Pentathlón Menor


Mi Palabra de Militar


Por: Lic. Pablo A. Carranza R. (*)

Es suficiente...

Un amigo mexicano que vive en Estados Unidos desde hace 20 años y vino recientemente me preguntaba en qué momento México perdió sus valores y adoptó esa contra-cultura norteamericana que todo lo contamina.

- No lo se, Manuel - le dije. Pero ¿te acuerdas del Pentathlón?

- Claro. Tu estabas ahí cuando éramos chavos.

- Pues el Penta sigue.

Le mostré la Revista Insignia y se quedó muy confortado.


Publicado en el diario Ocho Columnas de Guadalajara, el 22 de abril de 2001.

- O sea que no todo está perdido, me dijo.

- Claro que no. Fíjate que incluso parece que muchos jóvenes de hoy sienten un vacío en su vida frívola, utilitarista, hedonista y mediocre y buscan algo. No sé. Y la mayoría de los que llegan al Pentatlón encuentran eso. Algo completamente diferente.

Creo que está iniciando un retorno al idealismo, el altruismo y los valores...


En los años setentas, los que formábamos el Grupo Menor en Guadalajara, teníamos excelentes jefaturas. Uno de ellos era el Capitán Gustavo Agraz , un hombre con 20 años de servicio que se enorgullecía de nunca haber faltado un solo día a instrucción y nunca haber llegado tan siquiera un minuto tarde. La constancia y disciplina eran parte de él. Lo admirábamos y lo escuchábamos con respeto.

Una vez nos platicó que cuando era cadete, en una ocasión estando formado pasó un instructor y le vio que su mano derecha estaba enconchada y no tocaba su pantalón. Le mostró cómo debía ser y lo hizo. Al poco rato volvió a pasar el mismo instructor y Agraz seguía con esa mano floja. Entonces el instructor trajo pegamento y se lo untó en la mano pegándosela al pantalón. Así permaneció todo el día de instrucción. Jamás volvió Agraz a descuidar su postura de firmes en formación.


Cierto día el capitán Agraz participaba con nosotros en una práctica de lanzamiento de granadas en aquellos baldíos que rodeaban al Auditorio. (Obviamente eran granadas simuladas de acero forjado). Alguno de nosotros lanzó la granada y quebró el vidrio de un carro por ahí estacionado. Los niños del Menor nos asustamos y en eso salió el dueño de su casa. El capitán Agraz se presentó ante él y asumió la responsabilidad. “Mañana lunes, que abren los bancos, vengo yo personalmente y le pago el costo de su cristal”. El dueño del carro se mostró con razón desconfiado y le pidió una garantía. Entonces el capitán le dijo: “Tiene usted mi palabra de militar”. Era tal su presencia, aplomo y caballerosidad que el afectado quedó completamente satisfecho. “Con eso es suficiente, señor”.


Ese era, y sigue siendo, el valor de la educación militar que se recibe en el Pentatlón Menor.

Ojalá nunca se pierda...



P.D. Años después el ingeniero Agraz fue cobardemente asesinado por asaltantes que irrumpieron a su negocio. Descanse en paz este gran caballero militar.



(*) 2do. Oficial egresado. Fundador de la Zona Colima del PDMU.


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