La Crisis de Ansiedad.

1.Introducción

 

Terracota (Atica, S. IV A.C.) (Colección del autor)

Estas figurillas, producidas en gran número, eran compradas en los lugares de culto y llevadas de vuelta a casa como recuerdo.

PAN

Dios de los campos, ganados y pastores en la mitología griega. El sentido de la voz Pan es "todo", de manera que bajo su nombre se adoraba a la naturaleza toda. Según la leyenda era hijo de Zeus y de Calisto (u otros). Vino al mundo con piernas, cuernos y pelos de macho cabrío. Su madre se espantó al verlo así. Hermes lo llevó al Olimpo, donde sirvió de mofa a todos los dioses. Fue educado por las ninfas como dios de los bosques y prados y protector de los pastores. Las cuevas le servían de morada, así como las rocas y los bosques, en los que cazaba y danzaba con las ninfas. Protegía y velaba por la seguridad de los rebaños y hacía propicia la caza. Era también dios de la música, atribuyéndosele la invención de la flauta. Desafió a Apolo, en lid musical, y le enseñó la ciencia de la adivinación. Tuvo de la ninfa Eco un hijo llamado Inx. Amó a Pitis, metamorfoseada en pino. Tuvo amores con Pito y Sirins. De su amante Ega nació Epigan. Se decía que a veces se divertía causando miedo y terror, escondiéndose por la noche para sorprender a los viajeros que atravesaban bosques y montañas. De ahí deriva la palabra pánico. (Diccionario de la mitología mundial).

 

PROLOGO

A la edición impresa: "La Crisis de Pánico y Trastorno de Angustia. Manual para el paciente". Madrid, 1999.

Tradicionalmente, la relación médico paciente ha sido muy asimétrica. En tiempos remotos la autoridad del médico, sanador, o figura equivalente, estuvo cargada de sentido religioso y carismático. Desde el advenimiento de la medicina científica, la autoridad del clínico, sin perder del todo su antiguo carácter cuasi sagrado y carismático, ha estado reposando en su caudal de conocimientos "científicos" que le han facultado para emitir diagnósticos y administrar tratamientos. Tradicionalmente, del paciente se esperaba confianza en el saber y en el sentido de la responsabilidad del clínico, y acatamiento de sus recomendaciones y prescripciones. Hoy las cosas están cambiando, y la relación entre el clínico -ya sea el médico general, el psiquiatra o el psicoterapeuta- y los pacientes, tiende a establecerse en términos más simétricos, de modo que la antigua relación experto/provisor de tratamientos y paciente ignorante/receptor pasivo, está evolucionando hacia una relación de mutua colaboración, con pacientes cada vez más informados y más activamente partícipes de sus propios tratamientos.

Estos cambios son muy visibles en algunos aspectos de práctica médica. Así, por ejemplo, ante pacientes con enfermedades graves resulta muchas veces imprescindible que el médico recabe la opinión del paciente sobre el enfoque terapéutico a seguir, como cuando ha de decidirse acerca de opciones más conservadoras o más arriesgadas. Es imposible concebir el tratamiento de enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, o trastornos de ansiedad....) sin una activa implicación de los pacientes, y muchas veces también de sus familiares, no solamente para seguir las pautas de tratamiento farmacológico, sino para hacerse cargo de los cambios a efectuar en su vida diaria, en sus costumbres, en la intensidad o en el tipo de trabajo, o para afrontar un radical replanteamiento de su vida a raíz de la emergencia de la enfermedad según el impacto que ésta produzca.

La práctica clínica exige mantener una buena comunicación con los pacientes, de modo que éste es un requisito para garantizar la calidad de la asistencia y eficiencia de los tratamientos. Cualquier clínico sabe por propia experiencia hasta qué punto es importante explorar las ideas preconcebidas que el paciente tiene acerca de su padecimiento, la información previa de que dispone, las expectativas ante el diagnóstico o el tratamiento. Ocuparse de estos aspectos es un ingrediente esencial de la práctica clínica. Obviarlos, conduce a la falta de colaboración, incumplimiento de tratamientos, insatisfacción de los pacientes, a la quiebra de la confianza y al menoscabo de la relación, haciendo imposible la alianza terapéutica. No puede el médico, y mucho menos el psicoterapeuta, actuar a espaldas de las expectativas de los pacientes o al margen de la información de que dispongan. Compartir la información con el paciente ha pasado a ser tanto una exigencia técnica como un imperativo ético.

Ni que decir tiene que estas consideraciones previas atañen de forma particular a la práctica psiquiátrica y a la atención a los problemas de salud mental. Lejos quedan ya los tiempos en que psiquiatras y otros profesionales de lo "psico" abusáramos de la jerga y de los términos crípticos e ininteligibles. Cierto que la dimensión psíquica se resiste a ser conceptualizada en términos del lenguaje corriente, pero esto no nos exime de la responsabilidad de proceder a transferir a nuestros pacientes una buena parte de lo que sabemos -y de lo que ignoramos-, democratizando así nuestra relación con ellos y con la población en general. Y aportando de este modo nuestra dosis de colaboración en pro de una mayor autonomía de las personas y los grupos en el cuidado de su propia salud (mental). No renunciamos con ello a ejercer nuestra responsabilidad terapéutica, sino más bien a elevar el rango, prestándonos a conducir el proceso terapéutico con pacientes mejor informados, más conscientes quizás de las posibilidades y dificultades de los tratamientos, tal vez más exigentes también, pero en cualquier caso, en mejores condiciones de compartir con el profesional los avatares del proceso terapéutico. Del mismo modo, los familiares dejan de ser considerados espectadores pasivos del proceso, y tienen la oportunidad de implicarse también, según los casos, colaborando en el tratamiento.

A mi modo de ver el gran mérito de este manual es precisamente el poder ser un poderoso instrumento al servicio de esa necesidad, tan perentoria para todo paciente que padece trastornos de angustia, de disponer de información clara y veraz, que puede leer y releer en la sala de estar de su casa, contrastarlo con otras lecturas, comentarlo con amigos o familiares, discutirlo con el médico o pedirle aclaraciones. Por esto es muy de agradecer el trabajo realizado por el Dr. Oscar Martínez Azumendi, publicando para su divulgación esta guía que, lejos de cualquier improvisación, es consecuencia de su amplia experiencia en el abordaje de este tipo de problemas adquirida a lo largo de años de trabajo en los Centros de Salud Mental de Uribe Costa y Erandio (Vizcaya) con pacientes y familiares.

Convencido de la importancia y utilidad que habrán de derivarse de este manual, de alto interés también para médicos y demás profesionales de atención primaria y de los servicios de salud mental, quiero pensar que inaugura una nueva línea de publicaciones por parte de los compañeros de la AEN, al servicio de nuestros pacientes y de los ciudadanos en general.

Dr. Mariano Hernández Monsalve. Psiquiatra.

Jefe de Servicio del Instituto Psiquiátrico- SSM José Germain, de Leganés. Madrid.

Presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

Enero 1999.

 

Justificación del porqué de esta página.

A lo largo de los años hemos comprobado que una parte importante de nuestra práctica profesional está dedicada al tratamiento de personas con ataques de pánico. Estas personas son asaltadas por una infinidad de preguntas que se repiten de forma muy similar entre ellas, a pesar incluso de las diferentes presentaciones de cada caso particular.

Estas páginas surgen con la intención de dar respuesta a algunas de estas preguntas. No pretende en ningún caso recoger de forma exhaustiva el estado actual de conocimientos en la materia, sino únicamente salir al paso de posibles dudas que no hayan sido suficientemente aclaradas por los motivos que sean, utilizando una terminología y profundidad de contenidos fácilmente entendible por la mayoría de personas. Tampoco pretende sustituir de ninguna manera la necesaria relación de confianza entre el médico y el paciente, y que en definitiva será la mejor base para la aclaración y tranquilización ante posibles dudas y temores. En todo caso, esperamos que pueda servir de complemento de esa interacción al disponerse de una información ampliada, tanto para el paciente como para sus allegados, que pueda revisarse en la tranquilidad del hogar despejando algunos de los puntos menos claros.

También se han incluido algunos consejos y técnicas para su aplicación personal en la resolución de los síntomas. Estos apuntes evidentemente no pueden sustituir un tratamiento especializado, aunque esperamos que lo complementen.

Por último, señalar que debido a la mayor proporción de aparición del trastorno entre mujeres, el manual podría ajustarse más a la realidad si fuera escrito en femenino, o con recurso a las terminaciones en "o/a", lo que resultaría extremadamente cansado en su lectura. Hemos preferido mantener la redacción en masculino, no sólo por cuestiones de estilo al dirigirnos tanto a hombres como a mujeres, sino por la especial dificultad que tenemos los primeros a la hora de reconocer "el miedo", emoción sancionada socialmente de forma más negativa que en el caso de las mujeres.


 

[Inicio] [1. Introducción]

[2. Definiciones] [2.2.1 Ejemplo de Síntomas][2.2.2 Ejemplo de Pensamientos][2.7.1 Ejemplo de Fobias]

[3. Frecuencia][4. Causas][5. Riesgos] [6. Fármacos][7. Psicoterapia][8. Autoayuda]

[9. Estrategias de superación][10. Recursos en Internet] [11. Agora][12. Autoevaluación]

[13. Casos]


© 1997 - 2000 Dr. Oscar Martínez Azumendi. Permitida su reproducción, siempre que esta no tenga fines económicos y se cite su procedencia. Cualquier comentario o sugerencia será bien recibido, aunque teniendo la página un ánimo méramente informativo no podrán responderse consultas particulares.

 

 

 

 

 

 

 

 

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