La Pasión y la Plástica
Hamann y Yaker en extraordinarias muestras
Doris Bayly

 
 
 

Arte. Más allá del placer estético, la intensidad del
espíritu buscando una forma para quedarse quieto.
Inquieto. Aquí dos artistas que han batallado con la
materia hasta hacerla perder cuerpo. La escultora Johanna Hamann y el pintor Moico Yaker.

    Cosas nuevas en las plástica peruana andan moviéndole el piso a la vieja suciedad que se había hecho estanque en la retina de oficiales miradores. No sólo porque hay jóvenes propuestas de sorprendente energía y solidez conceptual sino porque artistas de oficio y nombre siguen atreviéndose a buscar nuevos códigos, movidos quizá por una brutal necesidad de oxígeno. Visitar las muestras del pintor Moico Yaker en Fórum y de la escultora Johanna Hamann en la Sala de Miraflores, es un placer. ¿Solitario?, ¿intelectual?, ¿visceral? Así nomás. El placer adjetivado corre peligro.

CUERPOS LARGOS
Johanna, maestra en la escuela de Artes Plásticas de la PUC no mostraba nada desde 1991. Alguien había comentado que sus alumnos le quitaban inspiración y vigor. Cuerpo Blasonado, título de la exposición que se inauguró el lunes último en la Sala de Miraflores es la respuesta. Son cuatro esculturas trabajadas en madera, fibra de vidrio, resina y cera. Se llaman: Cuerpo I - Opresión, Cuerpo II - Libertad, Cuerpo III - Ejecución y Cuerpo IV - Transición. Tal como lo indica el nombre son los cuerpos de cuatro mujeres robándole a la forma estética su perfecta factura para expresar, sin ambigüedades, algo del complejo y desdibujado océano que puede ser el mundo interior de una mujer. Porque esa liviana historia de que somos tan sublimes como chocolate... Quizás las de otro planeta. El siguiente texto, escrito por Hamann tiene la clave para descifrar el enigma de las cuatro piezas.
Ir contra tu propia cuerpo / como una barrera impenetrable. / Destrozar esa materialidad que es como una cárcel. Como un muro. / No es un abismo. Ni es tuyo. / Es lo que te toca. Lo que te significa. / Tu escudo. Tu vergüenza. Tú mismo. / Lo que te engaña. Lo que te limita. ‘La coraza blanda de tu piel. / La verdadera coraza. La estructura ósea de tus órganos y vísceras.
Por qué al tocarte no puedo tocar tu hígado. / Tu intestino. / Jalarte las venas como cuerdas del alma. / Hasta escucharte. / Por qué no meter la mano entera. Tocar tu corazón / para sentir cómo late cuando me tienes cerca.
Y si ya no hubiera ni adentro ni afuera. Entonces / amor mío conjuga mis esperanzas para siempre.
Y si no hubiera adentro ni afuera. / El mundo se volvería plano. / Sin relieves ni huecos. / Sin profundidad. / El alma estaría en todas partes. / Despoblado. / Desdoblado. / Reversible. / ¿Dónde estaría Dios? / ¿Dónde el misterio?
Romper lo de afuera para enfrentarte a ti mismo. / ¿Ti-mismo acaso es bidimensional? / ¿Ti-mismo está en ti o dentro de ti?
...


(De Somos, N° 574, 6 de diciembre de 1997, pp.38-40)
 
 
 
 
  
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