Entrevista a Carl Macek
Entrevistador: ¿Cómo nace tu interés por la animación japonesa?
CM: Yo tenía una galería de arte de animación y me vino a ver una gente
que quería comprar algunas cosas de animación que yo tenía. Resultó ser
que esa gente era de Harmony Gold, la empresa que tenía los derechos
internacionales de Macross. Y además de comprarme material, me
preguntaron si yo tenía alguna idea de qué productos accesorios se
podían generar y vender a partir de Macross. Yo les dije que sí, y
empecé a trabajar desarrollando el marketing de la animación japonesa en
los EE.UU., para Harmony Gold. Y el resto es historia.
E: ¿Cuál fue el criterio que aplicaste para elegir las tres series
japonesas que terminaron convirtiéndose en Robotech?
CM: El criterio inicial fue que tenían que ser aventuras futurísticas
con mechas. No podían ser una de mechas, una de fantasía y una comedia.
Traté de juntar series que tuvieran un look visual más o menos homogéneo
y una historia central basada en los mechas. Y en la compañía Tatsunoko,
las únicas tres que había -y que tenían un mínimo de sentido- eran
Macross, Southern Cross y Mospeada. De haber podido elegir material de
otros estudios, habría elegido Orguss, o algún otro serial de esa onda,
pero como estaba la limitación de negociar sólo con Tatsunoko, esas tres
eran la elección más lógica.
E: ¿Cómo surgió la idea de integrar a las tres series en una misma
línea argumental?
CM: En los EE.UU hay una dificultad para distribuir masivamente la
programación infantil y consiste en que hay que tener muchos episodios.
Para lograr la sindicación hay que tener un mínimo de 65 episodios, para
poder pasar la serie de lunes a viernes durante toda una temporada, que
dura 13 semanas. Pero se dio que ninguna de las series japonesas era
larga, eran más bien cortas. Cada una tenía veintipico, treinta y pico
de capítulos y entre las tres juntaban 84. Y cuando armé Robotech,
agregamos un episodio adicional que es nuevo, no existe en japonés. Es
el episodio 37, que está armado con secuencias de otros capítulos y es
muy interesante.
E: ¿Te resultó fácil crear un concepto que pudiera unificar las tres
series?
CM: No, fácil no fué, pero en última instancia resultó intelectualmente
satisfactorio. Lo que hice fué mirar todos los capítulos sin volumen,
sin escuchar los diálogos, aunque tenía idea de qué pasaba en cada
guión. Yo los miraba una y mil veces, a los efectos de encontrar
similitudes gráficas, me concentraba solamente en la imagen. Y después
de casi dos meses de mirarlos continuamente, una y mil veces, empecé a
encontrar lazos visuales.
E: ¿El concepto de la protocultura lo inventaste tú?
CM: Las series originales japonesas ya se hablaba de protocultura, pero
era un concepto distinto. En las historias japonesas, la protocultura
era la pre-cultura, la cultura primitiva, el nacimiento de la cultura.
Los alienígenas le tenían miedo a la cultura, lo cual para mí no tenía
sentido. Como creador occidental, el concepto de "miedo a la cultura" me
pareció muy traído de los pelos. ¿Cómo es que la música puede vencer a
los alienígenas? Pensé que ningún chico americano lo podría llegar a
creer. Entonces, el nombre "protocultura" ya estaba presente en las
series japonesas, pero el concepto de lo que es la protocultura en
Robotech es creación mía.
E: ¿Tuviste que cortar escenas de sexo, o escenas que eran demasiado
violentas para el público infantil?
CM: Sí, en los EE.UU. hay lineamientos para la difusión televisiva y yo
seguí el código de lineamientos de la NBC. Y según estos lineamientos,
no me estaba permitido mostrar ciertas escenas de violencia, ni gente
desnuda. Así que, en el momento de armar Robotech, habremos tenido que
eliminar entre 7 y 10 minutos entre las tres series. De 42 horas y media
quedaron afuera 10 minutos, pero eran escenas cortitas, nada que
afectara la narración. Hubo un sólo episodio muy recortado, en la saga
de Mospeada, en el que las tres mujeres se bañan en un baño público y
uno de los personajes trata de espiarlas. Eso fue lo único que nos trajo
problemas. Para compensarlo, le agregamos varias escenas. Yo le puse los
diálogos a la secuencia de los créditos de cierre de Mospeada, que en el
original tenía sólo una canción, y la agregamos.
E: ¿Por qué te parece que no prosperó Robotech II: The Sentinels?
CM: Intelectualmente y en el aspecto narrativo, tuvo todas las
posibilidades de prosperar, pero a veces lo comercial se interpone en el
camino. El trato con el que se vendía la serie para la TV le daba a los
productores la posibilidad de llegar al 65% de los hogares de los EE.UU.
La empresa de juguetes iba a poner publicidad para permitir que la serie
se viera en todo el resto del país. Pero, por algún motivo, el dinero de
la publicidad no estaba ingresando regularmente y se terminó parando la
emisión, porque no se estaban cobrando los avisos. Finalmente, eso
terminó causando la ruptura del convenio entre la productora de la serie
y el fabricante de los juguetes.
E: ¿Robotech no tuvo la repercusión suficiente para garantizar una
inversión importante para la secuela?
CM: Si, fue exitosa. Pero tenía sus problemas. Muchos nos criticaban que
estuviera hecha en forma de serial, que había que emitirla en orden. Ese
era un problema grave, al que nunca le prestamos atención. Por eso,
cuando arrancamos con The Sentinels, armamos la historia en pequeñas
sagas de cinco episodios, que se podían mezclar un poco sin estropear la
continuidad.
E: Sin embargo, a mi me parece que uno de los elementos que hicieron
tan popular a Robotech fue el hecho de tener que ver los capítulos en
orden. Que es lo que pasa con casi todas las series japonesas de
ahora... Los Caballeros del Zodíaco, Sailor Moon... Hay que seguirlas como si fueran
telenovelas.
CM: Sí, sin duda. Y Robotech, además de ser complejo, era respetuoso del
público. No tenía estupideces, no especulábamos con que la iba a ver un
público infantil. La narrativa era intensa, era conceptualmente
interesante tanto para los chicos como para los adultos. A los adultos
los atrapaba el dramatismo de la serie y a los chicos les fascinaba ver
un dibujo animado en serio, donde la gente se moría de verdad, no era
una pavada.
E: ¿Viste las secuelas de Macross que hicieron los japoneses?
CM: Sí.
E: ¿Qué te parecieron?
CM: Creo que lo que pasó fue que los japoneses, al ver el éxito de
Robotech en EE.UU., se creyeron que todo el mundo se copaba con Macross.
Entonces se pusieron a repetir Macross, Macross, Macross, Macross, sin
advertir que el argumento básico de Macross no funciona. Me refiero a la
joven que viene, canta y detiene a los alienígenas. La animación de
casi todas la secuelas es maravillosa, pero la historia es siempre el
mismo bodrio que, a la larga, no tiene sentido. Además no agregan nada,
es todo refrito de la serie original, es más de lo mismo.
E: Algo que me llama la atención es que, después de todo el tiempo y la
dedicación que pusiste para darle coherencia a Robotech no hayas seguido
con la saga, escribiendo comics, o novelas, ya sea con los personajes
conocidos o con otros nuevos...
CM: Ese no era mi objetivo. Mi objetivo era poder hacer lo que hice con
Robotech, pero con otras series. Y lo hice con varias series más de
ciencia-ficción...
E: ¿Hiciste una serie del Capitán Harlock (Raimar), no?
CM: Si, pero fue un trabajo para otra gente, tuve muchos problemas con
ese trabajo. No fue algo que disfruté hacer, fue muy complicado y muy
poco interesante. Pero trabajé mucho para la televisión: desarrollé la
serie C.O.P.S. para la TV americana, trabajé como guionista y productor
de Computer Warriors, acabo de desarrollar una serie con Joe Pearson que
se llama Rail Runners. Es una saga épica de ciencia-ficción que
transcurre en un universo alternativo y que estamos tratando de vender.
Y además tengo mi propia empresa, Streamline, que me permite alternar mi
inquietud creativa con la tarea de hacer que ciertos productos se
vuelvan aceptables para el público americano.
E: ¿Te sentís en cierto modo responsable por la popularidad del manga y
el animé, acá en EE.UU.?
CM: Un poquito. Siento que Robotech contribuyó a poner esto en marcha.
Lo más satisfactorio es que, cuando empezó la explosión del manga,
salieron los puristas a protestar, diciendo que el animé debe ser
subtitulado y no doblado. Pero ahora todo el mundo está doblando, están
siguiendo mi politica. Y creo que es algo intelectualmente
satisfactorio, pero a la vez ridículo, porque ninguno de estos tipos
tienen la experiencia ni la capacidad necesarias para hacer buenos
doblajes. O sea que se está haciendo a la bartola, sin ningún sentido
más que el de ganar plata.
E: ¿Te gustan los comics de Robotech que se editan en EE.UU.?
CM: Sí, no todos, algunos. Me parece interesante ver lo que esta gente
está haciendo con las historias. Sin duda, y más allá de lo que yo
piense, lo que se está haciendo en este momento en los comics es LA
historia de Robotech. Por eso me resulta interesante y muy valioso.
E: Para ir terminando, vos que sos un experto en animé, ¿por qué creés
que los japoneses dibujan a los personajes con ojos grandotes?
CM: Creo que está ampliamente aceptado que en sus comienzos, la
comunidad de animadores japoneses aprendió a animar en base a los
dibujos de Max Fleischer, allá por los años '30, con personajes como
Betty Boop, Bimbo y Koko. Y al aprender a animar a partir de esos
dibujos, el detalle de los ojos grandes se convirtió en una convención.
Ese estilo hoy antiguo de diseñar a los personajes se convirtió en el
estilo de diseño a seguir por todos los animadores posteriores y así evo
lucionó hacia lo que es hoy. Además, a los japoneses les fascina la
posibilidad de poner emoción en los ojos. Si mirás con atención los
dibujos animados, siempre tienen un mensaje, ya sea emocional o
intelectual. O sea que se dio una extraña pero feliz coincidencia entre
el estilo de los dibujos de Fleischer y el punto de vista cultural de
los artistas japoneses. De algún modo, se produjo una extraña
sincronicidad, que evolucionó hacia el look actual del animé.
E: ¿Tienes algún animé favorito que te encantaría que
triunfara en la TV americana?
CM: Sí. Nadia: The Secrets of Blue Water (*). Es una serie genial,
encantadora, muy divertida para los grandes y buena para los chicos. Son
un nene y una nena, a fines del siglo pasado, que tratan de encontrar a
la familia de ella, que aparentemente es huérfana. Y la aventura los
lleva a un viaje en el Nautilus con el Capitán Nemo y demás. Es una
historia maravillosa, bien dibujada, muy bien escrita, emocionante.
Ojalá que se viera en todo el mundo.
©Entrevista publicada en Argentina por la revista Comiqueando, de Comiqueando Press (marzo de 1997)
Autor: Andrés Accorsi.
Nota del webmaster: Posiblemente haya puristas de la animación japonesa (los hay en todos sitios, con todos los temas) que piensen que lo que hizo Carl Macek al crear Robotech fue una barbaridad, un engendro. Desde un punto de vista objetivo, yo estoy de acuerdo con esta postura, ya que nadie puede tener derecho a alterar una obra creativa o artística ya terminada, por mucho que primen los intereses comerciales. Sin embargo, eso no impida que uno siga pensando que Robotech, olvidándose uno de ese atípico origen, sea una serie, como mínimo, muy entretenida.
(*)"The secrets of Blue water" se tituló en castellano "El misterio de la joya azul" y fue emitida por Tele 5, antes de venderse a la Disney, en horario matinal en 1995.