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heladas que se parecen a cadáveres y que te llenan de gran repugnancia se calienten con el fuego de tu amor puro. Oh Jesús compasivísimo, ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atraélas al mismo ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque tú lo puedes todo.

Padre eterno, mira con misericordia a la almas tibias que, sin embargo, están enceradas en el piadosísimo corazón de Jesús. Padre de la misericordia, te suplico por la amarga pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia. Amén.

Rezar la
CORONILLA DE LA DIVINA MISERICORDIA
Carátula No. 3
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