![]() La Virgen de los Remedios, se alegra en su Capilla, viendo como sus hijos cada año, alaban a su Hermandad almonteña. El blanco pueblo del Condado, se pone en camino cada año por Pentecostés y le ofrece a la Reina de las Marismas todo un rosario de flores silvestres que engalanan el sombrero de la Pastora. Los viejos caminos ofrecen rutas celestiales, para presentárselos a la que es Reina, Pastora y Madre. Acertaron los villarraseros, cuando confeccionaron su Simpecado porque era el sentir del pueblo.
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Cuando la Hermandad de Villarrasa inicia el camino, todos los corazones de los peregrinos laten con más fuerza, ya que por fin acaba el año de espera para volver a reencontrarse con el bello rostro de la Blanca Paloma. La Misa de Romeros, oficiada en la Plaza de España, es el esperado prologo del inicio del camino de la Corporación. El ruido de cohetes, el relincho de los caballos, los cantes y el son de la flauta y los tamboriles marca el paso de la comitiva por Villarrasa. Un momento muy emotivo se vive en la calle Aparición, donde los romeros rezan una multitudinaria salve a la Virgen de los Remedios, antes de despedirse del pueblo enfilando la carretera de Rociana. A esa localidad se llegará sobre media mañana. Rociana recibe con los brazos abiertos, sucediéndose momentos de convivencia rociera, donde no faltan las ofrendas florales, bailes y vivas a la Virgen del Rocío. La caravana, tras cruzar Rociana, coge la carretera de la Teja y a unos seis o siete kilómetros se entra por fin en el camino nuevo de Bonares, lugar donde se produce el almuerzo. Ese es punto de encuentro con otras Hermandades y en primer lugar pasa Trigueros seguida de Rociana, Valverde, Villarrasa, Lucena del Puerto y Bonares. Se sigue peregrinando hasta llegar al "Merco" de Almonte para tomar luego el camino de los Llanos. Y por fin el anhelado destino. La entrada en el Rocío será sobre las nueve de la noche... en adelante. |