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Andrés
BERLANGA AGUDO
Nacido en Labros (Guadalajara) en 1941.
Escritor, novelista, periodista.
Durante siete años como profesor de la Escuela de
Periodismo.
Colaboró en el diario Ya y en la Agencia Logos,
hasta que en 1974 se incorporó a la Fundación Juan
March,
donde dirige actualmente el Servicio de Comunicación
y el boletín literario Saber Leer.
Ha recibido los premios "Club de España de
Méjico" de periodismo
y "Familia Española" de cuentos.
Su obra más conocida es La Gaznápira,
una novela de ambientación rural.

José
Esteban escribe de
Andrés Berlanga en
La
lenta e implacable destrucción de un pueblo castellano,
publicado en La Gaceta del Libro, Madrid, 1984:
Presenta Andrés Berlanga
la sobriedad y contención propias de los escritores
meseteños y, cómo no, la influencia de su profesión en
el estilo, accesible y comunicativo, siempre en la
tradición del realismo crítico. Un estilo depurado y su
alta preocupación por el lenguaje literario le han
permitido crear una serie de parábolas en las que se
mezcla la ambición de configurar un mundo que es
figuración de otro ya existente y la necesidad de airear
algunas técnicas narrativas propias de la novela
contemporánea.
Y el mismo José Esteban en Escritores Españoles Contemporáneos, Madrid (Celesa, 1991) dice de La
Gaznápira: Con la
escusa narrativa de siete historias anecdóticas, La
gaznápira nos cuenta, implacable, la destrucción de un
pueblo castellano, como ha pasado con tantos otros, hasta
convertirse en uno más, habiendo dejado en ese lento
período de destrucción su vivir y su lenguaje. Porque
quizá para su autor, Andrés Berlanga, un pueblo es
solamente el lenguaje que habla. A través, por ello, de
una sutil tela de araña narrativa, la novela nos va
cautivando, con el uso de la memoria (uno sin memoria no
es nada, nos dirá uno de sus protagonistas), uniendo y
separando dos vidas que siempre corren paralelas: la de
la protagonista, esa soñadora pueblerina y el discurrir
del pueblo, en ese largo camino hacia la destrucción, de
lo que la periodista y algún habitante, los más
lúcidos, son conscientes.
El hecho mismo que su título, La gaznápira, sea ya un adjetivo de raro uso y
difícil pronunciación (según la Academia, gaznápira
significa, palurda, pueblerina, que se queda
embobada con cualquier cosa), nos indica cuál es el
principal objetivo del autor: la recuperación narrativa
de un lenguaje, rico, clásico y variado, personal del
pueblo donde ha nacido y que va a morir con el propio
pueblo. Se produce una síntesis entre lenguaje y pueblo,
de difícil separación, en la que no sabemos qué
importa más al narrador y a los lectores, si la pérdida
de uno y otro. Tal vez por ello como se ha apuntado,
estos singulares personajes que habitan Monchel nos
parecen verdaderos porque verdadero es su lenguaje. Esas
dos vidas paralelas narradas, la de la gaznápira y la
del pueblo, visto a través de unos recuerdos que se
entrecruzan en una vuelta atrás y una vuelta adelante,
entre lo que pasa en Madrid y en España, y lo que no
pasa en el pueblo, allá en la Castilla que linda con
Aragón, va dándonos una visión totalizadora de una
época y un tiempo, marcados por el signo de una larga y
también implacable dictadura, a la que vemos destruirse
del mismo implacable modo con que el tiempo va a llevarse
una cierta clase patriarcal de vida y el lenguaje,
también patriarcal, con que esa vida se expresaba.
Quizá podría decírsenos que nada importante se nos
cuenta, que las anécdotas del pueblo son sencillas, pero
ahí también está el logro narrativo del autor (paisano
por más señas). Porque en su elementalidad son
extremadamente representativas y suponen el conocimiento
de lo que ha sido la vida en esos entrañables pueblos
castellanos, con sus luchas, sus odios implacables, su ir
tejiendo y destejiendo la vida, el discurrir del tiempo
sobre hombres y cosas, y sobre todo el lenguaje que para
ello, tanto para odiar como para amar, estos hombres
usaban. Por eso en la defensa de ese modo particular de
vida, puede notarse en el autor una especie de
concomitancia con el mundo que otro castellano, si bien
de la Castilla del norte, viene largamente expresando: la
destrucción de la Arcadia feliz, si bien uno y otro
autor también conocen y saben que la lucha por la
existencia tiene en esa Arcadia su parte de drama: en Monchel unos vecinos no se hablan con otros y la
envidia, esa maldición tan española, aflora
constantemente. La sorpresa, pues, ante esta novela y
ante su autor no puede ser más agradable. La primera
recrea un entrañable mundo que se ha ido para siempre y
el segundo, el autor, se nos muestra dueño de un
lenguaje variado, que huye del casticismo, en lo que
suelen caer muchos escritores cuando se acercan al mundo
rural por falta de sabiduría y conocimiento de las
dificultades que ese lenguaje, aparentemente sencillo,
encierra." 
BIBLIOGRAFÍA
principal de Andrés BERLANGA
Barrunto, Madrid : AZ, 1967 (Col. El Surco
Derecho)
Pólvora
mojada, Barcelona
: Ediciones Destino, 1972 (Col. Ancora y Delfín)
El
Año Literario Español 1977, Madrid : Castalia, 1977 (Col.
Literatura y Sociedad)
La Gaznápira, Barcelona : Noguer, 1984
Del
Más Acá,
Madrid: El Observatorio, 1987
"Sobre
el cuento",
Ínsula, 495, Madrid, 1988
Recuentos, Madrid : Compañía Europea de
Comunicación e Información, 1991
"Españoles
todos", en
Cuento Español de Posguerra, Madrid : Cátedra, 1994
(5ª ed.), pp. 330-344
[Otra Página dedicada a Berlanga]
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Herrera Casado - Guadalajara
aache@redestb.es - 15 Mayo 1997
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