No, no la muevan, llamen a médica móvil. No seas tonta, debe ser un paro cardiaco, hay que darle respiración de boca a boca y masajes en el pecho. Si eso es lo que hay que hacer comienza y no te quedes parado como estúpido. Pero yo no se como hacerlo, sólo lo he visto en los programas de televisión. Bola de inútiles como siempre yo soy la que tiene que decidir en los momentos más importantes. ¿Quien está llamando?, todo lo tengo que hacer yo.
La ciudad olía a invierno, la respiración se tornaba difícil dada la concentración de partículas contaminantes en el ambiente, con una temperatura de cinco grados centígrados, había el suficiente viento como para hacer que el frío quemara la piel. En una de las colonias más violentas de la ciudad de México, llamada Santa Fe, una mujer esperaba pacientemente su pesera; pesera, éste nombre ya es un sarcasmo. Cuando se inició este tipo de transporte cobraban un peso, aduciendo que el pasajero iría cómodamente sentado durante su trayecto, nada comparable a las penalidades de millones de personas que para subir tienen que competir por lo menos con diez gentes más y clavar su cuerpo dentro de una masa humana informe que abarca cualquier espacio disponible, masa que fusiona calor, mal humor, sudor, todo mezclado con un aroma a gasolina quemada, masa humana que genera emociones sensuales al estar permanentemente en contacto con otros cuerpos.
Repentinamente el rostro de la mujer deja entrever un leve gesto de alegría, la pesera se aproxima, afortunadamente al ser domingo podrá encontrar un lugar en donde poder hacer el trayecto hacia el metro cómodamente sentada, instintivamente aprieta fuertemente su maleta contra el cuerpo, todo a raíz de la vez en que se la arrebataron y tuvo que regresar nuevamente a su casa por su indumentaria de trabajo.
Conforme avanzaba el trayecto iba observando al resto de los pasajeros, sentía que había algo anormal, no se había subido nadie más, no se escuchaba el tradicional parloteo y las bromas de mal gusto del chofer con su ayudante, era la única mujer, pensó en bajarse y esperar otra pesera, sin embargo el calor agradable que retenía su asiento y el vaivén rítmico del vehículo, no la dejaban tomar la decisión, son mis nervios, se decía, todo por estar viendo esos programas de robos y asesinatos que últimamente están pasando por la tele, tranquila no pasa nada.
Haber morenaza, te me regresas a tu pinche asiento y te me quedas quietesita que aquí esta tu pior es nada. O que, ¿quieres que te la meta aquí mismo?. La pesera se había desviado de la ruta habitual, al darse cuenta de esto la mujer se sobresaltó y sin pensarlo se dirigió a la puerta delantera cuando la alcanzo un mozalbete de no más de dieciocho años, con una pistola en la mano, la tomo por la cintura y le colocó la pistola abajo del pecho, comenzó a estrujarle los senos con la mano izquierda, por unos segundos la mente de la mujer quedó bloqueada, no alcanzaba a entender que era lo que estaba sucediendo.
El sol de mediodía de invierno en la ciudad de México quema sin calentar, por lo que es difícil vestir adecuadamente a lo largo del día, sin embargo para Paloma nunca ha sido un problema el proyectar una imagen impecable, acorde con los últimos dictados de la moda, sin caer en lo ridículo. Este domingo llevaba puesto un conjunto de saco y pantalón blanco, de una combinación de lana y seda y por debajo tenía una blusa de lino, el cabello pintado de negro no dejaba ver ninguna cana, no obstante ya contar con cuarenta y ocho años y haber tenido tres hijos.
En el jardín se encontraba ya toda la familia, la cual entre primos lejanos, sobrinos y parientes políticos hacían que fuese un gran evento, nuevamente como cada semana se reunían a pasar el día en la casa de Doña Conti, que a sus noventa años y a pesar de sus enfermedades tenía plena conciencia de sus acciones y disfrutaba de comentar todos los chismes sobre sus parientes y amistades, especialmente sobre su nuera Paloma. Todavía algunos años antes el preparar la comida de ese día le llevaba toda la semana, efectuaba las compras, y supervisaba su preparación, sin embargo después de la embolia que sufrió comenzó a utilizar silla de rudas y requería de una enfermera las veinticuatro horas del día. Además de la parálisis del lado izquierdo del cuerpo, se le sumaron problemas de tensión arterial, riñón, hígado y páncreas, probablemente por haber disminuido la actividad a la que había estado acostumbrada, el administrarle los medicamentos era una tarea metódica y precisa.
Nunca trabajó ni supo lo que implicaba ganar dinero, su padre, hombre de gran visión, la casó con su contador, un hombre muy hábil para los números y para los negocios, la fortuna familiar era cuantiosa y había que proteger los negocios de la familia, que consistían principalmente de una cadena de tiendas departamentales y de algunas fábricas de alimentos; sin embargo tenía una personalidad reservada, no le gustaban los compromisos sociales, prefería el trabajo, siendo el menor de una familia de hacendados guanajuatenses no tenía las ambiciones propias de los arribistas y de los nuevos ricos, por lo que siempre fue un padre ejemplar, sus placeres eran la jardinería, los toros, el buen vino y el buen comer, había muerto cinco años antes, sin embargo no hubo problemas con la herencia y con el manejo de los negocios, por que nunca poseyó en forma personal nada, todo estaba a nombre de su esposa y a su vez había casado a su hija Crsitina con el director de las empresas del grupo, a quien había entrenado durante los treinta años que trabajó con él.
Paloma estaba distraída, el viernes anterior el abogado del despacho del notario al que había sobornado le dio una copia del borrador del cambio al testamento de Doña Conti.
No entiendo por que la vieja quiere dejarle todo a la estúpida de Cristiana, pensaba Paloma, mientras veia platicar a la madre y a la hija, pero si no tiene la más puta idea de lo que es el dinero, de todo lo que puede comprar, si parece vieja rica de pueblo, en su vida se le ha ocurrido que existen otras ciudades otros paises, siempre pegada a la vieja y sus hijos, siempre comiendo, no es justo, todo lo que he trabajado, el haberme casado con este imbecil, que vaya que me costo trabajo, los malos modos de la vieja y de toda la familia, idiotas que no ven que yo si hice una carrera, no como todas éstas que lo único que hacen es ir a la escuela a buscar marido o a esperar a que el novio decida casarse. Como pretende la vieja esta que vivamos con miserables diez mil dólares al mes, parece que no sabe que su hijito gasta eso en tes días en las Vegas, ¿Que puedo hacer?.
- Señora Cristina ¿ me podría ir dos horas antes?, hoy son los quince años de mi hija, vienen mis papás y mis hermanos de Veracruz y le vamos a hacer una comidita.
- Ay Queta, ¿pero si te vas quien cuida a mi mamá?, ya ves que no se da cuenta cuando se hace pipi y no le gusta estar sucia.
- Juana la cocinera siempre me ayuda, ella sabe como.
- Pero las medicinas, sólo ustedes saben que toma, ya ni etiqueta tienen.
- Es para que no nos equivoquemos, es más facil que nos acordemos de las medicinas por número que por nombre, si quiere yo le apunto en un papelito las medicinas que le tocan, así usted puede darselas.
Paloma escuchaba la conversación, entre la enfermera y su nuera Cristina, cuando repentinamente se sintió sobresaltada, diciendose para sus adentros. Que tal que la vieja no toma las medicinas correctas y revienta antes de que firme los cambios, sería una buena solución, por lo que se metió a la conversación diciendo:
- Cristina, no seas malita, dejala ir a la fiesta de su hija, Paquita es muy puntual, yo te ayudo a cuidar a tu mami, que tanto es un ratito.
Crsitina era de una personalidad debil, sabía lo importante que era administrar correcta y puntualmente las medicinas, pero se sentía presionada por parte de las dos, para tranquilizarse a si misma se decía; bueno quizas tengan razón, en todos los años que llevaba Paquita cuidando a mi mamá siempre ha llegado puntual, además si me dice las medicinas que hay que darle, ¿que problema puede haber?, y dos horas se pasan rapido.
-Bueno, pero que sea la última vez, para la proxima mejor no vengas y que nos manden a otra enfermera, esto no es normal.
- Ay señora no me vaya a reportar, si quiere mejor no voy.
- No, no seas tonta, te lo estoy diciendo para que no se repita, por el día de hoy ya te puedes ir, pero primero apuntame las medicinas.
Paloma veía como escribía la enfermera mientras pensaba, No, no puede ser así, debe haber otra forma, pero que tal que no, pero no es tan facil, yo no le voy a dar las pastillas, podría cambiarlas, pero ¿y si me descubren?, ¿quien podría hacerlo?, ¿si se enterarn que yo sabía lo del cambio del testamento?, sería sospechosa, ¿como lo van a saber ? si esta vieja es una botica ambulante, que tanto es una antes y otra después, tengo que pensar rapido.
El sol continuaba, los niños pequeños eran atendidos por sus nanas, los más grandes jugaban futbol, los adultos comenzaban a beber y a comer botanas mientras platicaban, todo mundo se sentía comodo y relajado, con excepción de Cristina y Paloma.
La pesera comenzó a internarse por calles que Paquita no conocia, la mano del muchacho no dejaba de manosearla, le comprimia los pechos, le recorria la mano por el vientre hasta llegar al medio de sus piernas, despues la regresaba por detras recorriendole desde las nalgas hasta la nuca, repitiendo estos movimientos una y otra vez. Paquita sentía una mezcla de rabia y terror, no podía controlar el temblor que le recoria el cuerpo, ni el movimiento ritmico de su barbilla.
¿Que me iran a hacer?, que tal que me violan y me matan, Dios, ¿por que no me bajé antes?, no, no me puedo morir, ¿que sería de mi Carlitos?. ¿Que hacer, que hacer?.
El resto de los pasajeros veían la escena con morbo, ya se les había olvidado el miedo que sintieron cuando el mozalbete sacó la pistola por primera vez. Algunos que ya habían pasado por esto anteriormente, sabían que el susto bien iba a valer la pena, que podrían darse un buen agasajo una vez que los asaltantes los hubiesen dejado, después se quejarían amargamente de la violencia y bestialidad de los asaltantes y al pedirles la descripción de estos, dirían que estaban tan espantados que no pueden recordar nada.
La tarde seguia su curso, Paquita no llegaba, Cristina, se sentía nerviosa. Pero ya debía haber estado aqui desde hace dos horas, ¿que se estará creyendo?, qu no ve que la necesito, mi madre no se puede quedar sola, malditas, ¿ y si pido otra?, de nada serviría, tendría que saber lo de las medicinas, ¿como es posible que Queta no tenga telefono?, bueno por lo menos le pedí las instrucciones completas.
- Crsitina, tranquila, no te preocupes, aqui estamos todos para cuidar a tu mami. Le decía Paloma a su nuera.
Las cuatro de la tarde, hora de la siguiente medicina, Crsitina veía las notas que le habia dejado Queta, Paloma la observaba sin perder detalle del menor gesto, la veía tensa, era seguro que ya debía de haber leído más de una vez el papelito, ya llevaba varios minutos.
Dios, amparame, pero parece que esta mujer núnca fue a la escuela, ¿es cuatro o es nueve?, Dios, que decisión, Dios ayudame, es cuatro o es nueve, Queta, Paquita, en donde están, quien puede ayudarme ahora, el doctor, si, el doctor, pero, ya es la hora, ¿en donde está su telefono?. Cristina se debatía entre estas dudas cuando comenzó a escuchar unos gritos que decían:
No, no la muevan, llamen a médica movil. No seas tonta, debe
ser un paro cardiaco…
Ferrante d'Esté