Rima XCVII


    Esas quejas del piano
    a intervalos desprendidas,
    sirenas adormecidas
    que evoca tu blanca mano,
    no esparcen al aire en vano
    el melancólico son;
    pues de la oculta mansión
    en que mi pasión se esconde,
    a cada nota responde
    un eco del corazón.




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