Imagen demolida

...a Máximo Pacheco,pintor muralista.

El pintor ha mirado la construcción durante varios minutos, pero el sol reverbera en aquéllas láminas recargadas en la pared y lo traslada a otra imágen que pareciera proyectarle la pila de ladrillos; recuerda la transformación de ese mismo muro, desollado igual que ahora, en un letargo lineal de colores, de años y de hombres, ya diluído en el cascajo.

El paso de una nube tempera el resplandor y devuelve el presente. Con lo que vivió basta y sobra, -murmura el pintor, sin lograr creer en lo que dijo. Descubre entonces lo que ha mirado sin ver estos minutos: como tortuga metálica, la carretilla, su rueda al cielo, muere de inanición sobre el médano de arena, donde tambien descansan un pico y una pala semienterrada. A dos metros de ahí, uno de los albañiles --con gorro de periódico, de torso amasado en sudor y cemento- mueve circularmente un palo dentro del bote ennegrecido que sirve como cazuela. Cerca de él, otro hombre se frota con vigor el cabello, agachado bajo una toma de agua que extrajeron a marrazos del piso; unos pasos más adelante, hay una covacha de lámina donde, parado en la puerta, el velador fuma y canta obsesivamente la estrofa de una canción hasta volverla monótona como la hilera de tabiques que le han nacido al suelo terroso.

La luz solar vuelve mas intensa detrás de una nube, y obliga al pintor a cubrirse el rostro con la mano para seguir el movimiento de los trabajadores, manteniéndolos estáticos en sus ojos, transformados en trazos que buscan por instinto una superficie ....como ese muro desollado que pide ser cubierto de nuevo. La mirada de la pared parece recriminarle el entierro de los pincéles que aún estaban vivos. El pintor le contesta sin convicción que construir aulas es más importante que pintar murales de hombres construyéndolas. El resol le hostiliza, apura su partida. Antes de irse, el pintor mira otra vez a los albañiles y dice algun carajo a su propia inercia que los entroniza en un mural, demoliendo un mural de albañiles demoliendo un mural, hasta que se derrumbe la memoria que pudiera quedar de él.

© Ramsés Sandoval 1997
México



Críticas y comentarios


Sinceramente es de los mejores textos que he leido ultimamente. Ambientado de forma amena casi te puedes sentir metido en el cuadro que nos dibuja su autor con trazos rápidos y justamente adornados. El personaje está muy bien delineado, sin excesos de sentimentalismo y en equilibro con el resto de la situación. El final es realmente mágico y sorpresivo. Es un texto que no atrapa a la primera de cambio, han de pasar unos cuantos renglones para que nazca el interes del lector, por lo menos el mío. Es uno de esos texto que como alguien dijo alguna vez "se pueden oler". Claro que no literalmente, no hace falta pegar la nariz al monitor. En resumen en mi humilde opinión un muy buen texto. Seguiremos en contacto. Un abrazo a todos.

Luis Rubio Castel.


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