Hacer escultura para mí es ser consecuente con mi decisión de ser escultora. Ser escultora es expresarse y crear a través de formas tridimensionales que ocupan un lugar en el espacio real, manejando diferentes materiales. En esta exposición he trabajado con madera, piedra y fierro. Usando, por ejemplo, la madera y la piedra no en orden a lo que ellas son en la naturaleza — tronco, árbol, roca —, sino como materia prima, transformándolas para expresar una idea. Incluso la representación de una forma humana es un soporte, una referencia de lectura directa. Como en mis esculturas donde se reconoce a un hombre o a una mujer que están sometidos a mutilaciones y heridos con elementos de metal, como bien lo expresa Francisco Tola en mi Catálogo: "El fierro o el serrucho que atraviesa y desgarra la madera o la piedra, que penetra y descompone un cuerpo humano, es como un símbolo de una situación social e histórica, pero también de una condición humana".El arte de hacer escultura es sumamente difícil. Las esculturas ocupan un lugar en el espacio real donde vivimos. Y están rodeadas de objetos que son también tridimensionales — sillas, mesas, televisores, carros, etc. —. ¿Cómo hacer para que estas esculturas, estos objetos sin ninguna utilidad práctica, se diferencien de los otros, y tengan un significado, un valor especial en nuestra vida?
Creo, por experiencia, que el trabajo intenso, el conocimiento de los materiales y las ideas es lo que le da ese valor a la escultura. Una escultura nace del resultado de esta conjunción. Y esto es algo que muchos escultores no quieren aceptar. Creen que una escultura se puede hacer en una semana para intervenir en un concurso o cumplir con una exposición, pero el resultado los traiciona. El objeto, la cosa, que presentan no llega a ser escultura. Una escultura se nos muestra cuando logramos transformar el material y con su materialidad sustentar el concepto y su belleza, incluso si con la forma creada se esté expresando una realidad injusta, agresiva y adversa al ser humano.
Pienso que un artista no hace sus obras sólo para un grupo social determinado, sino para todos los peruanos. El hecho de que se nos conceda dentro de la sociedad sólo un espacio público reducido, una mínima difusión es una falta muy grave del sistema social en que vivimos, porque así se menosprecia el valor del arte. En este sentido es imprescindible un Museo de Arte Contemporáneo donde no solamente los niños, sino todos nosotros podamos aprender, compartir y descubrir a través de las obras de arte esta otra dimensión de la realidad. Los esfuerzos de los empresarios, coleccionistas y artistas consagrados son hasta ahora fenómenos aislados, inconsistentes y sin continuidad. Diez años de debates estériles y no se ha logrado nada concreto.
A mí, personalmente, me da mucha pena cuando pienso a dónde irán a parar mis esculturas. No trabajo sólo para que un pequeño grupo social vea, comprenda o adquiera mis esculturas, sino para todos los peruanos.
COMPARTIR NUESTRA REALIDAD TRANSFORMÁNDOLA EN OBRA DE ARTE.
(De La Revista Dominical, texto del video propalado el 5 de noviembre de 1991)
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