para proporcionar ganancias a unos pocos.  

El abismo entre el rico y el pobre nunca ha sido tan grande como lo es hoy. Sólo un cuarto de lo que EE.UU se gastó en armas el año pasado se podría solucionar todos los problemas sociales, medio-ambientales y de salud del mundo, como afirmaron las Comisiones Brandt y Brundtland.   

Ecocidio  

El impacto del capitalismo en el medio ambiente (más el daño que el estalinismo causó en el pasado) ha alcanzado tal escala que el equilibrio ecológico del mundo está bajo amenaza de destrucción. El mundo ha perdido casi un tercio de su tierra cultivable en los últimos 40 años. La patronal alimentaria, para conseguir rápidos beneficios, necesita recortar gastos en la producción de alimentos, aín a costa de nuestra salud. Esto es lo que está detrás de la enfermedad del ganado en Gran Bretaña (conocida como "mal de las vacas locas") y que se puede extender a los humanos en la forma de una fatal enfermedad neurológica.  

El pillaje y la sobre-explotación de los poderes imperialistas en las áreas más pobres del mundo están más allá de cualquier comparación. 610 millones de $ se transfirieron de los países pobres a los bolsillos de los capitalistas de Europa, Japón y EE.UU. cada día entre 1982-90, tanto como todo el gasto en salud y educación del llamado III Mundo. Hoy un país como Uganda tiene que gastar 17 dólares per cápita para pagar la deuda externa, mientras invierte sólamente tres dólares per cápita en salud.  

Guerras  

Más de un país corre el riesgo de sufrir una rápida desintegración. El genocidio en Ruanda, el colapso sangriento de la ex-Yugoslavia, la guerra en Chechenya y la guerra civil en Sri Lanka son advertencias horribles para los activistas del movimiento obrero.  

Si los trabajadores no pueden encontrar una manera de unir a las masas oprimidas, la sociedad corre el riesgo de volver al barbarismo. La perspectiva de socialismo o barbarie es ahora más real que nunca. La única manera de superar la crisis presente es por medio de una lucha decisiva con el objetivo último de la abolición del capitalismo y la propiedad privada de la tierra y los medios de producción. La tarea de la revolución socialista es arrancar de las manos de los capitalistas los grandes monopolios (200 multinacionales controlan un cuarto de la producción mundial) y los bancos y convertirlos en una propiedad pública y sobre esa base comenzar una administración democrática de la producción y distribución de la riqueza a escala nacional e internacional. Un plan económico, llevado a cabo y controlado democráticamente por los trabajadores, haría posible desarrollar las fuerzas productivas en armonía con la naturaleza y el medio ambiente.  

En palabras de Leon Trotsky, líder junto a Lenin de la revolución de Octubre de 1917 y más tarde, de la lucha contra el estalinismo: "La tarea histórica de nuestra época consiste en reemplazar el descontrol del libre mercado por la planificación razonable de las fuerzas de producción. (...) Sólo sobre esta nueva base social podrá el hombre estirar sus miembros cansados, y cada hombre y cada mujer -no sólo unos pocos elegidos- llegará a ser un ciudadano con pleno poder en el reino del pensamiento".  (En Defensa de la Revolución del Octubre)   

 
 
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