El 21 de noviembre de 1999, el prestigioso diario venezolano El Nacional le hizo una extensa entrevista al escritor, que suscitó una acalorada respuesta del presidente Hugo Chávez. A continuación el texto completo extraído de la página web del diario:

EL NACIONAL (Caracas, Venezuela)- DOMINGO 21 DE NOVIEMBRE DE 1999

POLITICA

Domingo con... MARIO VARGAS LLOSA
La corrupción socava las bases de la democracia en América Latina

Al escritor y ex candidato a la Presidencia de Perú le preocupa que en Venezuela se siga el ejemplo de Fujimori y se instaure un régimen autoritario. Cree que "eso de cambiar la Constitución como quien cambia de camisa no es una manera de preservar la democracia, sino una forma de quitarle seriedad y restarle credibilidad ante la opinión pública". Se confiesa confundido por el discurso cambiante del presidente Chávez y asegura que obligar constitucionalmente a las Fuerzas Armadas a politizarse es una temeridad y el error más grave del proyecto de Carta Magna

ENRIQUETA LEMOINE / ANDRES ROJAS JIMENEZ

A Mario Vargas Llosa la palabra le sale fácil. Habla como escribe: fluido y sin eufemismos. Al pan, pan; y al vino, vino. Dejó la tranquilidad de la cátedra sobre la Novela Latinoamericana que dictará hasta diciembre en la Universidad de Georgetown, en Washington, para hablar de un tema que le apasiona y no le es ajeno: democracia y autoritarismo, y de los peligros que enfrenta la primera frente a la amenaza, siempre latente en América Latina, del segundo.

Confiesa, feliz, que acaba de terminar su última novela, La fiesta del chivo, ambientada en la República Dominicana de Rafael Leonidas Trujillo, y en la que narra los últimos días del dictador y la conspiración para matarlo. Antes de ir a Santo Domingo, la próxima semana -como lo ha hecho durante los últimos dos años para reunirse con protagonistas y víctimas de aquel régimen cuya herencia comienza a desvanecerse-, hará un alto en Caracas para participar en la conferencia Corrupción y Estado de Derecho en una Sociedad Libre, con la que el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, Cedice, celebra 15 años de existencia.

De pluma y lengua certera, Vargas Llosa, no queda duda, será la vedette de la conferencia. Y a manera de antesala concedió una entrevista a El Nacional.

Democracia versus dictadura-¿Por qué Trujillo?

-Ocurrió en 1975. Estaba en República Dominicana y me fascinó el tipo de control que llegó a tener no solamente sobre las conductas, sino yo diría que hasta sobre los espíritus y el inconsciente de los dominicanos. La suya fue una dictadura militar totalitaria. Llegó a controlar totalmente la vida de una nación. Eso me fascinó. Y desde entonces le daba vueltas a una novela ambientada en este contexto.

-¿Por qué le apasiona tanto el tema de la dictadura?

-En América Latina, las dictaduras han sido la fuente de nuestras desgracias, y, como hemos tenido tantas, es muy difícil para un escritor latinoamericano no ser consciente de la presencia y de la amenaza de la dictadura. Perú, por ejemplo, vive hoy una dictadura, disimulada, que mantiene unas ciertas formas hipócritas -para aplacar a la comunidad internacional-, pero que de hecho perpetúa la tradición autoritaria latinoamericana: el presidente es un fantoche y las decisiones fundamentales las toma un pequeño grupo militar. Hay una política de intimidación sistemática a cualquier tipo de disidencia del poder; la prensa es controlada, sobornada e intimidada; la opinión pública es manipulada, y hasta las encuestadoras obedecen a la estrategia del régimen. Entonces, si en mi propio país se vive esta experiencia ¿cómo el tema de la dictadura no va a ser una constante en lo que son las preocupaciones de un escritor peruano? El tema del dictador y del caudillo es una realidad y la literatura da cuenta de ella.

-¿República Dominicana logró salir de ese período de sombra que fue Trujillo, que de alguna manera se perpetuó en los gobiernos de Joaquín Balaguer?

-Tengo la impresión de que hay un progreso real, y no me refiero sólo al crecimiento económico, sino al progreso en lo político e institucional. Está lejos de ser una democracia perfecta, pero hay una sociedad civil, una libertad de prensa, que van tomando forma. La presencia ominosa de Trujillo va quedando cada vez más atrás, rezagada. El país poco a poco va haciendo el aprendizaje de la democracia. Creo que en el contexto latinoamericano se puede hablar con un prudente optimismo de la República Dominicana.

-¿Y cómo se habla de Venezuela?

-Con mucha preocupación. Ojalá me equivoque. Yo le tengo muchísimo cariño a Venezuela. Por razones obvias: el primer gran espaldarazo literario, que fue el Premio Rómulo Gallegos, me lo dio este país. De manera que cuando hablo de Venezuela con preocupación y con temor, lo hago desde el cariño y la solidaridad que me unen a este país.

-¿Qué es lo que le preocupa?

-Que la democracia vaya a desaparecer y sea sustituida por un régimen autoritario. Mi impresión es que el régimen se orienta en una dirección claramente autoritaria. Me temo que sigue, de alguna manera, el siniestro modelo inaugurado por Fujimori en Perú.

-¿En qué sentido?-En que se orienta cada vez más hacia un gobierno centralizado, hacia la figura caudillista. En que le da a las Fuerzas Armadas una intervención en la vida política, como si no hubiéramos aprendido nada de las lecciones de la historia en la que hemos visto el papel tan negativo, tan destructor de la civilidad, que ha jugado la intervención de lo castrense en lo civil. En la eternización del Poder Ejecutivo. La nueva Constitución va a permitir la reelección presidencial. La reelección ha sido siempre fatal en la historia latinoamericana. Hemos visto, en estos últimos años, lo que ha significado para Argentina, para Brasil, el haber seguido el ejemplo de Fujimori, quien cambió la Constitución para hacerse reelegir y eternizarse en el poder. Si Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso hubieran entregado el poder al terminar su mandato constitucional, ambos hubieran salido con olor de santidad política: las reformas que hicieron fueron muy positivas, lo mismo que la imagen que tenían ante la opinión pública. Por hacerse reelegir, violando las normas constitucionales tradicionales, ambos han quedado desprestigiados y han dejado sociedades crispadas en las que el consenso básico de la democracia no está funcionando. Esas son algunas de las razones que justifican la preocupación por lo que pudiera ocurrir en Venezuela.

-Los cambios constitucionales en Argentina y Brasil, así como los que se están dando en Venezuela, ¿nos llevan a un nuevo esquema de autoritarismo en la región?

-Sin duda. La democracia es el respeto de las formas, de unas reglas de juego que deben permanecer el mayor tiempo posible, que deben ser modificadas con la máxima prudencia y, en todo caso, para establecer un nuevo sistema en lo que concierne a próximos gobernantes. Pero que un gobernante suba al poder y cambie las reglas de juego por las que fue electo es el comienzo de la erosión de los fundamentos de la democracia. Haití es el país que ha tenido más constituciones en el mundo. Y es el menos democrático. Esto ilustra para qué sirve eso de andar cambiando constituciones. Las democracias más sólidas casi no han cambiado sus constituciones. O incluso no las han tenido. Ese es el caso de Inglaterra, que es un país donde se respetan los principios democráticos de la coexistencia en libertad. Estados Unidos ha tenido una sola Constitución que ha sido modificada muy pocas veces y, sin embargo, es una país que no ha tenido un dictador en toda su historia. Eso de cambiar constituciones como quien cambia de camisa, no es una manera de preservar la democracia. Es más bien una manera de quitarle a la democracia seriedad y de restarle credibilidad ante la opinión pública.

-¿Por qué es tan importante preservar la democracia? ¿Cómo combatir las amenazas autoritarias y totalitarias que gravitan sobre la región?

-El único camino hacia el desarrollo económico, político, social, cultural, es la democracia. No hay otro. Basta echar una mirada a los países que más han avanzado en justicia social, en derechos humanos, en lo que concierne a la libertad de expresión, y los que han alcanzado los más altos niveles de vida: son las democracias. Ahora bien, cuáles son los países que están más rezagados en el desarrollo entendido de esta manera global: los menos democráticos, los que son gobernados por dictaduras militares, o los que han salido de las dictaduras totalitarias.

Presidencialismo, partidos y más -En América Latina el presidencialismo ha producido autoritarismo e inestabilidad política. Parte del problema viene porque existe una doble legitimidad: la del Presidente y la del Congreso.

-Hay quienes sostienen que la democracia podría echar mejores raíces en América Latina si del régimen presidencialista se fuera pasando a un régimen parlamentario, o se le fuera dando cada vez más poder al Parlamento, de tal manera que la hegemonía parlamentaria obligara a los partidos políticos y a la ciudadanía en general a llegar a esos pactos, acuerdos, transacciones y coaliciones que son ingrediente fundamental de un sistema de coexistencia como es la democracia. Aunque creo que estos argumentos son sólidos, hay que tener en cuenta que nosotros no tenemos una tradición democrática y que esa transición hacia el régimen parlamentario lo que podría significar es caos.

-¿Encuentra algún punto de coincidencia en el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela, Tabaré Vásquez en Uruguay, Fernando de la Rúa en Argentina, y la posibilidad de que gane Ricardo Lagos en Chile?

-En todos estos casos lo que parece más evidente es un rechazo a la corrupción, que está socavando más que ningún otro factor las bases de la democracia en América Latina. Los pueblos latinoamericanos sienten una profunda indignación y desmoralización al ver que los gobiernos civiles, en los que pusieron tantas expectativas, no sólo han sido incompetentes, sino que en muchos casos han sido corruptos y han utilizado el poder para traficar influencias y permitir negocios ilícitos, a cuya sombra han surgido inmensas fortunas, en tanto que los pobres se empobrecen más. En Venezuela, entiendo que haya un enorme sector de la sociedad indignado con la corrupción que ha hecho tanto daño y ha destruido tantas oportunidades en un país de inmensos recursos. Mi temor es que esa indignación, legítima, pueda ser utilizada para acabar con algo que es precioso para cualquier nación -la democracia-, aun cuando funcione de manera deficiente. Si de algo estoy convencido, y creo que deberían estarlo todos los latinoamericanos, es de que el autoritarismo, la dictadura, es siempre el peor de los males y en ningún caso el mal menor.

-¿No asocia la debilidad de las democracias latinoamericanas con el desgaste en los partidos políticos?

-Los partidos no han sabido modernizarse. Han seguido actuando como si nada hubiera cambiado en el mundo. Mantienen estructuras clientelares para el disfrute del poder. Esa crítica es perfectamente justificada. Ahora, de allí no se puede saltar a la eliminación de los partidos políticos para que funcione la democracia, porque no hay democracia sin partidos políticos. Los partidos son las instituciones a través de las cuales se ejercita la participación. La conclusión es que hay que reformar los partidos para que dejen de ser cascarones semimuertos y se transformen en organizaciones vivas, genuinamente democráticas, a través de las cuales se produzca una renovación constante de cuadros y se canalice la participación de la sociedad civil. Las democracias sanas y fuertes son democracias en las cuales los partidos políticos son sanos, fuertes y representativos. Acabar con los partidos políticos es acabar con la democracia. Con los sindicatos ocurre lo mismo.

Chávez y Satán-Usted fue satanizado en su país por el ex presidente Alan García, los dirigentes del APRA y del sector sindical peruano. ¿No cree que el presidente Chávez también ha sido víctima de la satanización?

-Seguramente. Eso es lo que hace el adversario político: tratar de descalificar. Estoy seguro de que el presidente Chávez ha sido víctima de esa satanización. Pero hay realidades objetivas que nadie puede ocultar. El presidente Chávez trató de destruir una democracia, muy imperfecta, pero trató de destruirla a balazos. Eso es un hecho objetivo que nadie ha inventado con ánimo de satanizar. Eso es una realidad y está dentro de las credenciales y de la biografía del presidente Chávez. Creo que es perfectamente legítimo que cuando se opine sobre el presidente Chávez, se recuerde ese antecedente que no es democrático.

-Sin embargo, llegó al poder por la vía democrática.

-Y por eso nadie dice que el presidente Chávez no tiene un origen democrático. Cuando lo he criticado, lo he hecho sobre la base de ese pasado que me parece poco recomendable para gobernar y perfeccionar una democracia: haberse levantado contra una democracia a balazos. Creo que tenemos derecho a recordárselo. Y también a mostrar preocupación por ciertas promesas y anuncios, sobre todo si nos parece que pueden poner en peligro la democracia. Creo que si el presidente Chávez ha optado por las reglas de la democracia para llegar al poder, tiene que aceptar algo fundamental en la democracia: el ser criticado y respetar el derecho de crítica.

Nacionalismo versus patriotismo-En El pez en el agua usted señala que en América Latina se comete el error de confundir nacionalismo con patriotismo.

-Es así. El patriotismo, el amor a la tierra, al paisaje que sirve de referencia, a la gente que habla la misma lengua, con quienes se comparten experiencias comunes, es un sentimiento muy sano. En cambio, el nacionalismo es una doctrina política totalmente aberrante y que ha causado las peores desgracias y catástrofes en este siglo que termina. Las dos guerras mundiales son producto del nacionalismo. El nacionalismo nos confina al aislamiento, nos cierra la comunicación y nos hace mirarnos el ombligo. Las políticas que han destruido y empobrecido a América Latina son aquellas basadas en el nacionalismo económico.

-¿Cómo percibe la postura del presidente Chávez: como nacionalista o como patriótica?

-Creo que el presidente Chávez modifica su discurso según cambian sus interlocutores. Esto lo digo sin ánimo de ofender. Cuando va a Cuba, dice unas cosas, cuando viene a Washington dice otras. En Venezuela, dice cosas y al día siguiente dice cosas distintas. Entonces, es difícil saber, hasta ahora -porque no hay una coherencia en sus pronunciamientos-, cuáles son sus posiciones frente a los grandes problemas económicos, sociales, institucionales. Esa es la verdad. Se ha pronunciado de manera tan distinta y contradictoria, según los auditorios, que a veces uno se pregunta si realmente tiene una visión coherente de lo que quiere hacer y cuál es esa visión. Hasta ahora, puede ser que esté equivocado, pero he seguido de la manera más completa que puedo lo que ocurre en Venezuela, tengo una visión bastante confusa acerca de los planteamientos del presidente Chávez.

Camino a la censura La información peligra cuando es calificada. Vargas Llosa se suma al coro de quienes opinan que en una democracia lo que debe haber es libertad de información y punto. Libertad de expresión y hasta ahí.

Lo peor es que un Estado o gobierno adjetive o califique la naturaleza de la información, asegura, y se pregunta "¿quién determina cuándo una información es veraz? ¿qué determina que sea veraz".

El mismo se da respuesta: "El poder sólo tiene un criterio para eso: es veraz todo lo que me conviene y lo que no me conviene es falso o mentiroso. Ese es el principio de la censura y de la manipulación de la información, y ello conduce, inevitablemente, a la desaparición de la prensa libre, de la libertad de expresión, del derecho a la crítica. Y consagra lo que es un régimen autoritario".

Por ello, el hombre de letras, de palabra y de ideas insiste: "Establecer la noción de que debe haber una información veraz y oportuna, ha sido siempre la coartada que han utilizado los regímenes que quieren acabar con la libertad de expresión. Esa es la puerta por la que puede entrar la censura en Venezuela".

Militares al cuartel "Obligar constitucionalmente a las Fuerzas Armadas a politizarse es una temeridad, una insensatez", dice Vargas Llosa al referirse a la norma constitucional que le confiere el voto a los militares.

"A las Fuerzas Armadas hay que preservarlas de los vaivenes, de la agitación y de las divisiones que inevitablemente conlleva la acción política. En América Latina, cuando las Fuerzas Armadas han estado involucradas en política, las consecuencias han sido catastróficas: los ejércitos se convierten en partidos políticos y se distraen de su verdadera función, que es la defensa de la soberanía y de la Constitución. Creo que este es uno de los errores más graves del proyecto de Carta Magna".

Está convencido de que el poder militar debe estar sujeto, siempre, al poder civil. "De lo contrario, no hay democracia. A los militares nadie los elige. Las Fuerzas Armadas son una institución enormemente costosa. Alimentarlas, mantenerlas y armarlas es algo que le cuesta a la ciudadanía. Por tanto, deben cumplir estrictamente su misión y estar siempre subordinadas a las decisiones de ese poder civil. En una democracia, las Fuerzas Armadas existen para servir al conjunto de la sociedad. En América Latina ha ocurrido al revés: nuestros países existen para servir a las Fuerzas Armadas. Creo que dar el voto a los militares es, en cierta forma, incitarlos a participar activamente en política. Y eso va contra la concepción básica de lo que debe ser la función militar en una democracia".

"Al final es la fuerza militar la que gobierna. Eso es una ley que no tiene excepción. La fuerza militar debe su legitimidad no a una soberanía expresada a través de elecciones, sino única y exclusivamente a la fuerza, a los cañones. Y quien cree que puede manipular y utilizar a esa fuerza en provecho propio juega al aprendiz de brujo. Porque al final es la fuerza militar la que asume directamente el control del poder. Eso es jugar con fuego y tener un desconocimiento garrafal de lo que es la historia, que nos enseña que si uno lleva las Fuerzas Armadas al Palacio de Gobierno para gobernar con más comodidad, al final quienes gobiernan son las Fuerzas Armadas y no el aprendiz de brujo".

No le ve sentido a la propuesta del presidente Chávez en el sentido de crear un organismo militar en América Latina semejante a la OTAN. "¿Cuál sería el objeto? ¿Unir a las fuerzas militares del continente para que coordinen qué tipo de actividades? Lo importante en el continente latinoamericano es que las Fuerzas Armadas se reduzcan cada vez más, se conviertan en fuerzas profesionales y que funcionen como lo hacen las fuerzas armadas dentro de la democracia; es decir, totalmente subordinadas al poder civil y que además se instruyan, se eduquen y formen como una institución al servicio de la democracia".

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