Por: adriano numa
Vicente Fox conquistó la silla presidencial capitalizando a su favor los mitos creados por Ismael Rodríguez; la imagen del ranchero carismático y entrón que no teme a las clases poderosas ni observa su etiqueta, le abrió el corazón de los votantes que vieron en él una versión leonesa de Pedro Infante. Su discurso populachero, coloreado de mil y una expresiones folklóricas, convenció al pueblo de que se trataba de uno de ellos, de alguien que comprendía su neta y que los vengaría de todas las injusticias del pasado priísta...
Comprobada la efectividad del reciclaje de la memoria colectiva y la vulnerabilidad de un pueblo resentido por el prolongado abuso, la esposa de Vicente, Marta Sahagún de Fox, se dispuso a la tarea de encarnar su versión de Doña Eva Perón. ¡Ni los sofisticados artesanos leoneses del calzado podrían hacerle unos zapatos de esa Gran Talla! Pero esta señora, consciente de que soñar no cuesta algo y, con el empeño de una heroína de película gringa, no ceja de irrumpir en nuestros televisores y periódicos con su caracterización grotesca de la servidora abnegada, humanitaria, desinteresada, compasiva y feminista...
Si bien es cierto que el largo brazo del machismo mexicano aporrea impiadoso a las “huercas” que se atreven a salirse del sagrado corral de la sumisión y la pacífica servidumbre, también es cierto que Marta Sahagún no pertenece -ni por pienso- al sector auténtico de féminas disidentes. ¡Vaya, ni siquiera recibió (tras prometérselos) al grupo de madres cuyas hijas engrosan la vergonzosa lista de “Muertas de Juárez”!
¿Cómo puede una mujer preocupada por los derechos de las otras, ignorar a estas madres desgarradas y al mismo tiempo derramar lagrimitas busca-rating por el sufrimiento de los humildes?
¿Cómo puede esta señora proclamar desde su estratégica posición que “hay que poner en alto el nombre de las mujeres”, ignorando como decidió hacerlo, los nombres de esas jovencitas asesinadas en Ciudad Juárez?
No se espera que Marta Sahagún resuelva este ominoso asunto, está muy claro que ni ella, ni Elba Esther Gordillo son “La mujer maravilla”, pero si la Primera Dama de este país se pronunciara enérgica contra estos crímenes, algún resorte se movería ¡hoy, hoy, hoy! A ella no habría represión que la alcanzara ni medio de comunicación que le negara un espacio.
Veo con terror el nuevo derrotero de Marta Sahagún, el tinte feminista que está imprimiendo a su discurso podría llevarla a la Presidencia de la República, enarbolando esta bandera que por mucho le huelga, no faltará quien vea en ella la oportunidad para derrumbar la muralla falócrata que nos ha negado tener una Presidenta.
La dirección de este país no debe regirse por cuestiones de género, sino por las capacidades del postulante. Existen mujeres pensantes y con dignas trayectorias políticas capaces de ocupar esa silla en Los Pinos: Beatriz Paredes, Amalia García y Rosario Robles, por ejemplo, pero ¡¿Marta?! ¡¿Marta Sahagún de Fox?! ¡Dios nos libre!
¿Esa Gioconda pudorosa que se preocupa más de lo que viste que de lo que dice, ésa que oculta bajo su mueca candorosa la ambición de erigirse como primera Presidenta de México?
¿Esa benefactora de los desprotegidos que -en inconsciente réplica de “Susanita” el personaje de Quino en “Mafalda”- organiza suntuosos festines de recaudación para los “frijolitos” de los pobres?
¿Esa Chimoltrufia en traje de “Valentino” que como dice una cosa, igual dice otra sin reparar en el daño que pueda hacer a la imagen de su consorte o de la asociación humanitaria que ella misma preside?
¡Por Dios, por la memoria de Don Benito Juárez!... ¡¿Ella?!
Por toda la Corte Celestial: ¡¿Ella?!
Protesto lo suficiente y cuanto más sea necesario.
Ciudad de México, Febrero de 2004.
