Victor
Alonso
De nuevo el conflicto de
los Balcanes genera un ataque militar de la OTAN contra Yugoslavia. Los
bombardeos de la OTAN y los sucesos que acontecen en la región de
Kosovo merecen una reflexión profunda por parte de la izquierda
política y social con vistas a entender las claves del conflicto
y actuar en consecuencia.
Los criminales bombardeos
de la OTAN contra Yugoslavia fueron precedidos por el aparente fracaso
de las conversaciones de paz de Rambouillet y la nueva ofensiva lanzada
por el Ejército y la policía serbia contra la población
civil de Kosovo. Esta nueva acción sanguinaria de Milosevic muestra
su decisión de impedir por todos lo medios que los albaneses de
Kosovo (el 90% de la población) ejerzan su libre derecho a la autodeterminación.
Los kosovares, decepcionados
por el callejón sin salida a la que fueron llevados por la política
"pacifista” del presidente Rugova, radicalizaron sus posturas. El surgimiento
del Ejército de Liberación del Kosovo (UCK), que comenzó
sus acciones en 1996, es la clara expresión de este fenómeno,
impulsado en gran parte por la insurreción armada contra Berisha
en Albania.
Los albaneses de Kosovo vienen
soportando la bota serbia desde 1989, cuando con el ascenso al poder de
Milosevic se derogó la autonomía a la región, que
habían obtenido como parte de la política de Tito para equilibrar
el poder de las Repúblicas en la Federación Yugoslava. A
partir de entonces, los kosovares albaneses fueron utilizados como blanco
de una campaña repugnante de neto corte chovinista y xenófobo.
El conflicto actual que se
vive en Kosovo tiene su origen en estos hechos. El Gobierno serbio de Milosevic
ha dejado patente sus verdaderas intenciones que, como se demostró
en la guerra de Bosnia, no eran conservar la convivencia multiétnica
de la antigua Yugoslavia sino convertirla en un gran estado serbio purificado
étnicamente.
La persecución y las
matanzas en Kosovo confirman la intención de Milosevic de forzar
a los dos millones de albaneses de Kosovo a dejar su tierra, en un nuevo
ejercicio de limpieza étnica que recuerda las prácticas neo-nazis
vividas anteriormente en Bosnia.
Desde la pérdida de
su autonomía los albaneses de Kosovo han sufrido un infierno. La
población vive en un estado de sitio permanente sometida a una cruel
política de represión y hostigamiento por parte del Gobierno
serbio de Milosevic. Sufren desde hace años un apartheid comparable
al del pueblo palestino en Israel o al sufrido por la población
negra en la Sudáfrica racista. Fueron excluidos de los servicios
públicos básicos como escuelas, hospitales, instituciones,
centros deportivos, etc., y han tenido que organizar estos servicios en
paralelo a los oficiales con escasísimos recursos. Además,
la población albano kosovar es la que sufre las peores consecuencias
de la miseria que abarca hoy al conjunto de Serbia.
Tras nueve años de
ejemplar resistencia pacífica y ante la agresión militar
y el estado de sitio al que se ve sometida la población albanesa
de Kosovo, los kosovares no han tenido otra salida que la autodefensa armada
de sus pueblos y ciudades sometidos al bombardeo y las incursiones militares
serbias.
La amplísima mayoría
de los kosovares albaneses aspiran hoy a la independencia de la Yugoslavia
de Milosevic y a una eventual unificación con Albania, con lo que
pondrían en cuestión las fronteras establecidas en los acuerdos
de Dayton, que consagraron la partición de Bosnia. Estos acuerdos,
sostenidos a punta de pistola con miles de soldados bajo control de la
ONU, son sagrados para el imperialismo.
Como ayer lo hicieron cuando
los bosnios defendían su derecho a una Bosnia multiétnica
independiente, el conjunto de las potencias imperialistas se oponen a que
el pueblo albanés de Kosovo ejerza su libre derecho a la autodeterminación.
Su política es salvar las fronteras establecidas en Dayton y contener
la movilización de las masas albanesas a cambio de limitadas medidas
de “autonomía”, dejando Kosovo bajo la soberanía serbia.
Las potencias del Grupo de
Contacto (EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia) han
dejado bien claro que la independencia de Kosovo no es realista y han calificado
de grupo terrorista al UCK, justificando en cierta forma los desmanes de
las tropas serbias.
Paradojas de la vida, ahora
el UCK es presentado como un aliado de la OTAN y una posible avanzadilla
para detener la ofensiva serbia en Kosovo.
La resolucion emitida por
el Grupo de Contacto en Londres el dia 9 de marzo del pasado año,
inmediatemente despues de las masacres perpretadas en Drenica, sostiene:
“Nuestra condena de las acciones de la policia serbia no deben en ningun
caso ser erróneamente interpretadas como un respaldo al terrorismo
(...) Nuestra posición es clara. Condenamos plenamente las acciones
terroristas del Ejercito de Liberación de Kosovo así como
de cualquier otro grupo” (El Pais, 10/3/98).
Las potencias imperialistas
son enemigas declaradas, al igual que Milosevic, del derecho a la autodeterminación
del pueblo albanés de Kosovo. A lo que más temen es que la
lucha de liberación nacional armada contra la opresión nacional
serbia pueda escaparse de control y haga volar por los aires las reaccionarias
fronteras de Dayton.
Como lo refleja el cuadro
trazado por el diario El País: “La región del Kosovo tiene
frontera con Montenegro, que integra con Serbia los restos de Yugoslavia,
con Macedonia y con Albania. Una guerra abierta en Kosovo arrastraría
inevitablemente a la diminuta y desprotegida Macedonia, donde al menos
el 25% de la población es de origen albanés y se siente maltratada,
y la propia Albania, tambaleante todavía tras su virtual disolución
como Estado hace ahora un año. Una insurrección albanesa
disolvería las fronteras del sur de Serbia, y en esta marejada,
más temprano que tarde, Grecia, Bulgaria, y Turquía tendrían
algo que decir. En el corto plazo, el tinglado de Bosnia, que con tantas
dificultades está siendo apuntalado por las potencias occidentales,
se desplomaría. El escenario supera las peores pesadillas de los
estrategas de la OTAN.” (Ibid).
Es decir, se abriría
el camino para que los pueblos de los Balcanes se liberen de los gendarmes
al servicio de una u otra potencia imperialista que hoy están llevando
adelante la restauración capitalista en la región.
La situación del pueblo
y los trabajadores en Serbia es insoportable. La ruina acarreada por la
guerra, la descomposición de las bases sociales del estado obrero,
las penurias impuestas por los años del bloqueo decretado por la
ONU han creado una situación donde la gran mayoría de los
obreros no cobran sus sueldos. Esta situación podria llevar en el
corto plazo a una nueva explosion en Serbia. La ofensiva sobre Kosovo es
un intento de parte de Milosevic de recomponer su endeble posición,
echando mano al recurso del chovinismo, usando a los kosovares albaneses
como “chivos expiatorios” de la crisis que recorre al país y a su
régimen político.
Para los trabajadores y el
pueblo yugoslavo, en particular las masas serbias hoy ahogadas en la miseria,
el principal enemigo está en casa. Las movilizaciones contra el
fraude electoral de Milosevic y en demanda de una democracia real no podrán
concretarse sino luchan consecuentemente por la libertad para los pueblos
oprimidos por su propio gobierno.
Como dijo Marx, “ningún
pueblo que oprime a otro puede ser un pueblo libre”. Por eso deben movilizarse
para echar de una vez por todas al asesino Milosevic y terminar con su
política restauracionista y chovinista. Deben hacer suyo el deseo
de los albaneses de Kosovo a vivir su existencia como una nación
separada como condición sine qua non para establecer una auténtica
federación socialista, donde todos los pueblos gozen de los mismos
derechos.
En este contexto, los bombardeos
de la OTAN sólo consiguen lo contrario de lo que proclaman sus voceros,
legitimar ante su propio pueblo al dictador Molosevic y extender aún
más la tragedia de los kosovares forzados a salir de su tierra por
los paramilitares serbios. Con los bombardeos, se pretende forzar a Milosevic
para que acepte el acuerdo de Rambouillet, que deja a Kosovo bajo soberanía
de Serbia y por tanto no reconoce los derechos democráticos de la
mayoría albanesa, quedando el problema irresuelto.
Milosevic juega al gato y
al ratón con la OTAN por motivos de estabilidad interna y ésta
usa la fuerza militar no para defender a los kosovares sino para dejar
claro a Milosevic quién es el dueño real de la situación
y hasta donde se le permite llegar, dejándole claro que su única
opción es la firma del acuerdo, del que por otra parte, sale en
gran parte beneficiado.
Cualquier salida política
debe pasar por el reconocimiento del derecho democrático a la autodeterminación
nacional del pueblo de Kosovo, ya que, ningún pueblo debe ser obligado
a permanecer en contra de su voluntad dentro de las fronteras de un estado.
Los bombardeos de la OTAN
están imbuidos de hipocresía y cinismo. Los derechos nacionales
del pueblo kosovar no van a ser nunca garantizados por los aviones y soldados
de la OTAN. Al no reconocer el derecho de autodeterminación del
pueblo kosovar las potencias del Grupo de Contacto dejan clara sus verdaderas
intenciones que no son otras que las de garantizar un marco político
que les permita mantener los Balcanes bajo su control, evitando cualquier
radicalización que pueda poner en cuestión la restauración
del capitalismo en la zona y la integración de los Balcanes en el
mercado capitalista.
La izquierda política
y social no debe caer en la trampa reaccionaria de apoyar las acciones
impulsadas por el imperialismo que no buscan en absoluto defender a los
kosovares, sino fortalecer el dominio económico y político
del imperialismo en la estratégica región de los Balcanes.
La crisis en los Balcanes
sólo puede solucionarse a través de la confraternización
de las etnias y pueblos por encima de la voluntad de sus dirigentes políticos
que intentan desesperadamente mantenerse en el poder sobre la base de fomentar
el odio étnico-nacional. El movimiento obrero balcánico e
internacional debe poner los medios para hacer posible la confraternización
de los trabajadores por encima de las divisiones étnicas en el marco
general de la lucha por la libre y voluntaria unión de los pueblos
balcánicos en una Confederación Socialista Balcánica
y en una Europa socialista. |