Rima VII


    Del salón en el ángulo oscuro,
    de su dueño tal vez olvidada,
    silenciosa y cubierta de polvo
    veíase el arpa.

    ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
    como el pájaro duerme en la rama
    esperando la mano de nieve
    que sabe arrancarlas!

    ¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio
    así duerme en el fondo del alma,
    y una voz, como Lázaro, espera
    que le diga: “Levántate y anda”!


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