LAS TORRES Brunas lejanías... batallan las torres presentando siluetas enormes. Áureas lejanas... las torres monarcas se confunden en sus iras llamas. Rojas lejanías... se hieren las torres; purpurados se oyen sus clamores. Negras lejanías... horas cenicientas se oscurecen, ¡ay!, las torres muertas. LA TARDA Despunta por la rambla amarillenta, donde el puma se acobarda; viene de lágrimas exenta la Tarda. Ella del esqueleto madre al puente baja inescuchada, y antes que el rondín ladre a la alborada lanza ronca carcajada. Y con sus epitalamios rojos, sus vacíos ojos y su extraña belleza, pasa sin ver por la senda bravía, sin ver que hoy me he muerto de tristeza y de monotonía. Va a la ciudad, que duerme parda, por la muerta avenida, sin ver el dolor, distraída, la Tarda. LOS MUERTOS Los nevados muertos, bajo triste cielo, van por la avenida doliente que nunca termina. Van con mustias formas entre las auras silenciosas, y de la muerte dan el frío a sauces y lirios. Lentos brillan blancos por el camino desolado. y añoran las fiestas del día y los amores de la vida. Al caminar los muertos una esperanza buscan: y miran sólo la guadaña, la triste sombra ensimismada. En yerma noche de las brumas y en el penar y la pavura, van los lejanos caminantes por la avenida interminable. LAS BODAS VIENESAS En la casa de las bagatelas, Vi un mágico verde de rostro cenceño, Y las cincidelas Vistosas le cubren la barba de sueño. Dos infantes oblongos deliran Y al cielo levantan sus rápidas manos, Y dos rubias gigantes suspiran, Y el coro preludian cretinos ancianos. Que es la hora de la maravilla; La música rompe de canes y leones Y bajo chinesca pantalla amarilla Se tuercen guineos con sus acordeones. Y al compás de los címbalos suaves, Del hijo del Rino comienzan las bodas; Con sus basquiñas enormes y graves Preséntase mustias las primeras beodas. Y margraves de añeja Germania, Y el rútilo extraño de blonda melena, Y llega con flores azules de insania La bárbara y dulce princesa de Viena. Y al dulzor de las virgíneas camelias Van pos del cortejo la banda macrobia, Y rígidas, fuertes, las tías Amelias; Y luego cojeando, cojeando la novia, LA LUZ DE VARSOVIA Y en la racha que sube a los techos Se pierden, al punto, las mudas señales, Y al compás alegre de enanos deshechos Se elevan divinos los cantos nupciales. Y en la bruma de la pesadilla Se ahogan luceros azules y raros, Y, al punto, se extiende como nubecilla El mago misterio de los ojos claros. MARCHA FUNEBRE DE UNA MARIONNETTE Suena trompa del infante con aguda melodía... La farándula ha llegado a la reina Fantasía; Y en las luces otoñales se levanta plañidera La carroza plañidera. Pasan luego, a la sordina, peregrinos y lacayos Y con sus caparazones los acéfalos caballos; Van azul melancolía La muñeca. ¡No hagáis ruido!; Se diría, se diría Que la pobre se ha dormido. Vienen túmidos y erguidos palaciegos borgoñones Y los siguen arlequines con estrechos pantalones. Ya monótona en litera Va la reina de madera; Y Paquita siente anhelo de reír y de bailar, Flotó breve la cadencia de la murria y la añoranza; Suena el pífano campestre con los aires de la danza. ¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar! Con silente poesía Va un grotesco Rey de Hungría Y los siguen los alanos; Así toda la jauría Con los viejos cortesanos. Y en tristor a la distancia Vuelan goces de la infancia, Los amores incipientes, los que nunca han de durar. ¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar! Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana, La penumbra se difunde por el monte y la llanura, Marionnette deliciosa va a llegar a la temprana sepultura. En la trocha aúlla el lobo Cuando gime el melodioso paro bobo. Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía Y la dicha tempranera a la tumba llega ahora Con funesta poesía Y Paquita danza y llora. LOS REYES ROJOS Desde la aurora Combaten los reyes rojos, Con lanza de oro. Por verde bosque Y en los purpurinos cerros Vibra su ceño. Falcones reyes Batallan en lejanías De oro azulinas. Por la luz cadmio, Airadas se ven pequeñas Sus formas negras. Viene la noche Y firmes combaten foscos Los reyes rojos. EL DOMINO Alumbraron en la mesa los candiles, Moviéronse solos los aguamaniles, Y un dominó vacío, pero animado, Mientras ríe por la calle la verbena, Se sienta iluminado, Y principia la cena. Su claro antifaz de un amarillo frío Da los espantos en derredor sombrío Esta noche de insondables maravillas, Y tiende vagas, lucifugas señales A los vasos, las sillas Los ausentes comensales. Y luego en horror que nacarado flota, Por la alta noche de voluntad ignota, En la luz olvida manjares dorados, Ronronea una oración culpable, llena De acentos desolados, Y abandona la cena. LA DAMA I La dama i, vagorosa En la niebla del lago, Canto las finas trovas, Va en su góndola encantada De papel a la misa Verde de la mañana. Y en su ruta va cogiendo Las dormidas umbelas Y los papiros muertos. Los sueños rubios de aroma Despiertan blandamente Su sardana en las hojas. Y parte dulce, adormida, A la borrasca iglesia De la luz amarilla. LIED I Era el alba, cuando las gotas de sangre en el olmo exhalaban tristísima luz. Los amores de la chinesca tarde fenecieron nublados en la música azul. Vagas rosas ocultan en ensueño blanquecino señales de muriente dolor. Y tus ojos el fantasma de la noche olvidaron, abiertos a la joven canción. Es el alba; hay una sangre bermeja en el olmo y un rencor doliente en el jardín. Gime el bosque, y en la bruma hay rostros desconocidos que contemplan el árbol morir. LIED III En la costa brava Suena la campana, Llamando a los antiguos Bajales sumergidos. Y como tamiz celeste Y el luminar de hielo, Pasan tristemente Los bajales muertos. Carcomidos, flavos, Se acercan bajando... Y por las luces dejan Oscuras estelas. Con su lenguaje incierto, Parece que sollozan, A la voz de invierno, Preterida historia. En la costa brava Suena la campana Y se vuelven las naves Al panteón de los mares. LIED V La canción del adormido cielo Dejó dulces pesares; Yo quisiera dar vida a esa canción Que tiene tanto de ti. Ha caído la tarde sobre el musgo Del cerco inglés, Con aire de otro tiempo musical. El murmurio de la última fiesta Ha dejado colores tristes y suaves Cual de primaveras oscuras Y listones perlinos. Y las dolidas notas Han traído la melancolía De las sombras galantes Al dar sus adioses sobre la playa. La celestía de tus ojos dulces Tiene un pesar de canto, Que el alma nunca olvidará. El ángel de los sueños te ha besado Para dejarte amor sentido y musical Y cuyos sones de tristeza Llegan al alma mía, Como celestes miradas En esta niebla de profunda soledad. ¡Es la canción simbólica como un jazmín de sueño, que tuviera tus ojos y tu corazón! ¡Yo quisiera dar vida a esta canción! LA NIÑA DE LA LAMPARA AZUL En el pasadizo nebuloso Calcula mágico sueño de Estambul, Su perfil presenta destelloso La niña de la lámpara azul. Ágil y risueña se insinúa, Y su llama seductora brilla, Tiembla en su cabello la garúa De la playa de la maravilla. Con voz infantil y melodiosa el fresco aroma de abedul, habla de una vida milagrosa la niña de la lámpara azul. Con cálidos ojos de dulzura Y besos de amor matutino, Me ofrece la bella criatura Un mágico y celeste camino. De encantación en un derroche, Hiende leda, vaporoso tul; Y me guía a través de la noche La niña de la lámpara azul. NOCTURNO De Occidente la luz matizada Se borra, se borra; En el fondo del valle se inclina La pálido sombra. Los insectos que pasan la bruma se mecen y flotan, y en su largo mareo golpean las húmedas hojas. Por el tronco ya sube, ya sube La nítida tropa De las larvas que, en ramas desnudas, Se acuestan medrosas. En las ramas de fusca alameda Que ciñen las rocas, Bengalíes se mecen dormidos, Soñando sus trovas. Ya descansan los rubios silvanos Que en punas y costas, Con sus besos las blancas mejillas Abrazan y doran. En el lecho mullido la inquieta Fanciulla reposa, y muy grave su dulce, risueño semblante se torna. Que así viene la noche trayendo Sus causas ignotas; Así envuelve con mística niebla Las ánimas todas. Y las cosas, los hombres domina La parda señora, De brumosos cabellos flotantes Y negra corona. PEREGRIN CAZADOR DE FIGURAS En el mirador de la fantasía, Al brillar del perfume tembloroso de armonía; en la noche que llamas consume; cuando duerme el ánade implume, Los órficos insectos se abruman y luciérnagas fuman; cuando lucen los silfos galones, entorcho y vuelan mariposas de corcho o los rubios vampiros cecean, o las firmes jorobas campean; por la noche de los matices, de ojos muertos y largas narices; en el mirador distante, por las llanuras; Peregrín cazador de figuras Con ojos de diamante Mira desde las ciegas alturas. LA PENSATIVA En los jardines otoñales, bajo palmeras virginales, miré pasar muda y esquiva la Pensativa. La vi en azul de la mañana, Con su mirada tan lejana; Que en el misterio se perdía De la borrosa celestía. La vi en rosados barandales Donde lucía sus briales; Y su faz bella vespertina Era un pesar en la neblina... Luego marchaba silenciosa A la penumbra candorosa; Y un triste orgullo la encendía, ¿Qué pensaría? ¡Oh su semblante nacarado Con la inocencia y el pecado! ¡oh, sus miradas peregrinas de las llanuras mortecinas! Era beldad hechizadora; Era el dolor que nunca llora; ¿Sin la virtud y la ironía Qué sentiría? En la serena madrugada, La vi volver apesarada, Rumbo al poniente, muda, esquiva ¡La Pensativa! EL CABALLO Viene por las calles, a la luna parva, un caballo muerto en antigua batalla. Sus cascos sombríos... trepida, resbala; da un hosco relincho, con sus voces lejanas. En la plúmbea esquina de la barricada, con ojos vacíos y con horror, se para. Más tarde se escuchan sus lentas pisadas, por vías desiertas y por ruinosas plazas. EL BOTE VIEJO Bajo brillante niebla, de saladas actinias cubierto, Amaneció en la playa, Un bote viejo. Con arena, se mira La banda de sus bateleros, Y en la quilla verdosos Calafateos. Bote triste, yacente, Por los moluscos horadado; Ha venido de ignotos Muelles amargos. Apareció en la bruma Y en la armonía de la aurora; Trajo de los rompientes Doradas conchas. A sus bancos remeros, A sus amarillentas sogas, Viene los cormoranes Y las gaviotas. Los pintorescos niños, Cuando dormita la marea Lo llenan de cordajes Y de banderas. Los novios, e la tarde, En su alta quilla se recuestan; Y a los vientos marinos, De amor se besan. Mas el bote ruinoso De las arenas del estuario, Ansía los distantes Muelles dorados. Y en la profunda noche, En fino tumbo abrillantado, Partió el bote muriente A los botes lejanos. EL ANDARIN DE LA NOCHE El oscuro andarín de la noche Detiene el pasa junto a la torre, Y al centinela Le anuncia roja, cercana la guerra. Le dice al viejo de la cabaña Que hay batidores en la sabana; Sordas linternas En los juncales y oscuras sendas. A las ciudades capitolinas Va el pregonero de la desdicha; Y en la tiniebla Del extramuro, tardo se aleja. En la batalla cayó la torre; Siguieron ruinas, desolaciones; Canes sombríos Buscan los muertos en los caminos. Suenan los bombos y las trompetas Y las picotas y las cadenas; Y nadie ha visto, por el confín; Nadie recuerda Al andarín. FAVILA En la arena Se ha bañado la sombra Una, dos Libélulas fantasmas... Aves de humo Van a la penumbra Del bosque. Medio siglo Y en el límite blanco Esperamos la noche. El pórtico Con perfume de algas, El último mar. En la sombra Ríen los triángulos. CANCION CUBISTA Alameda de rectángulos azules. La torre alegre Del dandy. Vuelan Mariposas fotos. En el rascacielo Un gallo negro de papel Saluda la noche. Más allá de Hollywood, En tiniebla distante La ciudad luminosa, De los obeliscos De nácar. En la niebla La garzona Estrangula un fantasma. LA CANCION DEL REGRESO Mañana violeta. Voy por la pista alegre Con el suave perfume Del retamal distante. En el cielo hay una Guirnalda triste. Lejana duerme La ciudad encantada Con amarillo sol. Todavía cantan los grillos Trovadores del campo Tristes y dulces Señales de la noche pasada; Mariposas oscuras Muertas junto a los faroles; En la reja amable Una cinta celeste; Tal vez caída En el flirteo de la noche. Las tórtolas despiertan, Tienden sus alas; Las que entonaron en la tarde La canción del regreso. Pasó la velada alegre Con sus danzas Y el campo se despierta Con el candor; un nuevo día. Los aviones errantes, Las libélulas locas La esperanza destellan. Por la quinta amanece Dulce rondó de anhelos. Voy por la senda blanca Y como el ave entono, Por mi tarde que viene La canción del regreso.