DESESPERACIÓN

La lluvia cae y empapa mi pelo delicadamente, susurrando, para no alterar a la insaciable sombra que se extiende lentamente, inexorable, hacia los suburbios. Él me ha dicho que no hay sombras sin luz, que esa es nuestra esperanza, nuestra fuerza. El agua. El agua es vida. Rasga el silencio con su clac-clac y nos purifica. Agua sustituta de lágrimas que ya no surgen. No quedan océanos en este grisáceo mundo. Él se ha preguntado porqué llueve, cómo es posible. Ha pensado que es cosa de un Dios. Yo me he reído.


El viento levanta cenizas que me nublan la visión. Quizá eso sea lo mejor, dejar de ver, sumergirme eternamente en las tinieblas. Al fin y al cabo, hace tiempo que dejé de sufrir. La prima Jo dice que a todo se acostumbra uno. Para ella es fácil decirlo, ella está muerta. Podría subsistir solo a base de recuerdos, pero ya no me quedan. Sólo quedan él y la prima Jo, que no sé si cuenta, porque está muerta.


Él dice que nadie nos puede robar la imaginación, el fuego eterno que se encuentra en nuestras mentes. Tengo miedo; ayer, en sueños, vi acercarse a Prometeo. Le pregunto a él que qué nos queda. Las sombras se esconden a nuestras espaldas. Somos esclavos de ellas, hasta que las tinieblas nos arrastren y no seamos nada. Él permanece callado, sin sentir el frío, contemplando el oscuro cielo. Jo dice que nos queda la fe, la llegada de la luz. Pero ella está muerta, y tiene frío.
Hoy él no puede ver sus queridas estrellas, esos destellos de luz con los que llenaba su alma. En el oscuro cielo solo hay nubes grises. Por ello las sombras se cobijan alrededor de nuestro fuego.
Me gustaría sentir el vacío por unos momentos. Ser nada para comprenderlo todo, porque siendo todo no comprendo nada. Se lo digo a él. Él me dice que habrá un mañana. Yo miro los edificios en ruinas, las ratas que mordisquean mis zapatos, y me pregunto si hubo un ayer. Y que pasó. Entonces la llama se extingue. Jo me dice que ya no hay oxígeno. Y yo siento el vacío, y lo siento junto a él, aunque no sé si eso importa, porque él siempre fui yo, fantasma agradecido por el regalo de tu generación...

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