Rima XXXVII


    Antes que tú me moriré: escondido
    en las entrañas ya
    el hierro llevo con que abrió tu mano
    la ancha herida mortal.

    Antes que tú me moriré: y mi espíritu,
    en su empeño tenaz,
    sentándose a las puertas de la muerte,
    allí te esperará.

    Con las horas los días, con los días
    los años volarán,
    y a aquella puerta llamarás al cabo...
    ¿Quién deja de llamar?

    Entonces que tu culpa y tus despojos
    la tierra guardará,
    lavándote en las ondas de la muerte
    como en otro Jordán.

    Allí, donde el murmullo de la vida
    temblando a morir va,
    como la ola que a la playa viene
    silenciosa a expirar.

    Allí donde el sepulcro que se cierra
    abre una eternidad...
    ¡ Todo lo que los dos hemos callado
    lo tenemos que hablar !




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