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PRINCIPIANTES ABSOLUTOS, COREOGRAFOS EN CIERNE
POR CARLOS OCAMPO Publicado en la REVISTA SIEMPRE, No. 2330, Año XLIV, FEB. 12, 1998. Reproducido con autorización del autor. |
La enseñanza de las artes gira, de modo ineludible, en torno al núcleo de cuestionamientos sobre la factibilidad de formar artistas. A partir del renacimiento el concepto de artista se afianza como el propio de una entidad supradotada capaz de hazañas estéticas (y científicas incluso) imposibles para cualquier otro ser humano; con similar empuje se afianza la noción de genio, en tanto sujeto dueño de una dote casi mágica de cualidades y características innatas - entre las que se hayan un temperamento iracundo y una marcada incapacidad de convivencia social- que se desarrollarán aún en las condiciones más adversas. La firma de quien ejecuta una obra artística adquiere el valor de fetiche tasable en términos económicos. La autoría se convierte en la presuposición que avala la "artisticidad" del objeto que ha entrado ahora en la retícula de producción, distribución y consumo propia de los sistemas capitalistas.
Las cortes atraen a los grandes genios en todos los campos, son sus mecenas y pagan para vivir rodeados de cosas bellas que, de paso, brinden un testimonio de su grandeza. Los artistas viajan de palacio en palacio acompañados por sus pequeñas cortes de aprendices, ellos solos serían incapaces de satisfacer la demanda que los mantienen ocupados. Eventualmente entre estos aprendices surgirá un nuevo maestro y así sucederá hasta el establecimiento de las academias, instituciones que, como se sabe, se aplican a trasmitir el saber organizado mediante los cánones socialmente asimilables. La academá jugará un doble papel desde entonces; proporciona el dominio de las herramientas de un oficio y, de manera instantánea, se convierte en el modelo que el verdadero artista - una vez egresado- deberá desdecir en su obra personal. Quienes compran arte en lo sucesivo son los burgueses y cuando éstos nuevos ricos dejan de comprender lo que los artistas les proponen se abre la primera gran escisión entre patrono y creador. El romanticismo histórico se convierte también en el paraje donde el bohemio, apartado voluntariamente de la sociedad, se encierra en sí mismo para descubrir en los demonios de su propia soledad la materia prima de la creación. A partir de entonces este proceso se desarrollará con mayor velocidad hasta llegar al período de las vanguardias donde el concepto de ruptura se vuelve piedra de toque.
La danza, con sus matices, ha transitado por este camino; de diversión popular y rito trasmisible entre las generaciones pasa a ser una forma cortesana de recreación cada vez más sofisticada que sólo se puede dominar gracias a las enseñanzas de un maestro. Al abandonar los salones reales y radicarse en los teatros, la danza comienza a deslindarse de las otras artes escénicas y adquiere la autonomía que remontará su primer momento de esplendor al romanticismo. Italia primero, luego Francia, Inglaterra y Rusia consolidarán, bajo los auspicios monárquicos y de su casa de ópera las míticas escuelas que surtirán al mundo de intérpretes virtuosos. La autonomía del coreógrafo surge de este proceso y se afianza en los grandes ballets del momento. Será en los Ballets Rusos de Diaguilev donde se reafirme de manera absoluta esta especialidad; de Fokin a Balancine la lista es larga y la obra fecunda. De manera paralela, los pasos emprendidos por Isadora Duncan, Ruth SaintDenis y Ted Shawn van a desembocar en el nacimiento de la danza moderna que, por su carácter predominantemente femenino, encuentra en Martha Graham el catalizador para aglutinar los elementos dispersos hasta antes en una nueva forma de expresión dancística. La danza moderna inaugura la era de las coreógrafas.
En México el impulso vasconcelista también cobra forma en la edificación de instituciones encaminadas a formar profesionales de la danza. Empero, el saber coreográfico se estructura en la práctica y a lado de las figuras tutelares de nuestra danza. El antecedente de la Licenciatura en Coreografía de la Escuela de Danza Clásica y Contemporanea es el CICO (Centro de Investigación Coreográfica), actualmente dirigido por Tania Alvarez. Lin Durán ha aportado a este proceso un volumen donde sistematiza su experiencia docente en una serie de procedimientos útiles para el aprendiz: El Manual del Coreógrafo compendia ejercicios encaminados, en última instancia, a producir obras dotadas de claridad, unidad y coherencia. En el período en que estas instituciones engrosan su ofrecimiento académico, la danza mexicana se diversifica y anda los vericuetos del posmodernismo.
A la fecha, muchos protagonistas de este movimiento enseñan en la nueva licenciatura y se enfrentan a un nuevo modelo inédito de transmisión del conocimiento. Entre los alumnos inscritos en esta especialidad se encuentran quienes por primera vez se plantean el oficio de coreógrafo y quienes poseen ya un desempeño profesional en el medio. Mucho de lo que saben lo asimilaron en la práctica, de ahí la disparidad en los ejercicios terminales de cada período de enseñanza. Quienes ya poseen una experiencia en el campo reafirman sus lenguajes personales y afinan las temáticas de su interés; el caso opuesto es el de quienes se ejercitan aún titubeantes al enfrentar no sólo las dificultades de la composición en sí misma sino los obstáculos tremendos de armar un espectáculo integral en el que intervienen un buen número de personas. El coreógrafo, además de compositor es también un director de escena; por ende se ve obligado a redoblar su esfuerzo. Las generaciones que han optado por esta vía formativa ven aproximarse la culminación de un proceso escolarizado. Por lo pronto consigno los nombres - algunos ya conocidos- de quienes acaban de presentar, bajo la tutela de la maestra Cecilia Lugo, ejercicios para pasar al sexto y séptimo semestre de su carrera. Ellos son: Ana Carrillo, Miguel Angel Díaz, Angeles Díaz, Rocío Luna, José Alberto Cabañas, Antonio Sarmiento y Marco Antonio Vasconcelos, en el primer caso y ya casi en la recta final Sonia Oliva, Gabriela Medina, Mabel Ribera, Claudia Vázquez, y Alma Bernal. El resto es cuestión de tiempo.
Nota del Webmaster: En julio de 1999 ha concluido la primera generación de la Licenciatura en Coreografía que ofrece la ENDCC. FELICIDADES A TODOS!