EL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO DE ARGENTINA, SU DEGENERACIÓN OPORTUNISTA Y SU ACTUACIÓN FRENTE A LA CRISIS ARGENTINA

Daniel Bengoechea – Diciembre de 2002


A comienzos del año 2002, el comité central (CC) del partido obrero revolucionario de Argentina (POR) rompió todo tipo de relación con mi persona comunicándome oficialmente mi separación del mencionado partido por medio de una carta firmada por dos miembros del comité central (Murúa y Bala). Dicha carta fue la culminación de un proceso de ruptura política y de aislamiento organizativo que se inició tras mis críticas (realizadas formalmente por primera vez en marzo de 2000) a la forma en que se desarrollaba el pretendido trabajo internacional del POR con el objeto de reconstruir la Cuarta Internacional. Personalmente, en sucesivos documentos intenté demostrar el carácter oportunista y espontaneísta que estaba tomando el POR. En particular, relacioné los despropósitos organizativos que llevaron al fracaso de las “Jornadas de Debates por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional”, convocadas conjuntamente con la Liga Bolchevique Internacionalista de Brasil (LBI-QI), con dicha evolución oportunista, encarnada en esos momentos en Gustavo Gamboa (secretario general del POR), pero también acompañada unánimemente por el conjunto del CC del POR.

Mis documentos nunca recibieron una respuesta política. En cambio si obtuvieron como respuesta sucesivas medidas administrativas que implicaron el relevamiento de todas mis responsabilidades y mi separación práctica del partido. Las mismas vinieron acompañadas de una serie de hechos confusos, como la difamación de mi persona por medio de mensajes electrónicos emitidos desde direcciones partidarias, entre ellas la del propio Gamboa, y de ex militantes del POR. Los mencionados mensajes fueron parcialmente desmentidos por el POR tras mi exigencia. Sin embargo estos hechos nunca fueron aclarados correctamente (todavía no se sabe quien mando los mensajes, como accedió a las direcciones partidarias, y además los mensajes emitidos desde dichas direcciones siguen circulando a dos años de la emisión del primero de ellos). Por otro lado, ex militantes del POR, previamente separados del partido fueron resucitados para iniciar un proceso disciplinario contra mi persona por supuestas faltas al centralismo democrático.

Todo este proceso descrito más arriba coincidió con una profundización de la involución oportunista del POR. Dicho oportunismo quedó completamente de manifiesto en la actualidad ante la exigencia de la lucha de clases. En plena crisis Argentina, el POR ha cruzado la barrera de clase, abandonando abiertamente la proclamada necesidad de luchar por la construcción de un partido revolucionario de la clase obrera que trabaje para educar políticamente a la clase sobre la necesidad de la destrucción del capitalismo mediante la revolución socialista y la posterior instauración de la dictadura del proletariado.

En este documento pretendo hacer una balance de mi experiencia de casi una década con el POR, marcando las lecciones que extraje de la misma y presentando una serie de conclusiones que creo son aplicables no sólo al POR, sino también a gran parte de la izquierda (en particular la argentina). Dicho balance lo haré analizando la implicancia del oportunismo y el espontaneismo por mi criticados en el total desbarranque político del POR ante la crisis argentina actual. Una de mis principales conclusiones es que sin el dominio político imprescindible del marxismo y bajo la creciente presión de las masas que buscan una dirección política, el POR lejos de aceptar instruirse, a partir del reconocimiento del fracaso de su política oportunista, en la escuela histórica del comunismo, legada por Lenin, se reafirmó por el contrario en sus rasgos originales antimarxistas, dimitiendo en los hechos al trabajo por la construcción del partido revolucionario de la clase obrera. Esto potenció la imparable y creciente tendencia oportunista de Gamboa, Romario, Santana y el resto de los miembros del CC del POR y los llevo a adaptarse a las ilusiones y luchas espontáneas no sólo de la clase obrera sino sobre todo de la pequeña burguesía urbana. Esta involución, notablemente acentuada tras el estallido social del 19-20 de Diciembre de 2001 inclinó al POR, a despecho de su afán de cientificidad marxista, a teorizar en términos subjetivistas que la construcción de la unidad de los que luchan sin importar su origen de clase es el objetivo del momento de la vanguardia marxista.

A continuación trataré de desarrollar mis conclusiones tratando de presentar las mismas de tal forma que puedan ser entendidas por alguien ajeno a la vida interna del POR, ya que las mismas exceden el ámbito del POR. Por ello trataré de no abundar en detalles que puedan aburrir al lector presentando hechos organizativos concretos sólo cuando sean fundamentales para mi argumentación política.

Breve reseña histórica sobre el POR

A mediados de 1988 se realiza la conferencia fundacional del comité constructor del partido obrero revolucionario. En la misma participan distintos grupos de militantes que habían sido excluidos o se habían apartado del partido obrero (PO). El POR nace inmerso en un contexto histórico de mucha presión del electoralismo de izquierda (pleno auge del MAS). Dentro de ese marco, a pesar de sus limitaciones políticas, el POR tiene la virtud de plantear abiertamente la necesidad de organizar políticamente a la vanguardia obrera para luchar por la instauración de la dictadura del proletariado. Otra virtud del POR fue su concepción internacionalista que se plasmó en su decisión de construir el partido revolucionario de la clase obrera en Argentina como sección de una Cuarta Internacional reconstruida. En acuerdo con esta visión unos pocos meses después de fundación, el POR-A[1], en conjunto con el partido obrero revolucionario de Bolivia (POR-B), liderado por Guillermo Lora, y otros grupos menores fundan el comité de enlace para la reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI). Dentro de este organismo el peso histórico y organizativo del POR-B y la debilidad ideológica del POR-A hicieron que este asumiera como propios los defectos del POR-B; léase su concepción errónea del centralismo democrático, su sectarismo, la táctica del frente único antiimperialista, el rechazo de la violencia revolucionaria, etc..

A partir de 1992, algunos cuadros del POR-A[2] comienzan a criticar el oportunismo, el sectarismo y las desviaciones nacionalistas del POR-B y sobre todo su abandono del marxismo evidenciado en la “teoría de la excepcionalidad boliviana” desarrollada por Guillermo Lora para ocultar el atraso político de su organización. Este proceso culmina en mayo de 1998 con la separación del POR-A del CERCI y con una fracción de un grupo de camaradas del POR-A que deciden seguir ligados al CERCI. Tras esta ruptura el POR-A pareció comenzar a intentar recuperar para si las bases programáticas del marxismo-leninismo. Como parte de este proceso comenzó a revisar algunas de sus concepciones, sobre los estados obreros degenerados, sobre el método para reconstruir la Cuarta Internacional,  sobre la importancia de la propaganda política y su relación con el trabajo práctico entre las masas, etc.; y como parte de este proceso inició procesos de discusión con diversas organizaciones que se reivindican como trotskistas. Primero se estableció un comité paritario con el Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), luego se mantuvieron relaciones con una fracción del PTS (hoy LOI – Democracia Obrera), con un grupo menor denominado CIOS y con el CEMICOR[3]. Luego, se inició un proceso de fusión apresurado con la LBI-QI de Brasil. Y finamente tras el fracaso estrepitoso de esta fusión, y tras la separación del POR del autor de este documento, se procedió a intentar crear en Brasil un grupo afín al POR con la participación de un profesor universitario (autodenominado Vanguardia Proletaria) y un militante que estaba dando sus primeros pasos en el marxismo[4]. Como colofón de ello se pretendió organizar una conferencia por la Refundación de la Cuarta Internacional que nunca se pudo llevar a cabo.

Si hay un común denominador en las distintas etapas vividas por el POR este es que todas las luchas políticas en que se enmarcó esta organización terminaron en la ruptura antes de que el debate se inicie. Eso ocurrió con el núcleo fundador del POR, quien no pudo debatir dentro del PO. También ocurrió lo mismo con el CERCI y con el proceso fraccional que vivió el POR tras su separación del mencionado organismo. La ruptura del comité paritario POR-PTS, el fin de los debates con el CIOS y la ruptura con la LBI-QI también se produjeron antes de que se pueda comenzar a debatir. Con otras organizaciones que acercaron sus críticas a los materiales producidos con el POR (GPM de España, LRP de EEUU, etc.) tampoco se pudieron establecer debates. Es un hecho más que sintomático que en más de diez años de trayectoria política, el POR haya sido incapaz de llevar un sólo debate hasta el final. Lo mismo parecería indicar que los cambios esbozados tras la ruptura con el CERCI fueron sólo cambios cosméticos. La forma repentina con la que se cambian las fuerzas políticas con las que se prioriza discutir y la necesidad de un hecho político que se pueda presentar como un éxito en cuanto a la reconstrucción de la Cuarta Internacional indican que en realidad el POR nunca rompió con el lorismo. En realidad en los últimos años sólo cambio el sectarismo aislacionista por el oportunismo. El hecho de que sucesivas procesos políticos hayan acabado en rupturas apolíticas de las cuales nunca se buscaron las causas no puede catalogarse de otra manera. Y el oportunismo siempre va acompañado por el desprecio de la teoría marxista lo cual veremos más adelante es una de las principales características distintivas del POR.

Jornadas de Debate por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional

El proceso de acercamiento político del POR a la LBI-QI y la posterior ruptura con esta organización pusieron de manifiesto en más de un aspecto el oportunismo y el empirismo ideológico del POR. Como parte del acercamiento a la LBI-QI, la dirección del POR asumió rápidamente la mayoría de las posiciones del grupo brasilero, en particular respecto a la caracterización de los llamados “estados obreros deformados o degenerados”, al punto de llegar a sostener que fue un error de parte del movimiento trotskista no haber defendido a la burocracia stalinista de los ataques de la burguesía imperialista o el no haber apoyado la invasión de la URSS a Afganistán. Como parte del acercamiento entre ambas organizaciones miembros del comité central (CC) del POR viajaron en dos oportunidades a Brasil, miembros del CC de la LBI-QI hicieron lo propio a Argentina y se llegó a editar en forma conjunta el primer y único ejemplar de la revista Tribuna de Debates. En principio ambas organizaciones habían llegado aparentemente a acuerdos programáticos profundos y coincidían en llevar adelante conjuntamente un largo y paciente proceso de reagrupamiento de genuinos revolucionarios. Como parte de este proceso se organizaron en Brasil las Jornadas de Debate por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional. A las mismas habían comprometido su participación otras organizaciones políticas interesadas “en discutir abiertamente un balance de la historia del movimiento trotskista que nos permita posicionarnos mejor para comenzar a construir el partido revolucionario mundial de la clase obrera”[5].

Durante todo este proceso fueron surgiendo distintas diferencias con la LBI-QI respecto a variadas cuestiones prácticas. Sin embargo, el CC del POR subvalorando a la organización brasilera, en oposición a mi opinión personal[6], mantuvo respecto a la LBI-QI una actitud conciliadora y zigzagueante con la esperanza de que esto le permitiría incluir a este grupo dentro de una organización conjunta donde el POR sería la fuerza principal. A pesar de ello, las diferentes concepciones políticas de ambas organizaciones terminaron colisionando la semana previa a la realización de las jornadas de debate. Y todo por una cuestión menor, como lo era el derecho a participar en las mismas de Vanguardia Proletaria, la cual era objetada por la LBI-QI dado a que en unas elecciones universitarias este “grupo-persona” había apoyado a los candidatos frente populistas del PT en oposición a los de la LBI-QI. Haciendo de la participación de Vanguardia Proletaria una cuestión de principios, el secretario general del POR, Gustavo Gamboa (único enviado en representación del POR a las jornadas), una vez en Brasil decidió autoexcluirse de las jornadas y pretendió organizar sus propias jornadas que como describimos más arriba se trataron de una reunión con dos militantes de dudoso pasado marxista. A pesar de todo esto, tras su regreso a Argentina Gustavo Gamboa presentó un balance, aprobado unánimemente por el CC, donde se presentó como un éxito las actividades realizadas en Brasil[7].

Considerando personalmente que el fracaso de las jornadas de debate había sido un fracaso para la política de reagrupamiento revolucionario que promulgaba el POR escribí dos documentos criticando el oportunismo de Gamboa y la mayoría del CC del POR[8],[9]. Básicamente con estos documentos no sólo traté de mostrar los errores cometidos por el POR en relación a las mencionadas jornadas y al proceso de acercamiento político hacia la LBI-QI, sino que también traté de profundizar sobre el trasfondo político de los mismos. Una de mis principales conclusiones en aquel momento fue que huérfano de toda capacidad de análisis científico, tras haberse liberado del aplastante peso que significaba la influencia de Lora, el POR había comenzado a moverse al vaivén marcado, de un lado, por el esfuerzo por conseguir una respuesta concreta al problema del necesario reagrupamiento de la vanguardia revolucionaria, y por el otro, por la incapacidad en que la inorganicidad y el urgentismo para alcanzar algún éxito político inmediato sumían al POR. Como resultado de esa continua oscilación entre la afirmación de una posición revolucionaria y la imparable y creciente tendencia al oportunismo el POR acabó adaptándose a las ilusiones y luchas espontáneas de las clases medias y los sectores más atrasados de la clase obrera. Lamentablemente mis críticas no fueron escuchadas y la realidad comprobó mi anuncio de que las actitudes y posiciones de la mayoría del CC del POR llevarían más temprano que tarde al POR, carente de todo análisis marxista, a dar un salto oportunista impelido por su incapacidad para afrontar los desafíos que la realidad le presentaría. Estas fueron mis conclusiones un año antes de que estallara la crisis argentina de Diciembre de 2001. Luego, los hechos desatados por esta crisis confirmaron mis pronósticos. Sin embargo sobre ello hablaré más adelante. Primero presentare mis comentarios sobre varios errores conceptuales que fueron reflejando el oportunismo del POR con anterioridad.

Errores organizativos y provocaciones políticas

Más allá del lenguaje que el POR utiliza en sus documentos sobre su pretendido basamento ideológico-organizativo marxista-leninista, la realidad nos indica que el mismo no existe. En particular, en cuanto a lo organizativo los errores son la cotidianidad de la vida del POR. La prensa no tiene ninguna periodicidad y cada vez sus artículos son de menor calidad, los volantes nunca se imprimen a tiempo, se organizan viajes a Argentina de camaradas de organizaciones extranjeras a los que nunca se los atiende, se presentan los documentos de base para los congresos después de iniciados los mismos, se aprueban los informes del secretario general a libro cerrado, etc.. Como contrapartida de esto desesperadamente se intenta incrementar el número de miembros reclutando a camaradas que quieren luchar contra el sistema capitalista pero que todavía no saben como argumentarlo teóricamente. Esto hace que la brecha ideológica entre unos pocos elementos politizados y la masa (bastante reducida) del partido sea cada vez mayor, con lo cual las tareas organizativas y de propaganda recaen cada vez más sobre un número menor de camaradas facilitando que se cometan errores organizativos con mayor frecuencia.

El proceso de degeneración oportunista que describí con anterioridad está también íntimamente relacionado con el desbande organizativo que viene sufriendo el POR desde antes de su octavo congreso[10]. Con posterioridad el desbande organizativo se complementó con la promoción de camaradas inexpertos al CC partidario y con la disolución de hecho del POR. Como parte de este proceso, sobre todo después de la ruptura con la LBI-QI, el POR disolvió su perfil hacia las masas, buscando de esta forma ganar mayor influencia sobre ellas. Sin embargo, en la vida interna partidaria aumentaron el aparatismo y se comenzó a marginar a los camaradas críticos del CC. Y esto no es de extrañar ya que el oportunismo viene siempre aparejado del relajamiento de la disciplina partidaria y del caudillismo, lo cual se correlaciona perfectamente con las fallas organizativas y la irresponsabilidad que abundan en el POR.

A medida que el oportunismo y el desbarranco organizativo aumentaban en el POR, las provocaciones políticas comenzaron también a abundar. Se decidió arbitrariamente la reestructuración de las células partidarias, reubicando a aquellos camaradas críticos en células que los pudieran controlar, se pretendió exigir el cambio de residencia de otros camaradas como condición para que sigan perteneciendo al partido, y entre otras cosas que no vale la pena describir comenzaron a ocurrir una serie de episodios confusos y en algunos casos bizarros relacionados con las direcciones de email del POR. En primer lugar, desde la dirección de email de Gustavo Gamboa, secretario general del POR, (dirección publicitada como la oficial del partido y desde la cual se mantenía contacto con el resto de las organizaciones políticas) se publicitaron los documentos críticos de Daniel Bengoechea, descalificándolo, y llegando a proponer a la LBI-QI un frente común para combatir al traidor. Tras mi presión para clarificar los hechos Gustavo Gamboa se limitó a decir que dichos mensajes eran falsos y que el no los había escrito. Sin embargo, más de cincuenta organizaciones diferentes recibieron el mencionado mensaje y nunca recibieron el mensaje de desmentida. Inmediatamente después de estos hechos, nuevos mensajes desacreditando a mi persona, agrediendo a organizaciones con las que yo mantengo una relación política (por ejemplo la LRP de EEUU) y difundiendo declaraciones políticas con una línea frente populista fueron distribuidos desde cuatro direcciones de email diferentes; todas pertenecientes a miembros del CC del POR, una de ellas la dirección alternativa de Gustavo Gamboa en un servidor comercial. Ante estos nuevos mensajes y bajo mi presión personal el CC del POR emitió un escueto comunicado diciendo que sus direcciones electrónicas habían sido robadas por un hacker que quería sembrar la división dentro del partido. Sin embargo, nunca demostró haber investigado los hechos, nunca se preocupó por desmentir abierta y contundentemente los supuestos falsos mensajes y nunca hizo nada por evitar que los mismos sigan circulando, incluso desde nuevas direcciones. La locura al respecto llego al punto de que incluso llego a distribuirse un mensaje proveniente de la dirección “segura” de Gamboa afirmando que todo lo descrito con anterioridad era parte de un complot de Bengoechea y la LBI-QI. El mismo fue una vez más tibiamente desmentido, sobre todo cuando otras organizaciones conociendo que mi relación con la LBI-QI era bastante áspera, básicamente honesta pero de confrontación política casi permanente dado las características de ambos de defender sus posiciones hasta el final, exigieron al POR que ratificara con pruebas la supuesta denuncia.

Ante la continua presión de mi parte para que el POR se manejara con mayor responsabilidad y aumentara sus medidas de seguridad electrónica, lo cual fue realizado en paralelo a una abundante cantidad de críticas de mi parte hacia las desviaciones oportunistas del POR y en muchos temas incluso a lo que yo interpreto como abandono del marxismo, en enero de 2002 el CC del POR decidió relevarme del manejo de la pagina Web partidaria y me exigió le entregara la palabra clave de acceso a una de las pocas direcciones electrónicas que no había sido “saboteada” (una de las pocas de las que no salían mensajes que luego eran desmentidos). Todo esto en medio de la profunda situación de agitación política existente en la Argentina en ese momento. Sus argumentos eran que dado que era una dirección electrónica segura el CC necesitaba controlar la misma al mismo tiempo que la pagina Web para difundir con mayor efectividad las consignas partidarias en un momento en que el POR estaba encandilado por la agitación popular existente, principalmente entre las capas medias y marginados sociales, y en el que incluso llegó a proponer una formula presidencial partidaria para unos de los lemas del bloque electoral de toda la izquierda que proponía conformar. Por mi parte, consideré que dado que el CC del POR no se molestaba en aclarar los oscuros hechos con lo que supuestamente el POR continuamente intentaba desacreditar a mi persona no estaban dadas las condiciones para que la clave en mi poder le sea entregada al CC del POR. Básicamente, no había ninguna seguridad de que la página Web y la dirección de email no fueran utilizadas para aumentar la campaña de provocaciones políticas contra mi persona. El propio CC del POR explícitamente me afirmó que era incapaz de evitar que el provocador (sea este interno o externo) continuara operando, lo cual me reafirmó en mi actitud. Este fue mi último contacto con el POR como miembro del mismo ya que tras mi negación a acatar la resolución del CC fui expulsado del POR.

A esta altura de los acontecimientos ya no vale la pena preocuparse por si las provocaciones políticas fueron orquestadas desde dentro del CC del POR o por alguien que se divirtió a costa de ellos. Para mi las mismas son sólo una anécdota. Sin embargo, tras mi separación del POR los mensajes “apócrifos” continuaron circulando, ya no relacionados a mi persona pero conteniendo informaciones conocidas por sólo un reducido número de miembros partidarios. En algún caso incluso se llego a anunciar desde la dirección electrónica “segura” un ataque a balazos contra Gustavo Gamboa y a proponer una campana internacional en su apoyo. Nuevamente, más de una semana después de que el mensaje sea emitido y reemitido por cientos de receptores el POR tibiamente desmintió el mensaje. Claramente, la degeneración del POR llega a un grado que ya han dejado de ser creíbles. La historia de los emails, es sólo una anécdota, pero los ha convertido en el hazmerreír de muchos. Ya no importa si ellos son responsables por los mismos o no, lo que importa es que orgánicamente el POR es inexistente lo cual fue el detonante para que ocurriera todo lo que ocurrió y que quizás siga ocurriendo. Como comente más arriba, la abundancia de errores organizativos del POR está directamente correlacionada con su evolución oportunista la cual como veremos más adelante creció dentro del partido al mismo tiempo que se iba abandonando la práctica del centralismo democrático.

Negación de la violencia revolucionaria

Una de las falencias principales del POR, muestra evidente de su incomprensión del marxismo, es su posicionamiento ante el problema de la violencia y la lucha armada y su relación con la toma del poder. Para el POR como para buena parte del troskismo, en particular el argentino, lucha armada equivale a foquismo y por lo cual toda acción armada de los explotados es condenable ya que según esta concepción imperativamente retraza el desarrollo de la conciencia de las masas. Como trataré de explicar en las siguientes líneas esta concepción es completamente falsa y en el fondo esconde el miedo de la pequeña burguesía al armamento del proletariado. Básicamente la línea del POR consiste en considerar ultra izquierdista a todo aquel que realice intentos de organizar el armamento de la clase obrera y los sectores populares, considerando a quien impulse la lucha armada el principal obstáculo a vencer para poder construir con éxito el partido revolucionario de la clase obrera. Esta posición no se diferencia demasiado de la de Nahuel Moreno y su partido, el PST, durante la década del 70 ante el PRT-ERP cuando lo consideraba más nocivo para la clase obrera que la dictadura militar argentina. En cambio si dista años luz de la de Lenin cuando sostenía que “el marxismo revolucionario, a diferencia de todas las tendencias políticas, toma en consideración todas las formas de lucha, sin desechar a ninguna. En particular, la violencia revolucionaria es una herramienta fundamental para organizar a la clase obrera e infundir conciencia dentro de ella[11].

Este desprecio (más que desprecio yo diría miedo) del POR por la violencia lo hace considerar terrorista a todo aquel que la aplica y lo llevo a pasarse al campo de la burguesía con respecto a la lucha por la liberación del pueblo vasco. En particular, la posición equivocada de la dirección del POR la lleva a plantear que “la destrucción política y organizativa de ETA es una tarea fundamental para la clase obrera vasca, para todos aquellos que pretenden construir un partido obrero revolucionario en España y para el forjado de una internacional revolucionaria”[12], negando en los hechos el derecho a la autodeterminación del pueblo vasco, y colocando en un segundo plano la necesidad de los trabajadores vascos y del resto de los trabajadores del actual estado español de luchar contra la burguesía imperialista española y la destrucción del estado capitalista. Este paso al campo de la burguesía por parte del POR generó debates intensos dentro del partido. Mis críticas contra semejante línea política fueron publicadas en extenso con anterioridad[13]. En resumen, las mismas trataron de mostrar que la posición adoptada por la dirección del POR implicaba un abandono de la teoría y el método leninistas respecto a la cuestión de la violencia y del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas. Mirando retrospectivamente los hechos, podría decirse que gracias al escaso dominio del marxismo de la mayoría de los cuadros del POR y a su miedo pequeño burgués al aislamiento de las masas obreras (de las cuales están en realidad bastante aislados) el chaparrón sobre lo pernicioso de la violencia de ETA con el que nos inundan los medios de propaganda burgueses y los políticos institucionales caló profundo entre ellos. De otra forma no se podría entender que mis ex-camaradas del POR, a pesar de las diferencias ideológicas con el movimiento de liberación nacional vasco, pongan tanto esmero en combatir a ETA. Llegando su esmero a la deformación de la realidad, llamando obreros a los políticos y miembros de fuerzas de seguridad muertos por ETA, encubriendo la violencia represiva del estado español, y basando sus posiciones exclusivamente en las apariencias extraídas de la propaganda burguesa.

El desprecio del POR hacia la violencia también lo llevó a no plantear consecuentemente la necesidad del armamento de los trabajadores durante la crisis argentina actual. Como la gran mayoría de la izquierda el POR dedicó sus mayores esfuerzos a extender las asambleas populares, organismos policlasistas hegemonizados por la pequeña burguesía con escasa participación de la clase obrera organizada, olvidándose que para destruir al sistema capitalista es necesario organizar y armar a la clase obrera. En este caso concreto, la ridiculez del POR y la izquierda llegó al límite de hablar de que estábamos ante una posible revolución y olvidarse completamente de la necesidad de armar al proletariado. Si los trabajadores quieren tomar el poder, entonces deben armarse, esa es la única forma posible de derrotar a la burguesía, quien cuenta con el aparato militar y policial para defender el orden establecido. Sin embargo, en Argentina ni el POR ni ningún grupo propagandiza la necesidad de armar a los obreros[14], algo tan fundamental como la construcción del propio partido revolucionario de la clase obrera. Este error llega además a ser temerario ya que deja a los trabajadores completamente desarmados ante la represión burguesa, tanto estatal como paraestatal, como lo demuestran las muertes y detenciones de trabajadores y militantes populares a manos de la represión ocurridas desde en 20 de Diciembre de 2001 en adelante. Sin embargo, a pesar de ello mis ex-camaradas siguen sin revisar su negación de hecho de la violencia como método valido para la lucha revolucionaria.

El centralismo democrático

Los momentos de agudización de la lucha de clases ponen a prueba a toda supuesta organización revolucionaria. En esos momentos es cuando se manifiesta si la misma está basada en principios sólidos o no. La cuestión del centralismo democrático es fundamental para la construcción del partido revolucionario de la clase obrera. El POR siempre se vanaglorio de ser el único partido de la izquierda argentina que practicaba el centralismo democrático. Sin embargo, en cuanto la lucha de clases hizo surgir diferencias dentro del POR se comprobó que el centralismo democrático en realidad no funcionaba al interior del mismo. Esto se evidenció básicamente en la tendencia que tienen Gustavo Gamboa y otros dirigentes del POR a tomar decisiones unilaterales y a solventar sus frecuentes errores escapando hacia delante, en la inexistencias de balances políticos al interior de la organización, en el hecho de que las tareas nunca se colectivizaran, en la resolución de todos los problemas mediante medidas administrativas y en la escasez de debate teórico dentro del POR. Con respecto a este punto, el POR actualmente cree que debatir significa publicar los documentos de los críticos para luego almacenarlos en un cajón y que nadie los lea o los rebata.

En el fondo, la práctica declamativa del centralismo democrático que realiza el POR es una muestra más de su escasa comprensión del marxismo leninismo. Y también está relacionada con la escasa formación política de la mayoría de sus militantes. Característico de esto es que sólo tres militantes del POR escribiéramos en su momento los materiales de propaganda política (y lo mismo ocurre ahora). Es claro que si una organización pretendidamente revolucionaria se compone de militantes politizados sólo a medias esto conduce a la disminución del debate político y a una falta de seriedad política cuyos efectos repercuten reduciendo la capacidad de sus militantes para evaluar situaciones concretas de forma independiente del núcleo de dirección, lo cual desemboca en la necesidad de crear una militancia a raíz de la intervención de los dirigentes.

Falto el POR del centralismo democrático que aclarase y resolviese las diferencias políticas no es de sorprender que todas las diferencias hayan terminado primero en fracciones prematuras escasas de debate y el hundimiento de militantes y ahora con el aumento de la degeneración oportunista del POR en la aplicación de la separación burocrática de los críticos. Otra consecuencia de ello es que inevitablemente la independencia de acción de la militancia de base no exista y que se vuelvan dentro del partido cada vez más importantes los lazos personales y las relaciones de deferencia hacia los líderes establecidos. Todo ello trajo aparejado la muerte definitiva de los intentos de cualquier análisis político científico. En ultima instancia esto facilita el cambio permanente de tácticas políticas y las maniobras oportunistas que actualmente practica el POR. Las cuales necesitan de la inexistencia del centralismo democrático.

El Frente Único Antiimperialista

La táctica del Frente único Antiimperialista (FUA) es considerada por el POR como una conquista programática de la organización. En principio esta táctica, tan valida como cualquier otra siempre que se ajuste a la realidad de las masas, pretende establecer lazos entre las luchas de las masas por sus necesidades inmediatas y el programa de la revolución socialista. El POR tomó como propia la táctica del FUA en acuerdo con las Tesis de Oriente de la III Internacional las cuales propusieron la alianza de las clases explotadas de la ciudad y el campo dirigidas por la estrategia revolucionaria del proletariado. Esta alianza de clases puesta bajo la dirección política del partido revolucionario de la clase obrera  debería como tarea central impulsar la lucha contra la opresión imperialista la cual serviría como detonante de las luchas revolucionarias. La diferencia de esta táctica con el frente popular es muy sutil y principalmente consiste en que en el terreno práctico el partido revolucionario de la clase obrera mantiene su independencia.

El POR, sin embargo, ha hecho de la táctica del FUA su estrategia, abandonando de esta forma la lucha por la independencia de clase del proletariado. De hecho en la práctica la aplicación que el POR hace de ella actualmente no lo diferencia mucho de los reformistas y centristas[15], siendo su consecuencia inmediata la atadura ideológica y organizativa de la clase obrera a la pequeño burguesía y a la burguesía nacional

En particular, ante la crisis argentina quedó de manifiesto que el FUA es la estrategia actual del POR. En pleno auge de las luchas, cuando el POR caracterizaba a la situación como prerrevolucionaria[16],  en lugar de salir a propagandizar la necesidad de construir el partido revolucionario de la clase obrera el POR salió a proponer “un frente que unifique a todos los que luchan”[17]. Según el propio POR dicho frente “basándose en un programa de lucha contra el gobierno incorporará la enorme gama de matices existentes dentro del movimiento popular dándole a los distintos sectores en su seno la oportunidad para desenvolver sus planteamientos” [17]. Lo llamativo es que dentro de estos sectores el POR incluye a sectores de los partidos burgueses tradicionales y de la  burguesía, como los chacareros. Claramente en su planteo actual del FUA el POR se olvidó de la independencia de la clase obrera saltándose esa sutil diferencia que diferencia al FUA del frente popular. De esta forma, la estrategia del FUA desarrollada de hecho por el POR  está en absoluta contradicción con la teoría de la revolución permanente, significando un bloqueo para la formación del partido de vanguardia. Como veremos a continuación, el encadenamiento a la táctica-estrategia del FUA no fue el único desatino del POR ante la crisis argentina.

La intervención del POR en la crisis argentina

Los levantamientos populares que culminaron con la caída del gobierno de De La Rua – Cavallo y la continuidad durante meses de la crisis política Argentina constituyen potencialmente uno de los hechos más importantes de la lucha de clases a nivel mundial de los últimos años. Sin embargo, a pesar de lo que opina la gran mayoría de la izquierda argentina, en Argentina no se ha desatado un proceso  de acción independiente de las masas que signará la historia y que de ser políticamente dirigido por la izquierda podrían culminar en la toma del poder por parte de la clase obrera.

Basado en un análisis de este tipo (aunque a diferencia de otros grupos reconociendo la debilidad ideológica de la clase obrera), el POR influenciado por la presión de la situación se sumó al coro de aquellos que proponen desarrollar las asambleas populares. Incluso, para el POR “estas asambleas se han constituido como un embrión de doble poder” [17] y en “organismos de democracia directa conquistados por los trabajadores”[18]. A pesar de los deseos del POR, la realidad muestra que las asambleas populares distan mucho de ser un instrumento para que la clase obrera tome el poder. Estas asambleas son organismos policlasistas hegemonizados por la pequeña burguesía donde la participación de la clase obrera organizada es minoritaria. En realidad el POR y la gran mayoría de la izquierda argentina confunden las movilizaciones populares por una reforma política del sistema democrático vigente y por una serie de medidas económicas keynesianas con una acción independiente de la clase obrera contra el sistema capitalista.

Basados en este análisis erróneo, fruto del oportunismo, el POR levantó distintas consignas dependiendo de la situación, pero ninguna de ellas tuvo como eje central aquello que debe ser fundamental para la propaganda marxista, la educación política del proletariado, la defensa de la necesidad de organizar independientemente a la vanguardia obrera, y de formar un partido de cuadros.

Entre los hechos que muestran lo erróneo del accionar del POR podemos anotar su rechazo a la violencia revolucionaria evidenciado en su desprecio de la necesidad de organizar prácticamente y propagandizar la autodefensa armada de las masas frente a la represión del estado burgués. También podemos mencionar su inconsistencia en el combate de las ilusiones democráticas de las masas. Particularmente, su consigna de formar un gran frente de la izquierda, proponiendo incluso la formación de un sublema partidario como parte del mismo[19], como primera respuesta ante a la convocatoria a elecciones anticipadas por parte de la burguesía, demostró su adaptación a las ilusiones de la clase media sobre la posibilidad de reformar el sistema capitalista. En esencia esto se debe a una profunda incomprensión del marxismo, que hace al POR y a la gran mayoría de la izquierda vulnerable a las presiones sociales ajenas a la clase obrera, como consecuencia de la cual el POR parecería en la actualidad más preocupado en encontrar una táctica para generar una alternativa de gobierno que en trabajar para destruir al sistema capitalista.

Por otro lado, una critica consistente al accionar del POR frente a la crisis Argentina quedaría incompleta sin retomar la cuestión del FUA. La consigna del FUA ha sido la favorita del POR durante este ultimo año, ya que para el POR es “un recurso indispensable para avanzar en la unidad de los explotados” [17] y “una herramienta fundamental para avanzar en la puesta en pie y en el fortalecimiento de la vanguardia revolucionaria” [17]. En contraste con ello, el POR ha abandonado en la práctica completamente la propaganda que relacione las batallas actuales de los explotados con la necesidad de un partido revolucionario de la clase obrera. Sólo por ello, el POR merece ser condenado ya que el reemplazo de la propaganda por el partido revolucionario por la propaganda por el FUA significa dejar a la clase obrera a la deriva dentro de la actual lucha popular antigubernamental en la cual las clases no se diferencian, renunciando a luchar por una cuestión fundamental como lo es la independencia de la clase obrera.

Este desprecio por la propaganda revolucionaria dentro de la clase obrera, clara muestra del oportunismo del POR, se manifiesta claramente en el  hecho de que el foco del trabajo político del POR son las asambleas populares y no las organizaciones naturales de los trabajadores, los sindicatos, o sus lugares de trabajo, las fabricas. De esta forma, en la práctica el POR renuncia a luchar por una huelga general y abandona a los trabajadores en las manos de la burocracia sindical peronista o de la nueva burocracia del CTA y la CCC. Este abandono es común dentro del conjunto de la izquierda, fácilmente impresionable por organismos como las asambleas populares o el movimiento piquetero, y poco afecta al trabajo paciente de difundir el marxismo entre los trabajadores. Gracias a ello la burocracia sindical pudo mantener maniatada a la clase obrera durante las jornadas de Diciembre. Y gracias a ello podrá seguir controlando los sindicatos y maniobrando en complicidad con el gobierno de turno para descomprimir la situación cuando ello sea necesario.

En resumen, la intervención del POR durante la actual crisis Argentina terminó por desenmascarar al POR y por demostrar que esta organización dista de ser la adecuada para usar la situación actual como punto de partida para construir el partido revolucionario de la clase obrera. Para ello a diferencia de lo que hace el POR es necesario trabajar firmemente para difundir las ideas del marxismo entre la vanguardia obrera apoyándose en un reagrupamiento de los revolucionarios, que a diferencia del FUA proclamado por el POR no debe ser un amontonamiento de izquierdistas y mucho menos un bloque electoral. Sencillamente debe consistir en la unificación de aquellos que quieren trabajar para la realización de nuevas revoluciones de octubre.

La realidad actual del proletariado argentino

En Argentina, el capitalismo ha desarrollado una numerosa clase obrera con tradición de lucha económica, organizada sindicalmente, que ha pasado por la experiencia del peronismo y que constituye potencialmente una de las fuerzas sociales revolucionarias más importantes de América Latina.

La clase obrera argentina, desde el surgimiento del peronismo hasta hoy, apoyó la política y las concepciones de la dirección peronista y de la burocracia sindical. En esta etapa vivió ascensos y descensos, periodos de luchas y periodos de retroceso, pero el común denominador de todos ellos fue que la dirección burguesa peronista y la burocracia sindical siguieron contando con el apoyo de la clase obrera, que sus concepciones, sus objetivos políticos, tanto en las épocas de auge de las luchas económicas como en las de retroceso, fueron tomados por la clase obrera como suyos.

En la actualidad, los obreros argentinos están sufriendo una brutal ofensiva del capital. Esta ofensiva se inicio hace dos décadas y media con el golpe militar del 76 y en los últimos años alcanzó extremos pocas veces vistos en Argentina. Recientemente, al aumento de los despidos se sumó la rebaja de lo salarios nominales y la devaluación del peso que desvalorizó los salarios en más del setenta por ciento de su valor.

Durante la última década permanentemente han existido focos de resistencia de parte de los trabajadores quienes salieron a la lucha, pero siempre las luchas fueron defensivas y aisladas. En particular ninguna de esas luchas pudo trascender los límites de la lucha reivindicativa y por consiguiente el conjunto de ellas no fue suficiente para modificar la correlación de fuerzas entre el capital y el trabajo. Por otra parte, la clase obrera, a pesar de estar viviendo un intenso proceso de desconfianza en las direcciones sindicales burocráticas y en los partidos políticos tradicionales, aun no ha logrado desplazar a sus conducciones burocráticas o generar organismos alternativos a los sindicatos actuales. En esto gran parte de la responsabilidad la tiene la izquierda.

Como consecuencia de su despolitización y del control ejercido por la burocracia sindical la clase obrera organizada estuvo ausente de las jornadas del 19-20 de Diciembre. La huelga convocada por la CGT llego demasiado tarde y fue levantada sin que nadie se enterase. Los trabajadores como clase vivieron la revuelta contra el gobierno de De La Rua-Cavallo a través de la televisión y no fueron para nada un factor decisivo en la caída del gobierno.

El POR y la mayoría de la izquierda, en lugar de aprovechar la crisis burguesa para ir con todo hacia la clase obrera para extender las luchas parciales y politizarlas con el objeto de generar conciencia y organización, prefirieron concentrar su trabajo en las asambleas populares proponiendo a los trabajadores que se integren a ellas. De esa forma, el POR abandonó de hecho la lucha ideológica por la conquista de la vanguardia proletaria y no sólo ello, también impulso a la vanguardia a integrarse a organismos policlasistas dominados por la ideología burguesa.

Lamentablemente, el accionar del POR y de la izquierda de hecho abandona los sindicatos en manos de la burocracia sindical y da tiempo a la burguesía para que pueda buscar una salida a su crisis. De otra forma no puede entenderse que un gobierno tan débil como el de Duhalde haya perdurado más de diez minutos. En lugar de dedicarse a potenciar las asambleas populares el POR debería haber tratado de hacer proliferar las asambleas por empresas, los cuerpos de delegados y haber impulsado la actividad reivindicativa de la clase obrera tratando de confluir en una huelga general política que colocase a la clase obrera en acción como clase, para que en la acción los trabajadores pudieran reconocer su poderío y ver la necesidad de luchar por la conquista del poder. Pero claramente esta es una tarea mucho más difícil que ponerse a la cola de las masas en una revuelta antigubernamental en la cual las clases no se diferencian y que no tiene claros ni sus métodos ni sus objetivos. Pero que otra cosa se podía esperar de un grupo como el POR abandonado a la deriva del oportunismo.

El oportunismo esta en las antípodas del marxismo y quienes como el POR lo abrazan, en la práctica dejan de pelear por cuestiones fundamentales como la independencia de la clase obrera, el armamento de los trabajadores y la propaganda por el partido revolucionario de la clase obrera. De esta forma, encandilados por los posibles éxitos parciales los oportunistas terminan cruzando la vereda de clase y dejando a la vanguardia obrera completamente desarmada; con lo cual las condiciones favorables para la difusión de las ideas marxistas, para avanzar en la conciencia y la organización de los trabajadores generadas por la crisis permanente de la burguesía argentina terminan siendo despreciadas como lo están siendo en Argentina. Como consecuencia de ello, las condiciones objetivas de descomposición del capitalismo en la Argentina y el crecimiento de la desconfianza de los trabajadores  en sus direcciones históricas no están siendo aprovechadas para desarrollar la madurez revolucionaria de la clase obrera que la prepare para la toma del poder.

Marxismo versus Oportunismo

Los clásicos del marxismo siempre se preocuparon de remarcar que en todo momento un partido revolucionario esta expuesto a una degeneración oportunista como manifestación de la lucha de clases en su seno. La lucha de clases dentro del propio partido revolucionario es algo inevitable, sobre todo dentro de pequeñas organizaciones con escasa influencia de masas, como es el caso del POR.  Mientras subsista el capitalismo, mientras se desarrolle la lucha de clases en la sociedad, todo partido revolucionario sufrirá su influencia, la presión de las clases en pugna. Ello puede permanecer latente, oculto, desenvolviéndose de forma subterránea, solucionándose en parte por el ejercicio de la critica y la autocrítica, o puede hacer eclosión transformándose en manifiesta como ha ocurrido con el POR.

La exacerbación de los antagonismos de clase, la maduración de la situación, agudiza la lucha de clases en el seno del partido revolucionario. El triunfo de las concepciones proletarias en la lucha interna dentro del partido deja al partido mejor preparado para trabajar por el avance de la conciencia revolucionaria del proletariado. Por el contrario, el triunfo de las concepciones pequeño burguesas termina desbarrancando al partido por el precipicio del oportunismo,  negando de hecho al marxismo. El oportunismo, considerado por los bolcheviques como una actitud contrarrevolucionaria, siempre viene acompañado de la burocratización del partido. Como consecuencia de ello, los oportunistas al no ejercer la autocrítica persisten en sus limitaciones de clase y se convierten en virus pequeño burgueses, convirtiéndose con el tiempo en agentes de las clases enemigas dentro del proletariado.

Como negación del marxismo dos de las principales características del oportunismo son  el distanciamiento de la teoría y el método leninistas y la adoración de la espontaneidad de las masas. En el caso del POR, esta adoración se ve en el fetichismo de la “asambleas populares” y de los “piqueteros”.  De allí también viene la concepción de que la actividad central del POR consista en secundar las luchas espontáneas por las reivindicaciones inmediatas de las masas populares y el hecho de que cada conflicto económico se transforme en el eje de la propaganda del POR. Por otro lado, la transformación en estrategia de la táctica del FUA confirma la desviación oportunista del POR y esta en consonancia con su seguisdismo de las masas.  El primer paso de los oportunistas es el abandono del intento de llevar las ideas marxistas a las masas obreras, o sea el abandono de la propaganda revolucionaria y su reemplazo por propuestas políticas “a la altura de la masas” [18]. El POR ya ha dado ese paso. Ahora su estrategia consiste en “unificar a los que luchan” sin importar a que clase pertenezcan en lugar de organizar a la vanguardia proletaria. Claramente el POR ha decidido abandonar el marxismo para abrazar el oportunismo. El oportunismo y los métodos que de él se desprenden en vez de unirlo con las masas obreras lo iran, paradójicamente, alejando aun más de ellas. Como consecuencia de ello no habrá retorno posible del oportunismo al marxismo, como nunca lo hubo a lo largo de la historia para aquellos partidos revolucionarios que abrazaron el oportunismo.

Partido y Clase

Pocos temas han sido tan polémicos entre los marxistas como el debate acerca de la relación entre el partido y la clase. Este ha provocado más conflictos que cualquier otra cuestión. Sin embargo, los principios fundamentales del debate han quedado muchas veces sin aclarar pese a la importancia de los problemas que allí surgen. La evolución oportunista del POR y su actual desprecio por la propaganda por la necesidad de un partido revolucionario de la clase obrera están íntimamente relacionados con una concepción errónea de la relación entre el partido y la clase, lo cual es sólo otra muestra más de la incomprensión del marxismo de la que ya hablamos con anterioridad.

La concepción leninista de partido consiste de dos elementos complementarios entrelazados. En primer lugar, Lenin siempre subrayo la posibilidad de una transformación repentina de la conciencia obrera y confió en que los profundos instintos de la clase obrera la llevarán a rechazar la sumisión. Esta fe en la masas fue la que lo llevo en Abril de 1917 a enfrentarse a su propio partido y a sostener que ‘las masas están más a la izquierda que el partido”[20]. El segundo elemento fundamental de la concepción de partido de Lenin consiste en subrayar el papel de la teoría y del partido como portador de ella. El reconocimiento más conocido de este papel del partido se encuentra en el “¿Qué Hacer?” donde Lenin escribe que “sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario”[21].

Una de las características fundamentales del partido revolucionario es que este representa a los sectores concientes más avanzados de la clase obrera. Además, dado que la clase obrera debe ser independiente de las otras clases, el partido revolucionario es el partido de una sola clase y debe concentrar su trabajo dentro de la clase obrera. El seguidismo del POR, y de la gran mayoría de la izquierda argentina, hacia las asambleas populares e incluso hacia los piqueteros, organismos policlasistas, refleja los prejuicios conservadores de estos grupos. Básicamente, mediante esta práctica  lo que hacen es negar la posibilidad de que el partido ponga en práctica el programa marxista y mediante la acción ayude a la clase obrera a alcanzar un nivel superior de conciencia. De esta forma, rebajando el papel del partido el POR y la mayoría de la izquierda argentina muestran que confunden el partido con la clase como hacían los mencheviques.

Un Comentario de Actualidad

El ultimo ejemplar de Masas[22], periódico del POR, confirma plenamente todo mi análisis anterior. Como ejemplo de ello alcanza con referenciar dos artículos: “Las Asambleas Populares y el Doble Poder” y “¿Por que se imponen las elecciones burguesas?”. Ambos artículos continúan sosteniendo que las asambleas populares son instancias de doble poder de la clase obrera. Incluso, a pesar de reconocer el reflujo que vienen atravesando estas organizaciones policlasistas, el oportunismo del POR lo hace seguir sosteniendo “que las mismas están llamadas a ser la fuerza de la revolución socialista” [22] y que la construcción del FUA “es lo que permitirá avanzar en la polinización de la vanguardia, construyendo la nueva dirección, clasista y revolucionaria, que las masas necesitan” [22]. Semejantes afirmaciones por si solas son suficiente confirmación del desbarranco oportunista del POR.

Síntesis y Conclusión

 A lo largo de este articulo polémico he tratado de mostrar que el POR ha definitivamente renunciado a los aspectos revolucionarios que alguna vez lo animaron. Esta renuncia ha ocurrido como culminación de un proceso de degeneración oportunista originado en la incomprensión del marxismo de la mayoría de sus cuadros. Para quienes alguna vez depositamos nuestra confianza en esta organización e intentamos a partir de ella construir el partido revolucionario de la clase obrera esto consiste en una trágica derrota. Sin embargo, esta derrota no significa para nada el final de la historia. Desahuciado el POR, y sin existir ninguna otra alternativa auténticamente revolucionaria en Argentina, lo apremiante es ponerse a trabajar para construir un núcleo de militantes que trabaje concientemente para educar y organizar políticamente a los sectores de vanguardia de la clase obrera. Este núcleo de militantes consistirá de una organización de marxistas revolucionarios que someterán a un escrutinio científico tanto su situación como la situación de la clase en su conjunto, y que intentará, mediante una participación diaria en la luchas de la clase obrera ampliar la actividad conciente de esta para destruir el capitalismo. Con seguridad, esta no es una opción sencilla, pero es la única posible para que alguna vez la clase obrera tome el poder y construya una sociedad sin explotados.



[1] Cuando sea necesario Partido Obrero Revolucionario de Argentina se abreviara como POR-A y Partido Obrero Revolucionario de Bolivia como POR-B para evitar confusiones. La sigla POR por sí sola siempre hará referencia al POR-A, organización a la que se refiere este documento.

[2] Un resumen de las criticas desarrolladas por Gustavo Gamboa se puede encontrar en: “En defensa del leninismo, contra el liquidacionismo sectario y exitista. ¡Por la reconstrucción de la Cuarta Internacional! Las críticas hechas por Daniel Bengoechea se pueden ver en: “Rompamos con el sectarismo y encabecemos la reagrupación de los revolucionarios”.

[3] Minúsculo grupo de militantes sin inserción de masas escindidos de la organización internacional de Workers Power. Su referente es José Villa, proveniente de Poder Obrero Bolivia-Perú. Recientemente está organización anunció su desafiliación del CEMICOR y la separación de José Villa.

[4] Esto según las propias palabras del secretario general del POR, Gustavo Gamboa, ver Informe de la actividad desarrollada en Brasil …., Gustavo Gamboa”.

[5] Convocatoria a las Jornadas Internacionales de Debates por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, Revista Tribuna de Debates.

[6] Mis criticas respecto a la forma en que se manejaban las relaciones con la LBI-QI pueden verse entre otros lugares en mi “Respuesta al CC del POR (10/7/00).

[7] Ver el Informe de Actividades mencionado más arriba.

[8] Algunas Reflexiones sobre el fracaso de las Jornadas Internacionales de Debate por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, Daniel Bengoechea (19/9/00).

[9] Las lecciones del fracaso de las Jornadas de Debate por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional, Daniel Bengoechea (3/11/00).

[10] El octavo congreso del POR se realizó los días 23 y 24 de Mayo de 1998 y fue el que formalizó la ruptura con Guillermo Lora, el POR-B y el CERCI.

[11] La guerra de guerrillas, Lenin.

[12] La ETA, aislada, desnaturaliza la lucha por la autodeterminación del país vasco, Daniel Santana.

[13] Ver por ejemplo: Marxismo y dogmatismo: La izquierda y sus errores frente a la cuestión de la violencia, Daniel Bengoechea.

[14] Únicamente la LOI - Democracia Obrera lo hizo pero sin presentar la necesidad del armamento del proletariado como la cuestión clave que es.

[15] El objetivo de este documento no es la discusión de la corrección de la táctica del Frente único Antiimperialista. Por ello me limito a criticar el empleo que de ella hace el POR, ya que esto evidencia claramente el abandono del marxismo por parte del POR.

[16] Esa no es mi caracterización ya que la debilidad ideológica de la clase obrera argentina impidió su participación dentro la crisis como clase organizada políticamente y la burguesía argentina nunca vio preligar su dominación de clase.

[17] Carta abierta por un Frente Único Antiimperialista, publicitada por el POR durante la semana santa de 2002.

[18] Ver el Documento de Situación Política Nacional de la Conferencia Nacional del POR, Enero de 2002.

[19] Formula Armas - Graziano

[20] Ver, L. Trotsky, Historia de la Revolución Rusa, Tomo 3, Ruedo Ibérico, Paris 1972, p. 224.

[21] Lenin, ¿Que Hacer?, Ed. Fundamentos, Madrid 1975, p. 25.

[22] Masas 167, Octubre de 2002.