Lo Dulce del Adiós
 
Juan Daniel Nieves Montéro
 

"Cuando una puerta se cierra,
 otra se abre"

          Proverbio Africano

"We’ve been through, some things together,
 with trunks of memories still to come
 We found things to do in stormy weather..."

        Neil Young, "Long may you run"

A Morella
 

 Al salir dejaste la ventana abierta y, dado que llovió toda la tarde, el agua entró libremente a través de ella, mojando gran parte del piso y los muebles cercanos.
 Jamás pude comprender esa forma tuya, tan particular, de hacer cualquier cosa, siempre con tanto desenfado, con tanta desenvoltura, que terminabas cayendo en mil y un errores por tu falta de concentración y seriedad.
 Ese mismo día habías estado silenciosa toda la mañana y aunque no logré descifrar el por qué de tu silencio, sé que eso no me importó y menos me importa ahora.
 Cada vez que es necesario decir algo serio, algo que de una u otra forma podría cambiar tu vida, optas por la lentitud, escoges el rodeo, el dar vuelta muchas veces al discurso para terminar perdiendo el sentido de las frases por no haber seleccionado en un primer momento la vía simple y llana de la sinceridad.
 Mis ojos, acostumbrados ya a ese recurrente paisaje matinal de los domingos, se posaron sobre tu cuerpo, que estaba muy cerca del mío. Sin embargo, su verdadero deseo era capturar tus pensamientos, esos que se encontraban perdidos en el paisaje que observabas a través de la ventana. Todo el cansancio de los últimos años nos había invadido la noche anterior y no pudimos dormir. Creo que a partir de ese momento ya estaba tomada mi decisión.
 Cuando regresé y encontré el apartamento bastante mojado, me tomé un momento para sonreír. Poco después comencé a secar los muebles y busqué en el cuarto periódicos viejos para absorber la humedad de la madera del piso. Al terminar esa operación fui hacia mi cuarto tratando de recuperar el sueño atrasado.
 Reconstruir la tarde de aquel domingo es una tarea más fácil. Te levantaste con firmeza de propósito y te vestiste, minutos más tarde yo te imitaría. Me ofrecí a conducirte  al lugar de tu preferencia, te lo hice saber y dijiste aeropuerto. No respondí nada y me acondicioné mentalmente para el viaje.
 Nuestra vida juntos no había sido tan mala, aunque está claro que hacía tiempo que nos costaba mucho trabajo comunicarnos y eso influyó para no poder hacer frente al problema.
 Se mojaron tus libros (siempre tirados en el sofá al lado de la ventana) y algunos de los míos que habías tomado prestados. Pasaron muchos días para que se secaran completamente, es más, en algunos de ellos todavía se siente un perfume de humedad, humedad que trae a mi memoria imágenes de aquella tarde lluviosa.
 Nunca nos dimos por vencidos, tratamos siempre (de manera activa o pasiva) de salvar lo nuestro, dándonos besos sin motivo, sonriéndonos por nada, perdonando sin pensarlo dos veces; mas todo estaba ya muerto, no había remedio, todos nuestros esfuerzos resultaron inútiles. Sólo faltaba quien tomara la iniciativa, alguien que diera el primer paso.
 A medida que nos acercábamos al aeropuerto mi valor se acrecentaba, me sentía dichoso y sereno. Después de estacionar dejé que comenzaras sola tu camino para luego ir detrás de ti. Observé cómo caminaste hasta el puesto de una línea y compraste unos pasajes. Con paso firme te dirigiste hacia mí, sonreíste, robaste un beso de mis labios y, en una ágil maniobra, sacaste de tu bolso los pasajes y los pasaportes. A pesar de lo aturdido que me dejó la escena (una vez más esa forma tuya de hacer las cosas), tuve el aplomo suficiente para apartarte con uno de mis brazos, permitiéndome tener más tiempo para meditar.
 Los problemas entre nosotros no eran ninguna novedad y, en general, siempre los resolvíamos de la mejor manera posible. Sin embargo, esa vez fue diferente. Los años no habían pasado en vano y nunca nos habíamos tomado el tiempo necesario para reevaluar nuestra relación. Sabíamos que no había salvación, mas aguardábamos que la rutina precipitara el fin y fue así como pasamos los últimos meses en esa larga espera que, desembocando en aquella noche insomne, me dio el valor para proceder.
 Cerré los ojos mientras te escuchaba decir:
 -Lejos de aquí, de esta ciudad, de este país, dejaremos atrás el tedio. Todo será mucho mejor.

 Supe que no habías comprendido nada y secamente emití un apresurado adiós mientras caminaba rápidamente para llegar al automóvil. La asignación no había sido tan difícil.
 El fin se fue apoderando de nosotros para no aparecer de golpe. En nuestros últimos días de convivencia, inconscientemente, fuimos separando nuestros mundos. En el fondo sé que tú también te dabas cuenta. Hoy toda tu ropa sigue en el mismo lado del armario, la cama matrimonial es extremadamente cómoda para mí solo.
 Al tenderme sobre la cama, ya sin la lluvia cayendo como divinas lágrimas, sentí el aire un poco enrarecido.

 En el cuarto nada se había mojado porque yo mismo me había encargado de cerrar esa ventana. Borracho de libertad, de futuro y de silencio me dispuse a aprovechar la noche conciliando el sueño. Nada dura para siempre y tampoco nada es necesario para siempre, pensé.
 Lo dulce del adiós, para ese momento, ni lo imaginaba. Era la nueva etapa de la vida que estaba por comenzar, el aire se había enrarecido con recién recuperada libertad.
 
 
 Comentario de ojos de cuervo:

La historia propuesta ofrece grandes posibilidades, sin embargo no existe una fuerza antagónica que mueva a los personajes, el final se maneja a lo largo de toda la historia por lo que tampoco existe un hecho inesperado que lo permita calificar como un cuento o un cambio en los personajes, ya que el la abandona en el aeropuerto y ninguno de los dos parece resentir un cambio en sus vidas, no por que no se diga si no por que no se transmite a traves de las acciones.

Existen frases hechas que se pueden simplificar y que por ser ya tan usadas pierden su capacidad de expresar la singularidad de lo que se quiere transmitir quitandole dramatismo a una situación de rompimiento con el pasado tales como "jamás pude comprender", "en el fondo se que..", "mi valor se acrecentaba", "el fin se fue apoderando de nosotros", etc. La problemática de la pareja se maneja a lo largo de todo el texto por lo que las descripciones son reiterativas.
 
 
 

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