A Carlos Michel, mi amigo,
para que la esperanza
contra toda esperanza,
nos de la paz.
Tepoztlan, Mor.,
agosto de 1994
de un texto de 1990.
Unos pliegos de papel amarillento escritos a lapiz muy tenue, delataban una manotemblorosa. Descanse unos momentos del placer de aligerar y lei con regusto,mientras imaginaba como aquel viejo fumaba mirando a los cerros pelones a losque la puesta del sol habria ya convertido en oro: "Ya estoy muy viejo y soy muy pobre, porque naci pobre, todos nacimos pobrescuando empezo la primera revolucion; excepto esos tales que siempre me dejaronagrio. Eso fue en un pueblo al que se llegaba por un camino de tierra casisiempre muy alborotada por el viento; esa vereda no tenia nada, ni un arbol, niun puente, ni una piedra grande donde descansar. Cuando la perseguia con lavista, se me cambiaba luego luego en tierra dura y pedregal, justito al empezarla ladera del cerro. Eso si, me acuerdo bien de los remolinos de polvo quecrecian bailarines hacia arriba, como si fueran reatas paradas en la fiesta detoros del pueblo.
Por alli pasaba gente montada y a pie, y yo los veia a todos y ellos a mi yalguna vez me saludaron con el brazo extendido, como si yo fuera un gentio quelos estuviera esperando. Eso solo en tiempo de secas, porque cuando llovia, losarrieros que salian y llegaban por el camino mojado, ni me miraban; iban siempreal frente de la recua, montados en mulas viejas y manosas que sabian esquivartantisimo lodo.
Desde que fui chamaco me sentaba en una media barda de adobe que ya no ponialimites a nada; alli merito, al comenzar la vereda. Me imaginaba que algun dia,yo tambien me perderia en el pedregal, cuando pudiera llegar hasta al cerro.
Mi madre me pario viuda, yo fui su unico hijo. La recuerdo muy limpia, siempreocupada, con su rebozo tornasolado que le cubria sus dos trenzas muy negras ymuy apretadas, como cuando ibamos a la iglesia; todos los domingos tempranito.Siempre estabamos en la primerita misa, porque creia que Papa Dios oia a lospobres solo hasta antes de las siete de la manana. A esas horas bebiamos, cafe yun pan, del que se hacia en el pueblo, le llamaban de agua. Ya despues,almorzabamos, con gordas y frijoles con harto epazote; a mi me sabian fuertes,colmados, como para ya no querer comer mas. Mi madre cepillaba su cabellosentada en mi cama muy temprano y me decia bajito: "Levantese que ya hay caldoen las fondas" y me alborotaba el pelo con su mano pequenita, pequenita.
Yo quise mucho a mi madre, mas que a nadie; despues de ella a Felipe mi tio. Esemismo fue el que me conto que mi padre estaba enterrado ahi mero, en elcamposanto, atras, muy cerca de esa media barda donde yo me sentaba a imaginar.No me dijo su nombre porque decia que yo era muy chamaco para esas cosas;despues, nunca le pregunte. Felipe mi tio tambien era chaparrito y con trespelos largos que le salian de la barba, merito abajo de la boca.
Mi madre siempre se supo guardar sola y para hacer de mi un pequeno responsable,segun su dicho, sirvio a los unicos a los que se podia servir en ese puebloamarillento: a esos tales que vivian en la casona, frente a la iglesia, los quesolo acumulaban dinero y lutos. Esa es la misma mezcla que todavia se siguellevando bien en todas partes. Eso no lo decia yo, se lo copie despues a Felipemi tio, cuando la tercera Revolucion. El tambien iba a trabajar alli, peroatras, en las huertas. Una vez, estuvo tirado en su petate, en un rincon de lapieza donde vivia, porque uno de los amos le dio de patadas en las costillas.Como no ganaba si no trabajaba, mi madre y yo le llevamos, ya de noche, algo decomer.
Yo no entre a la casona, nunca me quisieron llevar. Quien sabe por que; loshijos de otras mujeres iban algunas veces. Yo me conformaba solo mirandola,parado alli enfrente, desde la plaza. Una vez viniendo de la escuela me crucecon el coche grande; era negro con cortinas, lo tiraba un tronco de caballos depesuna grande que nombran percherones y, adentro, vi a dona Refugio, la abuelade todos esos tales, los amos de la casona; iba de negro y me alcanzo a ver y mesiguio mirando y hasta volteo la cabeza cuando el coche acabo de pasar. Yo sentiraro, pero me gusto que se fijara en mi. senti no se que, pero despues de unrato, me entro la tristeza. Ese gusto fue un secreto que guarde siempre.
Me decian el guero porque tenia los ojos claros, y mucho pelo en todas partes,hasta me tuve que rasurar a las escondidas de Felipe mi tio, porque se enojabasi me veia. Siempre fui callado y mas bien ajeno a los demas. Nunca quise masamigos que Felipe mi tio, porque todos pensaban de otra manera y hablabandemasiado de mi madre y de mi; yo creo que tenian curiosidad y por esoinventaban lo que ni sabian. Creciendo y sintiendo, acumule rencores y apile laspoquisimas dignidades que pude encontrar. Esas, las dignidades, las conseguia enpleitos callejeros y por las figuraciones que me hacia al oir las historias deFelipe mi tio, cuando tomaba; entonces no le importaba nada y se ponia apredicar dizque de la igualdad, de los derechos y de la Patria; por eso ledieron las patadas.
La golpiza me la contaron, yo no la vi. Fue en el tendajon del gachupin dondehabia mesas para beber y para el juego. Mientras estaba en el suelo, uno de lostales de la casona, le pegaba con la punta de acero de la bota y los demas nohacian nada, nomas miraban y se iban arrinconando hacia atras, como asustados.Nunca lo entendi y todavia no se por que sigue pasando asi: ?por que uno solo deesos podia contra tantos? Lo he pensado mucho; si se hubieran meado todos almismo tiempo, lo ahogan. Ademas, alli ni soldados habia, creo que eran cinco entodo el pueblo. Tampoco supe en donde leyo Felipe mi tio tanto de esos cuentos oquien le metio esas ideas en la cabeza, porque a mi, en la escuela, no medijeron nada de rebelion, ni de derechos, ni de libertades.
Yo creo que la gente pensaba que rebelarse era pecado y, a lo mejor, entonces siera o a lo mejor sigue siendo, peor que tocarse, como le decia yo al cura cuandome confesaba. Alguien me dijo que, muchas veces, Felipe mi tio, se iba alpanteon solo y alli se sentaba horas y horas en una de las tumbas; a lo mejoraquel muerto le aconsejaba los discursos para decirlos cuando andaba de copas.Yo senti mucho odio contra la casona del pueblo que me robaba a mi madre desdela madrugada y, por eso, empece a resolver mi vida entre rebeldias y muy pocaeducacion. Solo termine tres anos en la escuela porque no habia mas. A los hijosde los amos los mandaban a la capital y casi ninguno de los de mi edad regresoya, porque eso fue cuando empezo a haber alzados por todas partes. Esos anos denino, en ese pueblo seco, los recuerdo amarillos destenidos y, a veces, muyfrios cuando llovia. Una manana hacia harto fresco y por eso me quede en elcatre mas tiempo. Mi madre se habia parado temprano para llegar a servir a esagente y yo me quede medio dormido pensando y no se por que senti mas rabia queotras veces. Fue cuando me toque lo duro y me gusto y senti una urgencia que nopude aguantar y entonces uno como remolino blanco y humedo me dio un propositopara seguir viviendo.
Yo creo que esa fue la primera protesta que resolvi solo. Muchas otras tambienlas resolvi, pero atras de la media barda, a la salida del pueblo y muchodespues, algunas mujeres mas grandes que yo, estuvieron afirmando mi presuncionque nacio blanca aquella manana fria. Me llamaban y yo iba y me ensenaban aescondidas, siempre callando. No se podia gritar como Felipe mi tio con suslamentos de libertad. Yo era chamaco y de todas maneras ese gusto me sucedia conellas y sentia como si me jalaran hacia abajo en un remolino del que no podiasalir; pero luego, todo se me hacia tristeza. Esos anos los pase en el pueblo,envidiando, odiando, gozando rapido y tristeando despues.
Un dia no pude mas y deje sola a mi madre y a la pieza que nos servia de casa ya Felipe mi tio y tambien abandone los gustos esos que tenia a escondidas.Cuando me incorpore, la lucha armada ya lo invadia todo. Eso fue cuando llego alpueblo un dizque coronel formando tropa. Venian encalzonados, con guarache ysombrero. Me parecieron feos y olian peor y por eso yo nunca me encalzone y detodas maneras asi me levantaron aunque no tenia mucha edad. Venian armados y loprimero que hicieron fue apersonarse en la casona, en la casa del cura y en latienda del gachupin. A mi me gustaron los gritos del coronel, porque enfrente atodo el pueblo echo puras maldiciones al cura, al gachupin y al pobre diablo deladministrador de la casona; los duenos no estaban, habian huido quien sabeadonde unos dias antes de que eso pasara. Al final respetaron al cura y aladministrador, pero al gachupin lo arrastraron a cabeza de silla, dandole lavuelta a la plaza como cuatro veces. No se murio, pero quedo jodido como todo elpueblo, porque esos dizque soldados lo saquearon todo.
Me fui con ellos para salir de alli. Lo habia sonado sentado en aquella mediabarda de adobe y como no habia otra cosa que hacer pero tambien pense en losdiscursos de mi tio Felipe; yo le creia y me entusiasme con sus gritos cuandoaquel ejercito entro al pueblo. Lo vi llorar de rabia muchas veces en elcamposanto y cuando las patadas, pero ese dia fue de puro gusto porque no seemborracho.
Estar de alzado fue un trabajo que me dejo lucir otro proposito para vivir. Alprincipio no la senti mia, hasta que la domine y porque me dio algo asi como unapellido mas fuerte que el mio. Nunca pense que un arma pudiera darme tanto. Yano era aquel muchachito parado frente a la casona esperando a su madre o sonandosentado en la media barda a la orilla del camino o con una mujer a escondidas,sin hacer ruido. Ahora yo tenia una carabina para hacer frente a esas tristezasy la hacia sonar fuerte en las batallas, que fueron pocas, y la lucia grande enlos saqueos, en las cantinas y con las mujeres gritonas, que esas si fueronmuchas. Cuando pensaba en mi tio Felipe y en sus discursos, pude apaciaguar algode las tristezas que, de todas maneras, me venian despues de todo eso. Luego meentro la decepcion porque comprobe que lo que el creia eran nomas mentiras: nohay dignidad, hay mucho rencor y mucha rabia; no hay heroes, hay mucha ambiciony mucha crueldad; no hay derechos, hay balas; no hay Patria, hay generales; nohay hombria, hay putas. Eso aprendi estando por alla y por eso me quede amargomuchos anos.
Yo creo que la gente levantada se hizo dura, como los olotes cuando se amarranjuntitos para desgranar las mazorcas a fuerza de tallarlas, porque cada olote,solito, se quiebra. Para eso servia el mero pueblo, para deshacer, paradestruir, para matar y para morir, para frotar y frotar el poder hasta acabarlo;despues, cada uno nunca tuvo nada, ni nunca tendra nada porque los olotes,despues de usados, solo sirven para hacer lumbre.
No volvi a ver a mi madre. Cuando regrese al pueblo ya se habia muerto, a lomejor de tristeza o a lo mejor porque ya no tenia para quien seguir sirviendo.Nunca supe cuando paso, pero fue la unica muerte que senti de a de veras. Sutumba me sirvio de altar y le eche encima todas las lagrimas de mis ojos y casitodos mis remordimientos. Habia dejado tantos muertos por mi mano en esa malditatierra seca! y para que. No solo habia matado con la carabina, sino con lospensamientos. Yo creo que empece a matar desde que Felipe mi tio, me contabatodos esos cuentos y desde que dona Refugio me miro fijo; eso, nunca se lo dijea nadie.
El camposanto esta por un lado del camino que se pierde en el amarillo de latierra, hasta el mero pedregal. Es un lugar seco y tambien un lodazal cuandollueve, pero todas las tumbas son blancas y brillan con la luna cuando se llenay entonces es bonito y yo creo que es lo unico que quise de ese pueblo. Primerofui solo a ver la tumba de mi madre, despues busque a Felipe mi tio; estabaviejo, mas de tristeza que de tiempo. Casi no hablamos pero estuvimos muchojuntos, fumando y, a veces, tambien llorando. Una noche me lo lleve frente a lacasona vacia para tomar un trago en una de las bancas de la Plaza de Armas. Nome dijo nada pero puso su mano callosa sobre mi rodilla y me apreto fuerte y asime tuvo mucho tiempo. A uno de los duenos, el de la patada, lo encontraronmuerto de un golpe de machete atras de la media barda de adobe. Eso me lo contoFelipe mi tio despues, ya con copas, pero no me dijo quien habia sido elasesino, ni yo le pregunte, ?para que? eran tiempos de matar.
Alli frente a la media barda, me despedi de Felipe mi tio; fue un abrazo muylargo, nos miramos tristes y como dos chamacos se nos salieron los sollozos ytuvimos que sacar el paliacate. Fue como una desesperanza porque la tercerarevolucion le habia robado a Felipe mi tio, toditas sus esperanzas, susagarraderas y sus discursos. Pense que se estaba derrumbando, como la mediabarda, que cada ano se hacia mas chaparra y yo sabia que algun dia iba adesaparecer pisada junto con la misma tierra del camino. Sali del pueblo,despacio, y, desde el pedregal, volvi la cabeza y mire el amarillo descoloridopor ultima vez y, entonces, grite muy fuerte, solo, en medio del desierto y echeuna maldicion asi nomas, seca, desde atras, desde toda mi vida y desde la de mimadre y desde la de mi tio Felipe, para guacarear y llenar de vomitada a lacasona, a su dinero y a sus lutos y a los que enganaron por primera vez a Felipemi tio con eso de la libertad, del derecho y de la Patria.
Deje las armas y el uniforme y visite a un pariente lejano que me admitio en suhacienda como capataz. Entonces todavia habia haciendas, aunque la tercerarevolucion ya habia destruido casi todas. Fueron meses de mas o menostranquilidad, porque fue cuando licenciaron a todas las tropas de la bola. Mipatron estaba siempre ausente en la ciudad y me dejaba el mando. Eso me pareciomuy bien, sobre todo, cuando recordaba a mi madre y a Felipe mi tio, siempreatados a la voluntad grosera de los amos de la casona del pueblo. Yo creo quefui un jefe como todos, a veces cruel, a veces demasiado blando; pero eso si,trabajaba de sol a sol y, de mi, nadie podra decir que fui flojo.
El mando de gente me gustaba, pero en la noche me venian otra vez esas tristezasporque me espantaban el sueno las caras de rencor; yo creia que me miraban asiporque esos peones eran huevones y yo les obligaba a trabajar como Dios manda,pero fue porque ahora era yo el patron. Una vez tuve que fuetear a un peon porladron; le deje una marca en la cara y, otra vez, a otro, lo encerre a pan yagua por cinco dias; el pobre estaba casi muerto cuando lo sacaron de aquellapocilga. Lo habian encontrado atras de la troje grande manoseando a una muchachaque me gustaba y yo crei que eso iba contra mi autoridad. Cuando pensaba en esascosas, sabia que uno repite y repite las manas que vio y aprendio de nino, conla diferencia de que antes uno estuvo abajo y hoy, arriba, y que hace y deshacesegun su conveniencia. Por eso yo creo que casi todos los peones me odiaronhasta el dia que me fusilaron.
La verdad era que el Pais estaba plagado de bandas de gente sobrada de losejercitos y muchos se dedicaron a asaltar ranchos y caminos. Un dia, una de esasgavillas tomo el casco de la hacienda. Querian el oro que, segun decian, estabaescondido en alguna parte. Si hubiera habido oro, yo se lo hubiera dado. Lonegue y lo volvi a negar y lo volvi a negar. Me tenian amarrado de las manos yme habian dado unos cuantos malos golpes en la cara. Vi que los peones se habianreunido en bola para ver lo que me estaba pasando; ninguno hacia nada y sealejaban poco a poco, caminando para atras hasta ponerse de espaldas en la paredde adobe del corral grande. Como siempre, tenian miedo de que a ellos tambienles sucediera aquella mala tarde y eso que los gavilleros no eran mas de 10pelaos.
Entonces fue cuando el jefe de la banda ordeno que me fusilaran; gritomaldiciones y que ya estaba cansado de oir lo mismo y lo mismo. Yo ya estabamedio muerto de miedo; me volvieron a preguntar y a amenazar y yo volvi a negary a negar. Solo recuerdo que nomas queria convencerlos de que estaba diciendo laverdad, que no habia oro y que, si lo hubiera, se lo daria con gusto. Lesrepetia que yo no era heroe, que no queria serlo. Dos de los bandidos mevendaron los ojos, dizque para que no le viera la cara a la muerte. La cara dela muerte la estaba yo mirando desde adentro hacia ya rato. Me pusieron contrala media barda de adobe del primer corral, asi nomas, recargado, como un paloque se deja alli, por descuido. Sude y senti mucho, mucho frio. No se cuantotiempo estuve asi esperando los tiros. Cuando oi la orden empece a temblar. Derepente, senti el temblor mas dentro que fuera y tuve la sensacion de que mejalaban para abajo en un remolino de gusto del que no podia salir. Oi ladescarga y, entonces, senti mucha, muchisima tristeza, como las que habiasentido siempre despues de aquellos gustos en el pueblo, pero no me cai, ni medolio nada, ni perdi la conciencia, ni senti sangre. Esos tales habian disparadoal aire, dizque para hacerme hablar.
Fue entonces cuando mire a la muerte reflejada no se por que, alli en lo terrozode los adobes medio arruinados de la media barda. Me di cuenta de que era yomismo y por eso encontre mi paz."
Acabe la lectura de aquellos pliegos y decidi dedicar el tiempo de esa tarde agozar la nostalgia de cuando era yo un joven inquieto, ilusionado e ingenuo,quizas demasiado. Cuando pensaba que mi vida la iba a hacer yo mismo, cuandotodavia creia en la omnipotencia de las ideas, aquella ocasion cuando visite alviejo en el pueblito: era una tarde magnifica, recien llovida, y el fumabamientras yo bebia lentamente el cafe hervido que me habia ofrecido. Estuvo ensilencio largo rato oyendo mi dizque discurso inteligente. De repente aspiro confuerza todo el humo, me miro fijo y tierno, se levanto de la silla, puso su manosobre mi hombro y me dijo.
- Usted siempre mira hacia adelante o hacia atras. Yo no, yo miro siempre haciaadentro; vea, aqui intimamente guardo muchos cadaveres, bellos, horrendos,buenos y malos, de todo...-
Se golpeaba el pecho con el puno, mascaba lentamente su tabaco y le daba poder acada palabra. Hablaba con lentitud para dejar salir, poco a poco, con cuidado,algo de mucho valor.
- Mire amigo, todo lo que usted vive se le va muriendo dentro de usted mismo. Sualma no es mas que un lugar en donde se han estado amontonando muertos. Pero nose asuste, no les tenga miedo. El lastre de lo bueno y de lo malo lo puedeconvertir en fuego con solo mirarlo de frente, para que le de calor y le deenergia y le de un motivo mas de vida. Siempre vea hacia adentro de usted paraque viva en paz; lo otro, tiene poca importancia.
Otra vez supe que el viejo habia muerto. Fui alla y buscando entre sus cosasencontre esta narracion que decidi conservar, para no olvidar las palabras deltiempo y para que otros encuentren en el archivo domestico una carpeta vieja quequizas quieran leer.
© Jorge Morfin Hierro 1997
México
Iván Ayala