VERSIONES 17

Año del Buey - Diciembre 1997/Enero1998


Director, editor y operador: Diego Martínez Lora.
Versiones se elabora desde la ciudad de Vila Nova de Gaia, Portugal


Diego Martínez Lora:
De la quietud mineral a la explosión vital.

(La pintura observada y observadora de Rui de Barros)


Entre presencias humanas que se cosifican y objetos que se humanizan discurrió gran parte de la última exposición de pintura realizada por Rui de Barros del 2 al 15 de enero de 1998 en la renovada galería del Café Majestic de Porto, Portugal.

Formas humanas emergen de las sombras como fantasmas o espíritus sin rostro cubiertos con capuchas y túnicas de monjes medievales.

Perfiles eróticos femeninos fluyen de los paisajes cavernosos y pétreos. De la aparente paisajistica mineral se desprenden cuerpos, partes de cuerpos que quieren vencer la predominancia de lo falsamente inerte en los abstractos de Rui de Barros.

Cuadros que parecen fluídos sugiriendo múltiples lecturas, desde el simple corte intersticial de cualquier materia orgánica hasta la diversidad biológica acuática, personajes interdependientes como secuencias humanas, como montañas aisladas constituídas por cuerpos en intensa lucha por no formar parte del reino mineral.

Su universo está obsesivamente poblado por seres agónicos que se resisten a ser cubiertos por el olvido o por el inconsciente.

Superficialmente silenciosas, frías e inhabitadas sus pinturas son siempre personajes encubiertos que despiertan con una vitalidad deslumbrante ante las miradas atentas y creativas. Son cuadros que tienen manchas como de imperfección o de haber sido dañados intencionalmente, para que la persona que los mire los termine o los restaure con su lectura interactiva.

De la económica monocromía a la vivacidad policrómica, del abstracto puro al figurativismo subjetivizado, de la predominancia de los colores fríos hasta las calidas armonías pictóricas, Rui de Barros, poeta, fotógrafo, diseñador de juegos infantiles y muchas otras vocaciones, nos ofrece generosamente su propuesta personal de lidiar con la realidad optica, con las imágenes que día a día vemos o creemos ver, que soñamos o que en nuestros delirios o pesadillas nos visitan.

Lo que expresa intencionalmente y lo que no sabe que puede expresar nos enriquece el horizonte visual , nos alimenta el espíritu con su sugestivo lenguaje pictórico y celebramos su experiencia como un acontecimniento cultural importante y estimulante para los que aún creen que puede haber sensatez, humildad y genialidad en el arte.

Desde el fondo de la galería, como una isla solitaria, un felino enigmáticamente inocente nos observa algo risueño y sorprendido como abriendo una nueva inquietud pictórica de Rui de Barros. (O gato da Tía Lili) El gato estilizado sobre formas geométricas y coloridas aparece como una máscara que descubre aún más el actual sentimiento del pintor. Cuadro misterioso y peligrosamente infantil que impone un orden mucho más lúdico. La mirada del gato se transforma en la mirada del pintor, quien sutilmente suelta una carcajada con los ojos sobre todos nosotros. De observada, la pintura pasa a ser la observadora.

El gato nos dejó abiertos a una meditación más profunda y silenciosa. Sus enigmáticos comentarios mudos acerca de lo que observa sólo son perceptibles por él. V


(*)En el próximo mes de marzo Rui de Barros lleva a cabo una exposición de pintura en Suiza, propiamente en Laussanne