EL COMERCIO Perú, 18 de Junio de 1998

Mi hermano García Márquez y mis amigos escritores
Por Jimena Pinilla Cisneros

En el mundo de la literatura no todo es una sopa de letras. Los escritores también tienen sus historias, si no, no tendrían material para sus novelas, ni cuentos. Plinio Apuleyo Mendoza, periodista por necesidad, pero escritor por vocación, conoce a muchos. Su residencia en la mítica capital francesa lo ayudó a estrechar relaciones y ahora de visita en Lima nos habla de algunos de ellos con una pisca de diplomacia, secuela de sus días de embajador, pero con mucha gracia.

-¿Cómo conoce a Gabriel García Márquez?
El otro día que nos encontramos nos dimos cuenta que nos habíamos conocido hace 50 años en Bogotá. Yo tendría 16 años, estaba con un amigo en un café de esos siniestros que hay en la ciudad, oscuros, malolientes, llenos de humo y en ese momento llegó un muchacho mayor que nosotros, con un traje clarisimo -Bogotá era funeraria, todo el mundo se vestía de oscuro- y descubrí inmediatamente que era un costeño. Él se sentó y pidió una cerveza que desde luego no pagó, a la camarera le agarró el trasero y le hizo las propuestas más indebidas. A mí me pareció horrible ese personaje. Se fue y le pregunté a mi amigo quién era él. Me dijo,"este es un muchacho que se llama García Marquez, es un tipo con mucho talento, escribe cuentos, pero es un caso absolutamente perdido". Yo escribí entonces un relato que se llama "El Caso Perdido" que publiqué en "La Llama y el Hielo", y, acompañé a este caso perdido hasta que ganó el Premio Nóbel mucho después.

-¿La amistad de ustedes continúa a pesar dde las diferencias ideológicas?
Sí, yo soy muy amigo de él pero desde luego no comparto sus puntos de vista políticos ni mucho menos. Comparto los de Mario Vargas Llosa. Pero creo que uno puede ser amigo de alguien sin la necesidad de concidir con sus posiciones políticas.

-¿Pero estas discrepancias no generaron enn algún momento alguna separación?
Sí, cuando salió el libro "La Llama y el Hielo". Yo antes le había mandado el manuscrito y su reclamo creo que era fundado, porque me metí a hacer interpretaciones de sus posiciones políticas. Yo decía que el hecho de que él se hubiera convertido en un hombre tan famoso y rico lo congelaba un poco en sus posiciones y no quería dar la impresión que por el hecho de ganar dinero iba a cambiar y dejar la izquierda. En fin, interpretaciones que son tal vez arbitrarias, uno puede rebatir ideas, pero las interpretaciones pueden ser subjetivas y caprichosas y eso produjo un distanciamiento que a mí me dolió mucho, pero por fortuna ha sido superado y ahora somos tan amigos como siempre.

-¿Él le dijo qué era lo que no le gustaba antes de que el libro saliera publicado y usted no lo cambió?
Me hizo la observación y yo hice como unos siete cambios en el libro, entre otras cosas, quité un capítulo que daba una explicación de su pelea con Mario. Él nunca me explicó por qué, pero me dijo que le gustaría que no se publicara y yo no lo puse. Hice también un prólogo que decía que quizás había arbitrariedades de mi parte, pero de todas maneras hubo un problema. Después, este relato fue republicado en Italia y ahí hice una revisión del manuscrito y quité toda la parte de interpretaciones políticas y sólo dejé la anécdota, porque pensé que él tenía razón.

-¿Como definiría a García Márquez?
Ante todo es un gran escritor, un gran narrador, lo que pasa es que no necesariamente por ser un buen narrador sus posiciones políticas van a ser buenas. La autoridad que tiene como narrador no pueden ser trasladada al campo político. Se ha dado el caso de grandísimos escritores que en el plano político se equivocaron. Tengo entendido que Balzac era monarquista y eso no le quita ningún mérito. ¿Qué tal Sartre?, yo lo entrevisté y lo miraba con fascinación porque me parecía un viejito gagá en pantuflas diciendo que la forma más avanzada de lucha en Latinoamerica era la guerrilla urbana. Yo pensaba, "por Dios, qué va a saber el pobre Sartre de la guerrilla en Latinoamerica". Creo que entre los escritores latinoamericanos hay gente que tiene posiciones muy correctas, comparto cien por ciento las ideas de un Mario Vargas Llosa, como compartía las de un Octavio Paz, pero no comparto las de Gabo. Los escritores tienen que ser juzgados por sus obras literarias y creo que García Márquez es un gran escritor y eso no se lo quita nadie.

-Usted ha podido continuar su amistad con García Márquez pese a las grandes discrepancias. ¿Por qué cree que Vargas Llosa y García Márquez no han podido seguir por el mismo camino?
Ese no creo que fue un problema de orden político. Yo nunca supe el verdadero problema, ni quiero saberlo, ni se lo preguntaré a ninguno de los dos amigos. No sé si finalmente sus discrepancias políticas de todas maneras los hubiesen distanciado, eso es dificil de saber. Yo considero a Gabo casi un hermano porque ha sido una persona que siempre me ha ayudado en distintas alturas de la vida y yo también creo que he hecho lo mismo por él. Somos compadres, yo soy padrino de uno de sus hijos y también del otro porque como se murió su padrino me dijo, "se ha muerto mi padrino así es que ahora tú eres también el mío". Recuerdo que una vez me estaba buscando en Bogotá y yo le dije que no lo iba a poder ver porque en ese momento estaba conmigo Carlos Alberto Montaner, un exiliado cubano y critico feroz del régimen castrista. Me dijo, tráelo, lo llevé y tuvimos una cena maravillosa. No sé habló de política, ni de Castro. Se habló simplemente de literatura. Pero el comentario final fue fabuloso. Antes de irme Gabo me llamó aparte y me comentó, "que tipo tan formidable es Montaner. Caramba, lástima que sea anticastrista". Cuando nos subimos al automovil me dice Carlos Alberto,"Gabo es maravilloso, que simpática su conversación. Lástima que sea castrista".

-¿Cree que algún día Vargas Llosa y Garcíaa Márquez se reconcilien?
No creo. No sé por qué, pero no lo creo posible.

-¿Usted que los conoce tanto, con cuál de los escritores del boom latinoamericano se queda?
Bueno, es muy dificil. Yo creo que Gabo es uno de los grandes escritores del siglo. Admiro mucho a Mario, la construcción y la ingeniería de sus novelas, creo que es el Balzac latinoamericano. Como ensayista y poeta a Paz. De Cortázar fui muy amigo, pero él era un niño grande, un niño de 70 años. Como dijo Gabo alguna vez, "es un viejito verde de la política". Es decir, igual que aquel que descubrió el sexo tarde, él descubrió tarde la política y eso es gravísimo. Es mejor descubrir las cosas temprano. La ingenuidad de Julio era increíble. Hablaba con la erre y contaba: "una vez me fui a Nicaragua y estaba cerca de la frontera escuchando disparos. Qué maravilla un pueblo que se bate". Era políticamente lamentable, pero como escritor y como persona era una maravilla. Yo creo que uno puede disociar una cosa de la otra, no tiene por qué ser tan fanático de decir: éste es un pésimo escritor porque no me gusta su opinión política. Me parece que lo liberal es asumir las diferencias sin hacer concesiones. Hay que mantener la relación personal. Me parece fanático negarse a ser amigo de quien no piensa como uno.

-Comentaba que estaba de acuerdo con las iideas de Mario Vargas Llosa en la política; ya sé que entramos en el campo de las suposiciones, pero ¿cree que hubiera sido un buen presidente del Perú?
Magnífico, lástima por el Perú porque él es un grande. Había hecho un trabajo estructural extraordinario de ver y diagnosticar los problemas del país y proponer soluciones. Yo jamás había visto, en América Latina, un grado tal de madurez y lucidez y me di cuenta que Mario había emprendido esta tarea de la misma manera que emprendía la construcción de una novela. Lo que él no sabía es que en nuestros paises no se puede trabajar con la verdad. Yo le decía: "aplica un poquito de eso que los griegos llamaban demagogia, creo que te conviene para llegar a la gente". En síntesis era un mal candidato, pero habría sido un gran presidente.

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