Mejoremos nuestra calidad de vida.
Por Dr. Javier Pinto Castro
Ex Comandante de la Zona Jalisco
del Pentathlón.
Escribo estas líneas para la gran comunidad del Pentathlón, para que llegue hasta los lugares donde se lee nuestra revista Insignia, para que su contenido sea considerado e intente resolver en algo los muchos y variados problemas que aquejan a nuestra sociedad, para que reflexionemos pero sobre todo para que actuemos. El Penta es una escuela formativa, de vida, de activismo, de dinamismo creciente y constructivo, que aporta ideas prácticas. Si bien no estoy proponiendo un programa de gobierno, si estoy señalando renglones en los que como pentathletas podemos coadyuvar con las autoridades de buena fe, sobre todo en estos tiempos de cambios, en estos momentos de efervescencia político electoral aunque sea tan solo desde estas modestas páginas difundiendo las probables soluciones, para que los políticos, líderes, empresarios, educadores...escuchen y atiendan, sobre todo aquellos que se formaron en la filas del PDMU:
Alimentación.- es necesario que la sociedad en todos sus niveles, cuente con o enriquezca su alimentación básica, así mismo que eleve su nivel nutricional. De ahí que sea necesario acabar con las lacras en materia de producción alimenticia, acabar con los viejos esquemas de tenencia de tierra cultivable y acabar con las mafias que monopolizan la producción y distribución de alimentos agrícolas, ganaderos o pesqueros. Los mercados de abasto se han convertido en cuevas de inescrupulosos intermediarios que por enriquecerse impúdicamente sacrifican al consumidor necesitado.
Educación.- La educación
comienza en el hogar, en la familia, de ahí que el Estado debe
garantizar su seguridad y el derecho que tiene ésta de educar a
sus hijos. Es importante elevar el nivel de la educación
pública y privada. Que se revalorice el papel de los profesores
y educadores, acabando con los sindicatos monopolio de unos
cuantos o del gobierno que ha provocado el desprestigio de los
mentores y su atraso en la formación. Que se resuelvan los
añejos problemas en la UNAM que no son otros que la ya añeja
subversión marxista.
El Valor del Buen Ejemplo.- En el Pentathlón aprendemos el valor del buen ejemplo. Los mayores estamos obligados a ser ejemplo, imitación, arquetipo de los menores. Esto es muy serio. Nosotros los adultos tenemos mucha responsabilidad en la conducta de nuestros menores y con mayor razón los sacerdotes, los paterfamilias, los profesores. (Y en nuestro caso los instructores, las clases, los oficiales y jefes del Pentathlón. Se nos confía la forja del carácter de los niños y adolescentes y no podemos por ningún motivo defraudar a esa confianza). De ahí la necesidad de retomar el valor del buen ejemplo para beneficio social, de cuidar lo que nuestros menores observan en los espectáculos y entretenimientos. Muchas de las lacras sociales que padecemos como la delincuencia y la drogadicción son producto directo del abandono que los mayores hemos hecho de nuestra misión educadora. Cuidado con este renglón.
Capacidad de Entrega.- De una vez por todas, sin distingo de ocupaciones, debemos entregarnos en cuerpo y alma, responsablemente a nuestras respectivas profesiones y responsabilidades, al trabajo, al estudio, para sacar a México del abismo en el que se encuentra como consecuencia de anti mexicanos. El político a lo suyo, al servicio común desinteresado; el empresario a abrir fuentes de trabajo y a invertir; el estudiante a formarse, a investigar, a descubrir la verdad; el obrero, el campesino, también a los suyo a consagrarse al trabajo por el bien de los demás y por el futuro.
Puntualidad y formalidad.- Aspectos éstos que cada día se olvidan más. Casi todos llegan tarde a sus compromisos. Es incómodo ahora el puntual así como es incómodo ahora el hombre y la mujer que se oponen a vestir informales para no verse como granujas. El PDMU nos inculca la puntualidad y la formalidad en el vestir en el marco de la sencillez y la pulcritud ¡no lo olvidemos! Aunque la moda grite lo contrario.
Combate.- Es necesario no apartarse del combate de cada día contra nuestro YO que nos lleva a perder la noción de la realidad. Luchar con ahínco contra el egoísmo, la envidia, la soberbia, la murmuración, la crítica destructiva, el narcisismo y todos aquellos vicios internos que nos hacen ser hombres angustiados, amargados y despreciables. El Penta nos lleva a forjar mediante la disciplina al hombre nuevo que se despoja de los lastres de nuestro interior que nos impiden elevar el vuelo hacia metas sublimes y trascendentes.
Continuaremos con el tema en próximas entregas pero me despido con la consigna que tantas veces fue la vanguardia en nuestras actividades: ¡Fibra! ¡Fibra! ¡Fibra!