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Dr. Juan B. Justo
SUS IDEAS FILOSOFICAS
PODEMOS HABLAR DE SU FILOSOFIA
No creemos emprender incierta aventura al escribir sobre las ideas filosóficas de Justo y precisar la posición del maestro aun cuando conocemos su desdén por la filosofía y la metafísica. Muy a pesar de juicio, Justo tiene una posición filosófica no difícil de caracterizar si se lee y medita con algún detenimiento su obra escrita y se analiza su labor de político y parlamentario. No puede ser de otra manera, porque toda política fundamental recibe la influencia de un pensamiento general o filosófico que la nutre y le presta la figuración lógica y coherente.
Pocos días después del Congreso constituyente del Partido Socialista, Justo escribió en La Nación un artículo polémico titulado El Socialismo y Max Nordau (27 de Julio de 1896) en el que se deleita presentándose como un hombre vulgar, descendiente de Sancho, amigo de lo concreto y que gusta de las mujeres bellas porque prometen prole sana y vivaz. Imaginamos la cara del ilustre contrincante hundido en plena divagación metafísica al escuchar de Justo declaraciones del tono de las consignadas y oír además mordaces réplicas a algunas observaciones trascendentales que había apuntado en sus lucubraciones para el diario mitrista.
Según Max Nordau, los socialistas no ven más objeto a la vida que los sentimientos del placer y son una secta de "hedonistas o eudomonistas". "Esto último, sobre todo replica Justo ha sido tan nuevo para mí, me ha sorprendido de tal manera, que he estado a punto de exclamar, como mi presunto antecesor, cuando a él y a su amo los trataron de trogloditas y de escitas: " ¡Nosotros tortolitas, nosotros perritas! ".
No obstante esta elocuente manifestación de desapego por la filosofía que años más tarde expresará nuevamente en su trabajo sobre el realismo ingenuo publicado originariamente en la Revista Socialista de Madrid en el año 1903 escribo sobre el tema en la seguridad de no crearle a Justo una Filosofía, sino de reconocer en su labor de pensador y de político a un hombre de ideas generales.
Cuanto más analizamos su obra múltiple de escritor político, de legislador y de militante destacado del movimiento socialista más fuerte es la convicción de que Justo es en primer término un pensador, un hombre de ideas generales, que maneja con fuerza y audacia admirables. Nosotros diríamos que es un temperamento político, de economista, o de sociólogo; es el prototipo de pensador que donde pone su inteligencia y su capacidad de estudio alcanza los principios esenciales de cada rama del conocimiento y se propone realizarlos con audacia juvenil, desechando temores e inquietudes sobre las consecuencias que lógicamente deben confirmar la deducción científica alcanzada.
El distinguido profesor Avelino Guiérrez, en el discurso que pronunció en el teatro Colón sobre Justo, explica cómo el joven cirujano realizó en 1890, por primera vez en el mundo, la resección osteoplástica de la bóveda craneana a un enfermo. Conocía Justo los fundamentos de la craneotomía, los detalles de la técnica del método de Wágner, que no había salido aún del terreno experimental. "Se decidió después de haber estudiado todo el proceso histórico de la trepanación y regeneración de las pérdidas de substancia, sin formación de callo, así en las grandes brechas cono en las fracturas, y después de conocer los fundamentos básicos del método: anatómicos, anatomofisiológicos, clínicos y de técnica y experimentales con vista a las ventajas y posibilidades, justificando su decisión con las siguientes reflexiones: "No necesitamos más para vernos inducidos y autorizados a practicar en el hombre enfermo la resección parcial y temporaria de la bóveda del cráneo, en lugar de la trepanación.". Este episodio narrado por el profesor Avelino Gutiérrez constituye la más exacta demostración de la contextura intelectual de Justo.
Confirmando el juicio, aportamos un segundo ejemplo igualmente demostrativo de la capacidad comprensiva del maestro cuando estudiaba un problema, en la única forma en que él sabía hacerlo: a fondo. A poco de iniciarse en el movimiento socialista, Justo se ve obligado a estudiar problemas concretos y fundamentales de la economía argentina, lo que hace con gran clarividencia, abundante información y sólida teoría, que le permiten llegar a conclusiones que desarrollará en el curso de su vida y nos legó sin que se hayan realizado en todas sus partes.
Entre los problemas nacionales estudíó la cuestión monetaria, de la que nuestros políticos y terratenientes sólo sabían que era una materia susceptible de determinar rápido enriquecimiento a algunos pocos y ofrecer recursos a los gobiernos dilapidadores. Llegó a conclusiones tan firmes que le han valido nombradía entre los entendidos en esta clase de estudio. Y aun cuando para los propósitos de la acción política inmediata que le determinó a estudiar la cuestíón le habría bastado sostener la tesis de la conversión, Justo afirmó, ya en 1903, la teoría de la garantía monetaria, que iba a traducirse veinticuatro años más tarde (1927) en un proyecto de ley no bien comprendido por muchos.
Como su opinión sobre el límite de la garantía emitida en 1903 (La moneda, edición 1928) y reiterada en 1911 fuera aprovechada en los famosos debates parlamentarios de 1914, Justo tuvo ocasión de explicar cómo llegó a las conclusiones que lógicamente se deducen del estudio completo y severo de una cuestión: "Recuerdo dijo en la sesión del 7 de agosto de 1914 que cuando escribía estas palabras pensé: ¿ no servirá esto algún día para una argumentación favorable a emisiones hechas con malos fines?. Y mi temor de aquel momento se ha confirmado en esta sesión. He tenido el desagrado de ver que el señor diputado de la Torre usa esta proposición eventual, puramente doctrinaria y de altísima política, si se lo quiere admitir, como un argumento que justifica la emisión de papel moneda inconvertible, para descontar a bancos que considero en gran parte en bancarrota".
"Me pareció evidente agrega más adelante como se confirmó después, en los años sucesivos, que iba a afluir mucho más oro a la Caja de Conversión; que cada vez nuestra moneda se fortalecería más; y declaré esto, o puse esto, como una especie de tour de force teórico: "el problema interesante sería determinar cuándo y cuánto podría emitirse con fines fiscales, no bancarios".
Los dos ejemplos citados corroboran la afirmación primera que dejamos consignada más arriba: Justo antes que especialista de ninguna rama es un hombre de grandes ideas generales cuya génesis, curso y desenvolvimiento él sabía seguir con extraordinaria y vivaz capacidad, lo que le permitía establecer rápidas y lógicas relaciones entre hechos mediatos e inmediatos, particulares y generales.
Como hombre de ideas generales tenía una dirección intelectual definida, una posición filosófica clara que no por aparecer con rótulo de afilosófica es menos cierta y característica.
En la obra del maestro hay una tonalidad general uniforme; se sigue en todas sus partes una línea melódica. El hilo de un mismo concepto une los componentes de su labor múltiple, y se lo ve tanto en la producción escrita como en el discurso parlamentario.
No aparecen, sin embargo, en la superficie sus preocupaciones de este orden, tal como ocurre en la producción de otros socialistas, Jaurés, por ejemplo; pero como en éste, en Justo, las ideas generales se encuentran en la raíz de sus pensamientos sociales, económicos y políticos.
No discutió en ninguna parte los problemas de la metafísica, aun cuando no faltan en Teoría y Práctica de la Historia consideraciones abundantes y explícitas de carácter gnoseológico.
A la misma edad en que Jaurés habla en la tesis doctoral "De la realidad del mundo sensible", Justo, que, inspirado por el realismo ingenuo, nunca la había puesto en duda, escribe sobre los aneurismas arteriales quirúrgicos y opera por primera vez en el país una hernia inguinal libre.
Pero las cuestiones generales le interesan y, aun cuando con ánimo de negar vinculación a la filosofía con el Socialismo, escribe su valioso ensayo Realismo ingenuo, demostrando un conocimiento abundante sobre los puntos en discusión que le sirve para oponer admirablemente las interpretaciones y pareceres de quienes se consideran y se los considera versados en filosofía.
Explícitamente en el capítulo de su obra fundamental dedicado a la ciencia, el arte y la religión, Justo toma partido en la discusión de algunos problemas filosóficos, de los cuales le interesa especialmente el vinculado a la teoría del conocimiento. En ese capítulo cita a Pearson, cuya obra, Gramática de la ciencia, recomendaba calurosamente a los estudiosos, aun cuando no es un libro de ciencia sino de filosofía y de una tendencia muy en boga en la época en que fue escrito.
Demostró el interés que despertaba en él, el problema de la realidad del mundo sensible, aconsejando, en 1916, a Augusto Bunge, la traducción de un artículo de Friedrich W. Adler sobre El descubrimiento de los elementos del mundo, en el que el autor expone la filosofía de E. Mach y en especial modo sus ideas sobre la sensación y el mundo exterior.
Podemos, pues, ocuparnos de las ideas filosóficas de Justo apuntando en esquemático examen su orientación general, ya que hasta el propio desdén del maestro por estas cuestiones es un rasgo característico de cierta tendencia filosófica en pleno desarrollo y auge hacia fines del siglo pasado.
ORIENTACION CIENTIFICA
La preparación científica de Justo y la persistente tendencia positivista del pensamiento general durante el último cuarto de siglo anterior, crearon en el maestro el horror a la metafísica y a los devaneos filosóficos que habían obscurecido tantas inteligencias del movimiento socialista.
El extraordinario progreso de las ciencias aplicadas, el empleo del vapor a la técnica industrial y la serie maravillosa de inventos de inmensa trascendencia práctica que llenan el siglo XIX orientan la inteligencia hacia lo concreto y empírico.
Concurrente con este impulso hacia lo real que proviene de la técnica aplicada, el pensamiento científico se dirige hacia la naturaleza, empleando la observación y el método experimental. La tendencia especulativa fundada en construcciones de la fantasía cede paso a las tendencias científicas que saliendo del laboratorio predominan en el pensamiento más general de la hora. Por otra parte el método científico presta ayuda a la Historia para sus investigaciones.
El materialismo se encargó de contener y neutralizar las especulaciones idealistas durante la primera mitad del siglo pasado. En la segunda, el positivismo, suavizando las asperezas de un materialismo grosero que a pesar de todo no consiguió eliminar la metafísica de su propio seno, determina una corriente antimetafísica y estatuye con Comte una filosofía de la experiencia. El pensar positivo última etapa de la ley de los tres estadios enunciada por Comte se afirma en los hechos y busca relaciones legales entre los mismos por medio de la observación y el experimento. La esencia de la realidad, lo absoluto no son motivos de preocupación para el positivismo que afirma como postulado esencial la relatividad de los conocimientos.
La orientación mental que preparan los hombres de ciencia del siglo Mayer, Young, Pasteur, Gay Lussac, Dalton, Ampere, Faraday y tantos otros y precisan Spencer, Comte, Stuar Mill, Darwin, Oswald, Mach, Poincaré y otros, influye en la dirección espiritual del eximio cirujano Juan B. Justo, que busca, siempre la realidad y el experimento para afirmarse, sin dejar resquicio a las divagaciones especulativas.
"La experiencia es la fuente del conocimiento, la crítica inexorable de la ilusión", dice en Teoría y práctica de la historia. "Y la gran experiencia es la que se hace en el mundo, por todos, en la vida práctica, en el complejo trabajo histórico."
Combate todos los esoterismos, tanto religiosos como los que pudieran existir en la teoría socialista a manera de residuos de las ilusiones de su metafísica de la primera hora.
La práctica y el experimento son los únicos reactivos capaces de denunciar la bondad y exactitud de las teorías.
Impregnado de espíritu científico y con un sólido conocimiento de la naturaleza, Justo encuentra base científica en algunos de los enunciados filosóficos que se mencionaban en la literatura socialista del siglo anterior. Con Engels dice que lo esencial de la dialéctica, lógica sui generis, no es nada más que la idea de la evolución y recuerda que aquél, "después de dedicar durante ocho años la mejor parte de su tiempo a un estudio general de las ciencias matemáticas y naturales, reconoció que la idea de la evolución se adquiere directamente en el estudio de los fenómenos físico-biológicos, sobre todo desde que se ha conseguido la licuefacción de todos los gases, descubierto la transformación de las fuerzas y escudriñado el origen de las especies."
En el mismo trabajo sostiene que lo fundamental de la teoría del conocimiento de Kant se encuentra en los estudios anatómicos de Morgagni, citando el juicio de Lange: "La fisiología de los sentidos es el kantismo desarrollado o corregido".
Por no haber dejado nunca "la clara, llana y ancha vía de la ciencia", Justo busca siempre apoyo en la realidad y confronta los juicios mediante la aplicación del método experimental. Huye de las divagaciones verbales que abundaban en la literatura socialista como consecuencia inevitable de la aplicación en gran escala del método dialéctico que Marx empleó y preconizó desde que, apartándose del "idealismo dialéctico"de Hegel, pasa al materialismo dialéctico, combinando así las enseñanzas de éste con las críticas de Feuerbach que veía en la antropología el secreto de la teología.
Con agudas observaciones Justo colabora en la crítica del método dialéctico que pocos años antes Bernstein había desmenuzado brutalmente ante el asombro de todos los socialistas y en particular modo de los que se consideraban "marxistas puros". Bernstein, ridiculizando el pretendido método dialéctico, lo explicaba diciendo que mientras la lógica dice que "sí es sí y no es no", la dialéctica es el método que enseña que "no es sí y sí es no", contorsión evidentemente del clásico aforismo hegeliano que tanto favor encontró entre los socialistas: todo lo que es real es racional, todo lo racional es real.
¿ Qué es la dialéctica?, se pregunta Justo. " ¿ Algún nuevo método de investigación y de trabajo, como los logaritmos o el cultivo de los microbios o la estadística?. Nada de eso. La dialéctica parece ser una lógica superior, mediante la cual se alcanzarían resultados inaccesibles para la lógica vulgar. Consistiría en ver las cosas, no es su rígido contraste con las otras, en su quietud, en su aislamiento, sino en su "Werden", en su "devenir", en comprender que "todo fenómeno encierra las fuerzas que han de engendrar su contrario.
No se concebía el socialismo a fines del siglo pasado sino unido a la dialéctica. Toda crítica a ésta parecía objeción al socialismo. Las observaciones del gran teórico alemán Bernstein debieron explicablemente determinar una intensa reacción en las filas de la Internacional socialista. Polémicas en libros, revistas y diarios; discusiones en los congresos nacionales e internacionales suscitó el trabajo de Bernstein y consiguientemente el de Kautsky en defensa de los principios marxistas.
Justo tomó parte en esa revisión de valores y en su breve pero medular estudio sobre el realismo ingenuo, se pone de lado de quienes ven en el estudio experimental de la realidad el único fundamento serio del socialismo.
La dialéctica tiende a alejarse un poco de lo objetivo y real, erigiendo construcciones abstractas mediante el llamado automovimiento dialéctico del pensamiento y de los conceptos. Reconocidos los primeros hechos y fundados los primeros conceptos, el movimiento socialista dejó a la dialéctica el desarrollo de la teoría, llegándose a ese período de retoricismo doctrinario que, con no mucha fuerza, se extendió, sin embargo, hasta la guerra europea. Todavía subsiste en algunos, especialmente en los comunistas y en los comunizantes, la orientación muy del siglo XIX, de manejarse con meros conceptos y tratando de amoldar la realidad a la doctrina. Es la categoría del solipsismo socialista que, reñida con la realidad, busca en el movimiento interno de los principios o en el dinamismo dialéctico del pensamiento la fuente para sus divagaciones pseudo doctrinarias.
Justo se apartó decididamente de esta orientación del socialismo que lo mantenía anquilosado y lo conducía al dogmatismo. Hay que ir a los hechos, estudiar la realidad y someter de continuo los principios a la confrontación de las nuevas experiencias. No confiar en la virtualidad de los principios, que no podrían contener la realidad social posterior a Marx; pretender encerrarse en los mismos y aplicar la dialéctica es llegar tarde o temprano al devaneo doctrinario, a la combinación de formulitas salvadoras, pero apartándose de la realidad del mundo sensible. La doctrina no podrá enriquecerse, ampliarse o depurarse confiándolo todo al automovimiento lógico de las ideas; su perfeccionamiento debe esperarse de la observación y del experimento.
Adopta, pues, desde el primer momento, un lugar en la nueva orientación del socialismo que se ha dado en calificar y por muchos con intención despectiva de revisionismo reformista. Antes que en el automovimiento de las ideas, cree Justo en el movimiento de los hechos y en la acción, sin aceptar el esquemático distingo de los polemistas de aquella hora, que atribuían al marxismo puro preocupación por el fin y a los reformistas única y exclusiva atención al movimiento.
Amigo de lo concreto y de lo real, Justo no habla de teoría repitiendo frases y fórmulas, sino presentado conclusiones y desarrollando ideas generales fundadas en hechos y fenómenos observados y observables. Quiere señalar un criterio de la verdad contenido en las afirmaciones, cuando reclama apreciar los resultados mensurables de la acción, leiv motif de todos sus escritos.
Y en cuanto a la dialéctica puede tener alguna utilidad, la emplea tan sólo como recurso polémico o medio expositivo y sin abusar del procedimiento. Enfrentando tesis y antítesis que supera luego en la síntesis, desconcierta a los contrincantes empleando sus propios argumentos para desarmarlos; es así como llega, por ejemplo, a reconocer como conveniente la coexistencia del socialismo político y del apolítico anarquismo en pueblos como el nuestro, en que la incapacidad de muchos ciudadanos les impide comprender nuestra obra y al propio tiempo la reacción afectiva los aparta de la política criolla.
HUYE DE CLASIFICACIONES FILOSOFICAS
Tanto como desprecia la metafísica huye de las clasificaciones filosóficas, que ridiculiza con mordaz ironía en su nota autobiográfica al negarse a comprender la afirmación del amigo materialismo dialéctico que le consideraba un materialista mecánico.
Desea que la magna doctrina de la Historia se vea libre de la denominación metafísica de materialista, "fórmula ingenua, petulante y hueca de la adolescencia intelectual". Se preguntaba, en 1898, al dictar su magnífica conferencia " La teoría científica de la Historia y la política argentina", para qué se necesitaría en la Historia la teoría materialista. ¿ No se enseña la física, la química, la biologia sin el auxilio de esa denominación que nada significa?. Y arremetió contra el materialismo en una época en que los libros de L. Büchner y de E. Haeckel constituían la biblia obligada de todo hombre medianamente instruído, y cuando el respeto por el magister dixit del socialismo obligaba el empleo de la denominación materialismo histórico.
Pensador que ponía su inteligencia al servicio de la humanidad, cuyo nivel de vida material y mental perseguía con ardoroso afán, no podía sino señalar el equivocado lugar que los pseudo problemas ocupan en la conciencia de muchos hombres y particularmente de muchos socialistas que, si bien ignoraban las conquistas de las ciencias, no desconocían las ideas metafísicas del pasado y estaban siempre al día con las novedades filosóficas.
Refiriéndose a la siempre viva polémica entre materialistas e idealistas, Justo recoge y enuncia lo esencial del concepto del físico Mach. "La materia es inseparable de la idea, y la idea, de la materia", dice en Teoría y Práctica de la Historia. "No conocemos la materia sino por la idea que nos formamos de ella, ni podemos formarnos una idea sino de la materia". Y más adelante agrega: "Suponiéndose en la corteza del mundo, aseguran los idealistas que hay algo adentro, inaccesible a sus sentidos y a sus cálculos, a lo que los materialistas, creyéndose amurallados contra el error en la cáscara de sus percepciones, contestan que el relleno del mundo es la materia. El más ordinario sentido común y la última palabra de la ciencia desechan por igual el equívoco del núcleo material de una cubierta ideal o la envoltura material de un núcleo ideal."
Fuerte en su posición cientificista, acepta Justo las hipótesis como necesarios instrumentos de trabajo, pero rechaza las falsas hipótesis inhibitorias del desarrollo del saber, entra las cuales menciona la de lo incognoscible, de algo que ignoramos y jamás podremos saber, hipótesis de uno de los positivistas más destacados de la hora. ¿ Cómo postular lo incognoscible si las posibilidades de investigar exceden los arbitrarios límites que mojonan las malas hipótesis?. Fundados en las condiciones anatómicas del ojo, se afirmó que ningún instrumento permitiría ver partículas inferiores a un diámetro de diez milésimos de milímetro; sin embargo, el invento de ultramicroscopio ha permitido llegar más allá de ese límite, entrando en la zona malamente considerada de lo incognoscible.
RAZON DE SER DE SU REALISMO INGENUO
Justo se llama realista ingenuo no por el deseo de adoptar una escuela y de incluirse en algún casillero de clasificación filosófica, sino como necesidad que le impuso el ambiente intelectual de movimiento socialista.
¿ Qué persigue el socialismo y cuál es su fundamento teórico?. Si el socialismo es un movimiento de la clase trabajadora organizada que tiende "a realizar una libre e inteligente sociedad humana, basada sobre la propiedad colectiva de los medios de producción"; si lo fundamental y vivo de la doctrina reside en la teoría económica de la Historia y, finalmente, si el socialismo no es la enunciación de una nueva fórmula sociológica sino un gran esfuerzo histórico que necesita el concurso de los trabajados y de todos los hombres de conciencia, ¿ cómo complicar los problemas propios para esta acción trascendente con floraciones intelectuales inaccesibles para el pueblo?.
"La filosofía del pueblo es el realismo ingenuo, el modo de ver intuitivo y vulgar que los filósofos desdeñan. La realidad es el conjunto de las percepciones y conceptos comunes de los hombres, nunca tan comunes como cuando se aplican a la vida ordinaria en el trabajo, en la técnica."
Quiere romper Justo con la literatura filosófica que se infiltraba en los escritos y en las polémicas de los socialistas, escribiendo ese jugoso trabajo titulado El realismo ingenuo, donde después de contraponer las opiniones dispares de distinguidos escritores socialistas y de demostrar cómo se encuentran principios o conceptos científicos claros tras obscuros enunciados filosóficos, Justo afirma como una necesidad para el vigor y la fortaleza del gran movimiento renovador, adoptar el realismo ingenuo propio de los hombres vulgares que nacen "predispuestos a creer que las cosas son lo que nos parecen, sin necesidad de descifrar a Kant, ni de leer a Avenarius."
Propiciaba Justo, pues, una nueva orientación intelectual de las masas socialistas, a las que quería desviar de las preocupaciones metafísicas impregnándoles el sentido y el espíritu de la ciencia y de su método. Y al apartarse de la posición filosófica de los pensadores socialistas del siglo pasado proclama el triunfo del realismo ingenuo. ""a ciencia para nacer y desarrollarse no ha necesitado de ella, como que la ciencia no es hija del idealismo ni del materialismo, sino del realismo ingenuo, de la vida y de la técnica. Movimiento popular y científico, el socialismo para ser genuino tiene que ser ingenuo; para ser consciente tiene que ser vulgar."
La posición de Justo a este respecto en relación, como queda señalado ya, con las tendencias intelectuales predominantes en el socialismo del siglo pasado, no es propiamente lo que en la historia de la filosofía se llama realismo ingenuo, pues en verdad, bien analizado su ingenuo realismo, nos encontramos con un punto de vista cómodo para la acción y que fue, en manos de Justo, el instrumento para destruir las preocupaciones filosóficas dentro del socialismo.
Muy lejos se hallaba Justo de creer que la realidad se da ingenua y positivamente a quien la contempla; y en particular sentido no ignoraba que la realidad social no se ofrece desnuda al juicio de los hombres. La vida económica se extiende y aumenta su complejidad; pesado velo oculta el proceso de la producción, impidiendo ver las complejas relaciones económicas en que entran los hombres en la actual sociedad. Se hace necesario el estudio y el análisis para comprender el mecanismo de la producción y del cambio y compenetrarse de la función del trabajador, como elemento renovador en la política y en la Historia.
No adopta entonces propiamente el realismo ingenuo, ya que éste es en Justo una forma de pragmatismo, juicio que compartimos con Gregorio Bermann.
POSICION PRAGMATICA
Posición intelectualista y criterio pragmático son las notas dominantes en la obre de Justo que cita complacido a Comte, Poincaré, Mach y seguramente no desconocía a W. James.
Del materialismo filosófico al positivismo, filosofía de la experiencia; y de éste al pragmatismo, filosofía de la acción, encontrándose los tres en una misma línea de orientación intelectual. En la década última del siglo pasado el pragmatismo domina en la obra de grandes pensadores aunque adoptando formas y modos diferentes; expreso y sistemático en James y Mach, se infiltra en Bergson apoyo de los teóricos del sindicalismo como Sorel al sostener el carácter pragmático de la intuición y del conocimiento, en Poincaré cuando acepta las hipótesis por el grado de comodidad, lo mismo que en Croce al admitir y definir sus conceptos.
En todas las páginas de Justo encontramos el criterio pragmático como una orientación persistente. En Teoría y Práctica de la Historia se concreta su pensamiento ya expuesto en varios ensayos anteriores tales como El método científico y El realismo ingenuo, para no citar sino los más característicos.
Profunda y sugestiva es la página en que Justo presenta al hombre y a la naturaleza concebidos para la acción, después de rechazar la dicotomía, sin sentido, trazada por Buckle entre la naturaleza y el hombre, sugestiva sobre todo "para los que estudien la Historia en la acción, para los hombres a quienes sensaciones y sentimientos elementales, de que tienen conciencia, los mueven a imprimir a la Historia un sentido determinado, y en ese empeño cuentan o chocan con inconsciencia de las masas."
Agrega más adelante: "Nada se saca en limpio manipulando esas dos abstracciones, el hombre y la naturaleza. No hay leyes físicas y leyes intelectuales; todas las leyes son físico-intelectuales, naturales y humanas. No están escritas en el mundo sino para ser descifradas por nuestra clave, y sólo existen en el sentido y el alcance de esta clave. De ahí su necesidad, de ahí su relatividad ".
También encontramos este concepto en la profunda sentencia grabada en su obra magna: " Manifestación primordial del desarrollo mental, la técnica es la síntesis de la naturaleza y el hombre, la conjugación de la materia y el espíritu.
Después de recordar el juicio de Pearson "la ciencia es una economía de pensamiento"- Justo afirma el valor pragmático de las teorías: "La solidez de la verdad científica, el valor de la teoría, consisten en que nos sirven en la práctica del trabajo directamente productivo o del trabajo investigador".
"El valor de una hipótesis está en la fuerza con que se impone a la atención de los hombres, y los estimula a la investigación. Lo importante para la hipótesis es que se dude de ella, que no se la confunda con la verdad. No importa que resulte a la postre no verificable; si nos empeñamos en verificarla, habrá siempre conducido a nuevos estudios y tal vez a nuevos descubrimientos". Como se ve, Justo adopta en este punto igual posición que Poincaré y Mach.
En los fundamentos del proyecto de ley sobre separación de la Iglesia del Estado, Justo sintetiza con fuerza sugestiva y vigor extraordinarios las líneas de su pensamiento filosófico. Muy breves son los fundamentos, pero constituyen, sin embargo, el credo de un gran pensador. No hay una palabra en exceso ni un giro que desentone. Leyendo esta página magistral se siente la emoción de estar frente a una montaña que impone por su majestad y grandeza y promete por los inmensos valores espirituales que atesora.
A través de la densa alineación de pensamiento se recoge la impresión de la serena confianza en sí mismo y de su propio valer, que no le envanece pero que tampoco disimula. En esa profunda página, la más honda y penetrante que haya escrito después de Teoría y Práctica de la Historia, se aprecia bien cómo su visión ingenua del mundo encierra un concepto pragmático.
"Con ingenuidad de hombres del siglo XX, vemos el mundo como un juego infinitamente grande y complejo de fuerzas, y, entre ellas, nuestros apetitos, nuestros sentimientos y nuestras pasiones. En el caos del ambiente físico-biológico nos desarrollamos gracias al orden que introduce nuestra inteligencia en él, merced al sistema de leyes científicas, resultado de la observación y el experimento, leyes de creación humana que se imponen a todos, pues fuera de ellas, nuestra inteligencia fracasa. Y porque son humanas, esas mismas leyes científicas no las consideramos válidas, sino dentro de su relatividad. Las creemos ciertas en tanto que nos sirven para la acción práctica, mientras nos guían hacia el mayor conocimiento y dominio del mundo y no obstan a la elaboración de teorías más comprensivas y actuales. Son nuestros instrumentos de economía mental y las adaptamos cada día a nuestra nueva experiencia. Ellas son el conocimiento que nos habilita colectivamente para vivir. En nuestras manos y nuestra mente está el ensancharlo, para aplicar mejor los elementos y hacer más productiva nuestra labor diaria, para prever, y así evitar, los males que puedan amenazarnos, para alcanzar una vida más amplia, más compleja y más noble." El mismo criterio pragmático encontramos en muchas páginas de su inmensa labor, tal por ejemplo en aquella en que rechaza la sociología y se inclina hacia la Historia diciendo que "todos estamos dentro de la sociedad, inclusive los sociólogos, y si alguien realmente prefiriera sus teoremas sociológicos a la vida de la comunidad, sería tan estéril en la teoría como en la práctica", y que debe "en la Historia un proceso universal y continuo, cuya teoría es la teoría general de las actividades humanas".
¿ Cómo llegar al conocimiento de las leyes históricas?. "Sólo descubren el camino los que quieren andar". "Son los prácticos, los militantes, quienes más saben de las fuerzas del mundo social". "La ciencia de la Historia es ante todo una ciencia de partido. "Justo, apóstol de un gran movimiento de renovación social con claros fines mensurables, sostiene en el orden intelectual la tendencia pragmática, guía segura de pensamiento y brújula cierta para la acción.
SOBRE LA AUTONOMIA DE LA PERSONALIDAD HUMANA
No obstante la vinculación de su pensamiento con las ideas positivistas de la hora, Justo defiende en todo instante la autonomía de la personalidad humana, fuente de energías y sentimientos primarios capaces de grandes realizaciones en el curso de la Historia.
Afirma la urgencia de trabajar con la realidad, orientados por criterios objetivos y persiguiendo finalidades concretas y mensurables, pero sin suponer que el devenir mecánico de la realidad social conducirá ciegamente a un mayor grado de perfeccionamiento.
Con alguna frecuencia leemos en sus escritos la expresión ciencia o conocimiento positivo, demostrándose así que Justo sabe tomar de Comte lo que constituye, sin duda, una adquisición intelectual en el desenvolvimiento de las ideas, mas sin aceptar las creaciones dogmáticas del pensador francés ni reconocer como posible la reglamentación de una mecánica social o de una física humana. No se halla en Justo una sola vez siquiera manifestaciones del ingenuo y grosero mecanicismo que hace algunas décadas veía en las ideas secreciones del cerebro, y esperaba del compás, de la balanza de precisión y de las retortas de laboratorio la definición precisa y detallada del alma humana.
No toma en consideración el mecanismo pseudocientífico, supera el positivismo estrecho dominante en su época.
Nada debe esperarse del desarrollo intrínseco de las fuerzas ciegas de la sociedad. Hay que esclarecer las conciencias, iluminar las inteligencias para que todos los hombres capaces de comprender las fuerzas de la Historia dejen de ser sus juguetes y se conviertan en sus autores conscientes y voluntarios. Su prédica es de esclarecimiento e ilustración, y toda su labor de político tiende a elevar la cultura del pueblo, despertar la íntima y pujante conciencia social de los hombres que tienen deberes y obligaciones ante la historia.
Lejos del retoricismo académico, Justo antes que el pontífice de una ideología, es el apóstol enseñante que ha realizado en nuestro país la más gigantesca labor de educación y de cultura en la masa popular. No la deslumbró con declamaciones huecas o enseñanzas exentas de envergadura intelectual y pobres de conceptos y nociones.
Alejandro Korn uno de los valores intelectuales más ponderables del momento presente- refiriéndose a la renovación del arsenal ideólogico legado por Alberdi, y luego de señalar el frustrado empeño de Ingenieros y recordar el intento de restauración nacionalista de Rojas, afirma que en el sentido renovador "la obra más orgánica y coherente se la debemos a la pertinacia tesonera del Dr. Justo, El partido Socialista representa de hecho la fuerza renovadora más disciplinada. Aparte de su influencia política, ha ejercido una intensa influencia educadora".
Justo subraya el papel del hombre en la Historia y pide para él un lugar destacado. No es una mercancía ni puede considerársele una cosa. Rechaza las supercherías de los economistas burgueses que en sus fórmulas conceden un valor aritmético al hombre. Afirma la existencia de un factor moral e histórico en el salario que debe ser reconocido para que la legislación social realice cada vez más el ideal de la justicia. Quiere elevar a todos los hombres a los goces de las actividades superiores del espíritu que no pueden ser privilegios de unos pocos ni constituir manifestaciones inaccesibles a la comprensión de todos los seres. "Difúndanse entre los hombres las actividades superiores, más solidarias y nobles, y habrá en el mundo más razón, más belleza, más bondad."
Preocupó a Justo desarrollar en el pueblo una orientación intelectual para que su participación en las luchas sociales y políticas resultase siempre fecunda. Tanto como se acentúa la división del trabajo y se hace cada día más parcelaria la labor de los hombres deben desarrollarse las facultades superiores. Y tanto como la vida se complica, apremia desenvolver la idea suprema de ley, que organiza el aparente caos del mundo y nos da una idea coherente de la sociedad.
"El desarrollo técnico-económico que tiende a reducir el trabajo de cada hombre a un solo material y a una sola o pocas operaciones simples, atrofiaría la mente de la gran mayoría de los hombres si no expusiera incesantemente ante sus ojos la multiplicidad y la variedad infinitas de la obra humana intencional, si de la regularidad de sus aplicaciones en ingenio humano no sacara, siquiera embrionaria, la noción de la regularidad general de los fenómenos, sino se viera en el caso de extraer de los hechos fórmulas generales y abstractas, único modo en que es ahora concebible por el individuo el conjunto de la técnica." Justo quiere infundir al pueblo la grande, general y abstracta idea de ley. Sabe bien que pocos principios gobiernan la inteligencia y que con pocas ideas generales bien comprendidas y aplicadas los hombres se desenvuelven admirablemente en la sociedad. Tenía la preocupación del concepto ley, de la regularidad que preside el desenvolvimiento de los fenómenos; sabe que este concepto es lo fundamental del pensar positivo, capaz de disolver el misterio y de predisponer los espíritus para trabajar en una labor incesante, siempre renovada y cuyo fin no se dibuja en el horizonte intelectual. "Marchamos sin descanso por el camino de la Historia, La Humanidad está siempre en vías de crecimiento y de transformación."
Aspira a cultivar la inteligencia de los hombres para que, guiados por la ciencia, sean capaces de orientarse en los conflictos fecundos de la sociedad, renovando las fórmulas y las doctrinas que son instrumentos de investigación y acción y no artículos de fe o principios dogmáticos.
EL PROBLEMA MORAL
Pero no es un intelectualista puro para quien la moral, el problema de la conducta, está más allá de sus preocupaciones diarias. "Hablar siempre de moral, y sobre todo de las propias virtudes, es de hipócritas". Pero" no plantearse jamás problemas de moral, sobre todo a propósito de la propia conducta, es de bestias humanas o de presuntos superhombres." Mas para Justo el problema moral no es un motivo de análisis disquisitivo de lo que la moral pueda ser en sí misma, ni tema para desenvolver teorías abstrusas y principios inaccesibles. El desenvolvimiento de la moral es concordante con la marcha toda de la historia, dice Justo, y en este sentido, el progreso moral se confunde con el progreso histórico" (Prólogo al libro de A. Bunge El culto de la vida). Pudo de decir por eso, al terminar su profunda conferencia sobre el socialismo, dictada en 1902, que "el socialismo, más que una teoría histórica, una hipótesis económica y una doctrina política, es un modo de sentir, pensar y obrar que vigoriza y embellece la vida de los individuos como la de los pueblos."
No acepta que el socialismo y la idea marchen por un lado y la vida práctica y la moral por otro; repugna a su espíritu la cómoda dicotomía del pensamiento y la conducta de aquellos que postergan para el día del triunfo final el cumplimiento de los altos principios de moral. Si el socialismo es movimiento y acción compromete desde ya la conducta de sus militantes que no pueden conformarse con la doctrina católica de la "promesa".
Justo, el hombre de ciencia, el determinista que quiere infundir en el pueblo la suprema idea de ley, no dice sin embargo con lo cual excede los límites del determinismo mecánico que haya una moral natural y que baste buscarla en derredor para conocerla.
"La última conclusión de la ciencia es la del sentido común: prácticamente el hombre es el centro del mundo, y nada tanto como el hombre mismo debe preocupar al hombre. Mas no descubre la ciencia en el mundo un fin bueno e inteligible, una moral. Seres infinitos nacen, sin responsabilidad, para una vida frustra. Lo que para nosotros es enfermedad y muerte, es para los microbios un festín. Los caprichos de la atmósfera hacen de la agricultura un juego de azar. Dentro mismo de la sociedad humana, chocan ciegos y furiosos los elementos"
Después de afirmar que el mundo es amoral se hace la inquietante pregunta que todos nos hemos formulado alguna vez en la intimidad de nuestras conciencias. ¿ A qué tiende la historia? ¿ Adónde va la vida?.
"A su propio incremento, contesta, a su propia expansión. Como los organismos elementales, propende el hombre a multiplicarse con toda su potencia". "Forma superior de la vida, llévala el hombre y la acrecienta por doquier. Para ello crea su técnica, para ello establece y cambia sus relaciones sociales." "Una fuerza primordial domina a la Historia prosigue en esa honda página de su libro-: la tendencia al crecimiento indefinido del protoplasma."
Frente al determinismo riguroso levanta la autonomía del hombre y proclama su fundamental papel en la historia.
Transcribamos sus palabras saludables:
" ¿Será el hombre, que descubre esta ley, juguete de ella al igual que el bruto?. ¿Pesará ella sobre nosotros con la fuerza incontrarrestable de las leyes cósmicas?. ¿Crecerá siempre el protoplasma, bajo la forma de hombre, tan ciegamente, tan sin objeto inteligible y propio, como en las otras formas de la vida, que el hombre extingue o domestica?. Simple fuente de placer ingenuo, ¿ será también la vida para la masa humana condena eterna al dolor involuntario y estéril, peor que la muerte? ".
Continúa: "Numerosos indicios del moderno movimiento histórico señalan para la humanidad un porvenir mejor. Marcha ella en masa hacia la libertad, que no consiste en la soñada independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad así obtenida de hacerlas obrar metódicamente con fines determinados."
Pone Justo el sentimiento en la base de sus preocupaciones. Las fuerzas elementales dominan todo, como una manifestación de la vida que marcha hacia su propio incremento, a su propia expansión. Afirma el amor abstracto, diciendo a su respecto en el prólogo antes citado: "es siempre necesario reiterar esta declaración, renovarla, envolviéndola en el ropaje de las nuevas ideologías, probar que, con el desarrollo de la inteligencia y los conocimientos humanos, fluyen siempre las fuentes del amor, y se hacen, si no más copiosas, más cristalinas. Al perpetuarse, los móviles subjetivos de la moral se entonan con el conocimiento de la moral objetiva, que no es el resorte de nuestros buenos impulsos, pero los ilumina y los guía".
Vuelve a reafirmar esta convicción profunda en los fundamentos de su proyecto de ley de separación de la iglesia del estado, diciendo: "Arde entre nosotros, inextinguible, el amor de nuestra especie, la simpatía humana, sentimiento primordial, anterior a toda creencia y toda religión, independiente de todo rito y de toda iglesia, mandato imperativo de todo dogma, voz más elocuente que la de todo, auténtico o ficticio profeta". " Quien siente, indestructible y sagrada, la chispa de amor que cada ser humano lleva en sí, es quien más se respeta a sí mismo y afirma con mayor energía los derechos al pleno desarrollo individual."
Cuando Justo examina la realidad social no excluye del análisis ninguna actividad humana, pues todas tienen su papel en el concierto de las fuerzas. Pero cuando estudia la organización partidaria o considera las finalidades de la sociedad, Justo clasifica los esfuerzos, realiza una depuración fundándose en una escala de valores morales que sostiene su convicción y energía. Su conciencia estimativa de los valores dicta la declaración sobre la norma de conducta de los afiliados, que aprobó un Congreso nacional del Partido Socialista, y el artículo relativo a las incompatibilidades en el desempeño de cargos públicos.
Fundamenta la moral subjetiva en las condiciones objetivas del bien y persigue, como hombre de acción, mejorar dichas condiciones mediante la lucha de clases. "En la obra constructiva, ocupa mucho lugar la lucha de clases". "La moral social es hoy, en ese sentido, función de partidos".
El lugar que el sentimiento y la conciencia del bien ocupa en la obra de Justo, es inmenso, pero sólo aparecen acompañados de propósitos para la acción, siempre conducente a crear un medio de moral objetiva cada más superior, y constantemente, más identificado con los impulsos y normas subjetivos.
UN MOMENTO EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO NACIONAL
Hemos intentado, quizás con rasgos imprecisos, dibujar la tendencia más general del pensamiento de este hombre, cuya obra es traducción fiel de sus ideas. Otros dirán las palabras definitivas, el juicio concluyente y sintético de su labor y del lugar que se ha dado en la evolución de las ideas y doctrinas sociales. Queden estas páginas como balbuciente ensayo que, en todo caso, servirá para estimular la parición del trabajo que la obra de Justo reclama ya con insistencia.
Con Justo aparece, en la evolución de las ideas que alimentaron nuestra historia, un momento culminante del pensamiento social. Primero las proclamas de la ilustración y del enciclopedismo en las apasionadas páginas de Moreno, el comentarista del Contrato Social de Rousseau. El liberalismo de los ideólogos se refleja después en la época de Rivadavia, momento de intenso y consciente laicismo. Condensa Echeverría los haces luminosos del romanticismo social de Saint Simon y Leroux. Alberdi, el hombre más representativo del pensamiento argentino, al decir de Juan A. García y Alejandro Korn, proyecta durante la segunda mitad del siglo pasado en contenido de su filosofía positiva, fundada en la experiencia y predicadora de la acción. Exponente de la mentalidad de una época, refleja la doctrina individualista necesaria de la Argentina de entonces, sin población, sin industrias ni comercio, sin los elementos del progreso material que transformaba al mundo europeo. El economismo histórico, la acción social apoyada en la ciencia y el pragmatismo trae Justo con la prédica, en la masa popular, del gran ideal renovador, el socialismo, que es doctrina y acción, idea y sentimiento, concepto y conducta.
Ningún pensador argentino realizó nunca tan fructífera obra en la conciencia del pueblo, que si despertó por varias circunstancias, se ilustró y esclareció por la prédica de Justo.
Se hermanan en Justo el realismo y el idealismo en síntesis y congruencia admirables que rememora al gran Jaurés. Y su obra práctica no contradice su pensamiento porque predicó y practicó el principio de que la doctrina sólo es valedera en cuanto se apoya en los hechos y admite las rectificaciones dictadas por la experiencia.
La verdad de las teorías se prueba en la acción. Por eso el gran teórico del socialismo y expositor del pensamiento social argentino de este siglo, es el fundador del grandioso Partido Socialista, de la importante Biblioteca Obrera, de la cooperativa El Hogar Obrero, de sociedades de socorro mutuo.
Justo contemplado en la tarea diaria y parcial no impresiona al observador superficial o desprevenido en su aspecto de hombre de pensamiento. Quisimos mostrarlo como tal por si nuestro ensayo facilitara la comprensión de su múltiple obra y diera al propio tiempo un concepto del sentido de su optimista y fecunda ideología.
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