Rima LIV


    Entre el discorde estruendo de la orgía
    acarició mi oído,
    como nota de lejana música,
    el eco de un suspiro.

    El eco de un suspiro que conozco,
    formado de un aliento que he bebido,
    perfume de una flor que oculta crece
    en un claustro sombrío.

    Mi adorada de un día, cariñosa,
    “¿en qué piensas ?”, me dijo:
    “En nada...” “¿En nada, y lloras?” “Es que tienes
    alegre la tristeza y triste el vino”.


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