Problemas de Red

La antesala del Señor Director. El suelo de caoba y la altura hacen que mis pasos resuenen conforme avanzo, hace frío, es como entrar a un museo, la iluminación esta diseñada meticulosamente para apreciar la pinturas sobre las paredes, las plantas tienen diferentes tonalidades de verde al reflejar la luz natural que entra por un domo central, todo ello da una sensación de orden y refinamiento. Al pasar enfrente de un espejo me miro, me siento incomodo al ver las ojeras que tengo, estoy pálido y con los labios resecos.

-- Si, diga, ¿Que se le ofrece?. -- Volteo la cara para ver quien me habla.

-- Tengo cita con el Señor Director -- le contesto.

-- El Señor Director no ha llegado, tampoco su asistente ni su secretaria, tome asiento.-- La respuesta del uniformado no deja de parecerme un tanto ruda. Me dirijo hacia un gran sofá de color negro, el forro de piel es muy suave, me acomodo, en la mesa lateral hay varias revistas perfectamente acomodadas, la mayoría de ellas en ingles, tomo una. Diez minutos después acepto que se me dificulta concentrarme, me vienen a la memoria las palabras que me habían llevado hasta aquí:

-- Señor Testa, quiero verlo en mi oficina mañana.

Esta frase acrecienta en mi la ansiedad de no saber cuales serán las consecuencias de la entrevista.

Ya pasó media hora, me he acostumbrado al lugar, el aire acondicionado esta funcionando a pesar de lo temprano de la hora, el uniformado no tiene más abrigo que su camisola de manga corta, usa pantalones ajustados, parece como si el propósito fuese el mostrar como se le marcan los muslos y las pantorrillas al moverse de un lugar a otro. Tengo la impresión que sentí mi mirada, se lleva el pulgar de la mano izquierda hacia adentro de la bolsa del pantalón, con el resto de la mano efectúa movimientos suaves y rítmicos a la altura de su miembro.

Suena el teléfono, va hacia el escritorio; dada la indiferencia que muestra no tengo reparo en seguirlo viendo conforme avanza, se vuelve frente a mi al contestar, estoy casi seguro de que su miembro se encuentra descansando sobre el escritorio, se balancea suavemente contra el escritorio sin despegarse completamente, tengo la impresión que me está viendo, la distancia a la que me encuentro no me permite estar seguro, ya lleva diez minutos. Cuelga, se dirige nuevamente a su puesto, cambia el trayecto inicial, se dirige un poco hacía en donde me encuentro, todavía no estoy convencido si lo que tiene el uniformado en la mano es una erección, a mi vez me siento excitado, él camina lentamente, yo lo sigo observando, cuando escucho:

-- ¿Se le perdió algo?. -- Subo rápidamente la mirada, me sonrojo y musito:

-- Nada, gracias.

Tan abruptamente interrumpido, fijo la mirada en uno de los cuadros, es una sandía de Tamayo, los colores me tranquilizan un poco, rojos suaves, verdes y rosa mexicano. Sin darme cuenta vienen a mi memoria los eventos del día anterior.

La mañana era fresca, el trafico ligero, a los veinte minutos me encontraba en mi trabajo. Como sede del Banco X, el edificio representaba la solidez, grandeza y elegancia de nuestra cultura organizacional. A pesar de la hora ya había dos autos deportivos del año que pasaban por la rutina de acceso, primero mostraban su identificación, en seguida un uniformado revisaba la cajuela.

A las ocho de la mañana ya estaba en mi clase de alemán; al terminar revisé mi correo electrónico, no encontré nada importante y contesté la mayoría de los mensajes. Revisé la agenda del día: solo estaba la sesión del Consejo de Administración del Banco. Yo ya había mandado por el correo electrónico mi presentación a la asistente ejecutiva del Señor Director, el Consejo sería a las dos de la tarde.

Los problemas en el margen financiero no me habían dejado dormir últimamente. Los ingresos del banco se reducían consistentemente todos los meses a pesar del incremento de la cartera vigente y la disminución de la cartera vencida. Alguien estaba autorizando tasas diferentes a las aprobadas en el comité de crédito y los operativos no tenían documentos de soporte, su respuesta se limitaba a un "instrucciones de arriba"

Me intrigaba que tan alto sería "arriba", quien tenía la facultad para no dejar huella. Si me entrometía demasiado podría tener problemas. Considerando mi situación y con el consejo para ese día no podía relajarme, estas presentaciones me llenaban de incertidumbre y de angustia, preferí hacer algo que me ayudase a liberar la tensión.

Sobre mi escritorio se encontraba una revista para intelectuales. Al hojearla vi que contenía fotos eróticas bien realizadas, leí algunos artículos que hacían apologías sobre el respeto a las diferentes preferencias sexuales, al voltear una página, me llamó la atención un anuncio que decía "Atrévete a hablar de lo que siempre has callado" . El mensaje era sugestivo. Al margen había una dirección en Internet llamada "Rincón para platicas eróticas", decidí accesar en ese momento.

Para accesar me pedía un nombre clave, me quede pensando por un rato, quería utilizar un nombre que pudiese decir algo, me decidí por "Clitope",. Entré. No me agradaban los apodos que utilizaban los visitantes. Pasaron quince minutos no había alguien que me interesara. Me entraba remordimiento por no seguir el análisis del margen financiero. Pasaron diez minutos más. Mi remordimiento crecía, era la cuarta ocasión en que me proponía desconectarme y comenzar a trabajar. Ya dirigía el cursor hacia el botón de salida cuando llegó la respuesta:

-- Aquí Neris. -- EL nombre me agradó, era el primer apodo que no llevaba un mensaje vulgar.

-- Aquí Clitope, ¿Tienes algo que contar? -- En lugar de entrar en una charla tipo "Hot Call", mi interlocutor inició la narración siguiente:

Ayer por la noche me encontraba en un bar de hotel, mi vuelo de regreso salía a las siete de la mañana del día siguiente. A la media hora se sentaron en la mesa de enfrente dos hombres y una mujer de color, por unos momentos se pararon las conversaciones y todas las miradas se concentraron en el trío. Ella llevaba un top, sin sostén, que le permitía lucir unos senos levantados Los tipos llevaban shorts deportivos, tenían piernas largas y musculosas, observaron detenidamente la carta para al final pedir una botella del ron más barato.

Conforme pasaba el tiempo, el ambiente se cargó de sensualidad, la gente bebía aceleradamente, las miradas convergían en el mismo punto, yo no fui la excepción. Había pasado ya hora y media, al trío de color le habían invitado desde whisky hasta champaña, incluso varios se habían acercado para llevarlos a su mesa, tomaban todo lo que les ofrecían sin agradecer a nadie, me daba la impresión que ya estaban acostumbrados. Se hacía tarde, yo seguía tomando, ellos se acariciaban como con descuido. Media hora después me levanté, me dirigí hacia ellos. Al llegar parecía que no me habían visto, saque mil dólares en billetes y los puse sobré la mesa. El negro más alto hizo el intento de tomarlos, puse la mano antes y dimos inicio a una negociación.

Al llegar a la habitación no hubo preámbulos, la negra me besaba en tanto me acariciaba el miembro, el negro más alto se puso atrás de mi, recargo su miembro contra mis nalgas. Con una mano yo tocaba los senos duros de la negra, con la otra acariciaba el miembro, también endurecido, del negro que tenía tras de mi.

La negra se tendió en el piso con las piernas abiertas, sus labios eran rojos, carnosos, me tomó por la nuca hasta que mis labios llegaron a su coño, comencé a lamer hundiendo mi lengua en los pliegues, mordisqueando con los labios, mi saliva se mezclaba con sus jugos salados, yo volvía a tomar la mezcla. El negro más alto me acarició las nalgas, las comprimía, las besaba. Me introdujo un dedo. Cuando sentí como el negro me hundía su miembro, no puede evitar el retraerme, el se mantuvo firme, "Don´t move", me sujeto la cabeza y la dirigió nuevamente hacía el coño. El otro negro se sentó a horcajadas en el cuello de la negra y le introdujo el miembro en la boca. La excitación, me electrizaba el cuerpo generándome descargas de placer en forma intermitente. Cambiamos de posición, la negra seguía tendida en el piso comencé a penetrarla, sentía sus grandes pezones restregarse en mi pecho, el negro más grande me volvió a penetrar moviendo sus caderas en forma circular, el otro me tomo la cabeza y puso su miembro en mi boca, todos participábamos en un vaivén rítmico, yo trataba de controlarme, finalmente no pude más.

Al terminar de leer el mensaje, tenía la respiración entrecortada, sentía los latidos del corazón en la cabeza, me recline en la silla hacia atrás tensando los músculos. Estaba sorprendido, yo esperaba la clásica conversación de tono vulgar.

Se hacía tarde, ya eran las diez y media de la mañana, el Consejo de Administración sería a las dos, valía la pena que repasara la presentación por si algo se ofrecía. Cuando dirigía el cursor para cortar la conversación, recibí otro mensaje:

-- ¿Que pasa, por que no contestas?-- Todavía no ponía mis pensamientos en orden, no sabía si quería proseguir o cortar la conversación, no me podía concentrar para regresar al trabajo. Recibí otro mensaje:

-- Platícame tu historia -- Me sentía excitado, tenía un germen de remordimiento, éste crecía por momentos al igual que mi excitación. Quería seguir. Pensé que tenía tiempo. Recordé mi mejor experiencia y escribí :

La tarde estaba nublada, me encontraba haciendo una caminata de varios kilómetros en la sierra. A lo lejos se veían algunos relámpagos, conforme caminaba el cielo se volvía más oscuro. En una loma pude ver una cabaña de madera, por lo que me dirigí hacia allá para refugiarme mientras pasaba la lluvia. No llegué a tiempo comenzó a llover, el agua me corría abundantemente por la cara y por todo el cuerpo, me apresuré a llegar, el lugar no tenía puerta, por lo que entré sin problema.

Al entrar escuche ligeros gemidos, provenían de un cuarto que había al fondo. Me sobresalté, recordé que la gente de la sierra tiene fama de ser violenta y apasionada, caminé pegado a la pared, al acercarme los gemidos eran más claros. La luz era menor en el interior, conforme me acostumbraba, vi como una muchacha totalmente desnuda, recostada en el piso movía la mano de arriba abajo acariciando el miembro excitado de un burro. Un muchacho con las piernas de ella anudadas a la espalda la penetraba con movimientos firmes.

Me dirigí hacia ellos, voltearon a verme si inmutarse. La escena me causaba un nivel violento de excitación,. No quería que pararan. Para cuando estaba junto a ellos, dejé caer mi mano sobre la espalda del muchacho, me miró y siguió, no pareció incomodarle, empecé a acariciarlo con más confianza, deslicé la mano hasta llegar a las nalgas , seguí por las ingles, acariciando sus pequeños testículos, retraje la mano acariciandole alrededor del ano. Le introduje el dedo índice, en ese momento volteó bruscamente, yo retiré la mano, él la tomo y la volvió a colocar en la posición anterior, volví a retirar la mano comencé a penetrarlo.

En cuanto terminé contestó:

-- Me gustó tu historia, ¿Fue cierta? --

Me extrañó el comentario, yo creí que lo que se decía ahí tenía que ser cierto, si no, ¿en donde estaría lo excitante de compartir la experiencia?.

-- Claro que fue cierta, ¿la tuya no?--

-- También. Creo que tenemos varias cosas en común, quiero conocerte --

No había pensado en la posibilidad, pero así planteada me sentí atraído a seguir adelante, le contesté:

-- A mi también me gustaría, ¿me das tu E--mail?

-- ¿Para que?, no arruines lo que puede ser una experiencia, incluso mejor de la que me contaste, no seamos convencionales. Te veo hoy a las diez de la noche enfrente del "Hard Rock Café" de Polanco. Dime como te puedo reconocer. -- Me dio la impresión de que estaba tratando con alguien dominante, sabía lo que quería. Estaba a punto de contestar cuando sentí un sobresalto, me pregunté que estaba haciendo, no sabía nada de con quien estaba tratando, aunque había puntos favorables. Me debatía entre la excitación y la cordura, disfrutaba el mezclar el riesgo con sexo, el efecto estimulante de la adrenalina. Ya eran las once de la mañana, tenía que empezar a trabajar, podría cerrar la cita y dejar de ir. Le di mi descripción, le dije que llevaría un sombrero color caqui con listón rojo.

Una vez desconectado, Leí los reportes que me habían dado, ya no encontraba justificaciones aceptables para exponer ante el consejo Tenía que desarrollar un plan de trabajo para lograr descubrir el origen del problema pero sin que se supiera lo que hacía. No lo comentaría con nadie, podía estar involucrado mi jefe, incluso el mismo Señor Director.

Me concentré en el trabajo, no sentí pasar el tiempo, vi el reloj, ya eran las cinco de la tarde, seguramente para esa hora el consejo ya había terminado. Sonó la red interna, el corazón se me movió de lugar, una llamada por la red en día de consejo significaba problemas, dudaba en contestar, el teléfono seguía sonando, contesté:

-- A sus ordenes señor --

-- Señor Testa, quiero verlo mañana en mi oficina --

Sólo siguió un tono intermitente, había colgado, en la pantalla del teléfono vi reflejado el nombre del Señor Director. Me sentí deprimido, no sabía cual era el problema, ¿sería él el responsable de las autorizaciones verbales?, ¿le habrían comentado de mi trabajo?.

Lo que podía hacer era sondear a la asistente del Señor Director, en esos momentos no había cuenta de hotel, avión o restaurante que no hubiese valido la pena gastar para quedar bien con ella. Todos sabíamos que las conversaciones por teléfono se grababan, me presenté en su oficina.

La encontré preocupada, me dijo secamente que cerrara la puerta, me mantuvo la mirada un tiempo sin hacer algún comentario. Después de unos momentos dijo:

-- Diego, estas en un problema, hiciste pasar el ridículo de su vida al Señor Director… -- Llevaba varios minutos recriminándome sin llegar al fondo del problema, sentí que el estomago se me contraía conforme más hablaba, no me pude contener y le dije bruscamente:

-- ¡Ya basta!, ¿dime que fue lo que paso? -- Respiró hondo y prosiguió:

Hoy fue un día en que no faltó ningún consejero, el Señor Director estaba de frente al auditorio, atrás tenía la pantalla en donde se proyectaban las presentaciones de cada tema. Ya había terminado lo relativo a nuevas inversiones, seguía el último punto en la agenda, la revisión del margen financiero, antes de encender nuevamente la pantalla comenzó a leer en el podio algunas de las explicaciones que pasaste. Cuando encendió la pantalla se generó un fuerte murmullo, algunos de los consejeros más viejos comenzaron a salir, otros a reírse estrepitosamente.

El señor Director volteó a ver la pantalla que tenía atrás encontrando una pintura escaneada de un coño. Después de ese momento la junta decayó, ya nadie prestaba atención, todo mundo cuchicheaba.--

Me quede pasmado, no sentía nada, no podía pensar, me levanté, me dirigí hacia la puerta sin decir palabra.

Una vez encerrado en mi oficina pude pensar sobre lo ocurrido, pasé por todos los estados de animo, enojo, furia, miedo, frustración, se iba uno, regresaba otro, en ocasiones tenía todos a la vez. Me preguntaba en que me había equivocado, quien me había hecho la trastada, que seguía, me correrían, me arruinarían profesionalmente el resto de mi vida. Cuando vi el reloj, eran las nueve y media de la noche, la famosa cita de la mañana era a las diez. Después de lo que había pasado, sería mejor buscar un desahogo.

Me dirigí al estacionamiento como autómata. Ya no quería pensar, quería olvidar que trabajaba, que tenía un futuro envidiable y que a día siguiente podía terminar. Al llegar a este punto, recordé el comentario final de la asistente; la sesión había decaído, nadie le dio importancia al problema del margen, si el Señor Director estuviese molesto no hubiera esperado hasta mañana. Esto último no era una garantía, él era una persona calculadora, sabía controlar sus emociones, el hablaba sólo en el momento preciso.

Llegué frente al "Hard Rock Cafe", deje mi auto con el valet parking, cuando ya se iba recordé el sombrero, hice señas al valet para que me esperara, abrí la cajuela y sostuve el sombrero en la mano. No me decidía a ponérmelo, no estaba de humor para ridiculeces. Seguí jugueteando con el sombrero mientras veía como la gente que estaba esperando atrás de la cadena, dirigía sonrisas estúpidas al tipo del otro lado.

Sentí que me daban una suave palmada en la espalda, sentí que algo dentro de mí se me iba a los pies. El tipo que me había palmeado medía cerca de dos metros, tenía el tono de piel que se adquiere al trabajar todo el día en la calle, sus zapatos estaban bastantes desgastados, el traje que llevaba era de un gris cenizo, como el que usan los elementos de seguridad en empresas privadas, no tenía nada que ver con lo que me imaginé en la mañana. En forma cortante le dije:

-- ¿Si?, se le ofrece algo. -- Su respuesta me llenó de preocupación.

-- Usted es la única persona con un sombrero. -- Tratando de hacerme el desentendido.

Si, ¿Hay algún problema? -- Le dije

-- Tengo instrucciones de venir a recoger a una persona con un sombrero color caqui.--

No esperó mi respuesta, me tomó por detrás del brazo con firmeza, bajamos las escaleras hasta el nivel de la calle en donde se encontraba un mercedes benz, atrás había un stratus color blanco con una enorme parrilla de color negro al frente, dentro había cuatro tipos similares al que me llevaba. Abrió la puerta del mercedes, me empujo gentilmente hacia adentro. Ya no ofrecí ningún tipo de resistencia, la piel fría del asiento hizo que contrajera los músculos, me acomodé. El camino me era conocido, subimos por reforma con rumbo a las Lomas de Chapultepec.

Nos desviamos a la entrada de Bosques de las Lomas, a medida que avanzaba se internaba por calles que yo no conocía, las casas eran más grandes que las que estaban en las calles principales. Había sido demasiado para un día, estaba nervioso, me sentía sólo, tenía que controlarme para no llorar. Pensé que el tipo que preparó esto debía estar enfermo.

Llegamos a una casa con una barda de piedra. La puerta abrió automáticamente. Había una torreta con gente armada y varias cámaras de televisión estratégicamente ubicadas. Mientras avanzábamos en el coche por el jardín me preguntaba, ¿con quien me había metido?, ¿sería el consejo, o sería que alguien estaba nervioso por mi análisis?, si lo que querían era deshacerse de mí lo podían hacer a campo abierto, o en una colonia popular, ¿quizás en esta casa habría un horno de incineración y así no quedarían huellas?. El auto se detuvo, un hombre como de cincuenta años, bien vestido me abrió la puerta, cortésmente me indicó que lo siguiera, me ofreció algo de beber, opté por un "vodka tonnic" .

Me llevó a una sala, me dejó preparado el servicio por si quería otro trago. El clima era tibio, las luces eran tenues, los muebles y los decorados eran de color pastel, había cuadros y esculturas de desnudos, el tamaño de la sala era impresionante. Me fuí tranquilizando.

Cuando me disponía a prepararme el tercer "vodka tonnic" , vi que venía un hombre en bata corta, caminaba con paso firme y sereno. No era una persona joven, pero tenía buen porte, entre más se acercaba, más familiar me parecía. Me quedé de pie, unos pasos antes de llegar a donde yo estaba, se detuvo bruscamente, en ese momento lo reconocí, era el Señor Director. Enrojeció levemente, siguió caminando, cuando llegó frente a mi, los latidos de su corazón se reflejaban en la vena de la sien izquierda, me miró y dijo:

-- Señor Testa, quiero verlo en mi oficina mañana.

© Ferrante d'Estée, México 1997

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