54a. Asamblea General de la SIP

El Comercio Perú, Lima, 18 de Noviembre de 1998

El problema del periodismo sensacionalista no es legal sino cultural

Punta del este, Uruguay. Por Daniel Mazzone, El País, Grupo de Diarios América.- La expresión de Mario Vargas Llosa (Perú, 1936) adquiere un tono sombrío cuando se refiere al periodismo sensacionalista predominante en Londres, la ciudad donde vive, e insiste en que se trata de un problema cultural que no se puede erradicar con leyes sin afectar la libertad. Por el contrario, se entusiasma al hablar de su nuevo proyecto literario, una larga novela que escribe hace dos años pero que proyecta desde 1975 sobre la dictadura de Trujillo en República Dominicana: La Fiesta del Chivo. El País lo entrevistó en el Hotel Conrad de Punta del Este, donde el escritor nacionalizado español estuvo para participar de las actividades de la 54° Asamblea de la SIP.

-Hace dos años, a su paso por Montevideo, usted estaba preocupado por el compromiso del escritor; recién había publicado una columna en El País de Madrid bajo el título ''Dinosaurio en tiempos difíciles'', ¿cree que se ha modificado algo en este período?

Creo que no. Por el contrario, creo que se ha acentuado el desinterés e incluso el desprecio de muchos escritores por la política, por el debate cívico; creo que cada vez más tanto en América Latina como en Europa hay cada vez más escritores que dan la espalda a ese tipo de preocupaciones porque las consideran inútiles, ingenuas, y se han volcado en una actividad exclusivamente literaria. Es una realidad de nuestro tiempo que yo lamento, porque creo que es empobrecedor para la vida cívica y también para la literatura. Creo que quienes aún lo hacemos somos una minoría y que muchos intelectuales, sobre todo jóvenes, nos ven con escepticismo, bueno... como unos dinosaurios (se ríe con sonoridad).

- O sea que ratifica aquel título...

Un poco, dice mientras sigue riendo.

Y en este momento parecería que lo que más le preocupa es el periodismo sensacionalista, de acuerdo a la columna que leí en El País de Madrid, acerca de cómo los tabloides londinenses destruyeron la carrera política del ministro laborista de apellido Davis...

Bueno, quizá eso se deba al hecho de que yo viva en Inglaterra que es un país donde ese fenómeno del periodismo amarillo o escandaloso, alcanza unas proporciones muy preocupantes. Los periódicos que más se leen en Gran Bretaña hoy día son los proclamados tabloides, aunque no todos son tabloides, pero son llamados así por su tendencia al escándalo. Buscan y a veces fabrican el escándalo y llegan a un inmenso público, mucho más desde luego que los periódicos serios que también los hay, pero que sólo llegan a una élite. Creo que yo cito en ese artículo a News on the world que es un periódico que tira cuatro millones de ejemplares, que es algo que todos los periódicos serios juntos no alcanzan. Y es un periodismo de entretenimiento, no es un periodismo de información, que explota -y con mucho talento- los peores instintos, la maledicencia, la curiosidad por las vidas privadas, algo que por desgracia prende en todos los sectores, y contra lo que no están vacunados los ciudadanos cultos o educados. Es un fenómeno que no se da en otras partes con la virulencia que se da en la sociedad inglesa que es una sociedad con mucho nivel cultural, quizá eso es lo más inquietante y que en muchos casos produce injusticias terribles como esa que yo reseñaba acerca de este ministro, un hombre que en su actividad pública ha tenido una trayectoria impecable y que ha quedado totalmente destruido únicamente para satisfacer este periodismo morboso.

- ¿Usted ve este fenómeno acentuado en la sociedad londinense o lo ve generalizado?

Yo lo veo en ciertas sociedades; en Alemania también existe este periodismo amarillo como de segundo nivel; hay otros países europeos en que todavía no existe como España o Francia; creo que allí el fenómeno se da de manera más circunscrita. En Estados Unidos también se da ese fenómeno de un periodismo como de segundo nivel que vive de eso, de la infidencia, de la maledicencia. Es una manera de tergiversar la realidad y que deriva de la más noble de las instituciones que es la libertad, el derecho a opinar, a informar, del que depende la democracia, del que depende la civilización, ha producido este bastardo extraño, que es el periodismo de escándalo.

- ¿Usted ve la solución en algún tipo de regulación de este tipo de fenómenos, o coincide con Revel que ayer sostuvo que la única alternativa es desarrollar el espíritu crítico del público?

Yo estoy completamente de acuerdo con Revel. Creo que cualquier reglamentación resulta un remedio peor que la enfermedad. Creo que sólo se puede eliminar ese tipo de periodismo si se elimina la libertad y entonces las consecuencias serían trágicas. Sería como querer curar una neuralgia mediante la decapitación. Creo que el único mecanismo para hacer retroceder ese fenómeno es la cultura. Es una cultura que sancione con el rechazo ese tipo de periodismo. Desgraciadamente lo que ocurre es lo contrario; hay una cultura que más bien lo estimula y lo reclama y es la que lo hace desarrollarse. El problema para mi no es legal sino cultural. Existe una legalidad a la que incluso uno puede recurrir si siente que lo han ofendido, pero hay una cultura que ampara el amarillismo y le concede una impunidad y eso es lo más grave.

- ¿Sigue viviendo en Berlín?

No ya retorné a Londres.

- ¿Su residencia en Berlín le ayudó a tener una visión panorámica mayor de la realidad europea?

Fue una experiencia muy interesante porque Berlín es una ciudad que está en plena transformación, no sólo porque a partir del próximo año será nuevamente la capital de Alemania sino porque desde la caída del muro ha tenido un desarrollo cultural, se ha abierto al resto de Europa, se ha convertido de alguna forma en la capital cultural de Europa central; está además como renaciendo el espíritu de la gran época berlinesa de los años 20 cuando fue un gran centro de ideas, de actividades artísticas y además es muy interesante este esfuerzo por convertir a Berlín en una gran ciudad moderna con participación de arquitectos, ingenieros, sociólogos alemanes y no alemanes. En eso hay un intento muy interesante de convertir a Berlín en una ciudad cosmopolita. Y tengo la impresión de que en los años siguientes este fenómeno se va a acentuar y que Berlín será uno de los grandes polos culturales en el futuro inmediato.

- ¿Estamos cada vez más cerca o más lejos de Europa?

Yo creo que estamos más cerca de todos. Creo que uno de los rasgos de nuestra época esa globalización que algunos critican es que nos ha hecho a todos contemporáneos, copartícipes de una realidad económica, política y cultural y que gran parte por el desarrollo prodigioso de las comunicaciones, las distancias se han reducido a su mínima expresión; eso me parece muy positivo. Por ejemplo me parece que gracias a ese desarrollo es casi imposible que se establezcan sistemas de censura como en el pasado; el costo para establecer un sistema de control absoluto de la información en una sociedad sería el atraso, el aislamiento, la marginación absoluta de una sociedad, de modo que me parece prácticamente imposible que hoy día la censura vuelva a ser una realidad generalizada como lo fue en el pasado.

- ¿O sea que su visión de este momento latinoamericano es optimista?

Es moderadamente optimista, porque retrocesos puede haber. Ha habido un retroceso en el Perú en 1992 con un golpe de Estado disimulado y que ha conseguido una cierta aceptación por parte de la comunidad internacional. Ahora vemos casos como el de Venezuela, muy preocupante; allí un golpista, un militar con ideas claramente autoritarias, puede llegar al poder a través de elecciones legítimas para acabar con la democracia según lo proclama resueltamente y el país está tan desesperado, está en una situación de crisis tan profunda que da la impresión de que muchos venezolanos piensan que esa puede ser una solución; eso sería un enorme retroceso por supuesto para Venezuela y para la región. Sería muy ingenuo pensar que ya la democracia ha echado raíces profundas en América Latina y que es algo irreversible, pero de hecho se ha progresado en ese campo.

- Si tuviera que hacer una síntesis de la literatura de este siglo en América Latina, ¿qué nombres elegiría?

Pues muchos autores, Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Octavio Paz, Borges, Onetti, Carpentier, Fuentes... Creo que hay una literatura tanto en lírica como en la prosa de muy alto nivel. En ese campo creo que hemos sido muy creativos. No hemos sido capaces de producir grandes avances en el campo político, social o económico; hemos dado muchos traspiés, incluso hemos retrocedido, pero en el campo de la creatividad creo que América Latina puede, sin ningún triunfalismo, mostrar al mundo que ha sido capaz de crear cosas originales.

- Y si tuviera que elegir cinco nombres de la literatura de este siglo en América Latina?

Seguramente elegiría a Borges, Neruda, Vallejo, Octavio Paz y allí me quedaría uno para un prosista importante que sería o Carpentier o García Márquez.

- Onetti no entra entre los cinco.

Pues es tan difícil... yo admiro enormemente a Onetti, pero si sólo me da usted cinco, desde luego si me da siete, lo incorporo a Onetti...

- La casa Random House hizo la encuesta sobre los cien mejores de la literatura en lengua inglesa para el siglo XX. ¿le parece que nosotros tendríamos que hacer la nuestra?

Yo creo que no. Creo que esos ranking son muy artificiales y arbitrarios. Es muy difícil establecer cuando hay un nivel de excelencia en un creador quién es mejor. Por ejemplo si es mejor Tolstoi que Dostoievski; Shakespeare o Cervantes ¿es un disparate no? Parecería que nuestra época necesita esa visión un poco deportiva de lo que es la cultura pero a mi me parece una ingenuidad como si loos escritores fueran futbolistas o corredores. Justamente en ese ranking de Random House, Faulkner aparece en el puesto veintitantos, lo que es completamente ridículo ¿no?

LA FIESTA DEL CHIVO

- ¿Cómo ve a la literatura latinoamericana actual?

Lamentablemente no la sigo muy de cerca porque yo tengo unas lecturas muy condicionadas por mi propio trabajo; estoy escribiendo una novela sobre Trujillo, la República Dominicana en los años 60 y entonces leo mucho en relación a ello y no sigo la actualidad.

- ¿Se está volcando a la literatura histórica?

Bueno, hay un fondo histórico pero es ficción. El contexto lo dan los años finales de Trujillo.

- ¿Cuándo va a salir publicada?

No lo sé, quizá la termine el próximo año o el siguiente. La comencé hace un par de años pero el proyecto es del año 75 en que estuve viviendo unos meses allí.

- ¿Por Trujillo o por su época o por Trujillo como paradigma del dictador latinoamericano?

Por todas esas cosas, pero quizá lo que a mi me despertó el apetito fue conocer ciertos detalles de la conjura para matar a Trujillo, una conjura que se gestó en el seno mismo del trujillismo, en realidad quienes lo mataron habían estado muy vinculados a su régimen y después de ejecutarlo, esa conjura fracasó por la parálisis en la que quedaron los propios conjurados, como aterrorizados de su propia hazaña. Habían interiorizado de tal manera el régimen que quedaron como si hubieran cometido un parricidio. Y ese hecho me llevó a seguir investigando en los hechos y de allí surgió la idea de esta novela que se va a llamar La fiesta del chivo.

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© Augusto Wong Campos, 2000. Yahoo! Geocities Inc.