José Santos Chocano
José Santos Chocano 3
NOCTURNO DE LA COPLA
CALLEJERA
Tiempo ha quemé mis naves
como el conquistador,
y me lancé al trajín de la aventura
de un corazón en otro corazón;
pero...
confieso yo
que he tenido también mi noche triste.
¡Oh noche triste en que llorando estoy!
¡Oh noche en que, vagando
por los barrios oscuros de aspecto evocador,
donde en casas humildes sueña el romanticismo
de vírgenes enfermas de Luna y de canción,
me ha interrumpido el paso
una copla escapada por el hueco traidor
de una ventana, a sólo
clavárseme a mitad del corazón...
Y la copla a mí vino
lanzada, entre el rezongo de un viejo acordeón,
por algún mozalbete presumido
según era el descaro de su engolada voz.
No me llegó la copla redondeada;
no me llegó,
sino algo en que ponía su miel un primer beso
o en que abría su rosa quizá un primer rubor..
Pero...
¡ay de mí! sí estoy
seguro del final que en lo más hondo
su envenenada punta me clavó.
Tales palabras
son:
-"Pienso en aquél que te quiso
antes de quererte yo"-.
Ya que lejos de ti, siéntote acaso
más adentro que nunca de mi amor,
ha venido esta copla destemplada
a destemplar también mi corazón:
yo no he sido el primer hombre que amaste...
No he sido, no,
amor primero de mujer ninguna...
No he despertado en nadie la primera emoción...
No he probado la miel de un primer beso,
ni abrí la rosa de un primer rubor..
¿Comprendes tú qué sangre
lloro en mi noche triste? ¿Comprendes qué canción
es la que me sugiere aquella copla
venida a mí quizá como la voz
que detuvo, camino de Damasco,
también a un pecador?
La primera mujer que amé en la vida,
al oír que la amaba, colérica me huyó;
la segunda mujer, sonrisas tuvo
para mí que antes tuvo para otros tal vez... y luego adiós
díjome desde lo alto de un navío
en que de mí por siempre se alejó;
la tercera mujer no pudo nunca,
desde su ostentación
de estrella, percatarse
de mi apasionamiento de pastor;
una me dió una cita en cierta noche
en que, para burlarme, se murió;
otra me dijo con los ojos algo
que todavía descifrando estoy,
porque en ningunos ojos volví a hallar tal mirada,
con que piadosamente me ha de ver quizá hoy Dios...
Después... téngolo dicho:
he quemado mis naves como el conquistador
y me he entrado también a sangre y fuego
de un corazón a otro corazón;
y en esta noche triste,
tengo un orgullo sabio, porque no he sido yo
amor primero de mujer ninguna,
pero el último sí: ¡seguro estoy!
Y, así, como amor último que he sido,
de más de una mujer, pienso en tu amor;
y pensando en la copla callejera,
la hago decir con todo mi orgullo indoespañol:
¡Pienso en aquél que te quiera
después de quererte yo!
NOTAS DEL ALMA INDÍGENA
¡Quién sabel..
Indio que asomas a la puerta
de esta tu rústica mansión: .
para mi sed no tienes agua?
¿para mi frío, cobertor?
¿parco maíz para mi hambre?
¿para mi sueño, mal rincón?
¿breve quietud para mi andanza?...
-¡Quién sabe, señor!
Indio que labras con fatiga
tierras que de otros dueños son:
¿ignoras tú que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
¿ignoras tú que audaz codicia,
siglos atrás, te las quitó?
¿ignoras tú que eres el Amo?...
-¡Quién sabe, señor!
Indio de frente taciturna
y de pupilas sin fulgor:
¿qué pensamiento es el que escondes
en tu enigmática expresión?
¿qué es lo que buscas en tu vida?
¿qué es lo que imploras a tu Dios?
¿qué es lo que sueña tu silencio?
-¡Quién sabe, señor!
¡Oh raza antigua y misteriosa
de impenetrable corazón,
que sin gozar ves la alegría
y sin sufrir ves el dolor:
eres augusta como el Ande,
el grande Océano y el Sol.
Ese tu gesto que parece
como de vil resignación,
es de una sabia indiferencia
y de un orgullo sin rencor..
Corre en mis venas sangre tuya,
y, por tal sangre, si mi Dios
me interrogase qué prefiero
- cruz o laurel, espina o flor,
beso que apague mis suspiros
o hiel que colme mi canción
responderíale dudando:
-¡Quién sabe, señor!
EL ROMANCE
DE LA FELICIDAD
Felicidad: yo te he encontrado
más de una vez en mi camino;
pero al tender hacia ti el ruego
de mis dos manos... has huido,
dejando en ellas, solamente,
cual una dádiva, cautivo
algún mechón de tus cabellos
o algún jirón de tus vestidos...
Tanto mejor fuera no haberte
hallado nunca en mi camino.
Por ser tu dueño, siento a veces
que no soy dueño de mí mismo...
Toda esperanza es un engaño;
todo deseo es un martirio...
Felicidad: te vi de cerca;
pero no pude hablar contigo.
Ya voy sintiéndome cansado...
Cuando en la orilla del camino
me siento a ver pasar a muchos
que hacia ti vayan cuál yo he ido,
tal vez te atraiga mi reposo,
mi displicente escepticismo,
mi resignada indiferencia,
mi corazón firme y tranquilo;
y, paso a paso, a mí te acerques,
sin que yo llegue a percibirlo,
y, al fin, sentándote a mi lado,
hablarme empieces: - Buen amigo...
¿Será mejor el no buscarte?
¿Será mejor el ser altivo
en la desgracia y no sentirse
juguete vil de tus caprichos?
Yo sólo sé que cuantas veces
con más afán te he perseguido,
más fácilmente, hacia más lejos,
más desdeñosa, huir te he visto.
Yo sólo sé que cuantas veces
tornó perfil un sueño mío,
Felicidad, te vi de cerca,
pero no pude hablar contigo...