... nunca te conociera, nunca en tus ojos hubiera yo puesto los míos!
lamentos y ayes, gemidos y llanto ... nada sino eso me queda!
¡Shhhttt! Soy yo, no te exaltes. Además, sé que estás !o. Se dónde y con quien está ella. Vengo de allí; gasté dos horas y un gran número de neuronas en esperarla en la barra impagable con el objetivo de ponerme de la chingada, que por supuesto logré. Ni modo; tu me entenderás que eres un cochino, pero en mi caso espiaría me resulta atroz. Perdón, no tengo por que insultarte, Jack; es morderse la lengua. Yo estoy execrando mis últimas cartas. Tu y yo, junto con ella vivimos lo mejor de nuestra vida juntos. aunque ella piense que su vida empieza ahora (Ya están en el último turno los músicos. Cinthya le pedirá bailar, con una sonrisa que disipará la sorpresa inicial de ese camarada, que esperaba proponerlo mas tarde, influenciado por diversas películas) A ti te sobrevino abruptamente la vejez, y a mi, perder la racha ganadora. hemos sido desplazados. ¿Exagero contigo? No lo creo, Jack. Tu substituto, es un negro entrenado y con mayores dotes que tú; sin duda te suplirá mañana mismo.
Me miras con la misma tristeza que el primer día, cuando tu arañabas con ¡¡¡¡potencia la puerta de donde tu protegida y protectora aullaba col¡ ambigüedad que fingías no entender. "Déjalo entrar" ¡»e dijo con una sonrisa que disipó mi sorpresa inicial. Entraste aprisa, la besaste con entusiasmo; ella te acarició, mientras me decía pobrecito, está celoso". Te instalaste en el sillón para observarnos con glacialídad de censurador. Siempre que podías te quedaste de mirón. No, viéndolo bien, a ti no te interesa; tu eres feliz con tu papel rastrero. Envidio tu falta de dignidad. Eres capaz de hacer migas con tu substituto, y disfrutar tu jubilación en el espacio que te tienen reservado en casa del usurpador, donde pronto se irán a vivir tu y ella. La casa del Doctor esquirol, el usurpador. Así me consideraste a ni¡, cuando me convertí en la sombra que llevaba a Cinthya por todos lados, sin la necesidad de andar colgada de ti, monótona y obligada compañía.
Que el tiempo no te carcoma, mi amigo, pues hay tiempo. Yo me voy pronto, de hecho, y Cintyha va a llegar mañana ya entrada la tarde, seguramente. Se quedarán juntos como ensayo de lo que será cotidiano. No es la primera ocasión - hace unos días constaté que a ella le gusta hacerlo con las ventanas abiertas, también con el usurpador. El, parecía asombrado al constatar la pericia de Cinthya en los juegos que yo le enseñé; el usurpador también está enviciado del profundo cenote que son los ojos de Cinthya, como flechas frías, parecidos a los ojos de la reina de espadas. ¿Como lo hice? Bueno, los he seguido por semanas, con diferentes intenciones que se contradicen y terminan en mirarla y en joderme la existencia. He gastado mucho en pequeños sobornos a conserjes de edificios aledaños y cosas así. Pasé hoy junto de ella, lleno hasta la agresión del perfume que me regaló hace un tiempo, y le acaba de regalar casualmente al usurpador. Portaba Cinthya, por cierto, el mismo vestido de aquella única noche que hicimos trío contigo, Jack. No me mires así; me dificultas lo que tengo que hacer. Déjame recordarlo: Cinthya y yo jugábamos a los desconocidos; ella preguntó, en su papel, quién hacía tus característicos ruidos de impaciencia en el corredor. Oh, es mi compañero de apartamento ¿por qué? ¿Quieres que lo invite? - Le respondí. Ella calló unos segundos para después contestar un sonoro, si. Me tomo la mano con gran decisión que disipó ni¡ sorpresa inicial. Entraste a verla con las puntas de los pies hacía los polos; te tomé la cabeza para dirigirla hacia el botón que pedía variedad sin identidades. Tu bebías sin reparo, mientras ella hacía la contraparte en mi, que no digería lo que estaba pasando. Ni después de esa noche dejaste de manifestarme por completo tu antipatía. No creo que el usurpador lo permita, no contigo vi . Aunque a él desde el principio le lamiste los zapatos importados, igual que ella.
Terminó la suerte, Jack, ahora que lo preguntas. Ayer perdí mi carro en loterías. He consumido tanta coca como narro o antinarco. Duró tanto la racha, que me desacostumbré a perder. Desde que conocí a Cinthya, hasta que me comunicó mi definitiva partida - con decisión que disipó mi sorpresa inicial - las cartas se adherían oportunas a mí en cualquier paño que tallara. Cinthya no preguntaba nada, me acostumbré tanto a eso, que no percibí signos de que ella se aburrirse o lo que le haya pasado. Se limitaba a ser ella. Nunca le importó que yo jugara. No preguntaba sobre el pasado ni sobre mis planes. Confiaba en mí como un bastón, o tal vez confiaba en ella; la suerte que transmitía a mis naipes y que se transformaba en dinero nos mantenía alejado de luchas vulgares. Tu nunca estuviste de acuerdo en mi presencia y en mis horarios, pero comiste de mi dinero, Jack, perdón por recordártelo; te pagué médicos y hasta baratijas de vez en cuando. ¡Te dejé unirte a nosotros a pesar de lo demente que resulta! Al rato voy a rifarme la cadena y el reloj. Voy a permutar mi pistola por una deuda y mi calculadora por algo que me quite el hambre. Como es ciega la perra suerte.
Una noche, - ella se hundía en la casa maldiciendo a la oscuridad
- gané al usurpador hasta las plumas. Al final, nos jugamos
una lotería a todo o nada, pero no tenía dinero ya consigo.
Acepté el riesgo, pues quería viajar con Cinthya en semana
santa a Las Vegas. Perdió, y lo acompañé a su
casa, esperando un disparo en mi paranoia. Platicamos, me dijo su
profesión. En unos minutos permutamos parte de la deuda por
servicios médicos para Cinthya. Así se conocieron.
Después tuve que pagar los análisis y las dos consultas por
semana, durante dos meses que les llevó jugarme sucio. Ni
siquiera me pagó el restante. ¿No crees Jack, dije tengo
derecho a desquitarme aunque sea en forma simbólica de un tipo sin
honor? Deja de mirarme de esa manera, Jack. De cualquier forma
tengo que hacer lo que ya presentiste. A ella, no podría matarla
de ninguna forma. Matar al usurpador, supone una segura temporada
en la cárcel, y me falta demencia. Pero no puede quedarse
esto así, Jack, tu me entiendes. Ella me hizo a un lado.
Se que soy egoísta; él puede proveer las operaciones, pero
... desde que la lleve con él, por la reacción de Cinthya,
supe que mi veinte se terminaría. Jack, no me mires así,
¡En verdad tengo que matarte lazarillo de mierda Ya no haces
falta, camarada. El substituto es un perro entrenado en escuelas
extranjeras; además, Cinthya tendrá chofer. El doctor
usurpador ganó el Melate; me enteré en el garito donde lo
conocí. Es posible que Cinthya vuelva a ver. Tengo entendido
que la van a operar en Los Ángeles los mejores especialistas, y
les sobra dinero para conseguir las córneas. Supongo que luego
van a viajar. Ahora recuerdo que no tienes vacunas importadas, así
que no te dejarían volar de cualquier forma. Tu muerte va
a ser el austero consuelo que puedo darme y el mínimo disgusto que
puedo darle a ella. Civediamo dopo Jack.