Noche Amaranta

El amanecer era como una mortaja amarilla que abrazaba los últimos restos de la noche en que declararon muerto al candidato. Un primer disparo deshizo la chapa del baño, un segundo perforó la puerta, y entonces el diputado Mancera Rubín se desplomó sobre el excusado, con el hombro herido y una aciaga convicción de que a él también le tocaría morir. El tercer disparo se le encajó en la pierna mientras él hundía su rostro en el remolino de mierda y sangre que daba vueltas y más vueltas dentro de la taza. Quería ser líquido para huir por el drenaje, quería escapar de la caótica marcha fúnebre que se iba tejiendo con el zumbido de las balas sobre su cabeza, con el ruido sordo de los primeros hilos de luz golpeteando sobre el cristal y con el insoportable claxon de los taxistas protestando tras la ventana. Entonces el diputado federal de la nación hundió su recuerdo en la mierda, pues ya casi no le quedaba sangre, y abrazó la taza tal y como lo había hecho hacía dos semanas, cuando (¡carajo!) su cartera cayó al excusado, apenas terminando de cagar y pues ni modo en esos casos no hay charolazo ni influencia que valga: el señor diputado va y mete la mano en la taza arremangándose el saco pues el discurso del candidato ya va a empezar pero tan mal me arremango que se me mancha la manga de caca y ni modo de salir así a saludar al candidato y pienso entonces en echarle una lavadita rápida al saco a mi mano a la cartera y a todo lo que pueda apestar y por primera vez miento madres a nuestro querido partido porque dónde se ha visto que en el edificio del partido con setentañosenelpoder en el solemnísimo día del nosecuántos aniversario del partido con setentañosenelpoder no haya gota de agua y no se le pueda jalar al excusado ni abrir a la llave del lavabo para enjuagarme la manga y las manos y la cartera y todo aquello que pudiera apestar y entonces uno piensa: estos cabrones tienen al partido como tienen al país todojodido pero me arrepiento y pues ni modo iremos con todo y peste a felicitar al candidato y me limpio y me vuelvo a limpiar y este olor a caca que no me deja y cuando salgo ya mas limpio pero igual de oloroso el candidato ha terminado su discurso y ha dejado a todos mudos y yo pregunto por los aplausos y las felicitaciones y las risas pero los compañeros están sacudidos por el discurso del candidato y yo con esta peste y tímidamente alguien empieza a aplaudir cuando el candidato ya ha bajado del estrado y los demás lo siguen y de repente tenemos a todos los compañeros aplaudiendo sin ganas de aplaudir y entonces hacen caras por la peste y yo me hago el desentendido y le agradezco a la caca en mi manga pues los compañeros se hacen a un lado cuando paso como si alguien se estuviera pedorreando ¡que falta de respeto compañeros! y llego hasta el candidato y él hace un gesto por el penetrante olor a caca pero igual me da la mano y con su sonrisa afable y su voz firme me dice: Tomás, no tengas duda que serás convocado a colaborar en mi campaña, me va haciendo falta gente de confianza, y en la mirada iridiscente del diputado el futuro era un brillante lingote a pesar del olor contaminado de su presencia, que abrazaba el aire como si la podredumbre del poder se estuviera fugando por alguna tubería. La noche fría tomó por asalto el auditorio cuando abrieron las puertas, y los tres sectores del partido abandonaron el recinto. El diputado salió calladamente; a pesar de la esperanza que el candidato había sembrado en su rostro, una sombra de incertidumbre colgaba de su mirada, como si la cartera en el excusado fuera un mal presagio, como si en ese saludo impuro hubiera condenado al candidato a llevar para siempre el putrefacto olor entre las manos. El diputado Mancera Rubín abordó su Mustang morado, sintonizó la radio hasta encontrar esa voz que tanto detestaba, esa voz que lo esperaba en casa por las noches para reprocharle quince años de amargura, para echarle en cara un matrimonio de naufragios y huir a otra habitación, a dormir sola en otra cama. Estás en el 3.1416 del cuadrante, entre el AM y el FM. Esta es la noche, y yo... soy Amaranta. Sean ustedes bienvenidas, queridas radioescuchas, a una noche más: Noche Amaranta. (Tuuuururuuuuu turuuurururuuuuu turuuuuuuuuuu Tararararararaaaaaaatara raraaaaa tararara). Este programa no es para ti, perro machista, que te has dejado crecer el vientre pero le exiges a tu esposa un cuerpo delgado. Tampoco para ti, que llegas borracho por la madrugada, ni para ti, que besas a tu esposa y a tus hijos para luego irte a manosear a otro hombre. Esta Noche Amaranta, como todas, la dedico a ti, delicado pétalo de rosa, frágil mariposa de cristal que vives sometida, lánguido suspiro de princesa, tan lejana de ese aliento impuro de borracho, de esa barba sin rasurar, de esas axilas peludas. Para ti es esta Noche Amaranta. Y también para ti (no creas que te olvido), amado ángel de la noche, ángel caído, excepcional variante de tu sexo, que cabalgas por las calles en tu trémula burbuja ecológica, al compás de tu taxímetro, cargando con la cruz de llevar algo que sobra entre tus piernas, pero expiando ese gran pecado original de tu sexo masculino aquí, en esta Noche Amaranta. Hoy en particular, estamos tristes. Estamos tan tristes. Estás triste. Tan triste. Porque a ti, pequeño picaflor nocturno, anónima caricia de perfume que vendes tus noches bajo las farolas, te han pisoteado. Una vez más el sexo burdo se ha aprovechado de tu frágil pecho. Tengo en la línea, venerables radioescuchas, a una víctima más de la opresión sexista en que vivimos. Por respeto a nuestra amiga, la llamaremos Violeta. Buenas noches, querida Violeta. Buenas noches, doñamaranta. Querida Violeta, por favor comparte con nosotras tu experiencia, recuerda que somos tus amigas y te escuchamos. Pus mire usté doñamaranta, estaba yo en una esquina, esperando clientes, pus ya sabe usté que yo... Si Violeta, me he permitido poner en antecedentes a los radioescuchas. ¿Ponerles qué? Hablarles acerca de tu trabajo Violeta. Ah, pus sí, como le decía a usté, doñamaranta, hace como media hora me cayó un cliente. Violeta, permíteme interrumpirte, ¿en qué calles te ganas el pan de cada día? Mmmmh... pus es por ahí, por la colonia Cuahutémoc, en la esquina de Héroes de Independencia y Mártires de la Revolución. Gracias, Violeta, continúa... Pus ora sí que como le estaba yo comentando, hace más o menos como media hora me cayó un cliente, bien decente que se veía el señor, y pus llegamos al hotel... Violeta, Violeta mía, ¿podrías darnos el nombre del hotel? Se llama Hotel Encanto. ¿Encanto? Sí, Hotel Encanto. Gracias Violeta, disculpa pero hago todo esto para situar a nuestros ángeles de la noche que circulan por esa zona, tú me entiendes. Pus como le estaba yo comentando, me llegó un cliente y pus, usté me entiende doñamaranta, una hace su trabajo lo mejor que puede, y pus el señor era desos rapiditos, usté me entiende, apenas lo estaba yo calentando cuando se... Eyaculador precoz, querrás decir, Violeta. Pus yo creo que sí doñamaranta, porque era desos rapiditos. Sí Violeta, conozco a esa clase de bestias egoístas que creen que tienen el monopolio del placer, y nos impiden gozar. ¿Cómo dice? Nada Violeta, nada, que los conozco bien, continúa con tu relato... Pus sí, le estaba yo comentando que cuando había acabado yo le dije que pus ya me iba y él me dijo que cómo, que le había prometido veinte minutos y entonces pus yo le dije que eran veinte minutos pero namás un palito... Violeta, por favor, procura moderar un poquito tu lenguaje. Ay, disculpe usté doñamaranta, es que en el radio una se emociona toda. Sí, te entiendo Violeta, prosigue por favor. Pus como le comentaba, él quería quedarse y como yo no quise me pegó aquí, mire, todavía traigo el moretón. ¡Te golpeó el muy bestia! Sí doñamaranta y después sacó una navajita desas rojitas con un chorro de mugritas y me empezó a amenazar y me dio otro golpe y me empezó a morder en las... en las.. ¡ay cómo le digo doñamaranta! En los pechos, querrás decir. Sí ahí y me mordía tan fuerte que yo sentía que me moría pero con el fierro clavado en la panza pus namás gritaba y gritaba y el señor en una desas me mordió tan fuerte que empecé a sangrar toda. ¡Violeta, querrás decir que te arrancó un pezón! Sí doñamaranta. ¡Dios mío que clase de bestias andan sueltas por esta ciudad! ¿qué automóvil traía Violeta? Pus creo que era un mucstan morado. Por favor amigas, amigos, apelo a su solidaridad para vengar la muerte de el pequeño pezón de nuestra amiga... queridos ángeles de la noche, amados taxistas, por favor escuchen esta descripción, Mustang morado. ¿Recuerdas las placas Violeta? Pus no doñamaranta, no acostumbro... En fin no importa, ¿nos podrías describir a ese perro machista? Pus sí doñamaranta, era más o menos grande, alto, canoso y tenía lentes, y andaba medio borracho. Amigas, este es un caso más de impunidad hacia nuestras hermanas del sexo-servicio, por favor, queridos ángeles nocturnos, movilicen sus unidades, busquen hasta por debajo del asfalto para encontrar a esta bestia que ha arrancado una indefensa violeta de nuestro jardín. Y por favor, Violeta, no cuelgues, que te vamos a comunicar a la delegación para que levantes tu denuncia. Queridas amigas, hermanas, he aquí un ca...Clic. ¡Pinche vieja loca! exclamó el diputado y hundió el acelerador del Mustang morado hasta el fondo, como si estuviera pisando el cuello de su esposa, pero ya los taxis ecológicos le cerraban el paso, y él quería doblar la esquina, pero como plaga los taxistas brotaban de las alcantarillas. El diputado mentaba madres una dos y hasta tres veces, maldiciendo la hora en que gracias a sus influencias la modesta oruga que era su esposa rompió el capullo y se transformó en una mariposa nocturna del cuadrante. Por aquellos días él quería limar asperezas. Deseaba reencontrarse con la pequeña Amaranta de dieciséis años que desposó. Pero la flamante mujer no perdonó nunca aquellas infidelidades tan lejanas, ni el aliento alcohólico ni los dramas de celos de los primeros días. Abandonó el lecho común, inventó un pequeño espacio exclusivo dentro del hogar. Y levantó un muro de odio e indiferencia que sólo las balas de esa otra noche fatídica habían de romper. El Mustang morado se incrustó en un poste. El diputado Mancera Rubín salió del auto y corrió hacia una patrulla que providencialmente apareció a contraesquina. Del bolsillo de su saco tomó su pestilente identificación, mostrándola a los oficiales, mientras gritaba ¡Cámara de Diputados! Recargó el rostro en el cristal blindado de la patrulla, y respiró tranquilo. ¿Pues dónde se habrá metido el chingado diputado? cuchicheaban los policías, mientras se apretaban la nariz entre los dedos y qué chingados hago yo en una patrulla dime amaranta mía es tan grande la distancia que me abandonas a una horda de taxistas golpeando los cristales y yo con este olor a caca que me va a seguir veinte años dime tú amaranta por qué tengo tanto miedo por qué me acosas y por que cuando llego a casa y te beso te das la vuelta y te subes a tu cuarto amaranta amaranta es tanto lo que hemos perdido que te extraño como si ya no vivieras y es tanto lo que he cambiado que me arrepiento de las madrizas y de haberte encerrado pero por favor entiende amaranta cómo iba yo a exponer a mi niña de dieciséis años a este mundo de mierda dime tú amaranta por qué no me has perdonado si te extraño hasta en el baño cuando lloro porque ya va una semana y yo todavía no puedo cagar ni siquiera una bolita amaranta amaranta tengo tanto miedo de este olor a caca que inunda los pasillos del partido de los cuchicheos de los rumores quisiera llegar a contarte que no puedo ir al baño que cuando me bajo los pantalones y me siento recuerdo el olor tan penetrante y la cartera manchada de caca y la mano del candidato y se me cierra el culo como si fuera un ojo que se negara a ver esta realidad tan podrida y te extraño y me digo si mi amaranta me cuidara y me abrazara y me perdonara pero tú te vas a tu programa y me insultas desde el radio pues no crees que no me doy cuenta que para ti hay un solo hombre y ese soy yo y a ese es al que maldices y le llamas perro machista y a mí el tiempo se me acaba amaranta cómo decirte que hoy me ha llamado el candidato y me ha dicho que me quiere en su campaña que lo alcance en sonora que tengo el futuro asegurado y no le importó la caca ni la peste ni el saludo porque el candidato me quiere con él amaranta amaranta la fortuna me sonríe y cuando el candidato sea presidente estaremos cerca del poder lo respiraremos lo sudaremos y quiero que lo hagamos juntos amaranta si tan solo me pudieras dar de las fibras que le dabas a tu papá cuando se estreñía si pudieras besarme el culo y abrirlo poquito a poco con tu cariño y si pudiera correr a tus brazos como niño y mostrarte orgulloso que después de tus besos he cagado dos bolitas pero te das la vuelta y te miras al espejo y te acuerdas de cuando te encerraba cuando te golpeaba amaranta me arrepiento tanto ahora solo te quiero a ti quiero ser tu hijo y que me arrulles y me abraces y me digas que no le va a pasar nada al candidato y que no lo van a enfermar ni lo van a suicidar ni lo van a sustituir que todo son rumores pero tú me abandonas por las noches y pones cerquita de tu boca el micrófono como si lo estuvieras mamando y dices suavemente --te juro que lo siento como si me hablaras al oído-- estás en el 3.1416 del cuadrante, entre el AM y el FM. Esta es la noche, y yo... soy Amaranta. Sean ustedes bienvenidas, queridas radioescuchas, a una noche más: Noche Amaranta. Queridas, adoradas, veneradas radioescuchas. La Noche Amaranta se viste de luto. Como todos sabemos, el candidato a la presidencia de la república por le pxrtixxx xxxxnaxxrio xxtixxcxxnal ha sido arteramente acribillado. Estamos consternadas ante tanta impunidad. El país se nos deshace entre las manos gracias a la horda de hunos fetichistas que nos gobiernan. Estimadas amigas, la valiosa vida del candidato acribillado no debe fenecer en vano, debe hacernos reflexionar sobre el punto al que nos han llevado estas bestias machistas que detentan el poder. Ha llegado la hora para las mujeres de asumir su responsabilidad y hacerse del poder. Queridas, amadas, lastimadas radioescuchas, el día de hoy nos han lacerado en lo mas hondo, nos han disparado un par de balas que han agujerado la conciencia entre un charco de incredulidad. ¿A quién perjudicaba ese hombre sonriente? ¿A quién estorbaba? No lo sabemos amigas, los recovecos del poder son inescrutables. Es más, diría yo, nunca lo sabremos, sólo nos queda fingir que nos refugiamos en nuestras pequeñas cosas mientras urdimos juntas una estrategia para hacer llegar a una mujer a la cima del gobierno. Amigas, amadas amigas, en esta noche, la más negra de nuestro país en muchos años, guardaremos un minuto de silencio... 60 59 58 57 56 55 54 53 52 51 50 49 48 47 46 45 44 43 42 41 40 39 38 37 36 35 34 33 32 31 30 29 28 27 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1 Noche Amaranta se une a la pena de la familia del candidato, y le expresa sus más sentidas condolencias. Pero amigas, la vida sigue, el tiempo corre y nuestros pequeños dramas femeninos persisten. Hace dos semanas ya --seguro lo recordarán-- que nos habló nuestra queridísima amiga Violeta, la del pecho lacerado. Seguramente ustedes recordarán el drama desgarrador que padeció esta lánguida mariposa de nocturna. Pues bien, entre tanta desgracia tengo el placer de comunicarles que nuestros amadísimos ángeles de la noche, ángeles guardianes, han vengado al inocente pezón caído de la pequeña Violeta. No sé quién. No sé cómo. No sé cuándo. Pero hoy a llegado hasta nuestra cabina un pequeño sobre, cuyo remitente solo dice Ángeles de la Noche con un par de pezones masculinos. Un par de tetillas de la bestia inmunda, que han saciado nuestra sed de venganza. A esos héroes anónimos que han dejado el nombre de Violeta sin tacha, vaya desde aquí nuestro pequeño homenaje... Ahora amigas, quisiera --en este programa tan triste, tan especial-- hacer una excepción, y dedicárselo a un hombre que ahora está sufriendo. Un hombre perverso, como todos. Un hombre que me hizo sufrir como ninguno. Pero un hombre al que, seguramente, el par de balas que acabaron con el candidato le han calado hondo. Un hombre que llora en la cantina, como si la muerte del candidato le hubiera robado la mirada. El diputado Mancera Rubín se lleva las manos a la cabeza mientras una y otra vez observa la escena mal grabada del disparo que le destrozó el futuro. La cantina está vacía, los amigos que festejaban con el diputado se han marchado. Una borrachera a la salud del candidato, un brindis por ese último telefonazo, por ese nombramiento de asesor de campaña. Un hidalgo por la muerte del amigo asesinado. Y Tomás Mancera Rubín se repite una y otra vez lo sabía, lo sabía se lo iban a chingar ya me las olía yo tuve la culpa no lo previne hoy que me llamó debí decirle señor candidato el día en que nos saludamos te manche el futuro te eche una gran bola de mierda sobre las espaldas mía es tu podredumbre mía tu muerte yo lo sabía yo olía esa noche del discurso que te iban a matar no sé por qué pero lo sabía lo sabía te juro que yo lo sabía pues la caca entre mis manos la peste del discurso el olor a caca en el pasillo los aplausos sin ganas los rostros sombríos y mi mano impura estrechando la tuya manchándola para siempre ¡viva méxico jijos de la rechingada! cantinero échame la caminera que me voy a llorarle a una puta y en lugar de darle las gracias y de mamarle la corneta por teléfono por mi nombramiento debí llamarle de nuevo y ponerlo bajo advertencia en vez de tirarme al pedo y festejar con los cuates mis amigos ya agarramos güeso el candidato me quiere de asesor y los pinches amigos ¡cantinero a ver a que horas! me vale madres que esto esté vacío hoy me muero de la peda y los pinches amiguitos con sus caras de pendejos cuando vimos por la tele cómo se lo habían chingado y yo ya hasta mi madre ¡cantinero ese pinche caballito como tarda! sin poder creerlo sin concebir lo que mis ojos veían y el país cimbrado y el partido deshecho y mi celular suena y vuelve a sonar ¡cantinero ese pinche tequila que se me van a ir las putas! y las estrellas apuñalaban con su luz aquella noche, la última noche del diputado Mancera Rubín. Las patrullas hormigueaban nerviosas entre la ciudad. Las calles vacías. El ejército acuartelado. Los rostros sombríos. Las miradas prendidas un temeroso televisor. El país entero fue testigo del derrumbe de un castillo cimentado con palillos para ceder terreno al caos, a los juegos de manos en el poder. El diputado federal de la nación era un Mustang morado al asedio de las prostitutas, que en un duelo involuntario suspendieron esa noche su actividad. Finalmente una de ellas accedió. El diputado balbuceaba entre el alcohol. ¿Cuál es tu nombre? Violeta. Qué bonito nombre tienes Violeta. Gracias, aquí dé vuelta a su izquierda, ahora a la derecha, esa es la entrada. ¿Hotel Encanto? Tan encantador como tu nombre. Págueme por favor, voy por la llave. ¿Cuánto por toda la noche? Ay, no señor, si namás es un palito, si nostamos festejando nada, ya ve como están las cosas. Ni madres, tú y yo hoy amanecemos juntos. Son ochocientos, señor, tenga cuidado, ya se anda cayendo. Toma mi cartera, que los carguen a la tarjeta. Ay señor, con esa borrachera ni va a poder firmar. Ven mamacita, tanto te he soñado, mi amaranta, amarantita. Señor, ya está borracho, yo me llamo Violeta. Acércate mi amarantita... tanto tiempo... tanto. Oiga señor, ha de oír mucho radio usté que hasta sueña con doñamaranta. Cosssita linda. Señor está usté muy borracho y aquí no vamos a progresar. Toma mi cartera, anda, saca la tarjeta y ve a pagar toda la noche, y pídete de paso una botella de tequila. Pero señor, si ya están cerrando el hotel. Tú obedece y paga. Ay señor, ya se me cayó la foto, ¡pero mire usté! si es doñamarantita retechiquitita. ¿Cómo la conoces? ¿Pus que no la oye usté por el radio? No me vengas con mamadas, niña ¿cómo de que por la radio? Ay señor, pus ¡no me va usté a creer! pero... verá usté, doñamarantita me quiere mucho y cada noche viene conmigo como una hora antes de su programa, pus usté sabe, a que la acaricie y ella me acaricie y me chupe por todos lados y me bese, y pus ora sí que a mí no me gustan las mujeres pero por ser doñamarantita, pus por ella yo hago lo que sea si es retebuena gente aunque viera usté que el otro día se me emocionó tanto que me dio una mordida y me arrancó esta chichi ¿si ve? ¡Aaay! ¿por qué me... ayyy? Órale cabrona, toma, váyase a la chingada, no te pago ni madres, hija de tu puta madre, ayyyyyy ay ay ayyyyyyy canta y no llores porque cantando se alegra el llanto húmedo que resbalaba por las mejillas de la noche en una Plaza de Garibaldi vacía, en donde un mariachi ya en pijamas complacía al único borracho en la noche más negra de la historia reciente. Ora tóquenme Paloma Negra cabrones. Más respeto cuñao, más respeto al músico, y el diputado federal de la nación balbucía pinche puta y tú también pendejo que te dejaste asesinar si yo sabía que te iban a matar yo sabía que te matarían porqué no te avisé soy un pendejo pendejo pendejo tres veces pendejo y tú que me ves pinche taxista, sho lo sssse toddo, sho ssavvia que lo matariiiiaaaan al guuuuey de dddonaldiiii jje me bes fhinshe tasssissta idhiodha horidha dhe pardho dhu madhre borgue io soi difffutadhho fffedheral ¿señora amaranta? ¿si? soy un ángel de la noche, me estoy reportando desde Plaza Garibaldi. Hay aquí un diputado federal (con todo y charola, yo la vi) que creo que es del partido y que anda gritando que él sabe por qué mataron al candidato, que él le debió haber avisado. Querido ángel, eso es muy grave. ¿estás seguro de que es un diputado? Sí señora amaranta, yo le vi la charola. Gracias, querido ángel, en este momento avisamos a las autoridades. Amadas amigas, si en nuestras manos está ayudar a esclarecer el brutal magnicidio, es nuestra responsabilidad comunicarlo a las autoridades. Y la madrugada se derretía sobre las azoteas aun debajo de las conciencias cuando cinco Suburban hirieron de negro el pavimento y sigilosamente se llevaron al diputado federal de la nación Lic. Tomás Mancera Rubín a la Procuraduría de Justicia. A ver culeros, prepárense unos tehuacanes, que vamos a callar a un gorrión... les huro ghe io no ssshe nadha... soii solo un bhorhashio abhandonado ¡Aaaay! mira cabrón, orita mismo te nos callas porque al candidato lo mató un pinche loco ¿me oiste? ¡un pinche loco y sólo uno! ¿entendido? y tenemos órdenes expresas del Sr. Presidente para ni moverle al agua, ¡toma hijo de su pinche madre, pa que te calles! ¡Más chile piquín, más tehuacán, hasta que vomite! ¿Entendido güey? sabemos donde vives, conocemos a tu vieja, y nos la vamos a chingar toda si vuelves a abrir el hocico para escupir otra cosa ¿Entendido? Ya párale güey, que tiene fuero federal. ¿Quién mató al candidato?... uuuun ffhinshe loccco... un fhendhejho sssicofhata ¿Y quién más? Naddhhie maaaaás... ssólo un fhhinshe loco... Ya llévatelo cabrón, ya está desvariando. Tírenlo por ahí. Y el frío era una alfombra sobre pavimento de la ciudad. Un ángel caído descendió del cielo para guardar el cuerpo del diputado. Con cuidado, lo subió al taxi ecológico. Lo reanimó por varias horas. Lo condujo a su casa. El borracho despertaba poco a poco, recuperaba conciencia, quién sabe si para disponerse a morir. Conversaron. Conversamos, señora amaranta, conversamos mucho, y quiero decirle públicamente que es usted una pinche bruja (¡Saquen del aire esta llamada, rápido, controles... despierten carajo!), que lo del pezón lo inventó para que nos jodiéramos a su marido, que nos ha mentido, que le mandó a los judiciales para que lo calentaran, el pobre que andaba tan borracho (¡Fuera del aire, técnicos, despierten¡), que no es más que una marimacha mentirosa, por nosotros se puede ir al diablo. Ah, y por si le interesa: la estamos esperando aquí afuera de la estación, y adiós. Amadas amigas, en homenaje a la memoria del candidato acribillado, aquí suspendemos nuestra emisión por el día de hoy. Tuuuut Marcos Carrasco le proporciona, minuto a minuto, la hora exacta del observatorio astronómico: Las seis en punto. MEXICAAANOOS AL GRITOOO DE GUEEEERRAAAA EL ACERO APRESTAAAD Y EL BRIDÓOOOOON Y RETIEmble en sus centros la tierra que se deslizaba desesperada bajo las llantas heladas del auto de amaranta. Los primeros suspiros de la madrugada apagaban las estrellas. Ella entró a casa por la puerta de servicio. En la parte frontal, una horda de taxis ecológicos hacían sonar sus bocinas. amaranta corrió hacia el cuarto de servicio. Los taxistas trepaban por las rejas, y ya llegaban a la puerta. Una lluvia de rocas y lodo sacudía la fachada de los mancera. Los rubios cabellos del sol se enredaban en los candelabros, entre gritos y bocinas de los taxistas. ¿Dónde estas, cabrón? gritó amaranta cortando cartucho. Desde lo más profundo del alcohol, tomás la escuchó respondiendo con un sollozo amargo. El amanecer era como una mortaja amarilla teñida de sangre que abrazaba los últimos restos de la noche. Un primer disparo deshizo la chapa del baño, un segundo perforó la puerta y dos contenidas semanas de incertidumbre inundaron de mierda y de cierto alivio los pantalones de tomás, quien se desplomó sobre el excusado. El tercer disparo se le encajó en la pierna cuando amaranta abrió la puerta y confundió la sangre con la caca y los restos de tomás. Nos tenemos que ir, señor diputado, y descargó una última bala sobre su nuca, mientras los taxistas ecológicos tumbaban la puerta y una gritería descomunal inundaba los pasillos. amaranta besó el cañón de la pistola y lo atrapó en su boca, recargando el metal helado en la garganta. El avión con los restos del candidato tocó tierra en el preciso instante en que los taxistas, armados con palos y piedras, contemplaban aterrados a amaranta hundida en la mierda, jalando una y otra vez el gatillo de un revolver vacío.

Y el sol salió de nuevo. A abrazar el cuerpo inerte. De una ciudad. Ensangrentada

© Jorge Harmodio Juárez, México 1997

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