Poesía de combate

instrucciones


Debemos deshacernos cuanto antes,


De los fraternos en el caos.

De los que carecen de rigor en las cosas.

De los que flotan sobre el año.

De los que plagian.

De los que se humillan porque sí.

De los que creen que todo les pertenece.

De los mediocres en público, resentidos en privado.

De los que usuran.

De los que envidian.

De los que se justifican para odiar.

De los mercaderes en los templos.

De los que buscan hacerlo todo a fuerza de dinero.

De los inmorales.

De los degenerados.

De los demócratas que plebiscitan la existencia de la Patria.

De los que aguan el vino.

De los que fecundan la duda.

De los que quieren “igualdad” aunque más no sea entre Vicio y Virtud.

De los que hablan por hablar.

De los que prostituyen lo que tocan.

De los onanistas.

De los extranjeros disfrazados de nosotros.

De los indecisos.

De los enmascarados que no sean de plata.

De los que toleran la traición.

De las mujeres que suicidan la femineidad.

De los hombres que no quieren serlo.

De los que toman las riendas del poder con una mano y con la otra se agarran de la montura.

De los que se lavan las manos.

De los que gritan “libertad” y no la merecen.

De los blandos.

De los que frente al crimen dicen: “Sea por la Paz”, en lugar de decir “Te vengaremos”.

De los que se dan la vuelta.

De las excusas del que pierde.

De los que esperan a los demás para jugarse.

De los que se quejan.

De los que niegan a Dios a sabiendas.

De los que no se ubican.

De los que no producen nada de valor en la vida y lo exigen todo de los demás.

De los que muestran el cobre al decir que todo da lo mismo.

De los “patriotas” entusiastas de día de desfile.

De los maricas de todos los pelajes.

De los que compran conciencias y se dejan comprar.

De los que se absuelven con facilidad.

De los generosos con lo ajeno.

De los que degradan las cosas a propósito cuando ven que no pueden alcanzarlas.

De los que van a menos.

De los que seducen a las jóvenes palabras para luego no reconocerles el sentido.

De los falsos sin más.

De los tristes en vida.

De los y las que abortan a sus hijos.

De los que rompen los secretos.

De los que llegan cuando todo está hecho a querer participar de lo obtenido.

De los que blasfeman.


Y si después, si son pocos los que quedan no importa, mejor así. Si uno se ha apartado del mal y queda solo tiene, la inmejorable oportunidad de hacer lo que haga sobre una base sólida. De construir y construir bien. Como pocos lo hacen y hacerlo para siempre.


GRL.