Clasificación de las galaxias
Distancia de las galaxias
El universo en movimiento:
Radiogalaxias;
Los
Quars
Al observar el cielo en cualquier dirección surge la sensación de que se está situado en el centro del cosmos. Sin embargo, esto no es cierto, pues la Tierra gira alrededor del Sol, y éste en torno del centro de la Galaxia Vía Láctea, la cual es solo una de entre miles de millones de otras galaxias.
Una galaxia es el conjunto formado por un inmenso número de estrellas, con mayor o menor cantidad de materia estelar (astros diversos, fragmentos, rocas, polvo, etc.). Están distribuidas como haces transversales y cada brazo o haz puede contener desde unas decenas a centenares de millares de estrellas.
Dicho de otro modo, en todo el Universo hay incontables sistemas de estrellas llamadas galaxias. Nuestro Sol es sólo una de 200 millones de estrellas en nuestra galaxia, La Vía Láctea. Las galaxias más grandes probablemente nacieron entre mil millones de años después del Big Bang (explosión que dió origen al universo). Sin embargo, las galaxias más pequeñas pueden estar naciendo todavia. Una idea es que las galaxias se formaron a medida de que los cordones de gas condensaron al comienzo del universo y formaron billones de bolas diminutas. Cada bola se convirtió en estrella y su gravedad las unió para formar galaxias.
Una galaxia es el conjunto formado por un inmenso número de estrellas, con mayor o menor cantidad de materia estelar (astros diversos, fragmentos, rocas, polvo, etc). Están distribuidas como haces transversales y cada brazo o haz puede contener desde unas decenas a centenares de millares de estrellas. .
Un tipo común de galaxia es el de disco muy aplastado y en espiral al cual pertenecen también la Vía Láctea. El esquema de clasificación de las galaxias más común es el propuesto por Edwin Hubble, que las dividió en 4 grupos fundamentales: galaxias espirales normales, con un núcleo central del que parten los brazos espirales más o menos abiertos: galaxias espirales barradas, cuyo núcleo es atravesado por una larga franja o barra de materia estelar; galaxias elípticas, que carecen de brazos y aparecen más o menos aplastadas, y galaxias irregulares, que aparecen como simples agregados de estrellas y materia estelar, sin forma determinada.
En las galaxias más próximas como en la Galaxia
de Andrómeda, se pueden determinar las estrellas aisladas
y los cúmulos que las constituyen, mientras que
esto resulta
imposible en las galaxias más lejanas. Así, a medida que
se avanza hacia los «límites» del cosmos, se hace más
difícil distinguir las galaxias de las estrellas del inmenso fondo
del sistema. Andrómeda se encuentra a 2
millones de años luz de la tierra y es el cuerpo más alejado
observable en una noche clara. Se encuentra al oeste de la
constelación Perseo, en el hemisferio boreal.
La Vía Láctea pertenece a
un grupo local de 17 galaxias que ocupa un volumen en forma de elipsoide
de unos 2,5 millones de años luz de diámetro (velocidad de
la luz: 300 000 km/s aproximadamente). La galaxia de Andrómeda y
la Vía Láctea están situadas en el extremo del diámetro
mayor y, junto con la galaxia del Triángulo, son de tipo espiral.
Luego, existen 4 pequeños sistemas irregulares, entre ellos la galaxia
o nube de Magallanes, mientras que las restantes 10 galaxias son elípticas,
A estas 17 pueden sumarse otras 4 descubiertas recientemente (2 en el León,
una en el Dragón y la última en la Osa Menor), pero que pueden
pertenecer a un tipo intermedio entre los agregados nebulosos y las propias
galaxias. Un aspecto a remarcar es que estos sistemas galácticos
están a veces unidos por puentes de materia interestelar, como ocurre
en la Vía Láctea y la nube o nebulosa de Magallanes.
Hacia la década de 1920 se comenzó a calcular la distancia entre las galaxias y se consideró que se trataba de sistemas externos a la Vía Láctea y similares a ella. Con el desarrollo de la fotografía y la cons-trucción de telescopios más potentes se descubrió que as llamadas nebulosas no eran simples nubes luminosas, sino acumulaciones de estrellas.
Además, se verificó que las galaxias no tenían dimensiones
muy distintas unas de las otras y que, en general, las que aparecían
como menores eran también
las
más lejanas. De esta manera, se concluyó que el cosmos era
mucho mayor de lo que se pensaba en un principio.
Con el estudio de los espectros galácticos se observó que
las rayas presentaban grandes desviaciones hacia el rojo. Esto significa
que las galaxias se alejan entre sí y que, por tanto, el universo
se expande. Cuanto más lejos se encuentran las galaxias, mayor es
la desviación hacia el color rojo, y en consecuencia mayor la velocidad
de alejamiento o separación.
En 1960, I. Minkowski, al medir la desviación de una tenue galaxia
fotografiada desde Monte Palomar, la 3C-295, encontró que correspondía
a una velocidad de 145 000 km/s, casi la mitad de la velocidad de la luz.
Ello le permitió situarla a una distancia de 6 000 millones de años
luz.
En los últimos años se han encontrado otros cuerpos, los
quasars, que parecen aún más distantes. Mientras tanto, se
plantea la incógnita de cuál es el significado de la expansión
del universo, es decir, el aumento de la distancia que separa a las galaxias
entre sí.
Además de radioemisiones provenientes de la Vía Láctea, a partir de 1946 se comenzaron a detectar otros focos de emisiones situados fuera de ella. Pero, hasta que no se construyeron los radiotelescopios capaces de localizarlas, no fue posible utilizar los teles-copios ópticos para controlar si aquellas emisiones coincidían o no con algún objeto conocido. Finalmente, se comprobó la existencia de dos tipos de galaxias emisoras: las galaxias normales (como la Vía Láctea, la M 31 y la galaxia de Andrómeda) y las Radiogalaxias, cuya intensidad en el campo de la emisión es de hasta un millón de veces mayor que la de las galaxias normales.
Las primeras fuentes de radio identificadas con galaxias fueron Virgo A
y Centauro A, descubiertas por los radioastrónomos australianos
Bolton, Stanley y Slee. Las emisiones coinciden con dos galaxias elípticas
gigantes con características poco comunes. Sin embargo, el paso
más importante se dio en 1951; en este año se calculó
la posición de la fuente emisora. Cisne A con precisión suficiente
para que Baade y Minkowski, con la ayuda del telescopio de Monte Palomar,
pudieran identificarla como una galaxia débil. Fue un descubrimiento
importante, porque Cisne A tenía un flujo de raído superior
al óptico, y si esta galaxia hubiera estado treinta veces más
lejana hubiera sido todavía audible, pero no visible. Esto significó
que, al menos en ciertos casos, los radiotelescopios eran instrumentos
más profundos que los telescopios ópticos, Hacia 1960 se
concluyó que, aparte de las numerosas fuentes asociadas a objetos
situados en el interior de la Vía Láctea (como la nebulosa
de Cáncer), todas las demás fuentes de radio identificadas
eran provenientes de las Radiogalaxias: algunas correspondientes a galaxias
espirales o irregulares, otras, la mayoría, a galaxias elípticas
gigantes.
Los
Quasars
Son cuerpos celestes cuya emisión de ondas radíofónicas
es centenares de veces superior a la emisión de las galaxias normales,
con una imagen fotográfica en forma de estela.
En 1961 T. Matthews, tras medir con gran precisión la posición de la fuente de radio 3C-48, se dio cuenta de que el único objeto visible sobre las fotografías de la misma zona de cielo era una especie de estrella. Estudió el espectro y observó que estaba compuesto de rayas de emisión diferentes de las de cualquier otro astro. A continuación se descubrieron otros objetos similares y todos presentaban un espectro distinto. La diversidad de estos espectros era debido al hecho de que presentaban grandes desviaciones hacía el rojo, distintas entre sí. No obstante su apariencia estelar, estos objetos debían pertenecer a galaxias muy lejanas, y fueron denominados quasars (quasi-stellar radio sources).
El primer quasar fue descubierto en 1960 y desde entonces han sido identificados
más de un centenar. Algunos están situados a una distancia
de más de 9 000 millones de años luz. El hecho de que sean
audibles quiere decir que producen una energía radiofónica
y luminosa con una potencia 100 veces mayor que la elaborada por una galaxia
como la Vía Láctea, aún pudiendo tener diámetros
cien veces menores.