EL ENIGMA DE LA MEMORIA



Poetisa




"Quizás los enigmas sean más importantes
que las soluciones..", J.L.Borges


Tal vez regresó de algún mítico lugar para decirle: "el que lee mis palabras está inventándolas" y ella cumplió con la sentencia, transmitió esa noche no sólo sus frases, sus obras, sino también su voz y su memoria.

Frágil, menuda, se ubicó frente a un auditorio totalmente lleno y con voz trémula, casi en susurro, se preguntó qué significa la memoria del gran escritor argentino Jorge Luis Borges, para sus lectores y para ella, María Kodama, "su discípula, su amiga, su mujer".

Así inició su conferencia "Borges y yo", en uno de los salones más especiales de la feria. Todo tipo de ojos la miraban. Estaban las damas de sonoros apellidos jugando con sus perlas que les encarecían el cuello. Las acompaNaban altivos diplomáticos, uniformados con el delator traje oscuro.

Del otro lado del espectro se encontraban los intelectuales que en su perenne deambular por la vida, buscando el numen, aparentemente descubrieron que la libertad se alcanza con andar en sandalias de cuero polvorientas y dejarse crecer el pelo y la barba.

Ah y por supuesto, también estaban los oficinistas arrastrando su cansancio.

Todos callan. María Kodama habla."La vida de los hombres está regida por dos conceptos tan abstractos como el espacio y la luz, vale decir, el tiempo y la memoria que determinarán, con flexibilidad, el destino de los seres humanos." "Tenemos que comenzar por aproximarnos al concepto de memoria, pero no teorizando vaga o formalmente, sino pensando en aquellos autores que forzaron con sus poemas o prosas, la maravillosa puerta creada para la memoria de Jorge Luis Borges", dijo Kodama ante un sólido silencio.

Leyó sus folios, acompañada por dos cuadros del que fue su esposo. A su derecha, una enorme luna multicolor derramaba verdes, amarillos, azules y lilas en la mitad del rostro sonriente de Borges; a su diestra, un Borges reflexivo, serio, apoyado en su bastón, parecía oirla con profunda atención.

"Dejándonos llevar por el río del tiempo hacia el pasado que atesora la memoria, encontramos al poeta, arquetipo ideal o imaginario, que pudo contar los hechos más terribles: la dignidad de los hombres y también una maravillosa historia de amor, me refiero a Homero. La admiración de Borges por Homero, lo llevó a rendirle homenaje a través de su obra, en su poesía y en su prosa", indicó.

Kodama explicó, mencionando el texto inicial de la Ilíada, que la palabra del poeta estaría relacionada con dos nociones complementarias como la musa y la memoria. La primera invocada en cuanto a su condición de dignidad y relacionada con la inspiración que se expresa a través del poeta poseído por el espíritu sagrado.

"O como, a veces, se corregía a sí mismo Borges, para responder a las exigencias de nuestra época escéptica. El escritor no hablaría ya de inspiración en el sentido divino, sino del subconsciente de la fuerza instintiva, pasión que lograría hallar en una palabra la expresión exacta de conmoción que hará una sola emoción estética. Por eso en el mundo homérico, la palabra cantada y la musa se confunden en un solo sustantivo común...", agregó.

Borges también transitó el camino de los clásicos sobre la memoria del poeta al perder su visión."Al saber que iba a quedar ciego, logró extraer de esa misma inexorable realidad la fuerza y la inteligencia para desarrollar poderosamente su memoria. Recordar la avidez con que observaba cada uno de los detalles de los grabados preferidos, las lecturas de poemas para que quedaran allí en los vastos caballos de la memoria, de donde pudiera sacarlos cuando los necesitara".

La identificación del escritor argentino con Homero se percibe en su libro El Hacedor (1960), sin mencionar directamente al poeta épico griego.

"Borges, de algún modo, sabe que lo único que queda es la memoria del poeta, lo que el canta; la palabra del poeta es el último refugio contra la nada. Borges va ha retomar la tradición oral, ya que al perder la vista, retomará la forma en la poesía clásica: al soneto, a los recursos como las enumeraciones, con las que de algún modo construye sus propios catálogos que elige el poema en inigualada belleza y en misteriosos poemas en clave", rememoró Kodama.

El escritor siempre tuvo inquietud sobre este tema, quien incluso admiraba a su abuela inglesa por su capacidad de citar de memoria versículos de la biblia y poemas de autores ingleses, además de la personalidad y optimismo que irradiaba.

Su padre, Jorge Borges, también le enseñó desde niño que recuperar el pasado era imposible y le formuló, lo que María Kodama denominó las eternas preguntas de la filosofía.

"Le mostraba una manzana y después de pedirle que la observara bien, le hacía cerrar los ojos y le preguntaba: ¿'qué era la manzana? ¿su sabor? ¿su aroma? ¿su color?'. En otros de los juegos, utilizando una moneda como base de una pila de ellas, le explicó que la imagen de la moneda que había visto no era ya exactamente la misma porque el recuerdo primero, la imagen primera, se va distorsionando a medida que vuelve a nosotros, aquello que guardamos en nuestra memoria. La última moneda no es la primera de la pila, imposible recuperar la nitidez de la impresión original", relató.

Por esas enseñanzas, Borges descreerá de la historia al considerar que es la distorsión de los hechos que sucedieron a través de las sucesivas generaciones, "y él, un poeta a través de la palabra inspirada por la musa, a través de la palabra sacralizada, emprenderá lo imposible: la modificación del pasado".

Ello se evidencia en Cuaderno de San Martín (1929), al expresar "los hombres compartieron un pasado ilusorio" y esto, precisó Kodama, le permitirá escribir la Fundación de Buenos Aires, donde recupera ese pasado mediante su memoria para modificarlo a su placer, "quiebra así la trama de la historia falaz e intenta recuperar la visión primera, del mito, la arquetípica".

Los libros también fueron considerados por él como una extensión de la memoria y de la imaginación al no existir diferencia entre recordar un pasado o imaginarlo porque ambas acciones son un sueño.

"A pesar de la aceptación de su ceguera, Borges sentirá toda su vida la nostalgia por aquellos libros que no va ha leer y trata de hacerse leer y releer lo que conocía para atesorarlos en su memoria. A pesar de su ceguera, seguirá comprando libros toda su vida. Decía que conviene mantener el culto del libro porque si leemos un libro antiguo, dice, es como si recibiéramos todo el tiempo que ha transcurrido desde el día que fue escrito y nosotros", señaló.

El enigma de la memoria es una constante en su extensa obra literaria y más aún en los cuentos Funes el memorioso, que forma parte del libro Artificios (1944) y la Memoria de Shakespeare. En el primer texto la utiliza como una metáfora del insomnio, el cual padeció durante muchos años y manifestaba que era algo terrible, sobre todo para una persona sin visión.

"No es difícil imaginar que si para alguien que ve, que durante el día está distraído por el mundo que lo rodea, el insomnio resulta insoportable, a un extremo mucho mayor puede llegar esto cuando el que lo padece es ciego. El ciego pasa todo el día sin las imágenes que perciben los ojos de los demás, con las reconstrucciones del mundo externo, imágenes que su recuerdo hace conscientes; con los diálogos que vuelven minuciosos, deformados y agigantados por la memoria de la doble oscuridad, de la ceguera y de la noche", dijo Kodama.

En Funes el memorioso, continuó relatando, hay un dato relacionado con un hecho autobiográfico de Borges, quien sufrió un accidente al golpearse en la cabeza con una ventana, en casa de una amiga, y a raíz de una curación artificial estuvo al borde de la muerte por una septicemia. El personaje del cuento, al sufrir una caída, tuvo una especie de iluminación que le otorga "esa memoria con la que ningún hombre podría convivir".

"A Borges el accidente va a otorgarle, según él contaba, el don de convertirlo en el espléndido narrador que nos deslumbra....Como él, Funes tenía dificultad para dormir; posiblemente como Funes, al no poder abstraerse del mundo, sus noches de insomnio lo llevaron a imaginar, a sentir casi como propia, esa terrible experiencia de una memoria monstruosa que convertiría en una metáfora del insomnio", añadió.

También en la escritura de Dios, incluida en El Aleph (1949), existe una situación "aparentemente análoga" cuando el autor expresa que:"...urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía".

Durante casi dos horas, María Kodama disertó sobre otras obras del autor y luego habló de la "memoria visual", que tiene de Borges desde que lo conoció a los 12 años cuando un amigo de su padre la llevó a una conferencia del renombrado escritor. A los 16 se convirtió en su discípula.

Relató la forma cómo pudo comprobar "su asombrosa memoria", como guarda el "emocionado nacimiento de su creación literaria", los viajes que hicieron, las lágrimas que ella derramó una tarde al recordar un pasaje hermoso de su vida y que Borges, ya ciego, quizás, las sintió correr por sus mejillas.

"Sentí que nunca nos tocaría el infierno de la memoria, mientras conserváramos el vestigio de esa tarde", expresó sin dejar traslucir sus emociones. Tal vez el tiempo, la constante de Borges, le ha dado la entereza para vivir con la ausencia del que será su eterno maestro.





HOY NUEVE DE SEPTIEMBRE DE 1978
TUVE EN LA PALMA DE LA MANO
UN PEQUENO DISCO DE LOS TRESCIENTOS
SETENTA Y UNO QUE SE REQUIEREN
PARA EL JUEGO ASTROLOGICO DEL GO,
ESE OTRO AJEDREZ DE ORIENTE
ES MAS ANTIGUO QUE LA ANTIGUA ESCRITURA
Y EL TABLERO ES UN MAPA DEL UNIVERSO
SUS VARIACIONES NEGRAS Y BLANCAS
AGOTARAN EL TIEMPO
EN EL PUEDEN PERDER LOS HOMBRES
COMO EN EL AMOR Y EN EL DIA
YO, QUE SOY IGNORANTE DE TANTAS
COSAS, SE QUE IGNORO UNA MAS
Y AGRADEZCO A MIS NUMENES
ESTA REVELACION DE UN LABERINTO
QUE NUNCA SERA MIO

JORGE LUIS BORGES




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