Carlos Gorriarena
bahía blanca, del 30 de agosto al 29 de setiembre de 1996.
Gorriarena detiene con su pintura las formas sucesivas en que se despliega la realidad para restituir a los cuerpos la intensidad de un puro presente. No es el espacio lo que inscribe a los cuerpos: los cuerpos generan un espacio estridente y sofocante donde cada individuo constituye en soledad su propio habitat. Allí no se comparten instantes, ni referentes; la presencia del otro es acallada por una luz espesa e irracional que se convierte en sostén de los cuerpos al despertarles su sombra. Los sostiene, pero no los unes. Los rostros no se contemplan como si para persistir en la memoria cada uno de ellos debiera cobijarse en una reallidad donde sólo uno cabe. De esta manera, lo cotidano se redime en nuestro recuerdo y las escenas se asumen como emblemas y se transforman en verdaderas epifanías.
Luis sagasti
