GONZALO DE BERCEO

(1198?-1274?)


MILAGROS DE NUESTRA SEÑORA

INTRODUCCIÓN

Amigos e vasallos de Dios omnipotent,
si vos me escuchásedes por vuestro cosiment,
querríavos contar un buen aveniment:
terrédeslo en cabo por bueno verament..

 Yo, maestro Gonzalo de Berceo nomnado,
yendo en romería caeci en un prado
verde e bien sencido, de flores bien poblado,
logar cobdiciaduero para omne cansado.

 Daban olor sobeio las flores bien olientes,
refrescaban en omne las caras e las mientes,
manaban cada canto fuentes claras corrientes,
en verano bien frías, en ivierno calientes.

 Habíe hi grand abondo de buenas arboledas,
milgranos e figueras, peros e manzanedas,
e muchas otras fructas de diversas monedas;
mas non habíe ningunas podridas nin acedas.

 La verdura del prado, la olor de las flores,
las sombras de los árboles de temprados sabores
refrescáronme todo, e perdí los sudores:
podrie vevir el omne con aquellos olores.

 Nuncua trové en sieglo logar tan deleitoso,
nin sombra tan temprada, ni olor tan sabroso.
Descargué mi ropiella por yacer más vicioso,
poséme a la sombra de un árbol fermoso.

 Yaçiendo a la sombra perdí todos cuidados,
odí sonos de aves dulçes e modulados:
nuncua udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiessen sones más acordados.

 Unas teníen la quinta, e las otras doblaban,
otras tenían el punto, errar no las dejaban,
al posar, al mover todas se esperaban,
aves torpes nin roncas hi non se acostaban.

 Non seríe organista nin seríe violero,
nin giga, nin salterio, nin mano de rotero,
nin estrument, nin lengua, nin tan claro vocero,
cuyo canto valiese con esto un dinero.

 Pero que vos disiémos todas estas bondades,
non contamos las diezmas, esto bien lo creades:
que había de noblezas tantas diversidades,
que no las contaríen priores ni abades.

 El prado que vos digo había otra bondat:
por calor nin por frío non perdíe su beldat,
siempre estaba verde en su entegredat,
non perdíe la verdura por nulla tempestat.

 Man a mano que fui en tierra acostado,
de todo el lacerio fui fuego folgado:
olvidé toda cuita, el lacerio pasado:
¡Qui allí se morase seríe bien venturado!

 Los omnes e las aves cuantas acaecíen,
levaban de las flores cuantas levar queríen;
mas mengua en el prado ninguna no facíen:
por una que levaban, tres o cuatro nacíen.

 Semeja esti prado egual de paraíso,
en qui Dios tan grand gracia. tan grand bendición miso:
el que crió tal cosa, maestro fue anviso:
omne que hi morase, nuncua perdrie el viso.

 El fructo de los árboles era dulz e sabrido,
si don Adán hobiese de tal fructo comido,
de tan mala manera non seríe decibido,
nin tomaríen tal daño Eva ni so marìdo.

 Senores e amigos, lo que dicho habemos
palabra es oscura, exponerla queremos:
tolgamos la corteza, al meollo entremos,
prendamos lo de dentro, lo de fuera dejemos.

 Todos cuantos vevimos que en piedes andamos.
si quiere en presión o en lecho yagamos,
todos somos romeos que camino andamos:
San Peidro lo diz esto, por él vos probamos.

 Cuando aquí vivimos, en ajeno moramos;
la ficanza durable suso la esperamos,
la nuestra romería estonz la acabamos
cuando a paraíso las almas enviamos.

 En esta romería habemos un buen prado,
en qui trova repaire tot romeo cansado,
la Virgin Gloriosa, madre del buen criado,
del cual ninguno egual non fue trovado.

 Esti prado fue siempre verde en onestat,
ca nunca hobo mácula la su virginidat,
post partum et in partu fue Virgin de verdat,
illesa, incorrupta en su entegredat.

 Las cuatro fuentes claras que del prado manaban,
los cuatro Evangelios eso significaban,
ca los evangelistas cuatro que los dictaban,
cuando los escribíen con ella se fablaban.

 Cuanto escribíen ellos, ella lo emendaba,
eso era bien firme, lo que ella laudaba:
parece que el riego todo della manaba,
cuando a menos della nada non se guiaba.

 La sombra de los árboles, buena, dulz e sanía,
en qui habe repaire toda la romería,
si son las oraciones que faz Santa María,
que por los pecadores ruega noch e día.

 Cuantos que son en mundo justos e pecadores,
coronados e legos, reis e emperadores,
allí corremos todos vasallos e señores,
todos a la su sombra imos coger las flores.

 Los arbores que facen sombra dulz e donosa
son los santos miraclos que faz la Gloriosa,
ca son mucho más dulces que az&uacutecar sabrosa,
la que dan al enfermo en la cuita rabiosa.

 Las aves que organan cntre esos fructales
que han las dulçes voces, dicen cantos leales,
estos son Agustín, Gregorio, otros tales,
cuantos que escribieron los sos fechos reales.

 Estos habíen con ella amor e atenencia,
en laudar los son fechos metíen toda femencìa,
todos fablaban della, cascuno su sentencìa;
pero teníen por todo todos una creencia.

 E1 roseñor que canta Por fina maestría,
siquiere la calandria que faz grand melodía,
mucho cantó mejor el varón Isaía,
e los otros protefas, honrada compañía.

 Cantaron los apóstoles muedo muy natural,
confesores e mártires facíen bien otro tal,
las vírgines siguieron la grand Madre caudal,
cantan delante della canto bien festival.

 Por todas las eglesias, esto es cada día,
cantan laudes antella toda la clerecía;
todos li facen cort a la Virgo María:
estos son roseñoles de gran placentería.

 Tornemos ennas flores que componen el prado,
que lo facen fermoso, apuesto e temprado:
las flores son los nomnes que li da el dictado
a la Virgo María, madre del buen criado.

 La bendicta Virgen es estrella clamada,
estrella de los mares, guiona deseada,
es de los marineros en las cuitas guardada,
ca cuando csa veden, es la nave guiada.

 Es clamada, e eslo, de los cielos reina,
tiemplo de Jesucristo, estrella matutina,
Señora natural, piadosa vecina,
de cuerpos e de almas salud e medicina.

 Ella es vellocino, que fue de Gedeón,
en qui vino la pluvia, una grand visión:
ella es dicha fonda de David el varón,
con la cual confondió al gigant tan fellón.

 Ella es dicha fuent de qui todos bebemos,
ella nos dio el cebo de qui todos comemos,
ella es dicha puerto a quì todos corremos
e puerta por la cual entrada atendemos.

 Ella es dicha puerta, en sí, bien encerrada,
pora nos es abierta, pora darnos entrada;
ella es la palomba de fiel bien esmerada,
en qui no cae ira, siempre está pagada.

 Ella con grand derecho es clamada Sión,
ca es nuestra talaya, nuestra defensìón;
ella es dicha trono del rey Salomón,
rey de grand justicia, sabio por mirazón.

 Non es nomne ninguno que bien derecho venga,
que en alguna guisa a ella non avenga;
non a tal que raíz en ella no la tenga,
nin Sancho nin Domingo, nin Sancha nin Domenga.

 Es dicha vid es una, almendra, malgranada
que de granos de gracia está toda calcada;
oliva, cedro, bálsamo, palma bien aiumada,
piértaga en que sovo la serpiente alzada.

 El fust de Moìsés eña mano portada
que confondió los sabios que Faraón preciaba,
el que los abrió los mares e después los cerraba
si non a la Gloriosa, al non signìficaba.

 Si metiéremos mientes en ell otro bastón
que partió la contienda que fue por Aarón,
al no significaba, como diz la lectión
si non a la Gloriosa, esto bien con razón.

 Señores e amigos, en vano contendemos,
entramos en grand pozo, fondo nol trovaremos;
más seríen los sus nomnes quc nos della leemos
que las flores de1 campo del m&uacutes grand que sabemos.

 Desuso lo disiemos que eran los fructales,
en qui facien las aves los cantos generales
los sus sanctos miraclos grandes e principales,
los cuales organamos eñas fiestas caubdales.

 Quiero dejar con tanto las aves cantadores,
las sombras e las aguas, las devant dichas flores:
quiero destos fructales, tan plenos de dulzores,
fer unos pocos viesos, amigos e señores.

 Quiero en estos arbores un ratìello sobir,
e de los miraclos algunos escribir,
la Gloriosa me guíe que lo pueda complir,
ca yo non me trevría en ello a venir.

 Terrélo por miráculo que lo faz la Gloriosa
si guiarme quiere a mí en esta cosa:
Madre plena de gracìa, Reina poderosa,
tú me guía en ello, ca eres piadosa.

 En España cobdicio de luego empezar:
en Toledo la magna, un famado logar,
ca non sé de cuál cabo empiece a contar,
ca son más que arenas en riba de la mar.


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